
7
L E N A
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
Mis manos no paraban de sudar y mis piernas de llevarme de un lado para otro.
Era hoy, por fin después de tanto tiempo lo volvería a ver, volveré a abrazarlo, sentir su calor, su exquisito perfume y el suave toque de sus labios cuando se unen a los míos.
No dormí durante toda la noche, incluso falté a la escuela cuando él me envió un mensaje diciendo que hoy estaría de vuelta. No quería esperar más tiempo y ser la última en verlo, necesitaba demasiado volver a tenerlo junto a mí. Extraño insultarlo, no es lo mismo si está en otro país, tampoco es lo mismo insultar a otros.
Moría de ganas por verlo con su nuevo look, si, se que es raro que recién lo haya visto, si siendo una celebridad sale por todos lados.
Pero el problema está en que yo no consumo lo que pasa en la televisión u otros medios, a mí no me va el chisme mediático, osea, vivo en una burbuja donde solo me intereso por mis cosas y no por lo que sucede en el exterior de esta. Además, el orangután siempre anda con gorros, así que era imposible saber si tenía un nuevo color de cabello.
Ahora entiendo mejor porque de un día para el otro dejó de hacer videollamadas conmigo y simplemente me enviaba mensajes o hacíamos llamadas normales.
Pero no estaba sola en el aeropuerto, me acompañaban Hoshi, Irene, Junhui que estaba sentado muy lejos de mi amiga—aún no arreglaban sus problemas—Yoongi y Sunye, mis padres quisieron venir también, pero por sus trabajos no han podido. Y como no, también estaban los paparazzi en primera fila, preparados con sus cámaras para autografiar al orangután.
Lo malo de que estén aquí es que lo llenarán de preguntas y posiblemente no nos dejen salir.
—Lena, deja de caminar de un lado para otro, me estás mareando— protestó Yoongi, pero al momento que mi mirada fulminante cayó sobre él, no dijo más nada y optó por mirar hacia otro lado.
—¡Ahí está!— gritó Sunye.
Miré hacia la puerta de aterrizaje, todo se detuvo por un momento, las personas se congelaron, no oía nada de lo que ocurría a mi alrededor; solo me enfocaba en él y su manera tan lenta de caminar.
Vamos orangután, mueve más rápido esas piernas bien ejercitadas.
Mi desesperación crecía con cada paso que él daba y no se acercaba a mí, entonces no lo esperé, ya había tolerado esperarlo un mes, ya no podía más. Corrí hacia él como jamás en mi vida lo he hecho por nadie, él se detuvo en medio del aeropuerto esperándome con los brazos abiertos, los cuales no tardaron en rodear mi cuerpo y apretarme contra el suyo.
Su aroma, ¡dios!, cuanto lo amaba.
Mis ojos ardían, quería llorar, tenía un revoltijo de sentimientos dentro de mi estómago, una mezcla rara de: felicidad, amor, nostalgia y melancolía. Él me hizo demasiada falta, lo eché mucho de menos, pero no creía que tanto.
—Mi ratita— beso mi cuello y me hizo despegar los pies del suelo, para dar vueltas conmigo.
Los flashes no tardaron en hacer presencia, ni siquiera en momentos como este nos daban algo de privacidad, entiendo perfectamente que Jungkook sea una celebridad, una figura publica muy importante y que su vida les interesa a todos, pero también deberían darse cuenta que es un ser humano como cualquier otro que merece algo de privacidad. Además, volvió a la ciudad para tomarse un descanso de todas esas mierdas, no para que lo siguieran torturando.
En el momento que me dejó de nuevo en el suelo, me alejé de él para poder apreciar cada facción de su rostro, de lo perfecto que se veía. Nunca lo adulaba, siempre lo hacía en mi mente, porque no soy una persona que diga ese tipo de cosas.
Llevé mis manos a su cabello, se sentía tan suavecito, me había olvidado de esa suavidad tan característica de él, sin obviar que huele delicioso; echaba mucho de menos deleitar mis dedos con su pelo.
—Sabía que ibas a tocarlo— mencionó, con una sonrisa.
Dejé de tocarlo y me quedé unos segundos observando sus ojos, brillaban, claro que lo hacían, mi galaxia estaba ahí, más presente que nunca. Las lágrimas comenzaron a brotar y me fue imposible no enredarme a su cuello como un koala a una rama.
—Joder, te extrañé demasiado— sollocé, en su oído.
—Y yo a ti mi amor.
Mi amor, eran escasas las veces que me llamaba así, y detesto ese tipo de apodos, pero después de tanto tiempo sin verlo, deseo que me llamé así todos los putos días de mi vida, hasta el día de mi muerte.
Soy una exagerada, lo sé.
Él fue quien se separó ahora de mí; tomó mis mejillas con sus manos cálidas y cerré mis ojos ante su tan delicado tacto, quería disfrutar cada cosa que hacía, pues no sabía cuándo podría él irse de nuevo. Su frente se unió a la mía, podía sentir su aliento fresco chocando contra mi rostro.
Poco a poco fui sintiendo como se acercaba, hasta que ocurrió lo que tanto había soñado durante todo este tiempo que no lo ví.
Sus finos labios se unieron a los míos, llenándome de nostalgia y trayendo a mi mente todos los recuerdos de las veces que me ha tocado con ellos. Podía sentir como mi pecho explotaría en cualquier momento por toda la emoción que estaba recibiendo, ni hablar del hormigueo que recorría todo mi cuerpo.
Él llevó una de sus manos a mi nuca, apretando está con fuerza para que sus labios hicieran más presión sobre los míos. Si, estábamos frente a muchas personas, ¿y eso nos importaba?, claro que no.
El deseo entre ambos incrementaba con cada segundo que el beso seguía, se que ambos necesitábamos mucho más del otro, que el calor de nuestros cuerpos estaba siendo más necesario que el oxígeno para nuestros pulmones; pero por el momento, era tiempo de parar. Con mis manos en su pecho lo alejé cuidadosamente, él soltó un gruñido al final, se que separarnos no estaba en sus planes, pero era necesario.
—Esto no va a quedarse así— murmura, dejando un beso en mi mejilla. Sus labios se acercan a mi oído para susurrar —Cuando estemos solos, voy a hacerte mía de todas las formas posibles.
Mordí mi labio inferior, extrañaba oír sus palabras pervertidas y era irónico, pues siempre me quejo cuando dice algo inapropiado, pero ahora, necesitaba oírlas. Lo necesitaba a él.
—Yo también ansío sentirme tuya de nuevo— dejé un pequeño beso rápido en su mejilla y me separé antes de que las cosas subieran de tono.
Los demás se acercaron a él para abrazarlo, todos echábamos de menos al orangután, para bien o para mal, su presencia nos hacía falta.
Pensar que antes te detestaba, orangután y mírame ahora, fui la primera en correr a tus brazos por el solo hecho de que necesitaba tu insoportable existencia cerca mío de nuevo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro