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L E N A
Di dos golpes suaves en la puerta y oí el permiso para entrar del otro lado. El director se encontraba sentado en su silla como siempre, pero hoy lucía un poco...¿abatido? No sé si así lo podía definir, jamás muestra sus estados de ánimo, siempre se mantiene neutro.
Me había mandando a llamar, ¿para qué? Eso todavía no lo sabía.
—Siéntate, Lena— me ofreció la silla frente a él.
—¿Sucede algo malo?.
—No, solo quiero que hablemos de Owen— me quedé en silencio —Mi hijo es raro, de eso seguro ya te has dado cuenta— suspiró —Esta mañana apareció en mi casa, hace unos días tuvimos una fuerte discusión por la cual él había desaparecido y que estuviera ahí me sorprendió mucho— confesó con sinceridad —El punto es que, Owen me pidió que lo acompañará a un centro de rehabilitación, se internó para curar su adicción.
Recuerdo cuando me dijo que podía dejar las drogas cuando quisiera y que para él eran su única salvación, ese día me quedé con muchas dudas, no creí que pudiera ser capaz de soltar esas cosas, pero me alegra saber que tomó el camino correcto.
Sé que parte del caos que es ahora mi vida es por culpa de él, pero aún así no puedo guardarle rencor, a pesar de todo lo malo, Owen era un buen chico con sentimientos nobles, solo que las circunstancias de la vida lo llevaron por el camino incorrecto.
—Pues, me da gusto por él.
—A mí también me pone muy contento ver que quiere cambiar— sonrió —Antes de internarse, me pidió que te diera algo.
Buscó entre los papeles que habían sobre su escritorio y me entregó una carta que portaba mi nombre. Me quedé mirándolo confusa.
—Owen me pidió que te la diera.
—Gracias— murmuré —¿Ya me puedo retirar?.
—Claro que si.
Me levanté y salí de la oficina. Caminé hasta el patio trasero para poder leer la carta con más calma; aún seguía sorprendida de que haya escrito algo para mí, aunque supongo que la pena que sentía por todo lo que ocasionó lo llevó a tomar esa opción.
Hola Lena.
Para cuando tú estés leyendo esta carta, yo ya estaré encerrado entre cuatro paredes, sentado en una ronda con otros drogadictos hablando sobre nuestros problemas y demás cosas aburridas. Tranquila, les contaré sobre ti.
Quiero pedirte perdón por todo lo que hice, juro que mi intención nunca fue separarte de Jungkook, aunque tienes un novio bastante idiota por no confiar en ti.
Pero te quiere, eso no lo dudes.
Lamento lo del beso, pero no lamento haberte confesado que me gustabas, porque si, era cierto. Sé que nos conocimos muy poco, pero el tiempo fue más que suficiente para que te pudiera hacer un espacio en mi corazón.
Lo sé, eso ha sido demasiado cursi.
Pero no te lo dije estando en mis cinco sentidos porque no era muy valiente, así que aproveché todo el alcohol y drogas que tenía en mi sistema para decirte la verdad. Sé que no soy correspondido y tampoco espero serlo, me basto con ver como miras a ese orangután para darme cuenta de que en tu mundo él es el hallazgo más grande y que no hay espacio para nadie más.
Nunca ví tanto amor en dos personas.
Perdona al orangután, es medio tonto y comete muchos errores, no me cae bien tampoco, pero nadie puede poner en duda que ese tarado daría la vida por ti.
No seas necia, se merecen otra oportunidad.
Fuiste la piedra que necesitaba en mi camino para caerme y darme cuenta de que estaba yendo en una dirrección equivocada. Gracias por todo, algún día nos volveremos a ver.
Tu drogadicto favorito...Owen :)
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Solté un largo suspiró, me era casi imposible procesar todo lo que había leído; siempre me he considera una chica poco atractiva, ni siquiera sé que hice para lograr que Jungkook se fijara en mi y ahora Owen, que no mostraba interés por nada.
No sabía si reír o llorar, decía cosas chistosas como era de esperarse tratándose de él, pero luego cuando tocaba el tema de Jungkook, me era difícil poder tragar todo.
¿Jungkook me quería?.
Unos gritos me hicieron dejar de pensar, corrí hacia la parte delantera nuevamente y encontré un barullo ocasionado por muchos alumnos, era un círculo enorme por lo cual suponía que se trataba de una pelea.
Como pude logré escabullirme entre la multitud para ver mejor, Sunye y todos mis otros amigos le gritaban a Jungkook que dejara de golpear a Jayden. Sabía que cuando lo tuviera de frente no se aguantaría las ganas de golpearlo.
Me tomé el atrevimiento de meterme en medio de la pelea y alejar a Jungkook de Jayden antes de que cometiera una locura que lo podía llevar a prisión.
—¡Jungkook basta!— lo jale de la camiseta intentando moverlo pero era como mover solo aire —¡Yoongi, Junhui ayúdenme!.
Los chicos me hicieron caso y entre los tres los separamos, algunos alumnos se encargaban de darle aire a Jayden que se encontraba inconsciente, mientras que Jungkook tenía las manos llenas de sangre, además de la ropa también.
—Mira lo que hiciste— le di un empujón —Esto te va a costar caro, Jungkook.
—¿Y tú crees que me importa?— cuestionó agitado —Ese hijo de perra casi mata a mi hermana.
—¡Pero tú no tenías porque hacer esto!— le gritó Sunye.
—¿¡Qué está pasando aquí!?— vociferó el directo, quedando petrificado ante la escena que veían sus ojos. No había mucho que preguntar, todo estaba más que claro —¡Llamen a una ambulancia ahora mismo!— ordenó, mientras que revisaba a Jayden para ver si todavía respiraba.
Todo había pasado demasiado rápido.
La ambulancia llegó unos minutos después de que fue solicitada, se llevaron a Jayden y los policías a Jungkook. Todo estaba fuera de control.
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