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⠀❪ 📜 ❫⠀━━━━ el nuevo mundo











Cuándo abro los ojos de nuevo, todavía puedo imaginar las gruesas y callosas manos de mi padre sobre mi cuello. Resulta asfixiante, la sensación sobre todo, pero no dura mucho.

Mis pulmones reciben aire, y dios sí, sigo vivo. Eso es un enorme alivio, por supuesto.

Aunque muestro una sonrisa por la noticia, esta pronto desaparece cuándo no logro discernir nada de mi alrededor. Mis manos acarician una suave tela bajo mis dedos, probablemente de mi cama. La idea de seguir atrapado en mi casa me deprime, pero... todo empeora cuándo no noto en mi poder la reliquia de mi madre. Eso me hace levantarme en un santiamén, y me hace tropezar con las sábanas.

Caigo sin poder evitarlo y me doy de bruces contra el suelo. La boca me duele.

Me quejo en bajo mientras por la cabeza se me pasa ese pequeño deseo sobre "escapar de mi hogar y tener mi vida deseada" que había mentalizado antes de verlo todo negro.

Entonces doy un respingo al quedarme de rodillas y notar la aparentemente suave y rasposa alfombra de mis pies. Eso me confunde un poco porque no recuerdo en ningún momento haber tenido una en mi habitación, nunca en realidad. Me pregunto entonces sí estoy en la habitación de mi hermana Fuyumi.

Luego me asusto de nuevo cuándo la puerta principal se abre, pero eso no es lo que me asusta; si no la imagen de pocos segundos, de ese largo pasillo aterciopelado y con paredes sumamente decoradas a la vista. Eso es lo que me hace echarme hacia atrás, sorprendido.

¿Estoy soñando? Tiene que ser así, porque si no la respuesta más factible es que he perdido la cabeza al completo. Luego escucho un par de tacones pasearse por la habitación y un ligero tarareo, suave y melodioso, que me hace pensar por un momento que se trata nuevamente de mi hermana Fuyumi... Pero los tonos graves y maduros que utiliza me hacen desechar la idea de inmediato.

En esa oscuridad acérrima, las palabras mueren en mi boca cuándo esa persona abre las cortinas de la habitación. Las aparta con un elegante movimiento y deja que la luz entre. Esta la baña de pies a cabeza y cierro la boca un par de veces, sin saber cómo reaccionar ante esta increíble sorpresa.

Todo el mundo se me cae encima cuándo la veo. A ella, a la persona que se había suicidado muchos años atrás cuándo me hizo daño. Me emociono sin poder evitarlo y notando las piernas como flanes, me levanto con cuidado del suelo.

—¿Ma-Mamá? —Ella no parece igual de sorprendida que yo al verme.

Me sonríe cálidamente, y su cabello blanco se mueve cuándo ladea su cabeza. Unas joyas azules repiquetean de la misma forma en sus orejas ante el movimiento. Son unas pequeñas mariposas.

—¿Qué hacéis postrado allí, hijo mío? ¿Las pesadillas han vuelto a atormentaros? —Su rostro vuelve a descomponerse, esta vez expresando algo más de preocupación.

Pero yo hago de oídos sordos al escucharla (incluso a su forma tan rara de hablar) porque verla delante de mí, viva y con el corazón latiente, me hace marearme un poco.

De todas maneras sin mediar mis movimientos, tropezando un poco con mis pies izquierdos, salgo escopetado hacia ella. Hacia ese rostro amable y esa mirada grisácea cálida. Parecía no haber cambiado demasiado después de tantos años, parecía demasiado real para ser verdad. Mi corazón late como loco.

Al alcanzarla me lanzo hacia ella, mis brazos se enganchan en su cuello y trato de aspirar ese olor a lavanda que me persigue desde pequeño. La toco, de parte a parte y tenerla conmigo parece un sueño demasiado dulce. Se me escapan unas pocas lágrimas, no voy a mentir. Tener a mi madre conmigo... es demasiado ahora mismo.

Ella, en cambio, permanece en silencio. Me acaricia mis hebras dispares pero no me dice nada. No lo tomo en cuenta porque tenerla abrazada contra mi cuerpo me supera.

Lo siguiente que pasa, es inevitable: mis piernas ceden, me sostengo a ella todavía y ante su mirada familiar y confusa, sollozo como un completo niño pequeño.

Pequeños gritos se escapan de mis labios después de recordar todos los tipos de torturas vividas con Enji Todoroki y la soledad al no tenerla para consolarme, al igual que el peso de la carga que he estado soportando desde hace años al pensar en que se había suicidado por mi culpa. Ella se dedica a mirarme, nerviosa y sin saber qué hacer.

Su rostro lo expresa todo a la perfección; parece nunca haberme visto de esa manera.

Mis dedos se sostienen de las telas de su ropa superior y junto mi frente contra su pecho, incapaz de soltarla. Incapaz de pensar que este momento de paz es real.

«Mamá, Mamá, Mamá», no dejo de repetir en voz alta y acompañado de múltiples hipidos. Mi madre me sigue sosteniendo sin pena alguna, y no es hasta muchos minutos más tarde que finalmente parezco haberlo soltado todo. Al menos, gran parte de ello.

Me siento un poco mejor y para cuándo parpadeo confuso, ella me tiende una especie de pañuelo seco. Por la tela puedo saber qué es de calidad, porque eso se nota, pero no me importa cuándo me seco las lágrimas y me la restriego por casi todo el rostro con fuerza.

―Perdóname, mamá... No quería que me vieses así, yo... ―Pero no parece afectada en lo absoluto.

La luz sigue iluminando su rostro y veo cómo niega con la cabeza, sonriente. Sus pálidas manos me agarran de las mejillas por seguro sonrosadas. Seguro que me veo patético y ridículo, eso es lo que pienso mientras el mundo se estabiliza a mi alrededor.

―Tranquilizaos, mi querido niño. Parece ser que estas pesadillas os están haciendo mucho daño, por eso pediré expresamente al médico de la familia que venga lo más pronto posible para revisar vuestra salud. Porque estas pesadillas y jaquecas vuestras no son normales, Shoto.

Ahora parece una madre preocupada al completo y verla de esa manera me da algo de ternura. Estas son el tipo de cosas que me había perdido desde pequeño. Estas son el tipo de cosas que un niño siempre debe experimentar con sus padres.

Sin embargo, no puedo evitar preguntarme si sigo soñando de alguna manera, porque es que aunque piense en todas mis posibilidades, esto no es puede ser posible. Tenerla conmigo es un suceso imposible... a no ser, claro, de que mi deseo se hiciese real.

Ese pensamiento me detiene en seco y me congela en los brazos de mi madre.

Entonces la observo de arriba a abajo, y todavía siendo bañada por la luz de poniente, su extraña ropa me saca de lugar. Es un vestido de encaje, de color turquesa y con muchos volantes por, literalmente, todas partes. De estilo rococó, con decorados brillantes y una estrecha cintura, demasiado marcada para mi madre. Aún así, se ve preciosa y esa tiara plateada sobre su cabello blanco termina por desconcertarme.

Siento otro nudo en la garganta y que me falta el aire.

―Ma-Mamá... ¿Puedo hacerte una pregunta?

Ella asiente con un ligero movimiento de cabeza, con calma. Pero por dentro ya soy un caso perdido, todo me da demasiadas vueltas y la respuesta de mi madre me tiene temblando.

―¿En qué... En qué siglo estamos? Quiero decir... ¿21, verdad? Porque... ―Sin embargo, su ceño fruncido y la negación en su cabeza me hace estremecerme.

Un latigazo se reparte en mi cabeza cuándo la escucho decir: ―No, querido... Es, es el siglo XV. ¿Os encontráis bien? Debería de llamar al médico de familia ya mismo.

Y entonces, saber que mi deseo se ha hecho realidad, saber que la única manera de haber estado al lado de mi madre era viajando de alguna manera hacia el pasado, o hacia otro mundo, me debilita. ¿De verdad... De verdad está pasando esto?

Todo a mi alrededor se vuelve borroso cuándo escucho el grito agudo de mi madre llamando a alguien, no entiendo el nombre..., Y después todo está en negro.







―Shoto, cariño, despierta ―de nuevo esa voz tan calmada.

Parpadeo varias veces, la mayor parte del tiempo sin saber realmente si estoy despierto o, en cambio, sigo soñando. Me parece ver a mi padre por un momento cuándo me encuentro con la decoración de mi cama, la reconozco por su misma tela.

Entonces todo esto es real, realmente sigo en otro mundo. En el nuevo mundo.

La idea resulta arrolladora. De todas maneras, presto plena atención a la que me supongo que es el médico de la familia; aunque en realidad es una mujer. Y con solo darle un par de vistas, sé muy bien de quién se trata. La comparación en mi cabeza de que claramente comparte su mismo oficio en este mundo, hace que me nazca la sombra de una sonrisa.

Es Chiyo Shuzenji, más conocida en la Yuuei como "Recovery Girl", como le gustaba llamarse en la escuela. Además, es la mejor en su trabajo; y pongo mi vida en sus manos.

Muestra un aspecto parecido al de mi mundo, salvo por algunas pequeñas diferencias; su cabello ahora es trenzado, y lleva encima un vestido mucho menos laborioso y dedicado que el de mi madre. Es de tonos oliva, y le queda bastante bien. No daña su imagen amable.

Asiente tras ponerme un paño húmedo en la cabeza y se da media vuelta para hablar con mi madre, quién se muerde las uñas y ahora tiene su cabello agarrado en un moño. La tiara continúa sobre su cabeza, pero ahora parece mucho más... distante; como si tuviese otro papel que emplear, no el de una madre. No digo nada, principalmente porque no tengo las fuerzas para hablar. Me siento cansado, muy cansado.

Y a veces, al verla solo la veo a ella: a ese cadáver cubierto con una sábana.

—¿Qué es lo que le sucede? ¿Qué mal causa eso en mi hijo? ―Su voz es inexpresiva, parece en busca de cualquier tipo de información.

Recovery Girl no parece afectada. Me sonríe con dulzura, para darme un caramelo o algo semejante. Es rosado y nada más metérmelo en la boca, me relaja. Probablemente sea alguna especie de dulce medicinal, o relajante muscular.

―Solo se encuentra cansado. Necesita tomar reposo y alejarse de sus... deberes, por lo menos unos cuántos días. ―Lo último lo agrega en un tono mucho más bajo, y más en dirección a mi madre.

Mi madre se cruza de brazos. Veo a hombres uniformados al fondo de la habitación, cerca del mismo pasillo de antes. Pero... sus uniformes son más concretamente armaduras; casi todos sus rostros son ocultos por yelmos y cargan espadas y escudos a sus espaldas. El sonido de metal me estresa.

—Agradezco vuestros cuidado como siempre. Podéis dejarnos. ―La despacha con un movimiento de manos.

Y lo siguiente que veo, es cómo ella desaparece a paso lento y atravesando un largo camino de guardias. Mi madre toma una silla y tomando cercanía conmigo, sostiene una de mis manos.

—Me habéis preocupado, hijo. —Sin embargo, realmente no me está mirando. Parece estar centrándose en algo más grande, sus palabras me dicen que hay un significado oculto―. Si caéis, todo se perdería ahora mismo. Sobre todo mis esfuerzos por levantar nuestro hogar.

Me regala varias leves caricias sobre la cabeza y hondeando una capa trasparente, pálida y brillante, sale despedida de la habitación, haciendo resonar sus tacones de aguja. La puerta se cierra tras su salida y pierdo de vista a los guardias, o caballeros.

Me quedo solo en ese cuarto demasiado enorme para mí, y al darle ahora una mejor vista por encima me doy cuenta de su decorado rococó y casi todas las estatuas y modelos de mi rostro en cemento. La visión me atormenta, porque en todos ellas hay un Shoto elegante, un Shoto orgulloso... y yo no tengo nada de eso.

«Respira, Shoto, respira», me recuerdo brevemente en la cabeza cuándo me doy cuenta de que mi respiración se ha alterado y que mi corazón late desbocado como un caballo.

Me levanto de la cama con movimientos lentos y desesperados, y revolviéndome el cabello veo que llevo encima un camisón blanco y que me llega hasta más por debajo de las rodillas. Sin esperar me levanto aquella muda al sentir algo extraño y siento que me ahogo cuándo veo que han desaparecido mis calzoncillos y que ahora llevo puesto alguna especie de... alguna muda corta de lino. Se siente incómoda y aunque busco por encima mi ropa anterior, no la encuentro por ningún lado.

Me obligo a no hacer un drama de esto, pero de solo pensar en qué alguien me ha cambiado la ropa dormido... Me ruborizo inevitablemente.

Salgo de las sábanas ignorando el pedido del médico de la familia y saliendo de ella, me acerco casi corriendo a la enorme ventana de la habitación. Tiene un marco de bronce y para abrirla, tengo que soltar varios cerrojos. Cuándo lo hago finalmente, estas se abren para fuera y dejan a plena vista un palco o balcón enorme. Me asomo por este y lo que veo me quita el aliento.

Me sostengo del balcón con fuerza, casi notando mis nudillos blancos y observo ese vasto paisaje, lleno de flores. Rodeado de una enorme e increíble muralla casi tan alta como de la torre de la que lo estoy observando todo. Hay un pueblo cerca, y un extenso bosque que llega mucho más lejos de lo que puedo alcanzar a distinguir incluso de puntillas.

Entonces sacando un poco la cabeza me doy cuenta de qué estoy en una especie de castillo..., Recuerdo a los caballeros entonces, las ropas de mi madre, su tiara y la forma en la que invade respeto y se me seca la lengua. ¿Esto es un reino?

¿He viajado a otro mundo para formar parte de la realeza?

Me carcajeo de mi propia mala suerte mientras me dejo caer hacia el suelo, incapaz de creer ni por un segundo todo lo que ha cambiado en cuestión de segundos. Cubro mis labios, cuándo al tocar mi oreja derecha, encuentro un pendiente; ese que incluso solo rozándolo con mis dedos ya me hace darme cuenta de qué es el amuleto de mi madre.

¿También se había transformado para acomodarse a este mundo? ¿A mí?

Sin pensarlo mucho, escapo hacia mi cama. Demasiado, es demasiado.

Me escondo bajo las sábanas y mientras oculto mi rostro, no queriendo saber de nada ahora mismo. La idea de todo lo que me puedo encontrar, o de las cosas que puede que el anterior Shoto supiera pero ahora yo no y que me haga descubrirme ante todo el mundo, me trastoca.

Y no solo eso; también está el hecho de que se mire como se mire, yo no pertenezco a este mundo y lo demuestran muchas cosas. Como mi manera de hablar, mucho más moderna que la de mi madre. ¿También tendré que cambiar mi forma de lenguaje? Eso me hace doler la cabeza, porque no me veo a mí mismo diciendo algo tan principesco como ella.

¿Y si soy un príncipe? ¿Habrá gente a la que tenga que dar órdenes? Por favor, si toda mi vida he vivido a la sombra de mi padre... Oh, ese pensamiento me deja helado otra vez.

¿Mi padre estaría aquí también? Cierro los ojos con fuerza, con la esperanza de dormir un rato y con miedo de que al abrirlos, vuelva al agujero de antes. Al mundo de antes.

⚔️🛡️... ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por su apoyo, por leer y dejarme ver su apoyo.

uff, amo y amo esta historia. amo a mi bebé y hacerle sufrir (no broma), pero en serio, me encanta este mundo y todas las sorpresas que tengo guardadas. además, quiero dejarles claro que shoto no se va a acostumbrar chasqueando los dedos a este mundo, por supuesto que no.

pronto veremos al resto de la familia y, claro, a katsuki.

una pregunta, ¿también quisieran ver algun pov desde el katsuki de este mundo mágico?

nos veremos pronto con las próximas actualizaciones, los quiere, su wondergirl.

⚔️🛡️

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