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Mis piernas no paraban de moverse inquietas, aquello que el orangután me había dicho cuando nos encontramos en los casilleros, de alguna forma despertó a mis hormonas y ahora no se cómo hacer para que se calmen.
Sentía una molestia dolorosa en mi vagina, palpitaba con desesperación, necesitaba atención, sobre todo, la del tonto ese que jugó sucio y luego se fue haciendo como si nada hubiera pasado.
Estábamos en clase de literatura, era mi clase preferida y no podía concentrarme en lo que la profesora decía solo por lo necesitada que me sentía. Irene que estaba sentada a lado mío no dejaba de mirarme con el ceño fruncido. Estaba sudando en verdad, mi pulso iba más rápido de lo normal y no se si podría aguantar mucho tiempo estando así.
—Lena— susurra en voz baja Irene —¿Qué te sucede? Tienes que terminar el exámen.
—Tranquila, solo necesito ir al baño— tome mi celular y observé la hora, todavía faltaba muchísimo para el receso y yo ni siquiera había terminado la mitad del examen.
Inhale y exhale fuerte, ya no aguantaba mas. Termine la prueba marcando las respuestas al azar, la tome y me levanté para ponerla sobre el escritorio de la profesora. Salí a los pasillos sintiendo el aire fresco y dejándolo entrar a mis pulmones, trataba de recuperar la compostura, pero nada resultaba.
Joder, no puedo creer que vaya hacer esto.
Tome mi celular y le envié un mensaje al idiota del orangután, le dije que necesitaba verlo en el salón que es de música, si, eso es muy de adolescente hormonienta necesitada, pero a la mierda, si no obtenía atención iba a tener un paro cardíaco por tanta ansiedad. Estúpido orangután, se que esto era lo que quería conseguir, pero juro que me las va a pagar.
Caminaba de un lado al otro dentro del salón, Jungkook se estaba tardando y cada vez el picor en mi entrepierna crecía más dificultandome poder seguir caminando normal.
La puerta se abre de la nada y le doy gracias al dios de los inteligentes por iluminar el cerebro del orangután y hacerlo venir rápido.
—Espero que me hayas sacado de clases por un buen motivo— protesta.
Gruño por su idiotez y sin decir nada solo me lanzó encima suyo atrapando sus labios. Dios, está no soy yo, parezco una de esas niñitas necesitadas que siempre andan detrás de él, me desconozco totalmente y detesto estar así ahora mismo.
¿Donde dejaste tu seriedad, Lena?.
—¡Guau!— exclama sorprendido —¿A qué se debe eso?.
—Se debe a qué tú idiota, me provocaste y ahora necesito que me ayudes con el jodido dolor haya abajo— levanta una ceja y baja su mirada a mi falda. Su estúpida sonrisa arrogante aparece en su rostro.
¡Dios! Cómo quiero golpearlo.
—¿Qué se siente que te dejen con las ganas, ratita?— acaricia un mechón de mi cabello —Ahora sabes lo que yo pasé todas esas veces que jugaste conmigo, principalmente, esa vez que te metiste a mi ducha desnuda y no me dejaste tocarte como yo quería.
—¿Qué tal si luego arreglamos cuentas y ahora mejor haces lo que tienes que hacer?— cuestioné molesta.
—Si me lo dices más educada, con cariño, quizás yo pueda ayudarte— roza sus labios con los míos. Está disfrutando de esto, lo sé.
—Al carajo— me aleje de él —No te necesito, tengo manos y puedo resolver mi asunto sola. Vuelve a clases y gracias por nada.
Lo empuje quitándolo de mi camino y dirigiendome a la puerta dispuesta a irme, todo esto había sido en vano y una completa perdida de tiempo. Justo cuando tome el picaporte de la puerta, el cuerpo de Jungkook aplasta el mío contra esta. Su respiración caliente chocaba contra la piel de mi cuello lo cual me provocaba escalofríos.
—De aquí ninguno de los dos saldrá— ronronea tocando mi oreja con su nariz —No hasta que te haya dejado sin aire y sin caminar.
Cerré mis ojos cuando sentí las yemas de sus dedos pasando por en medio de mis muslos hasta llegar a mi intimidad, eso solo provocaba que el dolor se hiciera más fuerte. No me estaba ayudando, estaba empeorando las cosas.
—¿Te duele aquí?— acaricia mi vagina por encima de la tela de mi ropa interior. Fue inevitable no suspirar —¿Quieres que el dolor acabe?.
—Jungkook...solo haz lo que tengas que hacer— musité, pegando mi frente a la puerta.
Él acato mi orden, su mano retiro mi ropa interior y sin previo aviso sus dedos comenzaron a tocar mi clítoris, me removí inquieta, sus dedos iban muy rápido y hacían que mis piernas se sintieran débiles.
—Me encanta lo húmeda que estás— su mano libre se metió dentro de mi remera estudiantil y fue directo a mis pechos, los cuales sin pensarlo dos veces comenzó a masajear —Amo saber que estás así por mi— muerde mi cuello y mete tres dedos dentro mío.
—¡Joder!— jadeo, poniendo ambas manos en la puerta —Házlo más rápido.
—¿Cómo se pide?— embiste más rápido con sus dedos haciéndome difícil poder pronunciar palabras.
—P-Por...por favor— mi voz se oía muy baja, a penas podía respirar. Sentía los labios resecos por tenerlos abiertos.
Estaba haciendo magia dentro mío, yo no hubiera logrado lo mismo si me hubiera tocado sola. Jungkook tiene algo que me encanta, esa maldita forma de tocarme derrite mi mente, mi cerebro, nubla mis sentidos totalmente. Su mano en mi ceno izquierdo lo apretó con fuerza y fue entonces cuando los espasmos golpearon mi cuerpo y pude librar mi orgasmo.
Sentía mis piernas como gelatinas, pero no fue un impedimento para darme la vuelta y verlo directo a los ojos en los cuales la lujuria, el deseo y la pasión estaban plasmados. Sus manos tomaron mi cintura haciendo chocar nuestros cuerpos, mis manos fueron directo a su nuca, en la cual hacían presión para que la intensidad subiera más. Él gruñía sobre mis labios y yo copiaba su acción, nos íbamos a arrancar la carne pero no nos importaba, estábamos hambrientos por el otro.
Sus manos quitaron mi camiseta y desabrocharon mi brasier, yo no me quedé atrás y sin dejar de besarlo tome su camiseta dejando su jodido torso desnudo solo para mí. Él se había alejado solo un poco para poder desabrochar su pantalón, mientras que yo admiraba cada parte de su cuerpo.
Ahora entiendo porque me tiene así de loca y desesperada, está jodidamente bueno.
Se acerca nuevamente tomando mis labios con los suyos, toma mis muslos y me hace enredar mis piernas alrededor de su cintura, podía sentir su bulto chocando contra mi trasero, estaba más excitado que yo. Se sentó en el sofá que se encontraba en el lugar, yo no pude evitar moverme sobre su erección, aumentando así el calor entre nuestros cuerpos.
Su lengua entra a mi cavidad bucal y comienza con una guerra húmeda con la mía, los sonidos que salían de nuestras bocas se oían húmedos y morbosos, pero estábamos demasiado calientes como para que nos diera asco.
Bajo mis manos por su torso desnudo y sudado, sentía como ardía y no era por fiebre. Llegué a su pantalón dónde lo ayude a bajarlo un poco para poder liberar a su miembro que estaba tan parado como edificio.
—Me tienes loco, ratita— murmura ronco sobre mis labios. No puedo evitar sonreír y morder su labio inferior.
Sus dedos hacen a un lado mi ropa interior y comienza a tocar mi clítoris con la punta de su pene, tire mi cabeza hacia atrás mordiendo mis labios, me desesperaba no sentirlo dentro. Aprovechó ese momento para lamer, moder y succionar mis senos, pero también para meter todo su miembro de una sola estocada.
—Mierda— me abrace a su cuello.
—Tu interior es demasiado cálido, quisiera quedarme dentro para siempre— besa mi mejilla y toma mis caderas para empezar moverme —Nunca creí volverme adicto a una chica.
—¿Estás admitiendo que caiste?— junte nuestras frentes y agilice mis movimientos volviendolos más rápidos y haciendo que el sonido de las pieles sonara más.
—¿Recién te das cuenta?— ríe apretando mi trasero —Estoy jodidamente enamorado de ti desde hace mucho tiempo.
Y luego de aquella confesión todo se quedó en silencio, solo nuestras respiraciones agitadas, nuestros gemidos y gruñidos eran lo único que se oía en cada esquina del lugar. Aquello que él me había dicho me dejó sin palabras, se enamoró de mí.
Recuerdo que yo solo quería volverlo loco, no al punto de que sintiera esas cosas, pero creo que fue inevitable, incluso para mí, porque creo sentir lo mismo. No sabría cómo explicar lo que siento dentro mío ahora mismo, es un torbellino de sensaciones raras, algo más que solo mariposas y fuegos artificiales.
Nuestros labios se volvieron a encontrar, pero está vez iban más lento al igual que nuestros cuerpos, de un momento a otro esto se volvió en algo más que follar o solo calmar la calentura que ambos provocamos en el otro. Al separar nuestras bocas, nuestras miradas se encontraron, sus ojos brillaban, tenían un brillo precioso como las estrellas en el cielo cuando es de noche, podía ver aquel amor que me había confesado y no solo con su cuerpo me lo confirmaba.
—¡Jungkook!— gemi al sentir como una vez más mi cuerpo se liberaba, pero está vez junto al suyo.
—Joder— exhala. Dejo caer mi cabeza sobre su pecho mientras ambos recobramos fuerzas, sus manos peinaban mi cabello, mientras que también daban suaves caricias en mi espalda —Lena.
—Mhm...— respondo con los ojos cerrados, oyendo los relajantes latidos de su corazón.
—No quiero que te sientas presionada por lo que te confesé, no quiero que te sientas obligada a sentir lo mismo— su voz se oía tan tranquila que solo me daba ganas de dormir.
—No me siento presionada, porque...tú te has vuelto importante para mí, siento cosas extrañas cuando estoy contigo, aunque todavía no se si es amor o que— expresé con sinceridad.
—Me conformo con saber que sientes algo por mi— suelta una risa nasal —¿Tienes que volver a clases?.
—No, tengo libre hasta el receso. ¿Tú?.
—Tengo que volver, pero no quiero— dejé un beso en su pecho y él sobre mi cabeza —Quiero quedarme aquí y disfrutar de esto, porque tenerte calmada no es cosa que pase todos los días.
—Idiota— golpeé su brazo y él río —Pero yo tampoco me quiero ir— el silencio volvió a reinar en el lugar, aunque disfrutaba estos momentos en calma que solía tener con él —Jungkook.
—Dime.
—No me sueltes.
—No pensaba hacerlo.
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Eternitely
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