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❪𝗢𝟭❫ ; 𝗿𝗲𝗱𝗱𝗶𝘀𝗵.

ARC ONE; HUMAN
*╔═══❖•ೋ°🩸°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO UNO;
ROJIZO
❛energía maldita

┍━━━━╝✹╚━━━━┑
©Shanxlabyx
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LA HISTORIA DE LA BRUJA DE HINGANBANA ha existido desde hace muchos años, quizás de muchos siglos atrás. Era caracterizada por aquella peculiar flor llamada Lycoris Riata, Hinganbana e incluso la flor del infierno; estaba asociada con la muerte, con el renacimiento. Se decía que al momento de ella haber sido asesinada, la Lycoris se tiñó de rojo por la sangre que había derramado. Sus ojos eran del mismo color, significando que su mirada era de muerte.

Si alguien nace con orbes de un rojo intenso, su corazón está invadido por la bruja. Si tiene una preferencia con la flor de hinganbana, su mente está invadida por la bruja.

Si florece la flor de hinganbana, la bruja está ahí.

Muchos dicen haber hablado con ella, muchos dicen haber estado con ella; porque ella era la bruja de la muerte, del renacimiento, del fin y del comienzo. Si querías que algo acabará y comenzará, hablabas con ella.

Pero todo tiene un precio, y si no sabías manejarlo, si no lo pagabas cuando ella lo pedía, no te iba a dejar tranquilo; te va a perseguir hasta que le des algo a cambio, hasta que pagues lo que le pediste. Las flores hinganbana estarán a todo tu alrededor, los gatos no dejarían de verte o seguirte a donde sea que vayas, porque esos felinos son sus mascotas y harían lo que su dueña dijera.

Ella podría estar a un lado tuyo, y lo sabrás.

Se podía ver una alta figura acariciando suavemente la cabeza de aquel felino siamés que estaba sobre la reja, varios que le pasaban por un lado no evitaban pegar su mirada en ella al ver lo alta que era, algo inusual allí en Japón. Y de por sí, aquella chica de cabello negro se veía llamativa a simple vista, pareciendo un ser tan peculiar y misterioso, incluso oscuro al estar vestida casi completamente de negro con aquel uniforme que parecía ser de preparatoria.

Ella alzó ambas manos hacia el gato tuerto que estaba más que a gusto con su tacto, no tardando en ir hacia sus brazos y ronronear contra su pecho, llegando a rozar los cabellos largos y oscuros que caían sobre sus hombros. La chica sólo podía observar al minino que parecía tener una enorme devoción a ella, sus ojos destellaban en aquel peculiar color rojizo a la hora de mirarlo. Rascó detrás de sus orejas y acarició su columna al momento que se dejó caer con su panza contra su antebrazo, dejando largar un maullido mientras parecía abrazar su brazo, clavando y amansando con sus garritas la tela de su uniforme. Sintió tranquilidad por esa acción, dejando salir un largo suspiro para girarse y comenzar a caminar para llegar al semáforo en donde varias personas esperaban que cambiara a verde y poder pasar.

Un chico con uniforme de secundaria la veía sutilmente de reojo, estando justo a su lado; se podía ver una gran diferencia de altura, llegándole al hombro. No podía evitar pensar en lo alta que era, preguntándose si incluso tenía tacones o algo por el estilo. La escaneó de arriba hacia abajo, deteniendo su mirada en el perfil de su rostro que se mantenía con la misma expresión plana y tranquila, entre sus brazos seguía aquel gato de diferentes colores y que al mismo tiempo era faltante de un ojo, viéndose más que cómodo con ella. Lo miró por varios segundos, provocando que el gato lo mirara. Sorprendentemente se erizó y le maulló de manera agresiva, provocándole un leve sobresalto y que casi retrocediera a un lado.

Miró espantado por varios segundos al gato que en los brazos, que él supuso era su dueña, lo miraba de manera arisca y ofensiva, como si no quisiera que lo mirara. Una pequeña gota de sudor resbaló por su mejilla y tragó saliva para luego mirar hacia la alta chica que parecía no inmutarse ante la reacción del felino, sólo esperando para poder pasar la calle. No pudo evitar fijarse en lo peculiar que se veía esa alta chica, piel pálida, cabello negro cuál carbón y unos llamativos y casi irreales ojos rojos.

❛¿Es alguna clase de cosplay? Tal vez usa lentes de contacto...❜ una sonrisa un poco pilla aparece en sus labios, mirando hacia arriba casi de manera feliz, aguantando decir algo. ❛Huele muy bien...❜

Su cuerpo pega un brinco apenas notó como la más alta lo veía por el rabillo del ojo, tensándose por la inquietante mirada que le lanzó, sobre todo por su expresión tan opaca y vacía. Es como si una bruma pesada la estuviera rodeando, moviéndose lentamente y dándole una apariencia intimidante, como si algo le dijera que no se acercará a ella.

El semáforo cambió a verde, cediéndole el paso a los transeúntes para llegar al otro lado de la calle; Fukui Kazumi desplazó su mirada hacia el frente y comenzó a caminar junto con la pequeña multitud que esperaba cruzar, dejando al chico de secundaria con su mirada pasmada en ella. Incluso el gato siamés se había encaramado a su hombro y lo miraba como si le diera una advertencia, y a pesar de la distancia, con los gestos de aquel felino sabía que le estaba lanzando sonidos de advertencia. Poco a poco fue perdiéndola de vista a pesar de ser alguien genuinamente indistinguible.

Kazumi ahora caminaba por la acera en silencio, con su cabello balanceándose levemente ante sus movimientos, el felino se había subido sobre sus hombros y había llegado a meterse dentro del cuello de la chaqueta del uniforme, debido a su diseño alto y levemente ancho, maullando en señal de comodidad tanto en su lugar como con su presencia. La expresión de la de potentes orbes rojizos no se inmutaba, manteniéndose impasible.

No tardó de divisar una cafetería, y con más exactitud, una cabellera blanquecina que se distinguía con mucha facilidad, siendo acompañado en la misma mesa con alguien de cabello oscuro y puntiagudo. La de alta estatura se encaminó allí; el adolescente que bebía café negro veía pensativo su teléfono hasta alzar la mirada una vez su presencia estuvo lo suficientemente cerca, jalando la tercera silla para poder sentarse en ella. El chico se quedó mirándolo por un segundo y frunció el ceño, mostrándose incrédulo.

—¿Otro gato? —cuestiona con reproche mientras aquel felino faltante de un ojo bajaba hasta su regazo, enrollándose como una bola de pan.

—Tienes como diez gatos en tu habitación. —dijo el adulto presente, riendo un poco.

—Once gatos con exactitud.

Kazumi miró fijamente al chico que rondaba su edad una vez se sentó a su lado, sin quitarle la mirada comenzó a acariciar el gato con bastante gusto como si le dijera que con el rostro que estaba más que dispuesta a agregar a otro felino a su lista. Parecía casi un villano acariciando su gato en el regazo con lentitud; el pelinegro mostró una mirada incrédula y un poco molesta, sobre todo por el atisbo de burla que mostraba en sus gestos.

—En serio eres la loca de los gatos. —señaló con un cansado bufido Fushiguro Megumi mientras Kazumi lo ignoró y siguió acariciando con aprecio al gato, viéndolo sin parpadear—. Y no me veas así, porque es la verdad.

—¿Y que tal te fue, Ruby-chan? —Gojō Satoru fue quien tomó la palabra, mirando hacia la dirección de la ojirojiza.

Ambos adolescentes lo miran en conjunto y la de orbes rojizos pareció buscar algo en su bolsillo, una mesera llegó a la mesa y le dejó el menú a un lado para que pudiera pedir. Megumi bebía un café negro mientras Satoru una malteada de chocolate, observando con atención los movimientos de la chica; sacó una piedra con uns apariencia sumamente extraña, pareciendo tener cristales de diferentes colores y que al mismo tiempo se veía enfermizo. El adulto mantuvo su atención en el objeto peculiar y sonrió un poco más.

