Nada mejor que las fiesta de celebración luego de un partido ganado.

Había llenado mi casa con gente no solo de la secundaria sino que también de otras escuelas, hasta invite a los del equipo contrario pero los niños no saben perder y dijeron que no. Pobres.

Tenía la suerte que mis padres se la pasan viajando por sus asuntos laborales, puedo hacer lo que yo quiera, pero tengo que dejar a mi hermana estar en la fiesta o sino me amenaza con decirles todo a mis padres.

Una chantajista de primera clase como la ratita.

Lena.

Ella también estaba en la fiesta, Sunye e Irene la habían convencido de venir, era la segunda vez que todos la miraban extraño, ella jamás asiste a mis fiesta por el simple hecho de que yo jamás la he invitado, pero ahora es diferente.

Camino hacia el rincón donde se encuentran las tres, Sunye e Irene están bebiendo pero he oído que Lena no quiere.

—¿Por qué no bebés?— le susurro al oido. Ella se da la vuelta viéndome con una ceja levantada.

—¿A ti que te importa?.

Siempre a la defensiva.

—A ver si tú puedes hacer que beba algo— me dice Irene. Lena obviamente sigue diciendo que no.

—Vamos ratita, vive un poco— le paso mi vaso rojo pero lo aleja meneando la cabeza.

—Nosotras los dejamos solos— Sunye toma de la mano a Irene y se van con los chicos del equipo.

Mi hermana se está aprovechando de esto para hablar con chicos mayores a ella, solo espero que no pierda la cabeza y haga una estupidez.

—¿Entonces?— vuelvo a la ratita.

—No voy a tomar y de hecho, ya me quiero ir.

—¿Tan temprano?— me burlo —Quedate a celebrar mi triunfo.

—¿Recuerdas como terminó todo la última vez que me pediste celebrar contigo?— se cruza de brazos.

Y ahí estaba el mal sabor de boca, jamás va a soltar lo que pasó esa noche, mientras que yo estoy dando todo de mí para que eso ya no sea un mal recuerdo.

—Los momentos pueden borrarse y escribir otros nuevos y mejores.

—¿Ahora eres filoso?— su evidente tono de sarcasmo me da ganas de asesinarla.

—Soy muchas cosas— me encojo de hombros y aprovecho para cortar nuestra distancia —Entre todas, tuyo.

No alcanza a fruncir su ceño cuando ya tengo mis labios sobre los suyos. ¿Me importa que nos vean todos?, no. Se que si quiero algo con Lena debo ser cien por ciento real y no mostrar algo que no soy, eso es lo que tanto me ha pedido y si eso necesito para tenerla a mí lado, pues lo haré.

—Todos están aquí— se queja en medio del beso. Sonrió y la aprieto más contra mí.

—¿No crees que es obvio que no me importa?— mis manos inquietas bajan por su espalda hasta llegar a donde quiero y hacer lo que tanto esperaba.

Buen culo ratita.

—Esas manos— me reprocha, pero poco caso le hago —No quieras pasarte de listo, orangután. Yo no soy....

—Tú no eres como las otras— completo su frase y la dejo en silencio —¿Crees que no lo sé? En todo este tiempo que he pasado contigo me he dado cuenta de que no tienes nada que te haga igual a las demás. ¿Y que crees? Así me gustas.

Ahora es ella quien me besa a mí con mucha más pasión que otras veces. Me da señales que me hacen querer tener ilusiones con ella, pero luego de la nada acaba con todo volviéndose fría.

—Vamos a mi habitación— sus ojos se abren con sorpresa.

—¿Acaso tengo un cartel en la cara que dice prostituta?.

—O subes por las buenas o subes por las malas, queda a elección tuya— le guiño.

—A mí no me amenaces.

—Sabes muy bien de lo que soy capaz, si te saque sobre mí hombro de la cafetería, ¿crees que no tendré el suficiente coraje para hacer lo mismo ahora?— mí cuestionamiento la hace pensar.

Cuando veo que no tiene una respuesta me agacho e intento agarrar sus piernas pero ella me detiene antes de que lo haga;—Puedo caminar por si no lo sabías.

Se pierde entre las persona en medio de la oscuridad y luego la veo subir por las escaleras con una mala cara. Me encanta esos cambios de humor que tiene, a veces es fría, otras veces caliente y todo el tiempo es un volcán en erupción que en cualquier momento puede explotar. Pero todavía muero por ver su parte vulnerable.

Subo detrás de ella y al llegar arriba veo la puerta de mí cuarto abierta con las luz prendida. Al entrar la encuentro mirando todos mis trofeos de fútbol, desde que viene a darme clases siempre los observa.

Me acerco por detrás, abrazo su cuerpo y dejo besos suaves en su cuello, su olor a frutilla entrando por mí nariz y provocando cosquillas en mí estómago. Ella se gira quedando frente a frente, sus ojos brillando con una luz especial en ellos.

¿Qué me haz hecho Lena Park?.

Por una vez en la vida su mirada no me quería asesinar, estamos avanzando.

—Deja de verme así— dice en voz baja.

—¿Así cómo?.

—De esa forma rara que no se que significa— arregla sus lentes. Se estaba poniendo nerviosa.

—Significa que te quiero en mí cama ahora mismo— su rostro no lo podía creer —Significa que quiero ver que hay debajo de esa ropa holgada.

—No— responde sin titubear.

—Bien sabes que si quieres— junto nuestras frentes —Vamos ratita, no detengas lo que ya no puedes.

—No voy a ser uno más de tus trofeos.

—Se que tienes miedo y que mí reputación no ayuda mucho, pero...

—¿Miedo?— inquirió sonriendo —Yo no se que es eso.

—Claro que si, solo no sabes cómo aceptarlo, siempre te nuestras tan fuerte, tan imparable, pero como todos tienes un miedo dentro tuyo.

—Eso no es cierto.

—Entonces confía en mí, solo una oportunidad es lo que te pido— beso suave sus labios —Déjame demostrarte con acciones lo que no me sale con palabras.

—Si esto es solo parte de tu estúpido juego, juro que voy hacer que te arrepientas para toda tu vida— sentencia.

—Ratita amenazadora— logro hacerla sonreír y atrapó sus labios.

Todos los hielos pueden derretirse, solo hay que saber cómo lograrlo.

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Eternitely