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¿Nunca se sintieron unos idiotas por algo que hicieron o dijeron?.

Por qué yo si y justo ahora.

Durante años dije que Lena era como las típicas nerds que se esconden debajo de sus enormes vestuarios solo para que nadie vea sus cuerpos poco desarrollados o por miedo a que les digan si están gordas.

Alguien abra mí cabeza y revisé si tengo cerebro o tan siquiera algo que me haga pensar bien y me quite lo estúpido. ¿Cómo pude pensar eso todos los años que llevo junto a esta chica?. Debajo de aquellos atuendos de monja mala solo escondía el cuerpo de una jodida diosa.

Tantos años metiendo el pito en agujeros equivocados.

Volver a nacer, eso me merezco.

Ahora volviendo a la realidad...

No podía soltar sus labios, eran como un jodido imán que atraían los míos y no los dejaba despegarse. No puedo evitar sonreír cuando sus pequeñas manos se meten por debajo de mí camiseta y tocan mis abdominales.

—Cuidado con esas manos, ratita— muerdo su labio y la hago jadear.

—Shhh, deja de utilizar mis palabras contra mí— saca sus manos, las pone en mí pecho y me empuja tirandome a la cama.

A la ratita le acaba de poseer el espíritu de Christian Grey.

—No es un secreto que te gusta mandar— se sube encima mío y toma mí rostro para volver a besarme. Mis manos no pueden evitar apretar ese bonito trasero que estoy desesperado por dar nalgadas. La giro sobre la cama dejándola debajo mío —Pero este es mí territorio y aquí mando yo.

Me sonríe con picardía y eso solo enciende más el deseo dentro mío por acabar con ella. Mis manos toman los bordes de su sudadera azul y me tomó por sorpresa darme cuenta que es lo único que tenía, debajo no había otra camiseta y mucho menos traía sostén.

—¿Es enserio?— le pregunto sonriendo.

—Es lo bueno de utilizar ropa grande, nada se nota— lo dice con total normalidad.

—Estás acabando con mí mente— meneo mí cabeza sonriendo.

Beso su abdomen subiendo lentamente hasta llegar a esos senos que he deseado morder, succionar y dejar mí marca para que siempre que ella los vea me recuerde. Así cómo ella me jode la mente, yo también se la voy a joder.

Sus jadeos no tardan en hacerse oir, una vez que he logrado lo que quiero con sus senos, sigo subiendo llenándola de besos hasta llegar a su cuello, pero antes que todo me tomo el atrevimiento de quitarle los anteojos.

Dios me odia.

Creó a esta mujer solo para cerrarme la maldita boca y gritarme que no debo juzgar a un libro por su portada porque nunca sabré lo que hay dentro. Nada cambiaba en ella sin las gafas, seguía siendo hermosa, incluso ahora podía ver mejor sus ojos, aunque ella no paraba de ver hacia todos lados.

¿Cera ciega?.

—Si te cuesta ver te los pondré de nuevo— le digo al darme cuenta de que no para de parpadear fuerte.

—No, es solo que no me quito mucho los lentes.

—¿No ves nada?.

—Tengo astigmatismo, veo borroso en cualquier distancia.

—¿Y eso no se opera?.

—Si se puede, pero nunca he pensando en hacerlo— se encoje de hombros —¿Tan fea soy con anteojos?.

Mí respuesta obvia fue reírme, deje sus lentes sobre la mesita de luz a lado de mí cama, volví a besar sus labios con delicadeza, sintiendo todo su sabor. ¿Cómo podía pensar tal locura?.

—Con o sin lentes eres hermosa.

—¿Te has dado cuenta de lo rara que es nuestra conversación mientras intentamos tener sexo?— se ríe y logra contagiarme.

—Lo se— sonrió y me levanto para quitarme la camiseta.

Dejamos de hablar y proseguimos en donde nos habíamos quedado, sus ojos no podían ver pero sus manos si y sabían bastante bien hacia donde ir, desabrocha mis pantalones y ayuda a quitarmelo junto a mis boxers.

—¿Segura que no ves nada?— le pregunto, viendo lo despierto que estaba mí amigo.

—Ya te dije que solo veo borroso— repite y me hace sonreír.

—Pues que mala suerte, porque te estás perdiendo de una imagen digna de recordar.

—¿Crees que no he visto antes tu pene erecto?— mí silencio la hace reír a carcajadas, siempre sabe cómo dejarme sin palabras —Te recomiendo que dejes de follar en la escuela y de conseguir a chicas que no griten tan fuerte.

—Pues con la única que quiero follar es contigo y te aseguro que voy a demostrarte porque esas chicas gritan.

Muerde sus labios y se sienta a horcajadas sobre mí, me encanta ese atrevimiento que tiene, la ven chiquita y solo enojona, pero esta chica tiene a una fiera escondida debajo de esa fachada. Le ayudo a quitarse las últimas prendas, su pantalón y sus bragas de color gris, que no es un detalle menor mencionar que eran de encaje.

La vuelvo a tirar sobre el colchón dejándola debajo mío, esto será una guerra por quién tomara el control. Abro sus piernas y disfruto de ver lo húmeda que estaba.

—Dime ratita, ¿alguna vez te han hecho un oral?— le pregunto, acomodandome en la cama dejando mí cara entre sus muslos y oliendo su irresistible olor a excitación.

—¿Me veo como una chica que le han dado orales?.

Ella y sus cuestionamientos.

—Pues yo que tú me voy sujetando fuerte.

Separo sus labios vaginales con mis dedos y mí sangre hierve como nunca antes. Su cuerpo se tensa y su espalda se levanta cuando comienzo a succionar su vagina, mí lengua apretaba su clítoris, quería saber cuál era su punto débil.

—¡Oh, joder!— jadea en voz alta.

Yo te lo advertí ratita.

Su cuerpo no paraba de moverse inquieto, quería llegar a lo más profundo, sentir mucho más de ella, aunque con su esencia me bastaba, era deliciosa. Cuando mí lengua comienza a jugar con su clítoris siento como su cuerpo se retuerce más, ese era su punto débil. Sus piernas ya comienzan a temblar y se que es un aviso de que su orgasmo no tarda.

—¡Jungkook!— la oigo gemir, cuando llega a su punto máximo.

—¿Te arrepientes, ratita?— pregunto, viendo como su pecho subía, bajaba.

—De todas las cosas que he hecho en mí vida, no, para nada— confiesa haciéndome reír.

Busco dentro de los cajones de la mesita de luz un condón, cuando lo encuentro rompo el envoltorio de plástico y me lo pongo. Nunca antes en mí vida había estado tan ansioso por meterme dentro de una chica.

Ratita encantadora de víboras.

—¿No me dirás que dolerá?— habla agitada. Sus ojos se achican de vez en cuando, se que está tratando de verme con claridad.

—¿Para que? Eres muy lista para saber cómo funciona esto. ¿O quieres una clase especial de Jeon Jungkook?— arqueo una ceja como si ella pudiera verme.

—No gracias, pasó— responde divertida.

Me acomodo en medio de sus piernas y con delicadeza voy introduciendo mí miembro dentro suyo, quisiera darle duro y sin piedad por todas las veces que me ha dado dolor de cabeza, pero por ser su primera vez debía hacerlo con cuidado.

—Mierda— chilla, apretando con sus manos mis brazos.

—Tranquila, solo relaja tu cuerpo o dolerá más.

—Gracias doctor orangután— responde con evidente burla.

Espero un momento a que su interior se acostumbré a mí tamaño. Sus manos toman mí rostro y me besa, tomo eso como un aviso para comenzar a moverme, lo hago lento para que no le duela y sienta más placer.

—Siempre quise tenerte así— le confieso, subiendo un poco más la velocidad.

—¿Me estás confesando que soñabas con tener sexo conmigo?.

—Digamos que siempre fue como para quitarte esas ganas de creerte mejor que todos, siempre me caíste mal por lo soberbia que eres— no puede evitar sonreír —Pero eso era antes, ahora tengo otro pensamiento sobre ti y quiero otras cosas.

—¿Cómo que?.

—Esta noche las preguntas se van a quedar sin respuestas.

Su interior se sentía tan cálido y lo suficiente mojado para poder facilitar la entrada y salida de mí miembro. Trato de contenerme pero me es difícil, mis caderas comienzan a moverse más rápido y sus uñas no tardan en clavarse en mí espalda dejando rasguños que mañana van a ser líneas rojas más notorias.

Sus gemidos comienzan a hacer eco dentro de la habitación y se mezclan con la música de la fiesta, de la cual nos habíamos olvidado por completo. Pero las personas allá abajo eran lo último que me importaba.

Sentir su piel contra la mía, sentir esa suavidad tan característica de ella me hace enloquecer. Muerdo su cuello mientras aumento la velocidad, el sudor resbalaba por nuestros cuerpos, el calor nos consumía por completo.

—Oh, dios— junta su frente con la mía y muerdo mí labio cuando la veo poner los ojos en blanco —Te odio orangután.

—Yo también te odio ratita— ambos reímos y siento como su interior se contrae —¿Qué pasa ratita, te has quedado sin aire?.

Su boca que no sabe quedarse callada intenta responderme pero la velocidad de mis movimientos no la deja. Sus piernas se enredan por mí cintura y eso me hace ir mas profundo. Unas estocadas más sirvieron para que ambos llegáramos juntos.

—Joder— jadea agitada —Y yo que odio el ejercicio, esto ha sido como correr una mataron de aquí al otro lado del mundo.

—Este debía ser el final de aquella noche en el mirador.

—Tú me dijiste que los momentos se podían borrar y escribir otros nuevos— toma mí rostro y besa mis labios —Pues acabamos de borrar ese momento y escribimos uno mejor.

—Siento que esto no es real, acabas de coincidir con algo que dije.

—Disfrútalo porque eso no va a pasar de nuevo.

Sonriendo beso sus labios, no los puedo dejar, quiero todo el tiempo tenerla así. ¿Así se siente eso que llaman amor o es que a mí me hicieron brujería? Ya ni yo entiendo lo que me pasa o mejor dicho, lo que me hizo esta rata provocadora.

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Capitulo largo, pero esperado.

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Eternitely

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