Gojō acercó su mano y lo tomó entre sus dedos, inspeccionándolo de muy cerca para ver cada detalle, colocando una expresión seria aunque hacía gestos de asombro y curiosidad, como si se intrigara al momento de verlo, analizándolo.

Mientras tanto, Kazumi veía el menú con atención para averiguar qué podría pedir, su otra mano seguía acicalándo la cabeza del gato tuerto quien estaba bastante a gusto en su lugar. Megumi veía desde su lugar el objeto maldito que su maestro sostenía en sus manos para luego observar el perfil de su compañera y amiga, viéndose bastante pacífica con sus orbes puestos en la carta del menú, a su lado apareciendo la misma mesera que anteriormente estuvo presente y lo trajo, sonriendo amablemente cuando la chica señaló un tiramisú junto con una malteada. Cuando la chica hizo una reverencia, Fukui puso la punta de sus dedos en sus labios e inclinó su mano hacia adelante, agradeciéndole su atención y observando como se iba.

—¿En serio vas a llevarte otro gato? —Megumi habla, llamando su atención. Ahora él era quien tenía su mirada en otro lado, y en este caso, observando de manera distraída la pantalla de su celular—. ¿No tienes muchos ya? —la mira para poder saber que le diría.

Kazumi no dudó y con su mano libre volvió a hacer una seña en específico, Megumi lo analizó y frunció el ceño al momento que entendió lo que le dijo, mostrando confusión.

—¿Reponer? —la chica de alta estatura asintió y volvió a hacer una seña con sus manos, siendo observada por él—. ¿Vas a regalar gatos y quieres reponer para cuando eso pase? ¿Y a quién se lo vas a dar? —mira con su ceño fruncido su teléfono, deslizando su dedo.

La ojirojiza se queda mirándolo y luego observa su celular, parecía estar viendo la misma cosa una y otra vez, así que se inclinó un poco a él, viendo con sutileza sobre su hombro. Su ceño ahora es el que se endurece y con facilidad le arrebata el celular, ganándose una mirada confundida y luego molesta del chico.

¡Oi! ¿Qué haces? ¡Devuélvemelo! —el Fushiguro se estira a ella para recuperar su teléfono, pero la chica se alejaba e incluso empujaba su mejilla con su mano para tenerlo alejado—. ¡Kazumi, dame mi teléfono!

La aludida lo miró con sus cejas alzadas mientras apegaba su teléfono a su mejilla, como si estuviera sorprendida de lo que estuviera viendo, pero al mismo tiempo era con cierto atisbo de burla e ironía. El más bajo una vez más trató de quitarle el teléfono y ella atrapó su cabeza debajo de su brazo, teniéndolo apresado mientras bajaba en las publicaciones que anteriormente estaba viendo.

—¡Suéltame! ¡Oye!

Gojō Satoru ahora veía con una sonrisa aquella interacción de sus dos estudiantes, no evitando reír un poco al ver la facilidad con la que la única chica presente podía sostenerlo y retenerlo, alzando su teléfono arriba para que no lo alcanzara mientras lo veía casi con reproche ante sus movimientos para zafarse. Negó un poco con la cabeza para luego suspirar, observó la hora en su reloj para luego levantarse, haciendo un ligero ruido con su silla.

—Bueno, ame nuestra velada, pero tengo que resolver un asunto. —dijo el albino de pie, llamando la atención de ambos adolescentes. Observó como Kazumi lo miró y con sus manos en donde tenía el teléfono hacia una pequeña seña; «pero no es de noche» fue lo que dijo en lenguaje de señas—. Si, lo sé, es de día. Estoy intentando sonar elegante. —Kazumi se quedó en silencio, tomando su mentón y asintió parsimonia, dándole la razón.

