
Epílogo
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
Nuestro lugar
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
Aún no me creo que estoy vivo.
Estoy aquí, sigo respirando, cuando hace tan poco ví mi vida entera pasar frente a mis ojos, la muerte siempre está cerca, uno nunca sabe cuando será su momento.
Yo tuve una segunda oportunidad.
Una que aproveché para cambiar muchas cosas y mejorar otras.
Hoy era el baile de graduación, Lena y yo no iríamos, tenía otros planes para nosotros, quería estar a solas con ella, disfrutar de la noche solos los dos, sin interrupciones, sin nadie que nos moleste. Necesito sacar todo lo que llevo dentro desde hace tiempo.
Esperaba impaciente en la sala de su casa, la ratita estaba en su habitación arreglándose, a pesar de no ir al baile, yo había preparado uno, solo para nosotros.
Miraba el reloj en mi muñeca una y otra vez sin parar, me daba nervios que no bajara nunca, pero sé que es porque su madre le compró un vestido que ella no se quiere poner. Ya me la estoy imaginando, ella frente al espejo, dudando en salir o no.
—¡Lena tienes que salir!— se oye el grito de su madre en el piso de arriba.
—¡Esta cosa no me gusta!— protesta la ratita.
—¡Te ves hermosa!.
No podía parar de reír, ya me la imaginaba, con esas muecas tan características de ella y su pequeña nariz arrugada.
Oí pasos bajando las escaleras, me levanté rápidamente del sofá y arreglé mi traje. Tenía a una Lena totalmente hermosa frente a mí, con las mejillas sonrojadas y no por tener el rubor puesto, ella nunca se maquilla y tampoco le hace falta.
Esa belleza natural que tiene es lo que me volvió loco.
Llevaba puesta una blusa amarilla, encima de ella tenía puesto el vestido negro que parecía un overol, el cual tenía el cierre por delante. Lo bueno de eso es que me facilitaba el quitárselo.
—Yo...— comenzó a divagar. Era tan linda cuando se ponía nerviosa.
Me acerqué con las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón, tomé con delicadeza su cintura y con la otra mano acaricie su mejilla. Sus ojitos hicieron contacto conmigo, era muy bonita, parecía una pequeña asustada.
—¿Tú qué?.
—Nada— balbuceó.
Increíblemente esa era ella, había cambiado bastante en tan poco tiempo, aunque a veces tiene sus arranques de siempre, pero por lo general ha estado más tranquila, un poco más cariñosa y aunque no lo dice todo el tiempo, me quiere como yo a ella.
—¿Por qué discutías con tu madre?.
—No me gusta el vestido. De hecho, no me gusta ninguno— voltea los ojos.
—Pero si te ves muy bonita— besé su frente —Si no te gusta ve y ponte otra cosa con la que te sientas más cómoda.
Meneó la cabeza.
—No tengo ganas de cambiarme otra vez— hizo una mueca —Mejor ya vámonos.
Asentí.
Salimos de su casa tomados de la mano.
Todo el camino se mantuvo curiosa, queriendo saber porqué no quise ir al baile y qué había preparado para esta noche. No le contesté nada, quería sorprenderla.
Aparque el auto y la sorpresa en su rostro me decía que no se esperaba lo que veían sus ojos, había preparado algo sencillo, sé que ella no es de las cosas extravagantes y que con poco es feliz, aún así todo se veía increíble.
Había hecho un triángulo con telas, algo así como una carpa para acampar, como aquella vez en su cumpleaños. Puse luces por todos lados, algunos pétalos de rosas y dentro, habían almohadones, algunas velas, mucha comida y algo para beber.
—Hace tanto que no veníamos aquí— musitó mirando con nostalgia todo lo que tenía frente a ella.
Me coloqué detrás abrazándola con mis brazos, inhalando de su cuello su delicioso aroma a frutillas, ese que me gustó desde la primera vez que lo sentí entrando por mis fosas nasales.
—Perdóname por todo. Te prometí que no dejaría que nadie te hiciera daño y al final quien te lastimó fui yo— besé su cuello —Llegué a pensar en dejarte libre, porque si eras feliz sin mí en tu vida, entonces nada importaba.
Desató mis brazos de su cuerpo y se volteó, sonreía a medias, sus pequeñas manos acariciaban con amor mis mejillas.
—Yo también quiero pedirte perdón por todo lo que hice mal— se abrazó a mi cintura con su mejilla apoyada en mi pecho —No me comporte como una buena novia.
—Siempre has sido una buena novia, con algunos defectos si, pero, nadie me apoyó como tú lo hiciste— besé su cabeza.
Levantó su rostro y se paró de puntitas para alcanzar mis labios, me besaba lento, con tranquilidad, llena de ternura.
—Me haces feliz, orangután.
—Y tú me haces feliz a mí.
Con una amplia sonrisa acaricié su rostro delicado, en el suelo había una pequeña radio que podía conectar a mi teléfono y desde ahí poner música. Lo hice y cuando oyó la melodía sus ojos brillaron, tenía lágrimas.
—¿Qué pasa?.
—Esa canción me recuerda a la primera vez que estuvimos aquí.
—Esa noche fui un tonto— tomé su cintura y la acerqué a mí. Sus brazos se enredaron por mi cuello y comenzamos a bailar lentamente, dejando que aquella balada nos guiara —Casi pierdo la oportunidad de ser feliz.
La noche transcurrió así, entre bailes, bromas, insultos por parte de ella y yo con mis hormonas prendidas.
Eso éramos.
A veces somos un desastre tratando de convertirnos en un milagro, somos difíciles de entender, pero, así es nuestro mundo, imperfecto, pero llenó de amor.
No sé hasta dónde llegaremos.
No sé si tendremos un futuro juntos.
No sé si en mis próximos pasos ella estará ahí para levantarme si me tropiezo.
Pero por lo menos sabremos que fuimos felices todo el tiempo que esto duró. Yo solo quiero verla feliz, así sea conmigo o sin mí.
Y a tí...gracias.
Gracias por habernos acompañado por tanto tiempo, la ratita y el orangután te lo agradecen.
Hasta pronto...
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
𝐸𝓉𝑒𝓇𝓃𝒾𝓉𝑒𝓁𝓎
26/06/2022
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro