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Jeon Jungkook

Miraba la hora en mí teléfono, soltaba largos y pesados suspiros, los minutos pasaban rápido y amenazaban con marcar la hora de mí partida. Lena tenía hasta las 11:00 a.m para venir, a esa hora abordaría el avión que me alejaría para siempre de ella.

Nuestros momentos pasaban por mí cabeza como un vídeo, nuestro primer cruce, aquel día que llegaba tarde a la clase de historia, estaba tan desesperado por llegar a tiempo que a causa de eso me la llevé por delante, desatando a la fiera, perdí tiempo en aquella discusión y por su culpa llegue tarde a la primera clase, aún recuerdo el sermón que me dieron el director y el profesor. Cuando tuve que suplicar por su ayuda, ¡dios!, esa chica es un puto dolor de cabeza.

Pero aún así, todo eso, su arrogancia, su mal humor, sus ganas de llevarme la contraria siempre, fueron las pequeñas cosas que despertaron mí interés por ella, fueron las pequeñas cosas que me hicieron enamorarme de esa ratita.

Recuerdo aquella seguridad con la que me miró y me dijo "No, Jungkook, tú serás mío", aquel día la subestime demasiado, al final, lo cumplió, la ratita ganó, cada parte de mí le pertenece, todo lo insignificante que represento, es de ella. Nunca nadie fue capaz de despertar tanto deseo, tanto cariño, dentro de mí, pero a ella le basto solo llamarme Orangután y me tuvo a sus pies.

Quisiera que las cosas fueran diferentes, que yo no me tuviera que ir, que me pudiera quedar para vivir algún día el momento en que sus labios se abran para decirme Te amo, he soñado tanto con eso, igual que un niño en navidad, emocionado por la llegada de santa.

Vamos ratita, aún hay tiempo.

—Llamé a Irene y Hoshi, ellos dijeron que irían por Lena— comunicó Sunye —Ellos la harán entrar en razón.

—Gracias, pero quiero que venga por voluntad propia y no porque terceros la obliguen— exhalé pasando mis manos por mí rostro. No había dormido nada.

—Lena te ama— dijo Junhui, que al igual que Yoongi vinieron para darme la despedida —Solo entiende que todo esto fue como una ola que la chocó fuerte y la dejó en shock.

—Aunque, tienes merecido que ella no venga— agregó Yoongi, ganándose un buen golpe en la cabeza dado por Junhui —¿¡Qué!?— se quejó —¿No me digan qué apoyan el hecho de que se haya callado tanto tiempo la mentira?— cuestionó incrédulo —Perdón hermano, pero eso no se hace en una relación, le doy la razón en este caso a Lena, se siente traicionada, la chica está mal y no es que este haciendo menos tu dolor.

—Yoongi no estás ayudando mucho— objetó Sunye —Ya bastante tiene Jungkook con el dolor que tiene al no ver que Lena llega, no necesita que tú le rompas mas el corazón.

—Déjenlo— hablé por lo bajo —Yoongi solo dice la verdad, duele, pero es cierto. Yo jodí la relación al no hablar antes con ella, me merezco esto.

—Jungkook...

—Sunye, por favor, ya no hablen— pedí desanimado.

Entonces llegó, el llamado de mí vuelo comenzó a sonar, comencé a pestañear lento, me había resignado, ella no vendría y no me quedaba de otra que irme llevándome los múltiples recuerdos felices que habíamos creado. Me levanté de mí asiento tomando la manija de mí maleta y colocándome mí mochila, mis padres se hicieron presentes con los cafés que habían ido a buscar hace unos minutos.

Buscaba en sus miradas algo de pena, de aflicción, piedad hacia mí persona o por lo menos arrepentimiento por enviar a su hijo muy lejos, pero no, seguían igual que siempre, neutros, sin mostrar ningún tipo de sentimientos, parecían robots, cosas inhumanas incapaces de sentir algo, a veces me preguntaba si ellos mismo se querían, si en su matrimonio había algo de amor.

Dejé de pensar, apagué mí mente y solo me centré en despedirme de mis amigos y mí hermana, mis personas importantes. Sunye estaba echa un mar de lágrimas, nunca nos habíamos separado, ya no podré verla en sus torneos de gimnasia artística, ese era su sueño, seguir haciendo eso toda su vida, pero viendo lo que me está pasando a mí, sus sueños se ven tan lejanos como los míos.

Comencé a caminar hacia el lugar donde debíamos entregar nuestros boletos para poder abordar el avión, mí corazón no perdía la esperanza de que ella llegara y por más que mí mente le gritase que dejara de ser tan estúpido, él no dejaba de latir ilusionado.

Adiós ratita, nos veremos cuando caiga la noche y las estrellas formen la mejor constelación en el cielo.

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Lena Park

Mí corazón no paraba de latir a un ritmo rápido, estaba a nada de morir por un ataque de nervios. Esperaba que no fuera tarde, porque como siempre, mí mente y mí corazón estaban en un debate que no llegaría a nada, al final, dejé de oírlos a ambos y actúe por lo que yo quería y eso era que el orangután no se fuera.

Hoshi y Irene fueron por mí, querían hablar, iban con la intención de hacerme ir al aeropuerto, pero yo ya me había adelantado, papá nos prestó su auto, Hoshi quería manejar, pero parece una tortuga, así que yo opté porque lo hiciera Irene, ella no se frena ni aunque el semáforo esté en rojo, podíamos ganarnos una buena multa, pero eso era lo de menos. Ahora veo las locuras que es capaz de cometer una persona enamorada.

Porque si, estaba enamorada, aunque admitirlo me revolvía el estómago porque la cursilería barata no era mi fuerte, pero si ser una tonta cursi haría que el orangután no se fuera, entonces le daré diabetes por todas las estupideces románticas que le diré.

Me hubiera gustado ser capaz de poder decirle lo que siento mucho antes de que todo esto pasará, quizás así le daba un motivo para quedarse, aunque eso suene tonto. Ese orangután se metió hasta el fondo de mi corazón, logró derretir el hielo de este desde el momento en que decidió joder mis días.

Al llegar al aeropuerto, me bajé sin esperar a mis acompañantes, corrí hacia la entrada del lugar, pero me detuve a tan solo unos pasos, cuando la familia de Jungkook venía saliendo del lugar. Respirar se volvió difícil, mí corazón se destruyó y mis esperanzas abandonaron mí cuerpo. Ver a Sunye salir llorando, desbordada en lágrimas, hizo que mis miedos cobrarán vida.

No, no, no, no.

Los padres de Jungkook me observaron con repugnancia, escaneando mí ser como si yo fuera lo peor en este mundo. Ahora mismo me sentía así. Yoongi y Junhui tenían sus miradas puestas en mi, ellos no lloraban, pero se veían abatidos y cuando Min asintió, sentí que el mundo cayó entero sobre mi.

—Tarde— pronunció Sunye, con rencor en su voz —Llegaste tarde, él acaba de irse.

—Sunye— mi voz salió susurrante.

—No, Lena, no quiero oírte decir nada. ¿Qué te costaba venir y despedirte?— recriminó —¡Él te estaba esperando!— vociferó rabiosa —Creí que lo amabas. Entiendo perfectamente que estuvieras dolida porque el se calló, pero aún así, ¿no pudiste olvidar eso por un segundo y venir a verlo por última vez?.

—Sunye, cálmate— intervino Irene —Lena está...

—No Irene— interrumpí bajando la cabeza —Sunye tiene razón— admití, sintiendo como si una soga me estuviera apretando la garganta —Yo no tuve consideración con él, fui rencorosa...fui una estúpida.

No quise oír a nadie más, mis piernas comenzaron a moverse por si solas, me empecé a alejar del aeropuerto, quería irme lejos, huir de todo esto, creer que era una pesadilla de la cual despertaría pronto, pero eso solo lo usaba mi cabeza para alivianar un poco el peso dentro mío. Él se fue, me esperó y yo no llegué, soy una porquería.

—¡Lena!— oí gritar a Irene detrás de mi, pero aún así no me detuve. Pocos segundos bastaron para tenerla a ella y Hoshi frente a mi, deteniendo mi andar —¿A dónde crees que vas?.

—Lena, entiendo que esto te duele, pero por favor, no cometas una locura— suplicó Hoshi.

—Tranquilos, no haré nada como atentar contra mi vida— suspiré —Solo...quiero estar sola.

Los esquivé y seguí con mi camino. Incluso me había puesto su saco para venir a despedirme, tenía esperanzas de poder verlo a los ojos y poder decir esas palabras que se que él deseaba oír salir de mis labios, te amo, nuevamente se quedarán atascadas dentro de mi, otra vez serán el nudo en mi garganta.

Llegué al cementerio, me senté sobre la tumba de mi abuelo y entonces pasó, las lágrimas comenzaron a salir, aunque las estaba reteniendo desde ayer, quemaban la piel de mis mejillas y aumentaban la desolación dentro mío.

—Lo perdí abuelo, dejé que se vaya, así como dejé que tú te fueras— esnifé —A tí te esperaba en la acera de casa, me sentaba por horas ahí con la ilusión de que volverías. ¿Y a él?— pregunté en un sollozo —¿Dónde lo espero?— metí mi mano dentro del bolsillo de mi saco, saqué de este el dibujo de la ratita y el orangután.

Ese día me molestó tanto que haya pedido que nos retrataran así, pero luego de que lo ví tantas veces, sonreí como una tonta, éramos nosotros, nuestro caos, nuestro mundo en un solo dibujo, éramos nosotros, solo él y yo, únicos e inigualables entre todas las estrellas.

—Perdóname orangután— mi voz se quebró —Perdón por no haber llegado a tiempo, perdón por no dejarte hablar, perdón por ser tan terca, tan orgullosa, tan idiota— apreté mis labios. Las lágrimas mojando el papel —Te amo— tapé mi rostro con mis manos cubiertas por la tela de mi abrigo —¿Por qué lo dejé ir abuelo? Me aferré a él como si fueras tú, el me devolvió las ganas de vivir, las cuales tú trajiste aquí contigo— coloqué el dibujo en mi pecho y me abracé fuerte a él. Con la voz susurrante, pregunté —¿Y ahora cómo hago para que tú recuerdo no me destruya orangután?.

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La escritora está llorando, no le hablen :')

Queda un capítulo más antes del Epílogo.

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Eternitely

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