L E N A

Miraba el techo blanco y solo pensaba en lo mucho que detesto los hospitales, cuando era pequeña tuve que pasar mucho tiempo dentro de uno a causa de mi abuelo, después de haber vivido aquello jamás quise quedarme ni dos segundos en uno.

Pero ahora tengo que quedarme por mucho tiempo, no solo yo debía recuperarme, también el orangután.

Mi cabeza era una telaraña llena de problemas, por una parte pensaba en como estaba el orangután, después de que la enferma de Bella le haya disparado y salieran corriendo con Alex como los cobardes que son, Jimin pudo conseguir señal para llamar una ambulancia; de igual forma tardó demasiado y para cuando llegó, Jungkook estaba totalmente inconsciente, perdió demasiada sangre y juro que traté de mantenerlo despierto pero no pude.

Hace solo minutos me habían dejado en una habitación, nos separaron al llegar, a él lo mandaron a cirugía para poder sacarle las balas lo más rápido que pudieran antes de que comenzaran a moverse hacia otros lados. Por mi parte solo me hicieron estudios, me dieron medicamentos, hicieron que mi cuerpo recuperará un poco de su temperatura normal ya que estaba demasiado fría.

La puerta de la habitación se abrió, miré hacia allí y lloré cuando vi a mi madre entrar junto a papá y Jimin, nunca me había sentido tan feliz de verlos. Mamá se lanzó directamente a abrazarme, no me imagino lo que habrán pasado estos días, que si bien fueron pocos, se sintieron como una eternidad.

—Mi pequeña, mi bebé, mi Lena— sollozó, llenando mi cara de besos —Juro que de ahora en más iré contigo a todos lados y no dejaré que nadie te aleje de mí otra vez.

—Mamá, tranquila— acaricié su rostro, hablaba tan rápido que se ahogaba con su propio llanto —Ya la pesadilla acabó.

Papá fue por el otro lado de la cama y también me abrazó, Jimin solo nos miraba desde los pies de la cama, no entendía porque no se acercaba a abrazarme.

—Mira como te dejaron esos salvajes, te lastimaron demasiado— mencionó papá, dejando claro su enojo con su tono de voz —Te prometo que cuando los encuentren haré que paguen caro todo lo que te hicieron, los meteré en la peor cárcel que se puedan imaginar.

Y sé que papá no jugaba con eso, ya ha metido a muchos delicuentes en prisión y a los que no le cae bien, los refunde en lugares donde sabe que no van a pasar unas lindas vacaciones.

—¿Saben algo de Jungkook?— los miré a los tres.

—Sigue en cirugía— respondió Jimin.

—Llegamos hace una hora. ¿Por qué tardan tanto?.

—Hija, le dispararon dos veces, tuvo una hemorragia muy intensa y lo más probable es que algunos órganos estén dañados. Lo que le pasó es algo muy complicado y los doctores necesitan mucho tiempo para salvarlo— mi vista se nubló, no quería perderlo.

—No quiero que se muera.

—Jungkook es un muchacho fuerte, hija— me animó papá —Saldrá de esta.

Miré a papá con recelo, esas palabras yo ya las conocía y odiaba oírlas de nuevo.

—Eso dijeron cuando el abuelo estaba internado— apreté mis labios —Y él ya no está, era fuerte pero de igual manera se fue, lo perdí.

Todos se quedaron en silencio, detestaba eso, no me gustaba cuando las personas no tenían nada que decir si se sentían acorralados. Sin embargo, ellos lo hicieron se quedaron callados hasta que cambiaron de conversación para apaciguar el momento, pero nadie lograría quitar ese miedo dentro mío de que Jungkook no pueda sobrevivir.

Ni siquiera puedo pensar en como le caería esa noticia a mi corazón; preferiría estar peleando ahora mismo con él, que saber que ahora mismo está luchando por una segunda oportunidad para vivir. Es increíble las vueltas que da la vida, hace tiempo atrás le deseaba la muerte, lo detestaba y ahora estoy llorando por el niño tonto popular que se creía el último sandwich de la cafetería.

Tonto orangután.

Más le vale no morirse, todavía no lo he insultado lo suficiente y si se muere, voy a su tumba, lo saco de la tierra y le grito todo lo que tengo atascado en la garganta. Pero en realidad, Jungkook no se puede ir de este mundo sin haberme oído decirle que lo amo y otras muchas cosas que sé bien es estúpido decírselo ahora que está entre la vida y la muerte y no cuando estaba vivo y nuestra relación estaba bien, pero soy esto, un desastre andante.

Papá y mamá se retiraron, dejándome a solas con mi hermano que aún seguía viéndome desde lejos, no podía descifrar lo que veía en su rostro o porque estaba tan callado.

—Pitufo acércate— estiré mi mano y él se acercó lentamente tomándola y sentándose en donde mamá estuvo anteriormente —¿Qué te sucede?.

—Tuve miedo— susurró —Por un momento creí que te perdía. Estos días han sido los peores de toda mi existencia y ni me imagino los tuyos ahí dentro con esos dos enfermos.

—Eso debe quedar en el pasado— suspiré —Estoy aquí, eso es lo importante.

—Y no me sorprende, siempre has sido la más fuerte de los dos— sonrió.

—No digas eso, tú también eres fuerte.

—Yo no hubiese aguantado ni un día todo lo que ellos te hicieron a ti en casi cinco— reí.

—Oye, yo recuerdo que ese día que me secuestraron tú le ibas a decir a nuestros padres sobre tu relación con Taehyung. ¿Qué pasó?.

Su cara afligida se transformó en una alegre y llena de vida, por lo visto cosas positivas han pasado.

—Se los dije.

—¿Y?— pregunté impaciente.

—Lo aceptaron, además de decirme que ya lo sospechaban, no es como si Tae y yo fuéramos muy discretos al mirarnos— ambos reímos.

—¡Acércate para que te pueda abrazar! ¿No ves que me duele todo?— protesté.

Jimin se agachó para abrazarnos, extrañaba sentir su olor y su cariño y me ponía feliz saber que ya podría ser feliz sin importar nada, ya era hora de que él y Tae pudieran vivir su noviazgo sin tener que esconderse del mundo.

—Me siento orgullosa de ti.

—Y yo de ti— besó mi frente y acarició mi mejilla —Él estará bien.

Sé que se refería a Jungkook

—Tengo miedo de perderlo— mi hermano me miraba con tristeza —¿Qué sería del mundo de la ratita sin el orangután?.