₆. Aυхιlιo
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Se podría decir que era un día horrible para SaeGeum. ¿Por qué? Había recibido un gran regaño por parte de su jefe Min YoonGi por haber confundido los USB’s de sus compañeros.
El pequeño chico sabía que estaba a punto de ser despedido de aquel genial trabajo. Incluso le había tocado quedarse hasta las ocho de la noche en la oficina ordenando todos y cada uno de los discos musicales que tenía el jefe Min en su oficina. ¡Eran miles de discos!
Así que, cuando terminó de ordenarlos, tomó sus cosas y se decidió por alejarse de la oficina. Sin embargo, el teléfono comenzó a sonar, por lo cual contestó.
—Revista »The Rolling Stone«. Estamos cerrados por el momento —habló un poco fastidiado y solo escuchó una pesada respiración al otro lado de la línea.
—Pon a Mimi en el teléfono —habló una voz profunda y floja. Geum frunció el ceño, estaba completamente confundido.
—¿Mimi? Lo lamento; aquí no trabaja nadie con ese nombre. Ahora, si me disculpa-
—No, no, no. El chico que entrevistó a Jeon JungKook el viernes pasado —retomó el habla la voz al otro lado de la línea. SaeGeum no tenía ni idea de que, quién estaba al otro lado, era el mismísimo Jeon JungKook.
—Oh... se refiere a Park JiMin.
—Sí, él. Ponlo al teléfono —ordenó la estrella que estaba de incógnita.
—Mire; ya son las ocho de la noche y el periodista se encuentra descansando. Pero si quiere dejarle un mensaje... —se preparó con una pluma y una servilleta que tenía a la mano.
—No. Necesito su número, tú puedes dármelo, ¿cierto?
—En realidad... no lo conozco; por lo tanto, no puedo darle el número del señor Park —soltó con nerviosismo.
—Dámelo y te consigo dos boletos para el próximo concierto de Jeon JungKook —ofreció el cantante ya desesperado.
—¿Acaso tú eres Jeon JungKook? —preguntó con un tono de burla. Parecía que era muy bruto; pero en realidad no lo era tanto.
—Sí.
SaeGeum no pudo evitar tragar duro. ¿En realidad estaba hablando con su ídolo?
—Si me das el número de JiMin ahora, prometo que te daré dos boletos gratis a mi próximo concierto, en realidad es urgente —aseguró Jeon recargándose contra la pared de su casa.
¿Qué habría hecho el resto del mundo? Eran dos entradas gratis al concierto de su estrella favorita y el número de JiMin valía mucho menos que eso. Por supuesto que se lo dio.
—Gracias. ¿Cuál es tu nombre? —preguntó finalmente el cantante.
—SaeGeum... —casi no podía hablar. Su voz se quebró al final y se recargó contra la mesa cuando la llamada fue finalizada.
¿En serio se había ganado dos entradas gratis?
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La noche estaba tranquila, sin embargo, JungKook no estaba tranquilo; había terminado de beber una botella de un fino vino y sostenía su guitarra roja mientras observaba la ciudad.
Necesitaba hablar con alguien. No quería seguir siendo ignorado, no quería que la gente siguiera dándolo por hecho. Necesitaba contar todo lo que había en su corazón. Se sentía completamente vacío por dentro, pero de alguna manera, lleno de cosas que lo atormentaban.
Había pensado en llamar o no al entrevistador. Necesitaba hacerlo, necesitaba verlo de nuevo; era casi una necesidad volver a ver a ese hermoso rubio.
A ese hermoso rubio que besó pasionalmente el día de su debut y que destruyó por completo su mundo.
—Ah, ¿qué mierda, JungKook? —se habló a sí mismo, dejando la guitarra sobre el sillón. No podía seguir teniendole miedo a una llamada.
Marcó el número y cuando respondieron, sintió su garganta seca.
—¿Diga? —se escuchó una voz seria al otro lado de la línea.
—JiMin... —habló con dificultad—. Soy JungKook.
—Oh... JungKook —soltó JiMin suavizando su voz, y el momento se inundó con un silencio atormentador; Jeon no podía hablar—. ¿Se te ofrece algo? —Park tenía que distraer al otro, era probable que le reclamara acerca del artículo. No creía poder vivir con un regaño de su ídolo en su memoria.
—Tu presencia.
—¿Ahora? —preguntó incrédulo y miró por la ventana de su habitación; la luna ya estaba brillando sobre la ciudad de Seúl—. Un momento... ¿cómo conseguiste mi número?
