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▰ 𝐔𝐧𝐨

𝐂𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐝𝐞 𝐄𝐱𝐩𝐥𝐨𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧

𝐀𝐬𝐭𝐞𝐫 𝐀𝐫𝐜𝐚𝐧𝐞

Año 844

Ciudad Subterránea

Estaba sentada en una silla de madera junto a una mesa, estaba contando un dinero que me habían dado por mi trabajo. Frente a mí, estaban dos hombres, de no más de treinta años, era la última vez que hacía una cosa como esa. Y no, no es lo que seguro piensan. Era una clase de mercenaria. Y digo "una clase" porque no asesino personas como tal, a veces solo las extorsiono, o las dejo muy mal heridas. En pocas palabras, casi muertas. No es que me gustará este trabajo, pero cuando vives en un lugar como este, haces lo que sea por sobrevivir.

A los hombres se les veía inquietos, y es que yo no era del todo tranquila. Según me dijeron, tengo una mirada que asustaría a cualquiera, y un aura intimidante. Y la verdad, me gusta que sea así. Me ahorra molestias. Me gusta la soledad, me da para pensar. Aunque es extraño a veces, porque no siempre es la mejor compañía. Pero era lo único que tenía. Y no dudo que sería así por un tiempo.

Los miré, sin expresión alguna en mi rostro. Asentí con la cabeza indicando que estaba bien. Ellos se apresuraron a salir de la casa en la que vivía actualmente. Sin embargo, antes de que pudieran poner su mano en la manija de la puerta, esta ya se había abierto bruscamente, haciendo que los dos hombres tropezaran, creo que uno se golpeó fuertemente la nariz. En el marco de la puerta, se mostró un hombre. Era alto, vestía una camisa blanca debajo de un abrigo negro y llevaba consigo un sombrero que cubría su cabeza. Rodeé los ojos cuando me di cuenta de quién era.

— Vaya, vaya, vaya. Pero si es mi justiciera favorita — dijo con una sonrisa de lado burlón mientras alzaba un poco su cabeza, dando a ver sus ojos grises —. Ah, cierto, tú no haces nada si no te pagan, casi lo olvido. Mi mercenaria favorita entonces — se alejó de la puerta de forma lenta, dándole paso a los dos hombres para que salieran. Cuando lo hicieron, cerró la puerta tras de sí.

Lo miré seriamente, no lo quería ver aquí, me fastidiaba su presencia. Tomé aire y me dirigí a él — ¿Que haces aquí? — pregunté secamente, siguiéndolo con la mirada mientras que se acercaba a mí, ya que aún seguía sentada —. Creí que no te vería más — añadí mientras que él se posicionaba frente a mí.

— Pero mira nada más, y yo que creía que me acogerías con los brazos abiertos, ahora resulta que me quieres lejos de acá — comentó tomando una silla que estaba al otro lado de la mesa, y poniendola frente a mí —. Deja de mirarme de esa manera, hasta me has hecho recordar al otro mocoso — decía mientras se sentaba. Yo no cambié mi semblante, era un verdadero fastidio.

— Talvez será que se me ha pegado esa costumbre — sonreí de lado burlona. Era cierto que había tomado la misma mirada de él, pero es que era inevitable. Ambos éramos así. Tomé el dinero que estaba en la mesa —. ¿Qué estás haciendo aquí, Kenny? — pregunté nuevamente con un poco más de insistencia, yo sabía que él no venía de visita. Él venía por algo, y no es curiosidad.

Soltó una risa — ¿Es que acaso no puedo visitar a mi hija adoptiva? — preguntó con una sonrisa burlona mientras me miraba. Yo me levanté de mi asiento y me dirigí a un cajón para abrirlo y sacar una caja de metal con cerradura, saqué la llave que tenía escondida en el bolsillo de mi pantalón y la abrí para meter el dinero ahí, para luego ponerlo en su lugar.

— No, claro que no has venido a visitar. Porque a ti no te importa mi vida, ni a mí la tuya. No somos nada. Todo lo que sé, no me lo enseñaste tú, lo aprendí por mi cuenta. Siempre fué así — aclaré fríamente mientras le daba la espalda, después me giré para enfrentarlo —. Ahora dime qué haces aquí, viejo estúpido — lo miré fríamente. Tal vez piensen que tengo cierto rencor hacía él, pero la verdad es, que no siento nada hacia su persona, nada. No lo veo de forma paternal, ni siquiera como amistad. Simplemente nada.

— Maldita. Has aprendido todo por tu cuenta menos respetar a tus mayores — habló entre dientes levantándose de la silla.

— No tengo por qué — contesté viendo cada movimiento que hacía —. Ya deja de darle tantas vueltas y respóndeme — le dije de forma severa. Se me estaba agotando la paciencia.

Él suspiró para luego acercarse un poco a mí, aunque aún quedábamos a dos metros de distancia — No sé si has escuchado que el Cuerpo de Exploración te está buscando — no me sorprendí, sinceramente ya lo esperaba. Aún así, no creí que fuera tan pronto —. Venía a avisarte que ya deben de estar rondando por aquí. También estoy seguro que no vienen a buscarte para meterte a la cárcel. Creo que harán contigo lo mismo que le hicieron al otro mocoso, te quieren en el Cuerpo de Exploración — explicaba con un semblante serio, mientras que yo procesaba lo que me decía.

— ¿Has venido hasta acá solo para advertirme? — le pregunté mirando su reacción que fue bufar con molestia. Cosa que me hizo sonreír internamente.

— Sí, a eso he venido — admitió irritado, pero luego cambió su expresión fastidiada a una socarrona y pícara. No me agrada eso —. Claro, claro. Ya entendí por qué no te importa mucho que te lleven con ellos si te encuentran — se acercó más a mí hasta llevar a mi oído sus labios —. Porque si te vas con ellos, has de volver a ver al amor de tu vida — susurró burlón para luego alejarse y ver mi expresión.

— Imbécil — solté molesta por su comentario. Él solo soltó una carcajada encaminandose a la puerta.

— Por lo menos te lo advertí, mocosa. No nos veremos por un tiempo, pero no creas que te has escapado de mí tan fácil, eh — fué lo último que dijo para después salir por la puerta e irse.

Ahora tenía que lidiar con el Cuerpo de Exploración. Pasé mis manos por mi rostro frustrada. Debía irme de aquí; talvez ya sepan mi ubicación. Caminé por el pasillo que daba a una habitación sellada por un candado. Busque la llave que estaba en la misma caja de metal, después me dirigí a la puerta y puse la llave en la cerradura abriéndola. Abrí la puerta; la habitación era un tipo de almacén. Busqué entre las cosas que estaban allí hasta encontrar ese artefacto que había robado hace dos años. Me coloqué el Equipo de Maniobras Tridimensional. Era consiente de que si salía con esto puesto, llamaría la atención quiera o no. Pero no podía escapar, por más que me escondiera, ellos me encontrarían. Además, no me gustaba salir corriendo sin una verdadera razón.

Ese era mi plan, llamar su atención. Que me encontraran. Claro, primero tendría que enfrentarlos ya que no me conocen como una cualquiera, me conocen como una criminal. Ese es el plan; llamar su atención, enfrentarlos, conseguir información y llegar a una clase de acuerdo. El último paso me hace dudar, pero tengo que tener una razón clara para ver qué se podía hacer.

Me puse una capa negra, subí la pañoleta que rodeaba mi cuello hasta cubrir parte de mi rostro, luego salí de ahí. Me escabullí por detrás de algunas casas y pase por un callejón oscuro. De ahí, me subí a la azotea de una casa con ayuda del Equipo Tridimensional. Traté de visualizar mi alrededor, intentando de captar a algunos de esos soldados.

Tenía que llamar la atención. Utilicé el Equipo Tridimensional para enganchar los sables en la casa que estaba frente a mí y alzar vuelo por esta asquerosa ciudad. Pasaba por encima de casas y edificios sintiendo la brisa golpear mi rostro por la velocidad en que estaba utilizando el equipo, era como una sensación de libertad; sin embargo, era bastante consciente de que no era libre, no en un sitio como este. Mientras volaba por encima de todo, pasé por una calle que estaba llena de gente, por lo que seguí por esa ruta para llamar la atención, cosa que logré, porque tiré unas cajas por accidente.

El Cuerpo de Exploración no debe tardar en venir. Y al parecer, había sido escuchada, pues para cuándo me di cuenta, ya los tenía detrás de mí. Dí un giro en el aire para contar cuántos eran; habían tres hombres con capas verdes, se les veía que utilizaban muy bien el Equipo Tridimensional. Cambié de dirección, tenía que deshacerme de dos y tratar de resolver con uno.

Seguí avanzando de forma rápida para que no me alcanzaran, tenía que pensar rápido en algo. Visualicé a unos cuantos metros frente a mí, un puente de piedra en forma de círculo. A su lado, habían varías cajas que no dejaban ver la pared que estaba detrás de ellas. Bingo. Enganché los sables en el puente, sabiendo que estaban cerca; tomé impulso con mis piernas y logré que los sables me hicieran rodear el puente, cuando estuve encima del puente, por la velocidad con la que lo había rodeado, me lanzó hacia atrás con gran rapidez, pasando por encima de aquellos soldados. Mientras hacia esto, saqué rápidamente una navaja, apunté al hombre que estaba del lado izquierdo y se la lancé a la espalda, dando en el blanco. Él perdió el equilibrio y chocó con las cajas, para después golpearse la cabeza con la pared dejándolo inconsciente. Uno menos. Yo me voltee en el aire, y seguí enganchando los sables con rapidez, logrando perderlos por un momento.

Enganché los sables en el suelo, haciendo que mis pies rozaran con este. Conocía esta zona, así que se me hizo fácil encontrar una pequeña casa abandonada con un abertura pequeña, pero en la que entraba sin problemas. Escuché el sonido que producía el Equipo Tridimensional tras de mí, uno de ellos me estaba siguiendo. Entré a la casa por la abertura, y deducí que el hombre entraría por un hueco que había en el techo. Y así lo hizo, pero fue rápido y me golpeó fuertemente en la mejilla con su puño derecho, para luego golpearme el estómago y así empujarme bruscamente a la pared haciendo que mi espalda chocará con esta y me generará dolor, él me tomo del cuello con una mano. Él hombre era bastante grande, debía medir dos metros de altura. Era rubio y con una pequeña línea de barba por debajo de su nariz y mentón. Me estaba dejando sin aire.

— Vendrás con nosotros, quieras o no — espetó mirándome fríamente y con molestia mientras que yo apretaba la mandíbula. Sentía como la sangre bajaba por mi nariz y boca, pues me golpeó realmente fuerte, pero aguanté. Con mi pierna derecha, le paté en la rodilla para después hacer lo mismo en su entrepierna haciendo que su agarre se afloje, y con las dos patearle en el abdomen para alejarlo de mí. Cuando estuve libre de su agarre, enganché los sables en el techo y saqué una pistola que tenía guardada. Apunté y disparé a su hombro derecho, brazo izquierdo, a su costado y con mi otra mano lancé una daga a su pierna izquierda. Él, gritando de dolor, cayó al suelo, gimiendo.

— Te recomiendo no moverte, podrías morir desangrado — dije secamente mientras él me miraba con odio.

— Desgraciada — masculló aún en el suelo, mientras que yo tomaba impulso y salía de ahí por el hueco en el techo.

Pero apenas salí, pude ver cómo otro se me abalanzaba con rapidez, lo que hizo que cayéramos en la calle. Rodé hasta quedar de rodillas, me levanté rápidamente, sin bajar la guardia. El hombre se volvió a lanzar hacia mí con una hoja afilada en su mano derecha. Tal vez escuchó los disparos y se armó con ella. Trataba de darme con la hoja pero yo lo esquivaba con rapidez, saqué mi daga, cosa que no serviría mucho comparado con su grande hoja, pero ayudaba. Yo lanzaba contra él y él me esquivaba. Hasta que en un descuido, yo caí al suelo y él aprovechó la situación, postulándose encima de mí, digiriendo su hoja a mi cuello, pero esta chocó con mi daga impidiendoselo. Estábamos forcejeando nuestras armas, ya que ninguno de los dos se rendía; sin embargo, yo le dí una patada en el abdomen alejándolo un poco, para luego patearle en la barbilla llevando su cabeza hacia atrás, tomé ventaja y patee la mano que tenía sujeta la hoja, haciendo que la soltara y esta giré por el aire. Me paré rápidamente y la tomé, para después apuntarle con su misma arma.

Mi pecho subía y bajaba por tanta adrenalina que había tenido momentos atrás mientras le seguía apuntando. Su expresión era de pura sorpresa, ahora podía admirarlo mejor. Era rubio con unos ojos azules y grandes cejas. Él seguía en el suelo y yo no dejaba de apuntarle.

— Ya he dejado por fuera a dos de tus compañeros, así que, aquí me tienes — le dije mirándolo fijamente, él ni se inmutó.

— ¿Me matarás? — preguntó con voz gruesa y sería mientras que también me veía muy fijamente con sus ojos azulados.

— ¿Qué ibas a hacer tú? — giré la pregunta fríamente. Él sonrió de lado —. Yo no tengo por qué matarte, si no me has hecho nada — respondí a su pregunta sin dejar de apuntarle. Él siguió sonriendo —. ¿Que tanto sonríes, tío? — pregunté ante su inquietante sonrisa.

— Es que me recuerdas a Levi, te pareces mucho a él — al escuchar su nombre me tensé, pero no lo demostré. El mismo viejo lo había dicho está mañana —. Él no quiso decir nada respecto a tí, pero llevamos un tiempo recopilando información tuya. No tienes buenos antecedentes. Podría llevarte ahora mismo a la cárcel por los delitos que has cometido.

— ¿Y que más quieres que haga en un horroroso lugar como lo es este? — cuestioné a la defensiva mientras fruncía el ceño. Él se levantó, pero yo no dejé de apuntarle con su propia hoja.

— Tienes una opción viable. Y esa es unirte al Cuerpo de Exploración — respondió con voz sería. Yo no entendía el porque quería tal cosa —. Tus habilidades son bastante buenas, sería una soldado perfecta para nuestro escuadrón — decía y es que atra vez de sus ojos, podía ver la ilusión que le causaba.

— ¿Por qué querría yo hacer tal cosa? — cuestioné fríamente.

— Como dije antes, es tu única opción viable. Unirte al Cuerpo de Exploración o entregarte a la Policía Militar — no podía objetar contra eso. Ya que, apesar de que haya dejado a sus compañeros heridos, no podría escapar, porque nunca saldría aquí y eso a ellos les facilitaría el encontrarme.

— ¿Cómo estás tan seguro de que puedo ayudar en el Cuerpo de Exploración? — le volví a cuestionar mientras lo miraba fijamente.

— ¿Cuántos años tienes? — giró la pregunta haciendo otra con interés. Y yo no me negué a responder con desconfianza.

— Dieciséis — respondí cortamente. Él mostró sorpresa.

— He de admitir que me has impresionado — confesó sincero —. Tus grandes habilidades serían de mucha ayuda para con nosotros, manejas muy bien el Equipo Tridimensional, tienes muy buena estrategia y razonamiento; eres increíble. Incluso puedo decir que estás en el mismo nivel que Levi. Él también ha demostrado que es excelente en lo que ser soldado respecta. Y no dudo de tu serías igual de sorprendente — expresó muy seguro de sí mismo.

— Te seré sincera. Yo aún tengo cosas que arreglar, y trabajar para la humanidad es una carga muy grande — confesé mis pensamientos. No sabía si aceptar o no, aunque tampoco es como si tuviera otra opción. Suspiré bajando la hoja —. Hagamos un trato. Me uniré al Cuerpo de Exploración, pero no de forma oficial. Quiero resolver mis problemas y los cabos sueltos que tengo por ahí. Pero siempre que me necesites, realmente me necesites, yo estaré lista para todo — acepté mirando su reacción que fue sonreír ampliamente y asentir con la cabeza.

— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó con curiosidad mientras que yo le daba su hoja.

— ¿No qué habías investigado sobre mí? — cuestioné sarcástica mientras me cruzaba de brazos.

— Lo hice, pero solo encontré cosas como tu trabajo, nadie sabía tan siquiera tu nombre — respondió con una sonrisita de lado.

— Aster Arcane — respondí cortamente para después mirarlo fijamente con interés —. ¿El tuyo?.

Sonrió nuevamente y contestó — Erwin Smith.

Estábamos en la cima de las escaleras. Tarde un poco en adaptarme a la luz del sol, llevaba mucho tiempo ahí bajo, un lugar que era pura oscuridad, sin luz del sol y ni de la luna. Hace unos años, Levi me mostró una gran abertura que había allí dentro en la que se puede ver el cielo. Sin duda alguna, hermoso. Y puedo decir lo mismo justo ahora, veía el césped verde bajo mis botas negras. El cielo azul celeste con nubes blancas moviéndose lentamente en este. La suave y fresca brisa golpear mi rostro haciendo que mi cabello dance con ella. Veía árboles verdes con sus hojas moviéndose al compáz del viento. Me sentía como un pájaro que acababa de salir de su jaula. Escuché varías historias sobre unos muros que habían construido por los titanes que abundaban afuera de ellos. Que se sentía como una prisión. Pero esto, esto después de crecer en un miserable lugar como lo era la ciudad subterránea; no me hacía sentir nada más que libertad. Inhale el aire mientras cerraba mis ojos.

— ¿Se siente bien, verdad? — me preguntó con su voz gruesa y sería, pero demostraba diversión. Abrí mis ojos para ver la carreta que estaba frente a mí, tenía dos caballos adelante y un hombre sujetando las riendas. Kenny me habló de ellas una vez que le pregunté que había en la superficie.

Miré a Erwin, él me sonreía de forma amable. El hombre abrió la puerta de la carreta y Erwin me hizo una seña con la cabeza para que entrara, y así lo hice para que después entrarán sus dos compañeros, y por último él. La carreta empezó a avanzar, y yo lo único que podía notar era el ambiente tenso. Eso era por la mirada asesina que me enviaba el tío al que le había disparado. Mike creo que se llamaba, lo sé porque Erwin los presento, pero yo no le dí mucha importancia. Entiendo que me odie por haberle lastimado, pero cuando lo hice, fuí totalmente consciente de no lastimarle de forma grave. Por eso no le disparé en ningún lugar cerca algún órgano vital que pudiera matarle.

Y aunque podía sentir su mirada penetrante en mí, yo no sé la devolví, pues, yo estaba enfocada en mirar atra vez de la ventana, admirando el paisaje. Hasta que me cansé y me digné a mirarle, observando sus heridas vendadas. Viajé mi vista por sus heridas, desde su pierna hasta su hombro donde choqué miradas con él, me seguía viendo con odio. Y yo como soy tan descarada y mala, le sonreí de lado burlona. Él, al parecer, se molestó por mi acto y bufó para dirigir su mirada a otro lado. Al fin.

No le dí importancia y seguí viendo atravez de la ventana. Abundaba el silencio, cosa que me extrañó; ya que creía que harían preguntas o algo por el estilo. Así que, decidí ser yo quién rompiera el hielo.

— Y, ¿A qué clase de escuadrón me pondrás? — me dirigí secamente al rubio de ojos azules que me miraba fijamente, lo noté de reojo.

— Eso aún tengo que arreglarlo. Porque no estabas seguros de lo fuera a suceder — asentí en comprensión sin dejar de ver la ventana —. ¿Cómo te sientes ante convertirte en una soldado ahora? — cuando preguntó eso, le miré fríamente. Eso tenía algo escondido, estaba diciendo eso, pero se refería a otra cosa. Y yo lo descifre rápidamente. Él me miraba esperando por mi respuesta.

Me tomé mi tiempo para pensar en que responder, y después suspiré — No lo sé, es extraño porque es un lugar completamente desconocido para mí. Pero también me siento nostálgica de alguna extraña forma — respondí fríamente, pero a la misma vez, sincera. Él me escuchaba atentamente, entendiendo lo que había querido decir.

— Puedo decir que también me ha de traer recuerdos esto — confesó. Casi llegábamos a nuestro destino. Sonrió de lado —. Eres muy lista; te pareces a él, pero a tu manera — comentó serio, pero relajado.

Hiba a responder, sin embargo, el hombre que guiaba la carreta paró, dando a entender que habíamos llegado. El hombre abrió la puerta, él primero en bajar fué Erwin, después le seguí yo y por último sus otros dos compañeros. El gigantón no me quitaba el ojo en ningún momento, cosa que me causó gracia. A este tío en verdad le caigo pésimo, y a mí me gusta eso.

Nos llevaron, bueno, me llevaron dentro de una especie de fortaleza o algo así. Erwin me presentó a un hombre que se hacía llamar Keith Sadis, quién era comandante en ese entonces. El hombre era bastante extraño, gritaba en vez de hablar. Me habían dado un uniforme, tenía que ponermelo para luego presentarme ante los demás cadetes. Aunque yo lo utilizaba diferente. Ya que yo tenía una blusa abierta de los lados color vino tinto debajo de la chaqueta color caqui, con un pantalón negro claro junto a las botas marrones y mi pañoleta gris oscuro alrededor del cuello.

Escuché el golpe en la puerta de mi nueva habitación. Pronuncié un "adelante", podía ser fría y todo, pero no dejaba de ser cortés. Detrás de esta se mostró a Erwin con su uniforme como siempre.

— Antes de que te presentes ante los demás cadetes, tal vez te gustaría ver a un viejo amigo — dijo con una sonrisa amable. Yo me tensé al instante, pero obedecí y lo seguí cerrado la puerta de mi habitación tras de mí.

Hacia meses que no lo veía, estaba un poco ansiosa, pero no lo demostré.

— ¿Él sabía que estaba aquí? — pregunté secamente mientras caminaba a su lado. Él sonrió de lado, pero mostrando su semblante serio, haciendo que siempre que sonreía parecíera una mueca.

— Lo supo apenas llegaste, más no sabía que te habíamos ido a buscar - respondió simplemente. Asentí comprendiendo —. No estaba muy feliz que digamos — añadió, y es que yo ya sabía que sería así, lo conocía.

Seguimos caminando por los pasillos, hasta que lo ví, estaba rencargado en una pared con la cabeza baja, pensativo. Estaba ido, porque ni siquiera escuchó cuando me acerqué a él hasta que puse mi mano en su hombro izquierdo, lo sentí tensarse bajo mi tacto. Alzó la mirada lentamente, haciendo que me encontrará con sus tormentosos ojos grises. Le dí un apretón en el hombro y una sonrisa de lado.

— Hola, querido amigo.

⑅⑅⑅⑅
Nota

Por ahora, las actualizaciones serán lentas. Esto se debe a qué estoy ocupada con la escuela y eso, pero trataré de escribir los capítulos cada que pueda y actualizar cuando estén listos. Espero les guste esta serie, me estoy esforzando en mostrar mis ideas en cada capítulo. Este símbolo "▷" es para que pongan la canción de fondo.

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