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❪𝗢𝟯❫ ; 𝘁𝗵𝗲 𝗯𝗼𝘆 𝘄𝗶𝘁𝗵 𝘁𝗵𝗲 𝘀𝗺𝗶𝗹𝗲.

❪ARC ONE; HUMAN❫
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CAPÍTULO TRES;
EL CHICO DE LA SONRISA
❛compañeros o algo así❜

Si no cumplen la meta, ¡no se actualiza hasta que sea cumplida!❌
Y si, hablo por ustedes, lectores fantasmas. Dejen su voto y así sea un comentario para que tengan capitulo nuevo.🐣

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©Shanxlabyx
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«QUE LINDO GATITO. YO TAMBIÉN QUIERO TOCAR a ese lindo gatito. ¿Me dejas tocarlo?» —las cejas de Kazumi se fruncieron al escuchar la voz de la bruja, haciendo que se detuviera.

El ambiente se sentía de manera algo fresca, se veía un poco nublado a comparación de otros días. Podía darse de cuenta que el ambiente era húmedo, indicando que iba a llover en cualquier momento, o quizás en la noche, o de esos extraños días que parecía que iba a caerse el cielo pero no sucedía tal cosa. Odiaba los días así, porque lo único que llegaba a pasar era que todo era inundado por un calor abrazador, y el calor era una de las cosas que más odiaba.

Continuó acariciando detrás de la oreja de aquel viejo gato gris que estaba por aquellos lados del edificio, el cual ronroneaba ante el simple y al mismo tiempo dulce tacto que ella le estaba brindando, haciéndola suavizar la mirada un poco por ver su simple y vaga expresión de satisfacción. Ver aquellos gestos lograban ablandar un corazón y hacerla sentir una felicidad instalarse en su estómago, una sensación realmente agradable y que disfrutaba.

«No seas malaaa. ¡También quiero tocar al gato!»

Y ahí estaba lo que lo arruinaba.

Bufó y sólamente continuó con lo suyo, observando como aquel felino se estiraba y dejaba salir un maullido, para recostarse y quedar boca arriba, indicándole con facilidad dónde quería recibir mimos. Su expresión se suavizó de manera lenta y casi quiso sonreir por verlo tan manso. Todos los gatos lo eran, incluso cuando había un punto en donde no le agradaban del todo. Supo sobrellevar esa atención felina y le terminó gustando. Después de todo, eran simples animales.

Le gustaba. Era bastante relajante...

—No sabía que habían tantos gatos acá.

Rápidamente Kazumi se alzó y miró con un poco de apremio hacia la persona que le habló, casi haciendo gesto de sacar sus armas. El pelirosáceo alzó casi de inmediato sus manos en son de paz al ver como ella estaba más que dispuesta a atacarlo. Sus orbes rojizos se encontraron una vez más con los ojos cafés de aquel chico que hace sólo un día habia conocido, de una manera bastante peculiar y para cualquiera dramática.

—¡Espera, soy yo! —soltó con él con ciertos nervios. Kazumi lentamente relajó su expresión, mirándolo de arriba hacia abajo—. Juro que esta vez no dejé que me controle Sukuna o algo... Bueno, si acabé de comerme otro dedo, ¡pero soy yo!

Fukui se quedó mirándolo de manera un poco confundida y casi incrédula, procesando sus palabras con lentitud las palabras «acabé de comerme el dedo de Sukuna». Casi de inmediato volvió a colocarse alerta, exaltando aún más a Yūji quien volvió a alzar sus manos dando a entender que no quería problemas.

—¡Estoy limpio, no me mates!

—¿Estás seguro que es buena idea que esten hablando? —un poco apartado de ellos, Megumi estaba de brazos cruzados y una expresión aburrida. A su lado estaba su maestro y tutor asomado de manera ligera por una pared, viéndose claramente como si los estuviera espiando. Por qué ese era el caso; los estaba espiando.

—Deja tu sobreprotección. Y sip, estoy seguro además de que es necesario. —Gōjo estaba ligeramente inclinado en una de las paredes, atento a la escena de ambos adolescentes—. Hay que estar constantemente observando como reacciona ella conforme él coma los dedos de Sukuna.

—Ayer no pasó nada, ¿por que pasaría ahora? 

—El Rey de las Maldiciones no es para nada confiable, y no olvidemos que la Bruja de Hingabana es impredecible. —fue lo que añadió quien era considerado el más fuerte del mundo de la hechicería—. Puede que cada quien sepa como controlar su propia maldición, pero hay que observar y asegurar como reaccionan a la presencia del otro.

Megumi frunció el ceño unos momentos, sintiendo una pequeña amargura instalarse por todo su cuerpo por pensar en cualquier posibilidad que pudiera suceder entre la reacción de la presencia del Rey de las Maldiciones y la Bruja de Hingabana juntos. Con sólo pensarlo le entró un pequeño escalofrío. Incluso, sintiendo aquella parte un poco paranoica de él, sucumbió y se asomó un poco por el costado de Satoru quien tenía una sonrisa boba mientras observaba la postura aún alerta de Kazumi y como Itadori parecía hablarle una y otra vez para que se relajara.

