L E N A

Ya estaba harta de estar oyendo los consejos de las personas a mi alrededor, de encender la televisión y lo primero que ven mis ojos son a Jungkook con esa chica. ¿Él no me daría la cara? Pues bien, yo si se la daría.

Aunque mi orgullo me decía que era mala idea y que debía esperar a que él se diera cuenta del error que cometió, yo no podía dejar las cosas como si no hubiera pasado nada y menos que él tuviera una mala imagen de mí. Si nuestra relación iba a tener un punto final, pues lo pondríamos mirándonos a los ojos.

Es estúpido, lo sé, él ya tiene una nueva novia, lo ha hecho público, pero aún así necesito que hablemos de muchas cosas.

Estaba parada frente a su puerta, dudaba en si golpear, en si darme la vuelta y salir corriendo como un animalito miedoso, pero yo no era así, Lena Park no se escapa de los problemas, los enfrenta dándoles la cara y con la cabeza en alto.

Toqué el timbre, lo hice. Esperé unos segundos, aunque el recibimiento no era el que yo esperaba, la pelos de zanahoria como la había bautizado Hoshi fue quien me abrió la puerta, pero lo que más me jodió no fue eso, sino que traía puesta una camiseta de él.

—¿Qué buscas?— me miró de arriba abajo. Por lo visto no le habían hablado de mí.

—Busco a Jungkook— simplifique.

—Lo siento, pero él no dará ninguna entrevista. ¡Adiós!— quiso cerrar la puerta, pero pude detenerla. Ella volvió a abrirla con algo de confusión.

—No trabajo para ningún medio— aclaré.

—¿Ashley, con quién hablas?.

Y ahí estaba él, sin nada que tapara su torso desnudo, antes hubiera caído muerta al suelo por solo ver aquella imagen, pero en estos momentos solo quería vomitar. Traté de fingir que verlos en esas fachas no me afectaba en lo más mínimo, pero ¿cómo se finge que algo no te está matando por dentro?.

—Pero miren a quien tenemos aquí, la brillante Lena Park— pronunció con sarcasmo.

—Osea— la pelos de zanahoria me miraba boquiabierta —¿Ella es tu ex?.

—¿Mi ex?— Jungkook arqueó una ceja —¿Qué te hace pensar que vale tanto?.

Auch, auch y triple auch.

—Cierto— Ashley asiente y vuelve a mirarme —Chicas como ella solo sirven para...— fingió estar pensando —nada, no sirven para nada, son tan insignificantes.

—Vine a hablar contigo— lo miré a él con total seriedad.

¿Por qué no le cerraste la boca a esa tipa? ¿¡Quién eres y que hiciste con Lena Park!?.

—Princesa, sube a la habitación— ella no dudo en obedecer. Verla besarlo fue lo más repugnante que he visto en mi vida. Una vez que desapareció, me dejó ingresar.

Todo el lugar estaba totalmente revuelto, no es como yo lo recordaba. La mesa que estaba en medio de los sofás estaba repleta de botellas de diferentes tipos de alcohol, más bolsas de comidas chatarras, ni siquiera quiero pensar en cómo están las demás partes de la casa. ¿Cómo Sunye soporta esto?.

—¿Qué viniste a buscar?— preguntó tosco.

—Hablar contigo, aclarar las cosas.

—¿Aclarar qué?— rió —Tú y yo ya no somos nada. ¿Cómo te lo tengo que explicar?.

—Este no es el Jungkook que yo conocí— apreté mis labios. Sentía ganas de llorar.

—Lena, lárgate por donde viniste, ya no me interesa nada de lo que tenga que ver contigo— suspiró —¿Todavía recuerdas lo que tuvimos? Porque yo sinceramente no, quizá porque no fue nada interesante para mí o porque Ashley es tan buena en la cama que me hizo olvidar todo.

Quiero o mejor dicho necesito que deje de hablar o me pondré a llorar en menos de un segundo.

—Yo no besé a Owen, él me besó a mí, yo no quería— le expliqué, obviando sus duras palabras.

—¿En serio piensas que voy a creerte?— se acercó, quedando a muy poca distancia de mí —Yo se lo que ví.

—Te lo dije ese día y te lo vuelvo a repetir, viste mal— enfaticé —A mí jamás me ha importado Owen, ni ningún otro hombre. ¿Por qué nunca has podido confiar en mí?.

Sus ojos eran inexpresivos, no mostraban nada, no brillaban, estaban vacíos, como él.

—Ya no me importa nada de eso— se encogió de hombros —Desde que no estoy contigo, me siento...libre. Con Ashley descubrí lo que es sentirse verdaderamente vivo.

—¿Entonces nunca me amaste?— lo miré directo a los ojos.

—Lena, siempre te ví como un desafío. Tú eras la única chica de la secundaria que no podía tener en mi cama, debía inventar una forma para lograrlo— sonrió de lado. Mi pecho se oprimía más y más —Fuiste cosa de un momento y como dijo Ashley, chicas como tú no sirven para nada, aunque tú me serviste para unos buenos ratos en la cama.

No podía seguir escuchando sus palabras, me dolían, me quemaban como nunca nada había podido. Tenía una mezcla de emociones que impulsaron a mi mano para romperle la cara, le di una cachetada o mejor dicho dos.

—Eres un maldito cerdo asqueroso— apreté mis puños —Te detesto con todo mi ser, Jeon Jungkook y maldigo el maldito día en que decidí entregarte mi corazón, porque aunque no me hayas creído nunca ¡yo si te amo! Y detesto aún tener ese estúpido sentimiento dentro mío. Cambié, hice mil intentos de ser una mejor novia ¿¡y todo para qué!? Para que me lastimes de esta manera diciéndome que no me amas, para que me humilles de la peor forma— tomé un poco de aire, sentía que me ahogaba —Te conté de mis miedos, te llevé a la tumba de mi abuelo, fui a buscarte hasta otra ciudad, te ayude con tu sueño, te abrí la puerta de mi casa, ¡te fui fiel por un puto año! Y tú solo me has pagado con desconfianza y una puñalada que jamás voy a olvidar— las lágrimas comenzaron a salir —Recuerda este día Jungkook, este día mataste todo lo que habíamos creado, pero sobre todo...me mataste a mí y al amor que te tenía.

Él no respondió nada y tampoco quería seguir oyendo nada de lo que salía de su putrefacta boca. Me sentía decepcionada, traicionada de la peor forma que existiera.

Sabía que el amor podía romperte, pero nunca pensé que fuera tan fuerte.

Corrí al ascensor y al entrar me tiré al suelo, escondí mi rostro entre mis piernas y brazos, lloré, solté todo lo que tenía acumulado, me desborde como el día en que no volví a ver a mi abuelo. De nuevo me sentía vacía, sin encontrarle el sentido a las cosas.

Tenía miedo a ser lastimada y al final, me lastimaron, me rompieron a tal punto que me perdí a mi misma.