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Jeon Jungkook

¿Nunca sintieron impotencia por no poder mirar a los ojos a una persona para decirle algo que te cuesta mucho soltar?.

Pues yo si la sentía, me estaba debatiendo mentalmente como decirle a Lena que hace varios días atrás me llegó la confirmación de aquella prueba para el equipo de fútbol, al parecer ella se había olvidado de eso porque nunca más mencionó ese tema, pero es Lena Park, esa chica no tiene un pelo de tonta, se que en cualquier momento se va acordar y va a hacerme preguntas, ¿qué le diré?. ¿Cómo le explico que no voy a aceptar la propuesta por la amenaza de mi madre?, se que eso solo la hará enojar y estoy más que seguro de que será capaz de ir a mi casa para hablar con mi madre.

Quiero estar en ese equipo, ha sido mi sueño durante mucho tiempo, pero todo tiene sus pro y sus contras, esto tiene más contras que cualquier cosa en el mundo. Principalmente, que corro el riesgo de ser mandado a Santa Mónica con mi abuelo si sigo con la idea de ser un jugador profesional, aceptar y lograr el lugar en el equipo—si es que llega a suceder—va a implicar que me tengo que ir de Seúl, significa dejar a Lena y es algo a lo cual me niego rotundamente. He logrado un gran avance con ella, ahora se a soltado un poco más, es tierna y no está tanto a la defensiva como antes.

Si me voy ella querrá terminar con esto, se que no va a querer una relación a distancia y tengo miedo de que llegué otro a quitarme mi lugar. Aunque si a mí me costó conquistarla, no creo que a otro se le haga tan fácil, no creo que exista otro capaz de soportar a Lena tal cual es, aunque está el Bambi que con esa carita de inocente se gana a cualquiera en un segundo.

Son muchas cosas las cuales puedo perder si acepto, pero se que la puedo perder a ella si le escondo la verdad de lo que está ocurriendo.

Paseaba por los pasillos, solo, absorto en mis pensamientos, pensando en cómo resolver esto y si valía la pena arriesgarme. Cerca de los casilleros veo la figura de la pequeña ratita, mordí mi labio inferior al verla con falda, ahora que lo recuerdo desde hoy era obligatorio traer el uniforme, estaba tan distraído que lo había olvidado.

Ella tenía la cabeza metida dentro de su casillero, por la forma en la que hacía puntitas me imagino que esta buscando algo que no está pudiendo encontrar y espero que no lo encuentre nunca, porque gracias a que se está estirando, su diminuta falda se levanta descubriendo mucho más sus lindas piernas. Lo sé, parezco pervertido viéndola y pensando cosas sucias, pero es que me es inevitable controlar mi deseo por tocarla.

Camine hasta ella oyendo como balbuceaba cosas, al parecer estaba furiosa y creo que es por el tema del uniforme, ella no es de las chicas a las cuales les facina utilizar falda.

—Buenos días— la saludo, apoyándome en el casillero de a lado. Saca su cabeza y me mira, solo con ver su rostro me confirmaba lo furiosa que estaba, sobre todo porque me ignoró —Parece que alguien no amaneció del todo bien.

—Orangután— pronuncia, su voz se oía cansada —Si no quieres ganarte un golpe, no vengas a joderme porque no estoy de humor.

—Dime algo que no sea obvio— reí. Sus ojos se volvieron más oscuros y profundos, juro que si tuviera rayos equis, ya me hubiera aniquilado —¿Qué sucede?.

—¿Qué sucede?— repitió incrédula —Sucede que después de años, al idiota del director se le ocurre obligarnos a utilizar el tonto uniforme y por si no te has dado cuenta, la falda ya no me queda tan larga como antes. Es tan corta que se me ve hasta el alma— gruñó.

—Si te hace sentir mejor, se te ve increíble— entrecerró los ojos y suspiró para no gritarme. Sacó unas cosas de su casillero y las metió dentro de su mochila de una forma brusca, de la misma forma en la que cerró su casillero.