—Sabes muy bien que en cualquiera oportunidad sólo hará que los poderes de la bruja despierten por completo. —Fushiguro asentuó un poco más su ceño por lo que escuchaba, tensando su cuerpo conforme los segundos pasaban—. Y si Kazumi tiene un descontrol por la presencia de Sukuna. Bueno, ya sabes que le va a pasar.

Mierda, tenía eso más que en claro.

Puede que de alguna manera «no era su asunto» lo que fuera a sucederle a Kazumi. Ella estaba cargando con su propia maldición, con la enorme sentencia de que en cualquier momento iba a ser ejecutada; pero, a comparación del trato de Itadori Yūji, que sería ejecutado apenas tuviera todos los dedos de Sukuna, ella tenía el riesgo que en el pequeño desbalance con la bruja sería ejecutada de inmediato. Eso se lo dejaron en claro apenas tuvo la suficiente madurez para entender que ella podría morir en cualquier momento.

Sus puños se apretaron en aquel cruce de brazos, sintiendo como incluso una pequeña inseguridad comenzaba a surgir en su cuerpo.

—Por eso vuelvo a decir... —masculló entre dientes, con sus ojos entrecerrados y su mirada fija en la alta figura de Kazumi—. ¿Por qué tienen que convivir tan pronto?

Satoru metió las manos en sus bolsillos, manteniendo sus labios alzados con ligereza sin mostrar sus dientes, sólo dejando ver una ligera sonrisa de costado. Dejó su espalda pegarse contra la pared detrás de él, en donde continuaba más que atento a cualquier movimiento o reacción en la energía maldita de ambos, sobre todo en la de Kazumi. Sus ojos debajo de las vendas se entrecerraron, dejando salir un pequeño suspiro.

—Si no es ahora, Megumi, no es nunca.

Una vez más se enfocó completamente en la bruja y el ahora contenedor, quien parecía decirle una y mil cosas respecto a que estaba limpio -en teoría- y que no había necesidad de buscar asesinarlo, como justo ella había acabado de hacer, y de alguna manera aún tenía intención de hacerlo. Fukui continuaba con sus ojos completamente fijos de él, relajando poco a poco su cuerpo para no estar tan a la defensiva luego de analizarlo por varios segundos y darse de cuenta que no había alguna señal de que se fuera a descontrolar.

—Fue una manera loca como nos conocimos y creo que ninguno estaba en sus cabales. —dijo el de hebras rosáceas, relajándose al ver cómo ella ya no parecía con intenciones de matarlo. Luego sonrió de manera resplandeciente, haciendo una reverencia hacia ella—. ¡Soy Itadori Yūji, un gusto conocerte!

Kazumi se quedó en silencio mientras veía la robusta postura de Yūji inclinada ante ella, quien de igual manera se quedó callado mirando las botas estáticas en frente de él, teniendo que parpadear un par de veces al no darse de cuenta de ningún gesto físico. Alzó su cabeza poco a poco y casi de inmediato se encontró con los penetrantes ojos rojizos de Fukui Kazumi, no evitando estremecerse y sentir como cada parte de su cuerpo tuviera un temblor bastante extraño, no estando muy seguro si era por la misma presencia o la misma mirada en sus ojos.

Ambos se miraron fijamente por unos largos, largos... largos segundos el único con el otro. Yūji volvió a sentir aquel escalofrío recorrer por todo su cuerpo con sólo concentrarse en aquellas pupilas rojizas, sólo pensando en las chicas de los mangas o animes que veía con aquella característica tan peculiar. Claro, desde el primer momento que la observó se le hizo más que extraña, extravagante, casi irreal una chica como ella. Tragó un poco de saliva al sentir un pequeño revoltijo en todo su estómago, agregando que tenía algo parecido a un nudo en su garganta por los mismos nervios. Incluso le cosquilleaba la cara.

—Bueno... —balbuceó sintiéndose tímido de repente, sobre todo porque ella no había dicho ni una palabra—. Pues yo...

Pero antes de seguir diciendo algo, al momento que alzó sus labios en una sonrisa, sintió como el cosquilleo se hizo aún más intenso, y de un momento a otro, en su pómulo, su piel se abrió de manera repentina, dejando ver un brillo rojizo resplandecer. Ambos colocaron su atención allí, Kazumi un poco sobresaltada y Yūji algo sorprendido; un tercer ojo apareció en su rostro, en donde ahora poseía aquellas marcas, aunque claramente era diferente. Eran unos despiadados ojos rojos.

Kazumi alzó sus cejas apenas hizo contacto visual con aquel globo ocultar cuando miró rápidamente a su dirección; era uno de los ojos de Sukuna.

—¡Ah, rayos! —se quejó el de cabello rosácea con una de sus manos alzadas de manera nerviosa—. ¡Otra vez él! Mierda, en serio es una molestia... ¡Pero no me mates! ¡Lo trataré de controlar! —agitó aquella extremidad de un lado a otro mientras cubría el ojo de Sukuna con la otra. Casi de inmediato en su pómulo volvió a abrirse unos párpados, con su atención fija en la más alta enfrente de él.

Kazumi entreabrió ligeramente sus labios apenas observó uno de los ojos de Sukuna, mirándola de manera fija. Se sintió sin palabras por completo, aunque de por sí no quisiera hablar y no lo hiciera de costumbre, aquella escena era un poco irreal, ni siquiera en sus condenados años de vida había pasado por eso. En realidad cada pequeña herida que se provocaba por culpa de la bruja sanaba sorprendentemente rápido. Aunque en si no esperó que Ryōmen Sukuna pudiera hacer esa cosa en específico.

Sintió un pequeño escalofrío por toda su espina dorsal pensando en si la bruja sería incluso capaz de hacer tal cosa. Frunció su entrecejo mientras escuchaba su voz volver a insistir una y otra vez que la dejara tener un poco del control del cuerpo, llevando una de sus manos a su frente al mismo tiempo que Yūji trataba de desaparecer la presencia de Sukuna de su cuerpo, que sea donde sea dejaba ver alguno de sus ojos completamente fijo en la alta figura de la muchacha enfrente de él.

Tuvo que bufar con cierta molestia por sentirse abrumada, manteniendo su mirada agachada mientras trataba de tranquilizarse con todo lo que estaba sucediendo. Aunque, un golpe resonó, haciéndola sobresaltarse y viendo como Yūji ahora se sobaba la mejilla con una mueca de dolor. Lo miró un poco perturbada.

—Ah, al fin. —suspiró mientras pestañeaba un par de veces, fijándose que ya no estuviera aquel ojo—. Lo siento, es que ese tal Sukuna no deja de hablarme. A veces hace eso de la nada, incluso sale una boca. Es raro que no lo hiciera ahora. —decía aún dándose un par de golpecitos en la cabeza. Kazumi lo miró un poco confundida—. Es molesto, ¿sabes? Habla y habla sin parar, pero supongo que tengo que acostumbrarme.

Kazumi continuó mirándolo por unos largos segundos, tratando de procesar lo que había acabado de suceder enfrente de sus ojos. Apretó un poco su entrecejo mientras veía como el ahora contenedor de Ryōmen Sukuna estaba sobándose el rostro en donde él mismo se había golpeado. Bueno, no lo culpaba, ella también ha tenido que hacer ese tipo de cosas.

—No hablas mucho, ¿cierto? —dijo, sacándola de sus pensamientos. Una vez más tenía una sonrisa en sus labios—. O tal vez no eres de por aquí... Mmm... —miró con cierta atención las facciones de su rostro. Miró su propia mano unos segundos y la extendió hacia ella—. Así también podemos saludarnos.

La bruja de hingabana lo miró con algo de sorpresa al comienzo, alzando sus cejas notablemente. Agachó la mirada y observó su palma extendida hacia la de ella, que, como se esperó, se veía bastante grande y quizás incluso más que la de ella, comprobando eso cuando poco a poco alzó su mano hacia la de él, dudando un poco, en donde sus dedos se rozaron por unos segundos, pero al apenas tener ese mínimo tacto, sintiendo un fuerte corrientazo en todo su cuerpo que la sobresaltó. Tanto Kazumi como Yūji apartaron la mano con rapidez al haber sentido lo mismo.

Incluso le quedó cosquilleando bastante la mano, como si su sangre bombeara de repente y con rapidez.

—¡Ohhh! —exclamó Itadori sorprendido, agitando un poco su mano. Por alguna razón que ella no entendió se rio—. Vaya, ¡es la primera vez que me pasa! He escuchado eso de gente que de repente siente un corrientazo al tocar algo por la estática o algo así, aunque eres una persona... ¡Hace cosquillas! —volvió a reírse—. A no ser que haya sido yo... Lo siento, Fukui-senpai, si fue así. Tal vez me sudan mucho las manos...

La chica se quedó un momento en completo silencio -bueno, más bien se quedó procesando un largo rato- mientras lo miraba de manera fija. Yūji poco a poco dejó de reírse y verla con una expresión un poco expectante, incluso llegó a mostrar cierta timidez y a su vez nervios al ver cómo no le quitaba la mirada de encima, incluso de manera penetrante. Apretó sus labios, sintiendo otra vez sus manos estremecerse un poco.

—Eh, yo... —se sentía nervioso. De por sí su mirada lo colocaba de los nervios—. Lamento si te incómodo o algo. —agachó la mirada con una mano en su nunca, escuchando un ligero movimiento venir de ella—. Puedo ser un tonto y así, pero es para tratar de romper el hielo, haha... —otra vez silencio. Se cohibió—. Tranquila, ya me- —y de repente lo calló cuando algo fue estirado en toda su cara.

Yūji se quedó tieso por algunos segundos mientras veía la pequeña libreta que la chica estaba mostrándole, teniendo que parpadear un par de veces para poder enfocarse por completo. La miró, conectando sus ojos nuevamente con los orbes rojizos de ella que parecía aún mirarlos fijamente; parpadeó un par de veces y agachó ls mirada hacia la libreta que ella había extendido hacia él, fijándose en las palabras que estaban escritas en la hoja.

«No me digas Senpai. Probablemente ambos tengamos la misma edad»

Yūji pestañeó varias veces por lo que había anotado en la libreta, alzando la mirada un poco sorprendido por la manera en la que se comunicó. Se enderezó un poco, sintiendo de alguna manera que podría estar más tranquilo cuando buscó la manera en contestarle. Se quedó mirándola por unos segundos, casi como si buscará corroborar que realmente fueran de la misma edad. Y ahora que la detallaba, no se veía más grande que él, bueno, físicamente si, más que nada en el sentido de que era más alta que él, teniendo que alzar su cabeza para poder verla directamente al rostro, aunque tampoco es que le sacara una cabeza de altura.

Se enderezó mejor como si comprobará ese hecho, y era así, le ganaba como por unos 5 centímetros, pero era la primera vez que veía a una mujer más alta que él. Ante de poder decir algo, ella volvió a anotar algo rápido en la libreta y se lo mostró: «dieciséis años» fue lo que estaba anotado en la hoja, haciéndolo elevar su rostro sorprendido.

—¿¡En serio!? —respondió exageradamente, abriendo sus ojos de par en par—. ¡Pensé que si eras mayor! Ya que te ves, pues... —Kazumi alzó una de sus cejas, para luego elevar su mano sobre su cabeza, dando a entender lo que él quiso decir. Eso lo hizo reír un poco—. Sip, te ves bastante alta. Eres más alta que yo y de por sí soy grande. —Yūji se quedó mirando como ella volvía a anotar algo.

«Sólo me desarrollé demasiado rápido. Pero tengo tu misma edad, no hay necesidad de decirme senpai» giró nuevamente la libreta hacia él, haciéndolo sentir con firmeza, casi como un militar. De alguna manera se pudo sentir un poco más emocionado y al mismo tiempo tranquilo que ella estuviera contestándole. Sintió curiosidad respecto al hecho de que no le hablaba de manera directa, incluso replanteándose si en serio era alguien tímida o de plano no podía hablar.

Ambos una vez más se quedaron completamente en silencio, en un silencio ni cómodo o incómodo, era casi neutral. Kazumi miraba de manera fija la figura de Yūji enfrente de ella que se movía un poco ansioso, hasta toser un poco y señalar la banca en donde ella estaba sentada anteriormente.

—¿Puedo...? —es lo que preguntó haciéndola parpadear un poco y observar donde él observaba. Se sentó de igual manera y sólo miró al chico como si le dijera que se sentara, cosa que rápidamente hizo—. Entonces... —volvió a hablar, en donde Kazumi comenzó a acariciar un gato que se subió a su regazo—. ¿Tú y Fushiguro son buenos amigos?

Se quedó pensando un poco sus palabras, dejando su mano estática sobre el lomo del gato que estaba buscando mimos, en donde curiosamente había un par más restregándose contra sus piernas. Yūji no evitó prestar atención como esos tres gatitos parecían más que encantados con ella, haciéndolo sonreír un poco curioso, pero, antes de señalarlo, observó como a un costado suyo ella volvía a mostrar la libreta.

«Técnicamente somos como hermanos. Crecimos juntos desde niños».

—Ah, entonces la chica que me mostró si debe ser su novia... —murmuró recordando cuando se vieron por primera vez y él le había girado el teléfono, mostrando el perfil de una muchacha. Kazumi frunció el ceño, mostrándose confundida—. ¡Oh! Pues, no sé si la conoces. La ví en un instante, era muy bonita; tenía cabello blanco y ojos claros... Me la mostró sin querer cuando quiso mostrarme como era el dedo de Sukuna.

Se quedó pensando por varios segundos de quién podría tratarse, entrecerrando sus ojos cuando se le vino alguien a la mente, pero antes de poder continuar teorizando cuál novia sería si, hasta donde sabía, Megumi no tenía ninguna novia, escuchó el pequeño balbuceo de Yūji nuevamente. Giró su cabeza de costado para ver porque salía aquel pequeño sonido de él, observando como estaba mirando hacia enfrente un poco rígido, aunque no supo descifrar si era por incomodidad.

—Y... Tú... —murmuró el más bajo entre ambos, estirando sus piernas y sólo apoyando los talones en el suelo, moviendo sus pies un poco—. Tú también vas para la academia esa, ¿verdad? Claro, Fushiguro me había dicho que eran compañeros y tienen un uniforme similar.

Con simpleza asintió, no teniendo demasiado obligatorio el escribirle un simple si a esa pregunta con una pequeña respuesta. Aunque, algo de alguna manera terminó por llamarle la atención y que se quedara con una expresión un poco plana, tomando otra vez la pequeña libreta que siempre tenía encima. El de cabello rosáceo observó eso de reojo y casi se inclinó queriendo ver qué era lo que tanto escribía, aunque ella ya había girado hacia las hojas antes de preguntar.

«¿Por qué te importa si voy a ir o no? Ni siquiera me conoces o sabes de mi fuera de que estudio con Megumi».

