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Hoy era un día especial o mejor dicho, triste. El aniversario de la muerte de mi abuelo fue ayer, 11 años desde que dejó de respirar, desde que ya no lo volví a ver, ni él volvió a cargarme en sus brazos. Quise ir ayer como cada año, pero no quería estar toda melancólica para la salida con Jungkook, aunque me fue difícil ocultar el dolor que consumía mi pecho.

Recuerdo aquel día oscuro cuando murió, no fui al cementerio con mi familia, me quedé sentada en la acera de mi casa, siempre cuando sabía que él iría a visitarme, lo esperaba ahí y cuando lo veía llegar, corría con todas mis fuerzas hasta que sus manos me elevaban del suelo y me alzaba lo más alto posible.

Mi abuelo era un sabio para mí, le encantaba escribir y me contagió de ese gusto. Recuerdo cuando me contó de aquel sueño que tenía de adolescente, quiso ser escritor, pero su padre no lo dejó, lo hizo trabajar a muy temprana edad, de hecho, mi abuelo solo llegó a terminar la primaría, luego su padre lo saco y lo puso a limpiar botas en la calle.

Pero aún así él siguió educándose por si solo, aunque nunca pudo ingresar a ninguna universidad por no tener más estudios. Aún así, él escribió muchos libros, que si bien no fueron publicados, los fotocopiaba y guardaba dentro de un baúl en su habitación, yo fui la única afortunada que pudo leer aquellos maravillosos párrafos.

Amaba la imaginación que mi abuelo tenía, era único, siempre me contaba distintos cuentos, con diferentes escenarios, le era pan comido inventar alguno. Recuerdo cuando escribí mi primera historia, no fue la gran cosa, pero aún así él me felicitó por mi esfuerzo, incluso luego de su muerte, seguí escribiendo día y noche, porque escribiendo historias, mantenía vivo a su espíritu.

Al igual que él, mi sueño es ser una escritora, lograr que mis palabras lleguen a muchas personas y poder ser capaz de contar la vida de mi abuelo, mi historia favorita, la historia de un gran escritor que no necesito ir a una universidad para ser el mejor en lo que relataba.

Cada año voy sola al cementerio y le llevo una carta contándole como ha ido mi vida. Pero este año quiero hacer algo diferente, algo que no he hecho antes, quiero llevar a Jungkook conmigo, por lo general no quiero que nadie esté en ese momento íntimo entre él y yo, pero quiero que mi abuelo conozca a Jungkook.

El orangután se ha convertido en alguien importante para mí, además de ser mi novio, es quien más paciencia ha tenido para conmigo, a pesar de saber todo lo que he vivido, Jungkook se ha quedado conmigo, incluso sabiendo a la perfección la porquería que soy. Él se ha quedado incluso sabiendo que puedo causarle mucho dolor.

Cuando llegué a su casa, divisé el auto de Tiffany estacionado afuera, esa arpía no perdía tiempo para acercarse a Jungkook, no le agrada la idea de que la rechace, mucho menos que haya sido yo quien le arrebató a su presa más preciada.

Toqué el timbre y esperé a que alguien me abriera, lo cual fue rápido, pero desagradable. No sabía que los Jeon contrataban Barbies de plástico como servidumbre; la muy tonta me escaneó de arriba abajo repetidas veces, su mirada derrochaba superioridad, lástima que frente a mi ella es la cosa más insignificante del mundo.

Mi mirada no paso desapercibida la camiseta que llevaba puesta, era de Jungkook, una que era su favorita, la tipa se notaba que no llevaba más nada debajo y cuando notó que era lo que estaba viendo, sonrió de lado, como si hubiera ganado algo. Lastima que un cerebro tan chiquito como el de ella, no puede con un cerebro entrenado como el mío.

Jungkook no tardó en aparecer, estaba con el torso desnudo, completamente sudado, además de que su respiración era irregular, él observo la situación, la cual cualquier tarado podría malentender. Solo que yo soy Lena Park y antes de abrir la boca, pienso y analizo bien las cosas.

Se que Tiffany me quería hacer creer que pasó algo con Jungkook, pero le di un voto de confianza al orangután, lo cual significa que él sabe perfecto que si comete un solo error lo mandaré bien a la mierda y lo tengo lo suficiente loco, como para hacer algo, como meterse con Tiffany.

—Lena— habló agitado —Esto tiene explicación.

Tiffany sonreía dando por hecho que ya había ganado, pobrecita, es tan estúpida. Pase por su lado entrando a la casa sin pedir permiso, caminé tranquilamente hasta Jungkook, el pobre estaba a nada de morirse por un ataque de nervios.

—Hola orangután— saludé normal.

—No es lo que tú crees. Yo...— mi dedo índice tapo sus labios, impidiendole poder hablar.

—Se que no le tocaste ni un implante...digo...— me retracte —ni un pelo a la Barbie de plástico.

No podía verla, pero sabía muy bien que Tiffany estaría ardiendo de rabia ahora mismo, su pobre cerebro no es capaz de crear un buen plan. Mi capacidad mental es demasiado para ella o cualquier otra persona, soy muy difícil de convencer sin pruebas. La Barbie pasó por nuestro lado, haciendo sonar fuerte sus pies contra el suelo.

Ilusa.

—¿Qué hace ella aquí y con tu camiseta?— hice una mueca de confusión.

—Mi madre la ha llamado y le dije que no quería que entrara a mi cuarto, pero aprovechó que yo estaba haciendo ejercicio— suspiró, pasando una mano por su cabello, peinandolo hacia atrás —Te juro que no la toqué.

—Lo se— respondí segura.

—¿Cómo?— juntó las cejas —¿Estás confiando en mi?.

—En una relación la confianza es lo primordial, quiero algo serio y no de niños prepubertos que a penas y saben lo que es una relación— aclaré con voz firme.

—Y es justamente por eso que te amo— tomó mi rostro y dejó un pequeño beso en mis labios —¿A qué debo tu visita?.

—Primero hablemos de que no tienes cintura— mis manos fueron a su diminuta cintura. Todo lo demás en su cuerpo era grande, musculoso y si querías moldear su figura, salía algo no muy simétrico —¿Para que haces tanto ejercicio? Ya estás bastante bueno.

—Ratita pervertida— bromeó —Me gusta ejercitarme, lo hago todos los días, además, es bueno para la salud.

—Claro, si quieres quedarte sin oxígeno en los pulmones y despertar adolorido— señalé irónica.

—Tú deberías hacer ejercicio— demandó, cruzando los brazos.

—¿Y tú eres doctor o algo así?— levanté una ceja. Él sonrió meneando la cabeza.

—Ay Lena, hasta un anciano a punto de morir tiene más actividad física que tú.

—No vine para que me insultes o me digas lo mal que estoy físicamente— ahora era yo quien se cruzaba de brazos y lo miraba disgustada.

—Eres tan linda cuando te enojas— arrugó la nariz —¿Para que viniste?.

—Quiero que me acompañes a un lugar.

—¿A dónde?— averigüo curioso.

—Vete a bañar y cuando estemos allá lo sabrás— me encogí de hombros.

—Bien, pero te tienes que bañar conmigo— estableció, mirándome con picardía.

—Yo ya me bañé y se cuáles son tus intenciones.

—¿Y eso qué? Te puedes bañar de nuevo— me pegó a su pecho sudoroso —Y podemos tener nuestra primera vez como novios— besó la punta de mi nariz.

—Hoy no— negué y me hizo ojitos tristes —No estoy de ánimos.

—Yo sin problemas te los levanto— escondió su rostro en mi cuello, comenzó a dejar pequeños besos húmedos, pero hoy no me generaba nada.

—Orangután— lo alejé despacio. Su mirada denotaba confusión —Tenemos mucho tiempo para tener relaciones.

—Bien— suspiró, no muy convencido —Solo porque te quiero— besó mi frente —¿Quieres esperar en mi cuarto?— asentí —Vamos.

Su mano se enredó con la mía, cuando comenzamos a subir por las escaleras, pude ver a su madre fuera del jardín viéndome no muy contenta, mi presencia le disgustaba y solo ver su cara me amargaba la existencia. Lastima para ella que no me podrá separar tan fácil de Jungkook, no dejaré que ella decida cómo será la vida del orangután, él merece ser feliz.

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Faltan unos capítulos para que esto termine :)

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Eternitely

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