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La vuelta a casa fue lo más aburrido del mundo, Lena no es una buena compañía para caminar, es muy callada, aunque tampoco quiero entablar una conversación sobre matemáticas, geografía, historia o sobre libros antiguos, cosa que es obvio que ella ama y es de lo único que saben hablar los nerds.
Todo el camino mire su ropa, ¿por qué se viste tan conservadora?, su camiseta le tapaba el trasero y no me permitía ver de qué tamaño podía ser, si, eso suena muy depravado, pero si vamos a jugar a provocar al otro, quiero por lo menos ver si vale la pena seguir con este juego.
Al llegar a casa nos encontramos con Sunye saliendo de la cocina, nos a miro ambos y cuando vio la patineta en las manos de Lena, su cara se puso muy seria y se cruzó de brazos. Está celosa, la conozco bien.
—¿Salieron sin mi?— reprocha.
—Oh, Sunye lo sentimos, pero en mi defensa yo no sabia que estabas aquí— responde Lena.
—Estaba durmiendo en mi habitación.
—Sunye por dios, no hagas escándalo por una salida que no duró más de cinco minutos— Lena me da un leve golpe en el brazo por la forma en que le hable a mi hermana.
—Otro día sin problema podemos salir tú y yo— sugiere la ratita y mi hermana se pone feliz.
—Este fin de semana podría ser. ¿Te parece?— le pregunta muy emocionada y Lena asiente —Bien, ahora los dejo, tengo tarea que hacer. Adiós Lena.
Sunye sube las escaleras y nosotros hacemos lo mismo para ir a mi habitación y encerrarnos ahí por muchas horas para prepararme para el recuperatorio de mañana. Si apruebo será un milagro, las matemáticas y yo no nos llevamos muy bien que digamos.
—Bien, a estudiar se ha dicho— Lena toma sus apuntes que estaban sobre mi escritorio y se sienta en la cama —¿Te vas a quedar para siempre parado o vas a sentarte para estudiar? No muerdo orangután.
—¿No?— arqueo una ceja —Yo tengo entendido que las ratas si muerden.
—Ja ja, que gracioso, ven a sentarte o perderemos tiempo.
La obedezco, me siento a su lado y ella comienza con la explicación de las ecuaciones y todas esas cosas que por más esfuerzo que haga no se me quedan en el cerebro. Trato de prestarle atención, pero su olor a frutilla invade mis fosas nasales y me hace desconcentrar, me gusta ese olor.
—¿Que perfume usas?— ella gira su rostro hacia mi, mirándome sin entender lo que había dicho.
—¿De que hablas?.
—Quiero saber que perfume utilizas.
—¿Por qué?— ríe.
—Porque me gusta el olor a frutilla que tienes— arquea una ceja sin poder creerme.
—¿Te gusta algo de mi? ¿Estás seguro de que te sientes bien?— toca mi frente para ver si no tenía fiebre —Calentura no tienes, bueno, en la cabeza, no se allá abajo.
¿Acaba de hacer referencia a mi pene?.
—Ja, tú no calientas ni a un viejo de cien años— digo con sarcasmo.
—Creo que todavía no te ha quedado claro que no es bueno desafiarme.
Se acerca más, de nuevo su rostro está a centímetros del mío; mis ojos bajaron rápidamente a sus labios, quería besarla joder, pero no podía, no voy a caer, no seré el primero, mucho menos le daré el gusto de burlarse de mí.
—Ten cuidado ratita, estás jugando con fuego....y puedes quemarte— rozo su nariz con la mía y ella sonríe.
—¿Y que pasa si quiero quemarme?.
—Pues...— acaricio su mejilla, llevo un mechón de su cabello hacia atrás de su oreja, me acerco a su oído teniendo así la posibilidad de poder oler mejor su aroma —no tengo problema en ser la hoguera en la que te quemes.
Dejo un beso húmedo en su cuello y cuando quiero dejar otro ella levanta mi rostro hasta que quedamos nuevamente frente a frente, ninguno de los dos decía nada, solo hablábamos con nuestras miradas y con ellas lo decíamos todo, no había nada más que agregar, el deseo estaba en ambos.
Hace el amagó de besarme, pero en realidad toma mi labio inferior con sus dientes y tira de él para luego soltarlo, me quedé paralizado, ¿enserio hizo eso?. Sentí un calor recorriendo cada molécula de mi cuerpo, esta mujer no podía hacerme eso y pretender dejarme con ganas de más.
—Hay que estudiar.
Con una sonrisa de satisfacción recompone su postura y sigue haciendo ejercicios como si nada, mientras que yo pienso en que necesito un baño de agua helada para apagar la calentura que me ha dejado.
¡Maldita rata tramposa!.
Las horas pasan, Lena y yo no habíamos salido en toda la tarde de mi habitación, repasamos mil veces hasta lograr que yo hiciera todo los ejercicios por mi propia cuenta sin la necesidad de que ella me ayudara. El reloj ya marcaba las ocho de la noche.
Lena estaba cansada.
¿Y como no?, hemos estado horas estudiando y sentados en la misma posición, de hecho a mi ya me duele el trasero, creo que lo tengo entumecido.
Guardo todas las cosas cuando ya terminamos de estudiar, oigo a Lena bostezando y cuando me doy la vuelta ella ya estaba acomodada en mi cama en posición fetal, tenía los ojos cerrados, y no se movía, solo su pecho subía y bajaba, eso me daba una idea de que se había quedado dormida.
¿La ratita dormida en mi cama?, eso sí que no me lo imaginé nunca. Pero se tiene que ir a su casa, su familia se va a preocupar si no regresa. Justo a lado suyo veo su teléfono, lo tomo, para mí suerte estaba desbloqueado; cuando encuentro el número de su hermano le envío un mensaje diciéndole que se quedó dormida en mi casa, que no se preocupen por ella.
Una vez que le envío el mensaje, dejo su teléfono en la mesita de noche a lado suyo y busco unas sábanas para taparla. Me acuesto a su lado y me quedo como tonto viéndola ahí, tan tranquila, silenciosa, sin atacarme, creo que la prefiero mil veces dormida que despierta.
Acaricio con suavidad su mejilla, era tan delicada su piel. Me sentía como un tonto haciendo esto, pero lo bueno de que esté dormida es que no se da cuenta de nada. Ay ratita, quien diría que tú y yo estamos jugando a algo peligroso como lo es la provocación, estamos jugando con fuego y es raro, pero está es la primera vez que tengo miedo a quemarme.
Tonta rata que me hace dudar de todo.
—Descansa ratita— digo en voz baja.
—Descansa orangután.
Su voz tranquila y dulce me deja desconcertado. ¿No estaba dormida?, miro bien su rostro y una sonrisa se forma en este. Solo se estaba burlando de mí y yo como estúpido dandole caricias en la mejilla.
Está rata me hará perder la cabeza.
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—Ilyxjk
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