—Quiero arrancarme esta falda— una sonrisa ladina se formó en mis labios cuando imaginé que era yo el que se la arrancaba.

—Yo con gusto te la quito— le guiño.

—Lo que me faltaba, que te pusieras en modo caliente— volteó los ojos —Mejor me largo, no estoy de humor para soportar tus estupideces. Hoy no.

Quiso pasar por mi lado, pero había sido muy maleducada y necesitaba enseñarle a tratarme bien. Aunque pienso que está chica es bipolar, el fin de semana se portó de la mejor forma conmigo y ahora me trata mal, es hora de que le enseñe a comportarse. Tome su brazo tirandola hacia atrás para hacerla chocar contra mi cuerpo, pude sentir como todo su ser se tenso.

—A mi me tratas bien— musité en su oído.

—¿Quieres dejarme en paz por una vez en tu vida?— cuestionó enojada.

—Te estás portando mal, ratita— removí un poco su cabello, dejando libre su cuello para mí. Acerque mis labios a este y dejé un pequeño beso que de inmediato erizó su piel.

—Orangután, calma tus jodidas hormonas y déjame— protestó, logrando hacerme reír.

Mis manos bajaron lentamente hasta sus caderas para luego meterse por debajo del buzo que yo le había regalado y que le quedaba jodidamente bien, subieron por su abdomen haciéndola retorcerse porque se estaba poniendo nerviosa o quizás esto la estaba excitando, llegué a uno de sus senos y lo apreté con fuerza por encima de su remera estudiantil, logrando así que un jadeó saliera de sus labios.

Eso solo hizo que mi cuerpo bombeara sangre caliente que corría por cada molécula dentro mío y se concentrara todo en mi miembro que poco a poco iba cobrando vida. Quería ir más allá, tocarla más, pero debía controlarme, estábamos en medio del pasillo, aunque eso era lo que menos me importaba.

—Jungkook basta, nos van a ver— farfulló.

—¿Y crees que eso me importa?— dejé un beso en su mejilla, la cual se estaba poniendo roja —Solo quiero quitarte esa maldita falda y hundirme a lo más profundo de tu interior.

—Jeon, joder, ya— prosigue con sus quejas, cada vez más nerviosa.

—¿Por qué te estás mojando?— bajé una mano llevándola dentro de su falda para poder tocar su intimidad por encima de su ropa interior, estaba húmeda, tal cual lo imaginaba.

La giré haciéndola verme directo a los ojos, necesitaba tenerla frente a frente, poder seguir diciéndole cosas para hacerla mojarse más, quería desesperarla, quería hacer que me deseara, que necesitará de mi hasta el punto de hacerla morirse por mi atención.

—Quiero y necesito quitarte esa maldita ropa, tocar tu cuerpo hasta el último rincón, besar tus lugares más prohibidos, hacerte gritar mi nombre y quemarte con el fuego que enciende mi cuerpo— roce mi labio superior, con su labio inferior para luego tirar de este. Moví unos mechones de su cabello para colocarlos detrás de su oreja y poder susurrarle —Y para esa boquita...mi amigo estaría encantado de meterse dentro de ella hasta dejarla sin aliento para quitarle las ganas de volver a tratarme mal.

Hice un camino de besos de su mejilla izquierda hasta sus labios, ella estaba convertida en un tomate y aunque no podía verlo, conocía bien su cuerpo, lo suficiente para saber que su intimidad estaba palpitando como nunca antes, que su clítoris estaba tan hinchado que explotaría en cualquier momento, rogando por mi atención. Y era justo así como quería tenerla.

—Nos vemos luego ratita.

Dejé un beso en la punta de su nariz para luego pasar por su lado dejándola ahí parada sin entender nada. Ella muchas veces me hizo lo mismo, gozaba hacerme enloquecer para luego solo dejarme así, ya me tocaba a mí darle una lección. Sobre todo enseñarle a tratarme bien.

Está vez el punto es mío ratita.

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¿Qué pasa si les digo que se acercan los finales de esta y la otra historia?

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Eternitely

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