—¿Saldrás?— la voz de mi hermano me asusta. Se encontraba parado en el marco de la puerta en mi habitación mientras que yo me colocaba perfume.

—¿Hay algún problema?— él ríe pasando y sentándose en el borde de mi cama.

—¿A dónde irás y sobre todo...con quién?.

—Es el chico al cual le he estado dando clases.

—¿El popular?— inquirió con una cara más seria.

—Solo me quiere agradecer porque lo ayude a pasar todos los exámenes— respondo para que se tranquilice.

—Ten cuidado, esos chicos son muy listos cuando de conquistar a una chica se trata.

—Para su mala suerte yo no soy cualquiera— rio cruzandome de brazos —Pero ¿que hay de ti?, hace mucho que no te veo con una chica.

—No tengo tiempo, la uni me consume mucho tiempo— suspira tirándose hacia atrás —Pero tú estás en una buena edad para tener tu primer amor y todavía nada. ¿Acaso eres lesbiana y Irene es tu novia?.

Rio a carcajadas por lo tonto que sonó eso, parece mis tías cuando vienen de visita, siempre preguntando por el novio. ¿Es que acaso es una obligación tener pareja?.

—Todavía no ha llegado quien esté a mi nivel— me encojo de hombros y él ríe.

—¿Y Hoshi no lo está? Es un buen chico, me cae bien y tienen cosas en común.

—Lo tengo que elegir yo, me tiene que gustar a mi y además, él es solo mi amigo y así va a quedarse— le dejo bien en claro. Mis padres siempre hacen el mismo comentario acerca de mi amigo.

Escucho un auto frenar afuera, me acerco a la ventana y observo el Ford Mustang de Jungkook estacionado frente a mi casa, llegó la hora. Tomo mi celular metiendolo en el bolsillo trasero de mi pantalón y antes de irme espero el beso de mi hermano.

—Ten cuidado y no vuelvas tarde— besa mi frente —Diviértete.

—Lo haré.

Salgo de mi habitación y bajo las escaleras, al salir afuera me encuentro con Jungkook recostado en la puerta de su auto, llevaba puesta una camiseta negra con una camisa con cuadros, pantalones negros y botas. Buen estilo.

Cuando me ve caminar hasta él lo primero que hace es escanearme de pies a cabeza, mi outfit no era nada nuevo, nada que no vea todos los días. Nunca me ha gustado vestirme extravagante, me gusta ser simple y serle fiel a mi escencia.

—Hola— lo saludo con amabilidad. Él se acerca con una sonrisa de labios cerrados y se inclina para besar mi mejilla.

—¿Lista?— asiento sin entender porque hizo eso. Pero allá él y su locura.

Me abre la puerta del copiloto y entro, luego rodea el auto y se sube para comenzar a andar. Jamás pensé que compartiría algo tan mágico como la lluvia de estrellas fugaces con el ser que más detesto o detestaba, bueno ya ni se si lo quiero o no. El punto es que mirar las estrellas es algo muy romántico y ya no se si esto es una celebración o una cita.

La noche estaba hermosa era eso en lo que más me concentraba, amo la noche más que el día, siento que es mágica, me genera mucha paz y no se porque pero mi imaginación vuela creando millones de escenas que serían buenas para una novela de amor. Si, me gusta el romance solo que no lo demuestro mucho.

Unos minutos más tarde ya estábamos en el mirador, exactamente a las nueve comenzaría la lluvia y no tengo ni la menor idea que haremos para pasar las horas hasta que llegué ese momento. Me bajo y luego miro a Jungkook abrir el baúl de su auto y sacar una canasta. Díganme qué no trajo lo que me estoy imaginando.

—Tendremos hambre, así que traje comida y buena música para matar el tiempo— dice como si leyera mi mente.

—Fantástico— respondo fascinada.

Extiende una manta en el pasto y pone la canasta de la cual comienza a sacar diferentes bocadillos y algunas botellas de jugo. Yo me dispongo a disfrutar del hermoso paisaje que nos rodea, de la gran luna llena que nos ilumina y de las estrellas que decoran el cielo.

—Esto es perfecto— lo oigo decir. Al mirarlo noto como observa el cielo con una sonrisa —Aquí se siente mucha paz, aquí el mundo se detiene.

—Guau orangután, no creí que disfrutarias de esto— él me mira y puedo notar las estrellas en sus ojos.

—No me conoces como crees, Lena.

—¿A no? ¿Y que no conozco de ti?.

—Un Jungkook del cual nadie tiene idea, este chico que ves es solo un camuflaje para esconder al verdadero Jeon, uno que jamás nadie ha visto— resopla devolviendo su vista al cielo.

Maldito orangután misterioso.

—Pues quiero conocer a ese Jungkook.

—Te enamorarias de él— asegura y me hace reír.

—Si el Jungkook que tengo enfrente no lo logró, dudo mucho que el otro pueda.

—Yo no estaría tan seguro.

Corre la canasta y se acerca a mi, pone una mano en mi mejilla y la acaricia con suavidad. Me daba escalofríos cuando se ponía cariñoso, no sabía si lo hacía porque en verdad sentía algo o si solo era porque quería lograr acostarse conmigo.

—¿Que somos?— le pregunto cortando con la tensión sexual que había entre ambos.

—No lo sé— sonríe y baja la mirada a mis labios —Solo se que tú me haces ser diferente.

—¿Cómo?.

—Tú logras borrar al Jungkook idiota y formas a uno que piensa antes de actuar, que lucha por si quiere algo, un Jungkook que no tiene miedo a decir quién es en verdad— me mira a los ojos y siento miles de cosas pasando en mi estómago —Tú sacas algo mejor de mi y eso me gusta.

—Con indirectas, pero al final me estás confesando que estás cayendo— me acerco a sus labios y hago el amago de besarlo pero al final mis labios tocan su mejilla.

—¿Y tú qué me dices? También estás cayendo— roza su nariz con la mía —No digas que no porque se que mentiras.

—Para que negar que siento una atracción física por ti, pero no va más allá de eso— me encojo de hombros.

—¿Y que debo hacer para que la ratita sienta algo más?— ríe pasando su dedo pulgar por mis labios.

—Tienes que ser tú verdaderamente, dejar de aparentar ser un cabeza hueca solo para caerle bien a los demás, dejar de molestar a chicos que no te hacen nada solo para que los demás se junten contigo— se queda en silencio pero nunca se alejaba, más bien sentía que su cercanía cada vez era más —Solo te pido que seas tú. ¿Te atreverías a hacerlo?.

—Siempre pidiendo cosas imposibles.

—No te pido nada imposible, solo que seas tú de verdad y que no te importe lo que digan los demás de ti, al fin y al cabo ellos son solo personas insignificantes tratando de hacerse pasar por alguien que no son en un mundo lleno de prejuicios.

—¿Por qué tienes que tener la razón siempre?— sonrió y me encojo de hombros.

—Me gusta ser realista.

—Y así me encantas...

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