—Sí, ahora. Veámonos en la cafetería »Rocking coffee« en quince minutos.
Y la llamada fue terminada.
¿JiMin? Por supuesto que iría a encontrarse con su ídolo. Sería mentira decir que no lo extrañaba y no añoraba estar junto a él. Por consiguiente, tomó su chaqueta blanca y salió de su apartamento.
Se sentía completamente ansioso y confundido. No entendía cuál era la verdadera razón por la que aquel hermoso cantante lo había citado en esa cafetería, mucho menos a esa hora. Pero ahí estaba él, sentado en una de las mesas de aquel lindo lugar.
Cuando entró, una chica le avisó que estaban a punto de cerrar, por lo cual, se preocupó de que la llegada del artista demorará mucho más.
Estaba jugando con sus manos mientras observaba por la ventana. ¿Cómo llegaría el cantante? Tal vez en una limusina... o en una motocicleta. En realidad, no tenía ni una mínima idea de qué esperar... pero bueno, después de tres minutos desde el último vistazo por la ventana, escuchó un grito agudo fuera de la cafetería y se alarmó. Volteó en aquella dirección y lo primero que vio fue a una rubia y aún pelirroja sonriéndole a un pelinegro que usaba lentes oscuros. Este chico tomó un marcador —que le había dado la rubia— y comenzó a trazar su firma sobre el voluptuoso pecho de esta. JiMin frunció el ceño involuntariamente; era obvio que JungKook era una estrella, pero... ¿era necesario?
Cuando terminó, la chica se lanzó a darle un beso en la boca, sin embargo, Jeon giró el rostro y este acabó en su mejilla. Al girar, pudo divisar a Park que lo miraba expectante ; se despidió de las chicas y entró a la cafetería.
—JiMin... —habló casi en un susurro cuando lo tuvo frente a él. Se retiró los lentes oscuros y conectó miradas con el periodista.
—JungKook —sonrió estúpidamente y se perdió en esos hermosos ojos. Estaba comenzando a descubrir que había un gran enamoramiento de por medio.
—¿Pediste algo? —se sentó en la silla frente a él. JiMin negó con la cabeza y pudo percibir un aroma intenso a alcohol, era claro que el dueño de aquel olor era Jeon.
—Podemos pedir un café —aseguró Park con rapidez antes de levantarse y acercarse al mostrador para pedir dos tazas de café. Se sentía completamente atacado por el hombre que lo había ido a ver. Solo esperaba que todo saliera bien.
—JiMin... —comenzó Kook. Si bien, había tomado antes de ir a su encuentro, no estaba para nada ebrio—. No estoy aquí para reclamarte acerca del artículo, pero si hay algo que quiero saber. ¿Qué piensas de mí?
—JungKook, el artículo no lo escribí yo, lo juro. Fue una terrible equivocación del asistente del editor. Yo... no tuve nada que ver con el artículo que se publicó —confesó JiMin con rapidez. De verdad no quería que el pelinegro de ojos grandes se enfadara con él.
—Ahorita eso me tiene sin cuidado, JiMin. Pero necesito que me digas lo que piensas de mí —rogó Jeon cuando sostuvo las regordetas manos del periodista entre las suyas.
JiMin se sintió en las nubes con ese simple toque. Amó verlo a los ojos, era lo mejor del mundo. De verdad estaba completamente perdido en la infinidad de las galaxias diminutas que encontraba en los ojos contrarios.
—Yo creo... Eres un gran artista, JungKook —pudo apenas pronunciar el chico antes de que sus sentidos le jugaran en contra y buscará más contacto del correcto. Su cuerpo estaba traicionandolo y lo obligó a acercarse mucho más al artista.
—Te mentí —confesó Kook antes de que el contrario lo besara—. Te mentí, JiMin. No me conozco a mí mismo, no tengo ni la más mínima idea de quién soy. Estoy perdido en mi personaje y en este mundo que he olvidado que he olvidado por completo mi persona —miró fijamente los ojos del chico, encontrando confusión—. Y lo peor es que a nadie le importa una mierda.
El cantante soltó un golpe a la mesa de la cafetería y JiMin se sobresaltó. ¿De qué demonios estaba hablando el cantante?
—A mí me importa. Quiero saber toda la verdad, JungKook. Necesito que me cuentes tu historia —pidió mientras acariciaba con parsimonia la mano del cantante. Lo miraba profundamente a los ojos, sintiendo una fuerte y abrumadora conexión entre ellos.
—JiMin... —suspiró mientras negaba con la cabeza—. Mírame. Soy un desastre, la burla de todos. Todos buscan algo de mí, siempre lo hacen. Me he perdido a mí mismo en este jodido mundo. La música ya no se escucha igual, ¿me entiendes?
—Claro.
El periodista sacó la grabadora de su bolsillo y lo colocó sobre la mesa. Sin embargo, el cantante la apagó y acarició el suave cabello de su acompañante.
—Sin grabaciones. Yo te contaré todo si tú pones completa atención —observó cómo JiMin asintió con la cabeza para después mirarlo muy atento—. Tal vez no sepa quién soy, pero sé lo que las personas piensan de mí. Todos ellos se refieren a mí como un símbolo sexual. Un cantante el cual no puede vivir un día sin meterse algo al orgabismo o follarse a lo que se mueva. Al final, me he dado cuenta de que no importa quién soy, importa lo que los demás piensen de mí.
—JungKook...
—Para ellos, esto es lo que soy —se señaló a sí mismo con las manos—. Soy sexo. A la gente le tiene sin cuidado que sea buen músico o no; no les importa una mierda si he pasado por violaciones o demandas. Soy sexo para ellos, yo vendo sexo, ¿entiendes?
JiMin empezaba a sentirse triste, miraba esos ojos negros completamente adoloridos. No quería imaginar por lo que había pasado el chico que lo tenía a sus pies.
»—A ellos no les interesa mi música, ni siquiera las letras que escribo. Ellos se enfocan más en lo que ven; hace años hice la promesa de que haría lo posible por que me vieran... y terminé siendo esto —comenzaron a salir lágrimas de los preciosos ojos de JiMin. Se cubrió la boca con la mano y trató de respirar—. Tenía tantas ganas de ser una estrella de rock. Con solo diecisiete años era capaz de hacer todo lo posible por mi sueño. Mi manager en ese tiempo, el señor Choi me... —su voz se quebró; para él era horrible tener que recordar eso—. Él me convirtió en esto que soy ahora. YuGyeom y DongMin eran todo lo que una estrella de rock debía ser, pero yo no. Al principio, fue la primera cerveza, la primera guitarra eléctrica, los primeros seguidores... Después fue vodka, tequila y whisky. No podía parar de tomar, no puedo incluso ahora, JiMin —confesó Jeon—. A la gente parecía gustarle nuestra de manera de cantar y actuar en el escenario, querían más...«
»—Con cada presentación, la ropa sobre nosotros comenzaba a escasear, el delineador en nuestros ojos era más abundante. DongMin estaba a punto de rendirse cuando ganamos nuestro primer premio. Yo... —suspiró pesado y sintió sus ojos picar—. Jamás imaginé que terminaríamos así. Las drogas comenzaron a llenar nuestras habitaciones, pronto no pudimos parar —sintió que se hacía más fuerte y firme el agarre que JiMin mantenía sobre su mano. Su corazón se estaba destrozando—. La gente cada vez quería más de nosotros. La música dejó de ser verdaderamente importante, ellos creían que nosotros vendíamos imagen, que éramos simple símbolos sexuales sobre el escenario. Y fuera de él... a nadie le importaba una mierda quiénes éramos. Yo... —quería seguir relatando su historia pero su corazón no lo permitía. Y sí, sí tenía corazón. Sentía un nudo enorme en la garganta y tenía unas inmensas ganas de limpiar las lágrimas en el bello rostro de JiMin—. Yo supe que todo estaba mal cuando... al terminar un concierto, se metieron a mi camerino. No recuerdo exactamente cuántos chicos eran, pero tomaron todo de mí. La poca inocencia que me quedaba...«
—No... —dijo entre llantos JiMin. No quería pensar que alguien había abusado sexualmente de aquel hombre.
—YuGyeom y DongMin estuvieron ahí para mí, el alcohol y las drogas también me ayudaron a olvidar. Pero es que la gente jamás se cansa de pedir; piden y piden. Nosotros se los damos sin esperar nada más que apoyo de su parte.
»—Jamás esperé nada de parte del público, solo su aprobación y cariño, pero DongMin recapacitó y se dio cuenta de que nos habíamos convertido en personas que no éramos. Demandó a nuestro manager y llegamos con NamJoon. Lo quiero mucho. Más que mi manager, se ha vuelto mi mejor amigo, y él nos ayudó un poco con el proceso legal de la demanda. Del señor Choi ya no supe nada. Y, ¿quieres saber cuál es la verdadera razón por la que decidimos separarnos? —JiMin asintió y notó lágrimas delgadas y cristalinas recorriendo las mejillas del artista. El café empezaba a enfriarse pero no tenía ganas de tomarlo; no ahora que tenía el estómago hecho un nudo—. Ellos se hartaron de que el público nos estuviera destruyendo. Nos perdimos a nosotros mismos y olvidamos que la verdadera razón para aguantar todo eso, era la música. Simplemente los conciertos y el rock ya no lograban llenar el tremendo vacío que tenían adentro. Ellos fueron más inteligentes que yo y se salieron a tiempo.
—¿Por qué dijeron que tú tuviste la culpa? —preguntó Park prestando su total atención en las palabras que saldrían de la boca del cantante.
—JiMin, ellos no querían que los demás supieran que estaban hartos del rock. Ellos preferían quedar bien con todos los fanáticos y críticos; al final el que decidió permanecer en este mundo fui yo. Se les hizo sencillo decir que el culpable había sido yo, que yo tenía la culpa —explicó con rabia Kook. Las lágrimas atormentaban con salir a una mayor velocidad y JiMin solo quería abrazarlo y consolarlo—. ¿Alguna vez te imaginaste que un artista estaría al borde del suicidio? Estaba tan perdido que la única solución para mí, era esa. Terminar con esta vida tan miserable... pero decidí volver a intentarlo. En realidad quería salir de aquel hoyo negro en el que me había hundido, pero todo cambió la noche que te vi —se sinceró.
—¿A mí? —Park cuestionó incrédulo.
—Sí, JiMin. Cuando fuiste a entrevistarme destruiste todo mi mundo y lo volviste a armar. No sé cómo lo hiciste, pero pasó; de repente la música volvió a ser la misma que tamo adoraba, el espíritu del rock volvió a mi cuerpo y me sentí poderoso. Sentí que sí podía seguir —notó una gran sonrisa surcar de los carnosos labios del chico frente a él. Para JiMin, que estaba enamorado de aquel hombre, el hecho de que sus sentimientos fueran correspondidos, lo llenaba de gozo—. No sé qué mierda pasó, pero al tenerte cerca y saber que estabas ahí escuchándome... se sintió tan bien. Pude sentir una conexión, ¿comprendes? —JiMin asintió frenéticamente—. Agradezco que me estés escuchando incluso ahora. Una historia tan patética como la mía no es-
—Espera. No es patética, JungKook; es una gran historia por el contrario. Dios mío... si todos supieran de esto, no pensaría como lo hacen —mencionó el periodista tratando de analizar todo lo que acababa de escuchar.
—Pero JiMin, ellos no dan una mierda por quién soy en realidad. Ellos decidieron que soy una porquería de persona, alguien que destruyó el rock and rollo y que debería estar muerto. No les interesa una historia como la mía —habló JungKook mientras mostraba una sonrisa adolorida y limpiaba las mejillas de su enamorado.
—Claro que les va a interesar. JungKookie, si me das permiso, puedo escribir un nuevo artículo sobre ti. Puedo lograr recuperar tu prestigio —tomó su mano una vez más y acercó su rostro al contrario. Tenía que dejar su tan ansiado beso en los belfos del cantante antes de seguir—. Si confías en mí, puedo hacerlo.
Jeon sonrió y asintió antes de tomar su precioso rostro y devolverle el beso. Era algo lento, algo sumamente diferente a cualquier sensación que hubiera tenido antes. El intercambio de saliva era delicioso para las dos partes, había un perfecto equilibrio entre dar y recibir en medio del beso. Los sentidos de Park se encendieron por completo y sintió que con un solo beso, Jeon podía iniciar el fuego en su interior.
—Disculpen; cerramos la cafetería en cinco minutos —habló una empleada y ambos se separaron. También le había parecido algo incómodo ver a dos chicos tragándose entre ellos. Digamos que en esos años la homosexualidad no estaba muy bien vista.
Jeon miró a la empleada y esta pareció derretirse ante esos bellísimos ojos. ¡Por el amor de Dios! Era Jeon JungKook en su cafetería.
—Señor JungKook... —habló casi en un suspiro—. ¿Podría darme su autógrafo?
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