—Oh... —murmuró él un poco pensativo por su pregunta, se queda mirando hacia la nada por unos segundos, haciendo vibrar su garganta—. No lo sé. Creo que algo me dice que seamos amigos o que seremos buenos amigos.

Kazumi hace el pequeño atisbo de alzar sus cejas con sorpresa, pero procede a fruncir el ceño un poco, sintiéndose extraña por sus palabras. Rápidamente busca escribir en su libreta, aunque esta vez el chico se asoma y lee kanji por kanji lo que había acabado de escribir, no habiendo necesidad que ella la girara.

«No vas a tener una conversación normal conmigo. ¿Para que quieres ser mi amigo?» Kazumi volteó a mirarlo casi al instante que Yūji se enderezó, ahora si sintiéndose bastante intimidado por esas palabras en concreto y provocando que se colocara rígido. Ella no hacía más que mirarlo, notando como desviaba la miraba y ahora se quedaba callado.

Eso, espántalo, idiota.

—Pues estamos conversando, ¿no? —pero, para su sorpresa, habló—. Si hay una manera en que nos comuniquemos y charlemos de cualquier cosa, para mí es una conversación. —responde con un tono de voz algo bajo, volteándola a mirar nuevamente—. Un poco fuera de lo usual, pero si podemos hablar juntos, sigue siendo una conversación.

Oh...

Kazumi lo miro por varios segundos algo estupefacta y desvió la mirada sintiéndose repentinamente nerviosa por la atención que tenía sobre su persona. Por supuesto que desde un inicio la había tenido desde el momento que él comenzó a preguntarle cosas, y eso lo tenía en claro, quizás era ingenua pero no estúpida, pero el hecho de que expresara abiertamente que quería buscar una amistad con ella -cosa que aún se le hacía bastante extraño- le alteraba todo el cuerpo, provocándole un pequeño cosquilleo en su abdomen. Pensó que iba a vomitar.

Yūji se abstuvo a mirar el ahora perfil tenso de la más alta, haciéndolo colocar una expresión un poco curiosa. Se rascó un par de veces la mejilla un poco inquieto y sonrió, volviendo a colocar su atención en ella.

—Así que seremos compañeros, ¿no? —dijo con una expresión afable—. Supongo que debemos llevarnos bien, por mi no hay problema. Sería un gusto incluso llegar a ser amigos. —esta vez Kazumi volteó a mirarlo con sus enormes y brillantes ojos rojizos, observando como volvía a extender su mano hacia ella—. ¿Compañeros?

Kazumi se quedó mirando una vez más la palma que estaba extendida hacia su dirección, con sus cejas ligeramente alzadas y sus labios algo abiertos. Otra vez, esa pequeña sensación extenderse por todo su cuerpo. Era algo que no llegó a sentir antes, porque realmente no había logrado experimentar el gusto propio de una persona hacia ella en donde incluso exprese por si mismo que quería iniciar una amistad con ella. Hasta ese punto sólo Megumi era quien era lo más cercano a un amigo, aunque, como le dijo a Yūji, era lo más parecido que podría tener de un hermano.

No supo que más expresado, sintiéndose nerviosa y algo ansiosa, incluso teniendo un pequeño impulso de irse corriendo. Pero, algo la jalaba a aceptar su propia petición de ser amigos, bueno, más bien compañeros, porque de alguna manera él había entendido su cierta inconformidad. Pestañeó un par de veces y miró su rostro, encontrándose con sus ojos cafés verla con una sonrisa.

«Hazlo». —escuchó la voz de la bruja decirlo en un tono bajo, incluso susurrado, similar a los constantes susurros que siempre tenía en su cabeza. Por un momento, casi queriendo seguirle la contraria dudó en darle la mano una vez, pero poco a poco su mano se estiró.

Sintió una vez más el mismo cosquilleo en sus dedos cuando hizo un pequeño apretón con Itadori Yūji, quien casi de inmediato ensanchó un poco más su sonrisa y se mostró casi entusiasmado, un entusiasmo que hasta ese punto ella no podía entender del todo bien, viéndolo un poco confundida pero al mismo tiempo expectante de cada reacción facial que él expresaba.

—¡Compañeros entonces! —exclamó sonriente, haciéndola asentir a sus palabras. Que extraña aunque reconfortante situación.

Le gustaba.

SOLTÓ UN ENORME BOSTEZO MIENTRAS FROTABA UNO de sus ojos. Se quedó mirando a la nada por unos segundos, tratando de hacer que su sistema comenzara a trabajar como siempre, casi como una vieja computadora encenderse con lentitud. Pestañeó un par de veces y separó sus labios un poco para volverlos a juntar.

Tenía sed. Tenía los labios resecos.

Escuchó cierta cantidad de maullidos a su alrededor haciéndola mirar poco a poco a aquella dirección, aún un poco desconcertada al no estar al cien por ciento. Frotó una vez más sus ojos con sus manos a la par que se estiraba tratando de quitarse la aspereza en todo su cuerpo; aquella siesta le había dado un poco más de energia, sobre todo luego del pequeño tratamiento que había recibido por las heridas que recibió.

Era un poco extraño la manera en la que podían sanar sus heridas. Hasta ahora, las heridas que se hacía a si misma se curaban gracias a la bruja de hingabana, pero heridas ajenas hechas por alguien más si tardaban en sanar. Era algo demasiado extraño, incluso para ella, pero hasta ese punto estaba acostumbrada. Observó en silencio su propia palma en donde no había rastro alguno, haciéndola bufar, aunque su atención fue hacia donde su telefono había comenzado a vibrar un par de veces. Así que llevó su mano hacia este y lo alzó, observando de que habia sido la notificación, un mensaje.

Papá Satoru
«Ya vamos en camino :p»

Frunció un poco el ceño preguntándose de que rayos estaba hablando, incluso disoció un par de segundos más en la pantalla de su teléfono tratando de comprender lo que le había acabado de decir. Entrecerró sus ojos hasta el punto de parecer más cerrados que abiertos, volviendo a resoplar con cierto sueño en su sistema.

Se levantó acomodando el suéter que tenía puesto, en donde una de sus mangas cayó sobre su hombro, algo que a duras penas notó al estar arrastrando sus pies en el cielo, rodeando a los felinos que llegaban a deslizarse alrededor de sus tobillos. Rascó un poco su cabeza en donde su cabello oscuro caía como cascada sobre su espalda y llegaba a agitarse conforme caminaba, escuchándose a duras penas los ligeros golpes de sus pies contra la madera del suelo.

Se sentía como si hubiera comenzado un nuevo día, lastimosamente era el mismo día y sólo era una larga siesta.

No tardó en ir a la cocina de aquellos establecimientos de la academia en donde dormían los estudiantes, dónde hasta ahora sólo se encontraba ella y Megumi, agregando a una persona que iba a ingresar pero no había llegado y también la posibilidad de que Itadori Yūji  lo haga. Ya estaba regresándose con un cajón de jugo con su mirada en el techo cuando comenzó a pensar un poco en él y de que obligatoriamente iba a ser parte, a no ser que quisiera ser ejecutado en ese mismo instante.

A veces sólo quería que su propia ejecución se adelantara...

«No digas eso». —la voz de la bruja la hizo fruncir el entrecejo, sorbiendo de la pajilla de su jugo de manzana—. «Esos pensamientos son muy deprimentes».

La expresión de Kazumi se mostró un poco desconcertada mientras miraba a un costado de arriba suyo unos segundos, teniendo sus labios suspendidos de su jugo. Escuchar ese tipo de palabras siempre la desconcertaba de sobre manera, que aunque quisiera ignorar, era algo a lo que estaba acostumbrado desde que era niña y estaba tachada como una loca que hablaba sola, aunque quisiera que haya sido el caso.

Así era su vida de todas formas.

—¡Fukui-senpai!

Su rostro volvió a su posición normal cuando escuchó esa voz en particular, pestañeando un poco cuando vio dos figuras salir una por una de una habitación: se fijó en la figura de aquel chico con quién estaba compartiendo inevitablemente el mismo destino. Observó una vez más su rostro sonriente, algo a lo que aún no estaba acostumbrada a pesar de sólo haberlo visto en dos ocasiones.

Itadori Yūji.

Apenas estuvo enfrente de él, no hizo más que quedarse mirándolo de manera fija, haciéndolo colocarlo igual de rígido que había visto que lo hacía. Obviamente el chico siempre se iba a inquietar con la mirada rojiza de la chica más alta, aunque parpadeando un par de veces alzó sus cejas.

—Ah, es cierto que no debo llamarte senpai. —dijo el pelirrosáceo de manera un poco tonta, volviendo a mostrar una animada sonrisa hacia la cara inexpresiva de la más alta—. Fukui, es un gusto verte otra vez. —esta vez suavizó su mirada, agitando su mano.

—¡Oh, Ruby-chan! —Satoru sacó una de las manos de su bolsillo y la alzó, mostrándose igual de sonriente.

—¿Ruby? —repitió el más bajo, mirando al de la venda y luego a la de orbes rojizos interesado—. ¿Ese es tu nombre?

—Ya debes saber que esos tremendos ojos que se cargan son como dos rubíes. —Satoru se acerca de manera calmada a la única chica presente—. Pero su nombre es Kazumi, Fukui Kazumi. ¿Verdad que es igual de bonita que su nombre? —dice casi de emocionado mientras apoyaba sus manos en sus hombros y juntaba su mejilla con la de ella. Kazumi no se inmutó.

—Kazumi... —murmuró mientras veía fijamente su rostro apacible, delineando una vez más sus facciones tan suaves y pacíficas. Luego observó la figura de Satoru detrás de ella casi abrazándola, luego volvió a mirarla y así sucesivamente. Quiso morderse la lengua pero no sé aguantó—. Eh, disculpe que lo pregunté. Soy chismoso. —sonrie un poco curioso y a su vez inquieto por ver la gran cercanía de Gōjo hacia ella, sobre todo como esta se dejaba—. Vas a ser nuestro profesor o algo así, ¿no? ¿Ella también será mi compañera?

