.。.:*✧35✧*:.。.
Todos mis despertares son raros.
Pero el de esta mañana, le ganaba a todos los otros.
A veces despertaba en el suelo, a veces al parecer durante la noche caminaba sonámbula y terminaba abriendo mis ojos en el pequeño sofá de mi habitación, una vez me desperté en la cocina y hasta el día de hoy no entiendo cómo termine dormida en el jardín. Pero, ¿despertar con un chico?, eso jamás y menos con uno que odio.
Busque mis lentes sobre la mesita de luz a lado de la cama, debía moverme con cuidado o lo despertaría, me sobe los ojos y cuando me los coloque todo se volvió más claro, ahora no solo tengo un dolor en medio de mis piernas, sino que también en la vista por haber estado tanto tiempo sin las gafas, forcé demasiado mis ojos anoche.
Mientras tanto él solo dormía, no importaba hacia dónde me moviera, parecía que estuviera hibernando. Aunque ahora que está dormido puedo admirarlo, es lindo, bueno, más que eso, a este chico parece que le dieron lo mejor cuando lo crearon, se nota las ganas que le echaron sus padres.
Lo siento, a veces soy buena diciendo incoherencias.
El dolor que tenía en medio de mis piernas me estaba matando. Joder, no se si fue bueno lo que pasó anoche, claro, estuvo increíble, pero ahora mismo estoy sintiendo como si hubiera parido a trillizos todos al mismo tiempo. Era como una jodida punzada que me hacía doler hasta las neuronas.
Hago un intento por levantarme pero los brazos del orangután me atrapan, olvidaba a que a los orangutanes les gusta dar abrazos, porque con lo largos que tienen sus brazos es imposible que no te agarren.
No quiero que se despierte y comience a alardear porque logró lo que tanto quiso, porque dejé que hiciera conmigo lo que deseara. Y si, para que mentir, lo que sucedió anoche era algo que en cualquier momento pasaría, entre nosotros había mucha tensión sexual, no importaba dónde estuviéramos, hasta telepáticamente nuestros cuerpos se llamaban por el deseo.
Pero ahora mismo hay algo dentro de mi que siempre piensa mal y siente que todo esto solo es parte de su juego, lo dijo anoche, siempre quiso hacer eso conmigo para quitarme las ganas de creerme mejor que todos, siempre aunque él no lo sabe, lo he oído hablando con sus amigos respecto a sus ganas por tener sexo conmigo solo para acabar con esa imagen que tengo de nerd mala y santa.
Pero ahora mismo, viendolo dormido, abrazándome, recordando lo tierno que fue anoche, mi mente se vuelve un lío y me divido entre que es bueno y es malo.
—Ratita— murmura con la voz dormida —¿A dónde ibas?.
—Quiero ir al baño.
—¿Eso o te ibas a escapar de mi?— sus ojos se abren, pero solo un poco. Su típica sonrisa arrogante danzando en su rostro.
—¿Por qué escaparía?— me doy la vuelta quedando en posición fetal igual que él. Ahora estábamos frente a frente, pero aún sintiendo el maldito dolor ese.
—Te duele— afirma sonriendo.
Te odio.
—No es gracioso— le doy una mala mirada.
No deja de sonreír y me suelta, se da la vuelta y lo veo rebuscar algo en su mesita de luz. Oigo el ruido de una caja como de medicamentos, luego de una tableta, cierra el cajón y me entrega una pastilla;—Voy abajo por agua.
Se levanta y creí que estaría desnudo pero, tenía los boxers puestos y era raro que no tuviera su frecuente erección mañanera como las otras veces que dormí con él. No me digan que se excitaba por tenerme a mi a su lado.
Mientras lo esperaba pensaba en la forma en que las cosas serían ahora. ¿Seguiremos con nuestro juego de seducción? ¿Ya no nos volveremos a hablar? ¿Nos trataremos diferente?. Muchas preguntas, pero ninguna con una respuesta clara.
La puerta se abre y él entra bostezando, me entrega el vaso con agua y paso la pastilla con ella. Se que en unos segundos me sentiré mejor.
Él no dejaba de verme, me incomodaba, hasta que me di cuenta de que no tenía nada puesto y lo que él estaba observando tan concentrado era mis senos expuestos a su vista.
—Pervertido— lo acuso, al mismo tiempo que me tapo con las sábanas.
—No es como que tengas algo que ya no haya visto— responde divertido.
Él y su idiotez.
Moja sus labios y mira los míos, se lo que quiere. No pierde tiempo y se acerca lentamente a besarme, pero no como las otras veces que lo ha hecho, está vez es diferente, más cariñoso, tierno.
—Buenos días— susurra, dejando un pequeño beso en la punta de mi nariz —¿No dirás nada de lo que pasó anoche?.
—¿Y que debo decir?.
—Cualquier cosa, por ejemplo si no te lastimé o si te gusto.
Pienso bien en lo que quiero decir, aunque las palabras no logran formarse en mi boca. ¿Por qué me cuesta tanto hablar?, tal vez Irene tuvo algo de razón cuando dijo que pienso demasiado las cosas, quizás devo dejar que todo fluya.
—¿Te fuiste a ratitalandia?— pregunta con burla cuando nota que me he quedado callada —Si no te gusto solo dilo.
Por alguna razón se me hacía oír algo de decepción en su tono de voz, como si esperara en serio que yo dijera algo bueno y es que quiero decirle que lo que ocurrió anoche fue algo más que perfecto, pero no se como.
—No digas tonterías— arreglo mis lentes —Anoche te lo había dicho, de todas las cosas que he hecho en mi vida no me arrepiento de la decisión que tome al entregarme a ti.
Sus ojos me miran como si no lo creyeran, lo entiendo, no soy de darle elogios o cosas buenas, por lo general solo se insultarlo, pero se reconocer cuando hace las cosas bien, que pasa muy poco, pero ese no es el tema.
Apago mi mente por un segundo y dejo que mi cuerpo tomé las riendas de lo que quiere, me quito las sábanas y tomándolo por sorpresa me subo encima suyo sin importarme estar desnuda. Tomo su rostro en mis manos y lo beso como tanto quiero, sintiendo una explosión dentro mío y una mezcla rara de sentimientos.
Sus brazos aprietan mi cuerpo desnudo y acarician con lentitud cada centímetro de mi piel. Me daba cosquillas y no podía evitar no sonreír.
—¡Ya!— me quejo cuando siento que me quedo sin aire.
Suelta mis labios, pero aún así nuestras frentes quedan pegadas, nuestros ojos conectados diciéndose todo lo que nosotros como buenos cobardes no podemos.
—Desayuna conmigo— me pide, dejando repetido besos en mi rostro.
—Orangután— trato de hablar pero sus labios callan los míos —Deja de interrumpirme así.
—A ti te gusta, no te hagas— aprieto mis labios para no sonreír y darle la razón —¿Te quedas conmigo?.
—Está bien— pongo mis ojos en blanco y él le da besos a mi hombro desnudo.
—Voy a bañarme.
—Vamos a bañarnos— me corrige —Ahorremos agua.
—No— beso sus labios por última vez y me levanto de encima suyo.
Camino al baño sintiendo su mirada que es como un ácido que quema mi piel. El orangután me había vuelto una desvergonzada, ahora ando sin ropa como si nada me importará, estoy loca.
No, mejor dicho, él me está dejando loca.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
Eternitely
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro