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Jeon Jungkook

Quien diría que la chica que más dolor de cabeza me ha dado en todo el año, es la chica que ahora se ha vuelto mi escape, ese lugar a donde puedo ir con seguridad, un lugar donde puedo olvidar todo lo que sucede a mi alrededor, sobre todo las discusiones e imposiciones de mis padres. Lena era mi escape del mundo en dónde vivía, raro, ya que siempre la quise muy lejos de mi y ahora su cercanía es algo que necesito como el oxígeno para mis pulmones.

—¡Detente ahí!— exclamé, para que detuviera su bicicleta en una tienda de comida. Es muy temprano y hemos salido de su casa sin desayunar, al menos yo no he metido un pedazo de pan dentro de mi estómago.

La ratita se veía tan chistosa con su casco puesto, pero al mismo tiempo era tierna. Nos bajamos de nuestras bicis y entramos al local que por cierto estaba lleno de gente.

—¡Uhhhh! Donas— pronuncia lamiendo sus labios.

—¿Quieres una?— pregunté sonriendo.

—Orangután, eso ni se pregunta— respondió de mala gana haciéndome reír. Había llegado nuestro turno para ordenar y al llegar al mostrador, la chica que atendía relamió sus labios de forma coqueta.

—Dime guapo, ¿qué quieres comer?— me escaneó de arriba abajo ignorando por completo a Lena que estaba justo a lado mío, pero a ella parecía no molestarle el coqueteó de la chica.

—Quiero una caja de donas y dos malteadas, una de chocolate— mire a la ratita que veía el menú con total tranquilidad —Amor ¿de que sabor quieres tu malteada?.

—De frutilla, por favor— respondió arreglando sus gafas sin problema alguno.

La chica que tomaba las órdenes terminó de escribir y se dió la vuelta para ir a buscar lo que pedimos, se notaba a leguas que no le gusto mucho la idea de que llamara a Lena "amor". Por otro lado, es raro que la ratita no se haya comportado como otras chicas celosas que se ponen a insultar a otras si miran lo que es "suyo", como muchas dicen, pero ella parecía estar normal.

Nuestro pedido llegó y le pagué a la chica que no volvió a coquetearme, lo cual fue un alivio ya que me pone incómodo que lo hiciera y suena tan estúpido, antes le hubiera dado mi número sin la necesidad de que ella me lo pidiera, la hubiera follado detrás del mostrador si era necesario, pero ahora que estoy loco por la ratita, las otras chicas que me miran no me causan ni la más mínima cosquilla.

Pasamos la calle llendo hacia el pequeño parque que había frente al local, nos sentamos en unas de las bancas y Lena colocó la caja de donas enmedio de ambos. Se veía tan linda tomando su malteada y ensuciando sus labios con el glaseado de las donas, me daba paz estar con ella, algo que no consigo en todos lados, solo aquí a su lado. El silencio reinaba entre ambos, pero no era incómodo, era bonito, el sonido de autos pasando, el viento moviendo las hojas de los árboles, los cantos de los pájaros, era como estar en otra dimensión.

—¿Puedo hacerte una pregunta?— inquirí, viendo el cielo.

—Mhjm— fue lo único que respondió.

—¿No te pusiste celosa por la chica allá adentro?.

—¿Debía?— la miré, mantenía esa mirada neutra sin mostrar emoción —Si lo que esperabas era que saltará encima del mostrador, pasará al otro lado y la tomara del cabello para luego estampar su cabeza una y otra vez contra la caja registradora, solo para dejarle en claro que tú eres mío, déjame decirte que te equivocaste de chica.

No pude evitar soltar una fuerte carcajada, eso había sonado muy loco y si me lo imaginaba se veía como la escena de un psicópata;—A veces me das miedo.

—Es un don— se encogió de hombros —¡Ahg! Estás donas están deliciosas— gruñó.

Mire sus labios, estaban cubiertos por glaseado de chocolate, no pude evitar acercarme y probarlo directo de ellos, son una tentación y con chocolate encima de ellos, son mi perdición, además de que se mezclaba perfecto con el sabor de la malteada de frutilla.

—Me encantas— susurre al separarme de su boca.

—Dime algo que no tengas tatuado en los ojos cada vez que me miras— beso con ternura mis labios sacándome una sonrisa —¿Sabes en realidad por qué no me comporté como una niñita celosa allá?.

—Iluminame— cambie de lugar la caja de donas para poder quedar más cerca de ella.

—Porque no soy ese tipo de chicas, además, si alguien te quiere de verdad va a respetarte, va saber muy bien lo que no debe hacer y si tú te ponías de baboso con la chica, solo me hubieras comprobado que todo esto es solo un simple juego y me hubiera dado la vuelta para irme sin hacer un escándalo innecesario— explico siendo breve.

—Para tener diecisiete años eres más madura que muchas chicas mayores.

—Yo no creo en eso de la madurez, nadie es lo suficientemente maduro para algo, simplemente utilizo el razonamiento, no es tan difícil— tomó un sorbo de su malteada.

—¿Entonces ya te quedó claro que no eres un juego para mí?.

—Eso creo— respondió con desdén y arqueé una ceja —No soy tan fácil de convencer, orangután.

—Eso ya lo sé— reí.

Ella hizo su cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el respaldo de la banca, copié su acción y ahí nos quedamos observandonos sin decir nada, pero a la vez nuestros ojos se decían todo. Sus labios se estiraron formando una bonita sonrisa, se reincorporó a su posición anterior, se acercó a mi posando una mano en mi mejilla y terminó acortando nuestra distancia uniendo nuestros labios en un beso lento, dónde nuestras bocas no se movían, estaban estáticas, pero nuestros cuerpos estaban volando lo más alto posible. No pude evitar sonreír, lleve una de mis manos hacia atrás en su nuca e hice presión para subir la tensión del beso, un jadeó salió de sus labios al sentir la presión fuerte de nuestras bocas.

—No me cansaré nunca de besarte— mordí su labio inferior y tire levemente de este haciéndola reír.

—Te odio orangután— musitó.

—He aprendido a tomar tus te odio como un te quiero— ambos sonreímos.

—Eres tonto en serio— menea su cabeza.

—Tonto pero por ti— le guiñe y se separó para seguir tomando su malteada.

Podía ver el color rojo tiñendo sus mejillas, mi comentario la había puesto nerviosa y eso me encantaba. Se veía tan tierna como una niña pequeña mirando a lo lejos y sosteniendo su vaso de malteada con las dos manos.

Ratita miedosa.

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Eternitely

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