—Ohhh. Gran pregunta. —Kazumi apenas pudo reaccionar cuando la tomó y comenzó a hacerla bailar con él, dando vueltas a su alrededor—. Esperaba para decírtelo más adelante, pero es la ocasión especial~. —canturreó mientras hacía girar a la más alta en su lugar, para volver a pegar su mejilla con la de ella—. Si, seré su profesor. Pero esta bella señorita de aquí con rostro de querer morir o que todos mueran, tiene la gran fortuna de ser mi futura esposa.

—¿¡EH!?

—Ustedes si que hacen demasiado escándalo. —la voz de Megumi fue la siguiente de hacerse presente, en donde abría la puerta de su habitación y sobaba su nuca—. ¿Estás al lado?

—¡Oh, Fushiguro! —exclamó el pelirosáceo aún algo alterado por lo que había acabado de escuchar, mirando a los más altos y luego a él—. ¡Ahora si te ves como nuevo! —otra vez mira a Satoru abrazando a Kazumi, con sus ojos bien abiertos.

—Eres idiota por tan siquiera creer lo que sale de su boca. —bufa mientras se cruzaba de brazos, Yūji una vez más se quedó procesando.

¡Haha! Que malo, Megumi. —Satoru estaba que se deshacía de risas, haciendo que una vez más el nuevo lo mirara. Continuaba con Kazumi a un lado, que parecía ni inmutarse de todo—. Sólo bromeaba. Debiste ver tu cara. Yo soy lo más cercano de un papá, al papá número uno. Sé que estoy loco, pero tampoco a esa magnitud, tampoco estoy enfermo.

—Lo más... cercano a un... ¡Ahhh! —el recipiente de Sukuna exclamó de manera comprensiva al entender a lo que se refería, sintiendo que le volvía el alma al cuerpo, incluso expresando eso mismo de manera fisica. Kazumi no hizo más que mirar su dramatismo.

—¡Si, el número uno! ¿Cierto? —mira a Kazumi quien asintió un par de veces, así que voltea hacia donde estaba Megumi observando con cansancio la escena—. ¿Cierto?

—No.

—Que malo.

—Tenemos varios cuartos, ¿no? —ignorando lo que el albino decía, Megumi vuelve a hablar con cierta molestia en donde vio como el mayor se acercaba sonriente.

—¿No es mejor estar acompañado? Te hará bien.

—Las clases y las misiones bastan. —taja al instante lo que decía, metiendo sus manos a los bolsillos—. Tengo suficiente con la habitación de Kazumi al otro lado. —señala; ahora había quedado en medio del Yūji y Kazumi en cuanto a habitaciones—. Además, es una molestia.

Kazumi lo mira con cierta incredulidad y al mismo tiempo dolor haciendo que sus temblaran apenas vio su expresión casi indignada de que haya señalado que tener cuartos juntos era molesto. Tuvo que bufar un poco ante sus ojos casi tratando de imitar la mirada de un cachorro, muy a su manera.

—Sabes a lo que me refiero. —murmuró, mirando con su ceño fruncido como Yūji se asomaba a su habitación queriendo usmear.

—Cielos, pero que organizado. —decía de manera impresionada y sonriente el contenedor de Sukuna, observando los detalles en la habitación de Megumi, incluso fijándose en que encima de su cama habían dos gatos estirándose—. ¡Vaya, hasta tienes gatitos! No te veía cara de gustarte los animales.

—Como dije, ¡es una molestia! —volvió a hablar Megumi a la par que cerraba la puerta con la cabeza de Yūji dentro, ganándose una queja de inmediata de él.

—¡En fin! —Gōjo dio un pequeño aplauso para llamar la atención de ambos, Kazumi estaba más que nada mirando lo que sucedía mientras tenía su cajita de jugo en mano—. ¡Partiremos mañana mismo! Saldremos a buscar a la cuarta alumna de primero.

Los tres adolescentes miraron hacia al mayor por varios segundos hacia el mayor con cierta atención, Kazumi no le tomó mucha importancia ya que sabía que había otra estudiante que sería parte del primer año. En realidad, el contenedor de Sukuna fue de último momento. Sólamente sorbió de la pajilla de su cajita de jugo, mirando esta misma al darse de cuenta que ya estaba vacía.

¿En que momento se le acabó...?

Caminó distraidamente hacia donde estaba su habitación para poder botar la caja de cartón en el cesto de basura que tenía dentro, en donde Yūji de curioso le siguió con la mirada notando como la habitación a la izquierda de Megumi era la de ella, pero antes de decir algo y cuando Kazumi abrió la puerta de su propia alcoba, unos tres gatos salieron casi de inmediato de esta, dos pequeños y un grande maullando y restregándose contra la pierna de la más alta.

—¡Oh, gatitos! —dijo con una sonrisa mientras se agachaba para sostener a dos de los pequeños que fueron hacia él entre pequeños juegos, aunque al alzar la mirada y encontrarse con el interior de la habitación no aguantó su exclamación—. ¡Gatos! —miró de un lado a otro las criatruras peludas que estaban recostadas con tranquilidad, mirando hacia una repisa en la pared, donde efectivamente habían másfelinos—. ¡Gatos por todos lados!

Kazumi continuó con lo suyo, tirando la cajita de jugo a un cesto de basura que tenía en una esquina sólo con unos papeles, casi de inmediato un gato apareció de la nada y se tiró dentro. Yūji no aguantó y se asomó por la puerta, teniendo un poco de pena en meterse al ser la habitación de una chica. Megumi lo agarró de la capucha de su sudadera y lo jaló al ver su ligera intención de entrar.

—¡Hay muchos gatos! —volvió a decir con cierto espanto mientras los dos gatitos que alzó se iban corriendo hacia dentro.

—Doce con exactitud. —señala Satoru un poco divertido. Kazumi se quedó paralizada conforme caminaba al darse de cuenta de que tenía mucha atención en su pobre persona.

La pelinegra se queda en medio de su habitación mientras volteaba a mirar hacia donde estaba asomado Yūji y a su vez Satoru, aunque este si se había adentrado con confianza mientras Megumi estaba en el marco, simplemente observando un gato marrón se revolcaba y peleaba consigo mismo luego de ver sus pies. Se quedó mirándolos unos momentos y luego al contenedor de Sukuna y luego a sus gatos, así que de repente fue hacia una de sus mesas y agarro la misma libreta que usaba para comunicarse a otros, anotando algo.

Yūji se quedó mirando hacia ella al ver cómo se acercaba y le mostraba la hoja, sonrió al ver cómo se dirigía a él y se dispuso a observar que era lo que le decía.

«Agarra uno».

—¿Eh?

Kazumi le alzó las cejas y luego hizo un gesto con su mano hacia toda su habitación en donde habían un poco más de diez gatos alrededor, en alguna caja, jugando en la misma cama, recostados en la ventana y así, lo hacía como si le mostrara de manera extensa que tenía mucho "por que elegir", aunque no sabía como tomárselo. Ya había agarrado dos gatitos...

—Oh, le agradaste lo suficiente como para darte uno de sus quinientos gatos. —señala Satoru con un poco de diversión, siguiendo con la mirada como Yūji caminaba con lentitud dentro de la habitación como si estuviera en una misión espia—. Ahora te va a vigilar por medio de ellos.

—¿Qué? —Yūji lo voltea a mirar un poco confundido y casi asustado, incluso mirando a Kazumi que no hizo más que que mirarlo en silencio, Megumi rodeó los ojos.

—¡Mentira! Es una broma. —el albino agitó su mano de arriba hacia abajo de manera despreocupada—. Eso creo.

—¿Eh?

Esaaaa, este libro va a continuar actualizándose si q si

Tal vez demore tantito, pero al menos no fue como el cap anterior que dure casi un año para actualizar 🤪

El bloqueo de escritor es feo, saben

BUENO, aquí venimos con un cap tranquilo y soft, en donde se muestra un poco la manera de comunicarse de nuestra tiesa favorita y el hecho de que Yūji le interesaba ella.

Me encanta escribir de él, pipipi, me provoca cositas lindas. Lo amo mucho:(((

Pinche Yūji, te voy a extrañar. (Sigo sin entender el final de jjk)

Me dió mucha risa al mismo tiempo escribir el capitulo JSNDKD NO SÉ, UNA MEZCLA DE TERNURA Y RISA. Trato de plasmar el ambiente de los primeros caps de la primera temporada de JJK y me encanta que sea así

Pero sigue siendo Jujutsu Kaisen, sobre todo escrito con mis manos. Así que le digo que disfruten este tipo de capítulos 🤠

¡AVISO IMPORTANTE QUE DEBEN TENER EN CUENTA!

Pronto va a ver su cambio en lo que serán gráficos y TÍTULO DE LA HISTORIA, así que si repentinamente ven que la historia está titulada de otra manera, no se asusten, ese será el único cambio que estará presente en la obra ya que no se va a cambiar ninguno de los caps que están publicados ni nada. ¿Razón de cambio? Ya no me convence SKYFALL, no niego que es una canción preciosa e incluso el fandom hizo que la canción prácticamente sea de Yūji, pero a como es como tal la trama que se llevara a cabo no me convence.

PRONTO PASARA DE SER SKYFALL A SER TITULADA: A LITTLE DEATH.

(no pueden funarme, desde saber la condena de Kazumi deben pensar lo peor)

No se preocupen, que apenas haga el cambio adjuntaré un anuncio ❤️

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📚❫',·curiosity's zone

#Tal como pudieron observar, Kazumi siempre tiene una pequeña libreta con ella para poder comunicarse hacia otros en anotaciones. La guarda en el bolsillo de su uniforme o en alguna parte de su ropa, más que nada para situaciones así como las de Yūji que creyó que no le respondía porque no quería.

#Las únicas personas que entienden el lenguaje de señas de Kazumi son Megumi y Satoru. Ambos aprendieron ese lenguaje para poder entenderla al saber que no hablaría.

#Satoru fue quien le enseñó a Kazumi el lenguaje de señas, aprendiéndolo antes por su cuenta para poder darle una manera de comunicarse. Lo primero que le enseñó a decir fue «Satoru es el mejor».

→S H A N X L A B Y X←

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