Miró hacia la mesera que venía con los pedidos de Kazumi por lo que sacó su billetera y dejó el dinero suficiente para pagar lo que ellos pidieron y lo que recientemente la chica pidió; la trabajadora veía un poco confundida la interacción de ambos adolescentes en donde la más alta sin problema alguno rodeaba el cuello del pelinegro y lo mantenía debajo de su brazo, mientras este trataba aún de soltarse. Agachó la mirada observando al gato que ahora estaba a un lado de los pies de la de orbes rojos, lamiendo su pata y acicalándose a si mismo. Frunció el ceño con confusión y siguió con la mirada hacia el más alto que comenzó a encaminarse.

—En fin, les deseo mucha suerte. —dijo el portador de los Seis Ojos para girar su cabeza sobre su hombro con una sonrisa en sus labios—. Y no se les olviden; no podrán volver hasta que lo consigan. ¡Bye-Bye! —se despide con sencillez mientras agitaba su mano, yéndose de allí.

Kazumi y Megumi lo siguieron con la mirada, observándolo irse de aquella cafetería, dejándolos parcialmente solos. El pelinegro suspiró mientras su mentón se apoyaba levemente contra la muñeca de la chica que aún lo sostenía, alzó la mirada hacia ella, siendo imitado cuando lo miró desde arriba.

—Pues tenemos trabajo que hacer. —decía dándole pequeñas palmaditas a su brazo para que lo soltará—. Déjame y cómete tú tiramisú para irnos a esa escuela. —la chica lo mira por varios segundos y luego termina por abrazar su cabeza, aprovechando que lo tenía en aquella posición. Megumi se queda en silencio y cierra sus ojos—. Si, si... Estoy bien. Las misiones del sensei están relativamente sencillas, pude manejarlo.

Los orbes de la chica se mantienen entrecerrados en lo que apoyaba su mejilla contra la cabeza del chico, resplandeciendo en aquel llamativo e irreal color rojizo que cualquiera pensaría que son lentes de contacto. Cierra sus ojos un poco y le dió un par de palmaditas a su cabeza, en una señal de tranquilidad y como si le dijera que le alegraba que se encontraba bien. Y en lo que hacía eso, abrió uno de sus ojos y volvió a mirar la pantalla del celular de Megumi, curioseando una vez más lo que él anteriormente estaba viendo.

—¡Ya dame mi teléfono! —exigió el chico con insistencia mientras un signo de enojo aparecía sobre su cabeza.

—SIGO PENSANDO DONDE RAYOS PODRÍA estar... —fue lo que dijo Fushiguro mientras caminaban, teniendo las manos en sus bolsillos—. Y si alguien lo tomó, eso es más que un problema.

Kazumi observaba con curiosidad y aburrimiento su alrededor, podía ver gente de aquí para allá, quizás siendo una hora libre, aunque no lo sabía con exactitud. Desde que ella estaba en la secundaria, nunca se integró demasiado. Arrugó su nariz para proseguir largar un bostezo dejando luego sus párpados pegados, sentía sueño y un poco de pereza, aunque casi siempre estaba así; lo que más le gustaría es estar encerrada en su habitación y dormir, pero el deber es deber. Y más en el de un chamán de Jujutsu, nunca podía tener un descanso, y aún así en la noche no dormía como tal. A veces pensaba que era algún vampiro, despierta en la noche y durmiendo en el día.

Su cabeza giró hacia un costado cuando escuchó un leve maullido, observando a lo lejos y entre la hierba un felino blanco revolcarse. Tuvo el impulso de ir, pero Megumi la tomó del brazo y la detuvo, llevándosela con él apenas notó sus intenciones; Kazumi estiró su brazo dramáticamente hacia su dirección mientras era jalada lejos, llevándola a otra dirección.

—Deja de querer llevarte cada gato que veas. —Kazumi lo mira con cierto reproche mientras retomaba el paso a su lado, aún teniendo el agarre del más bajo en su brazo—. Tenemos trabajo por hacer. A este paso vas a tener más gatos que cuarto.

Fukui se mantiene en silencio a la par que entrecerraba sus ojos y dejaba salir un largo suspiro, mostrándose resignada. Así que, no tarda en mirar su alrededor para tratar de buscar o sentir algo de energía maldita; pensaba que, tomando en cuenta que el objeto maldito era clasificado por uno de categoría especial, podrían encontrarlo con más facilidad al ser algo más notorio. Así que, sería sencillo, al menos en lo que cabe y se imaginaba. Logró soltarse con suavidad del agarre del más bajo que estaba casi llevándola como una niña como si evitara que fuera a correr al cruzar la calle repleta de autos de aquí para allá.

Oh, esperen. Eso sí pasó.

Mientras caminaban, vagando por aquella escuela, su teléfono vibra en la zona de su bolsillo, captando su atención. Lo saca, pensando que se trataba de Satoru informándole algo, tomando en cuenta que era una de las pocas personas con la que hablaba y tenía contacto, pero se equivoca cuando ve el nombre de alguien más junto con un mensaje adjuntado, haciéndola quedar en silencio. Con sutileza mira hacia la dirección del apellidado Fushiguro que caminaba enfrente de ella sin decir nada, pensando un poco en su actitud y su relación respecto a la persona que le había escrito, abriendo su mensaje y leyéndolo.

«Pronto llegará por quién lloraban, Zuzu-chan;)» decía el mensaje que hace unos segundos había sido enviado, abrió la zona de los emojis y le envió un pulgar arriba. No evitó sentir una ligera energía recorrerla, cerrando sus ojos con tranquilidad, una que se interrumpió cuando sintió la vibración de los mensajes nuevos, observando una vez más el chat.

«Estoy muy aburrida, este viaje es muyyyy largo😪»
«¿Está Megumi-chan por ahí?
«Dale un golpe anticipado en lo que yo llego💋»

Se quedó mirando por varios segundos el mensaje para luego alzar la mirada hacia el contrario que parecía metido en sus pensamientos; no dudó en acercarse a él lo suficiente para asentarle un golpe en toda la cabeza, recibiendo una exclamación en respuesta.

—¡Ah! ¿Qué te pasa? —Megumi se soba la zona afectada, siguiendo con la mirada a la más alta que subía por las escaleras del patio como si nada—. ¿Por qué a veces me pegas de la nada?

La chica pasaba por unas barandillas para poder llegar al patio de béisbol donde parecía haber un grupo de estudiantes haciendo escándalo, no evitando prestar atención hacia esa dirección, sintiéndose curiosa. Fushiguro llega a un lado suyo aún con una mirada amargada por haber sido golpeado sin razón (al menos, según él) y no recibir algún tipo de respuesta, aún tenía una mano en la zona donde lo golpeó pero prefirió sólo suspirar con pesadez y mirar hacia la misma multitud que ella analizaba.

—¡Vengan! ¡El entrenador Takagi e Itadori están por enfrentarse!

Parecía ser algún tipo de competencia ante los llamados constantes y en coro de un nombre en particular, los protagonistas siendo un hombre adulto que podría ser un profesor, y un adolescente con sudadera que sostenía de forma analítica una bola de metal en su mano, pareciendo bastante tranquilo. Kazumi se preguntaba que podrían estar haciendo con exactitud, y mientras observaba la escena, sintió comezón en su nuca, no dudando en tocar y rascarse esa zona.

Miró hacia el más bajo cuando ambos se implenetaron a aquella pequeña multitud que estaban entusiasmados por ese reto, él igualmente la miró y sólo se encogió de hombros, no dándole importancia. La apellidada Fukui pensaba en que tan impresionante debería ser esa actividad como para que varios estudiantes estuvieran cantando en coro a aquel chico que escuchó ya su nombre.

❛Itadori...se repitió el nombre hacia si misma, observando como el aludido de sus pensamientos parecía preguntarle algo a su maestro y este le contestaba de manera fanfarrona. Se quedó expectante a la situación y como lanzó con una fuerza casi inhumana aquella bola oscura que chocó contra el arco, abollándolo de manera bastante notoria.

—Imagino que unos treinta metros. —dijo un chico quien calculaba que distancia recorría la bola, y en aquella competencia; el tal Itadori fue el ganador.

Kazumi lo analizó con la mirada y luego lo señaló, mirando hacia Megumi quien parecía bastante pensativo y expectante a lo que ambos habían visto, ahora centrando su atención en ella apenas notó su gesto.

—¿Él? —cuestionó el de orbes azulados, recibiedo un asentimiento. Hizo una mueca y rascó su nuca, comenzando a caminar para que ambos se fueran de allí, con Kazumi siguiéndole el paso—. No siento energía maldita venir de él. Sé que es sorprendente en alguien común esa fuerza, pero quizás sea como Zen'in, no hay indicios de que pueda tener...

Y casi como una abofetada, el de cabello rosaceo pasó corriendo justo al lado de ellos, llevándose una risa con él ante la rapidez con la que avanzó; el cabello de Kazumi se agitó a la par que siguió con la mirada hacia aquel chico de suéter amarillo, mostrando más calma a comparación de Fushiguro Megumi cuando una enorme energía maldita los recorrió apenas aquel desconocido chico les pasó por el lado.

Kazumi miró hacia el más bajo, como si dijera que tenía razón. Megumi seguía pasmado por aquella sensación para ver con apremio hacia aquel chico que iba bastante deprisa.

—¡Oye, tú! —trató de alcanzarlo, pero en un dos por tres se había esfumado. La femenina bajó con un poco de más calma las escaleras—. ¡Qué rapido! —se quejó el chico para mirar con cierto reproche a la más alta al verla tan tranquila—. Preocúpate un poco, ¿no?

Kazumi lo volteó a mirar por varios segundos por se queja, mostrándole una mirada aburrida y un poco cansada. La expresión de él doblega al comienzo para volver a fruncir el ceño, mirando hacia la dirección donde apenas a lo lejos se veía la silueta de aquel curioso chico que aparentemente tenía aquel objeto maldito que tanto estaban buscando, y que ahora, sin importar nada tenían que recuperar.

—Dicen que recorre cincuenta metros en tres segundos. —había mencionado un chico cualquiera que les pasó por el lado; la expresión de Megumi se deformó en desconcierto mientras Kazumi formó una mueca, volviendo a rascar su nuca.

Sin esperar a su compañero, terminó de bajar las escaleras que daban a la cancha de futbol para poder apresurar el paso y alcanzar a aquel chico de quien habían sentido aquella curiosa y fuerte energía maldita; Megumi mostró ahora desconcierto al momento que vio como en un momento a otro la más alta ya estaba alejándose de él.

—Oye... ¡Oye, espera! —Megumi rápidamente le sigue el paso, alcanzándola para que no lo dejara atrás.

Ambos rápidamente emprendieron el camino para poder encontrar aquel objeto maldito que tanto necesitaban conseguir, Kazumi no evitando llamar la atención por su apariencia y sobre todo sus peculiares y brillantes ojos. Entre esa agente había un par de jóvenes que veía una peculiar flor que había aparecido en la barandilla, meciéndose con el aire.

—¿Será real? —uno dudaba con tocarla, tanteando sus dedos encima.

—¿Cómo rayos terminó aquí? —se cuestionaba otro de manera curiosa.

UN LARGO SUSPIRO SALIÓ DE ENTRE SUS labios mientras miraba hacia arriba, mostrándose pensativa. Observaba el cielo ya oscuro dando la entrada al anochecer, aunque aquello la hacía pensar en la cena, sobándose un poco su abdomen plano por sobre su uniforme, imaginándose que podrían comer.

Sus orbes se desplazaron hacia la puerta de aquel gran establecimiento; el hospital, en donde ahora estaba esperando a Megumi luego de que, aparentemente, dieron con el chico de quién sintieron cierta, y sobre todo fuerte, energía maldita del objeto maldito el cual estaban buscando y debían encontrar si o si. Una de sus piernas se movió de arriba hacia abajo con cierta ansiedad, ¿qué tanto en estarían hablando? ¿Realmente logró encontrarse con él? ¿Será que estaba revisando de arriba hacia abajo el hospital?

❛¿Y si voy por algo de comer?❜ fue lo que ella se preguntó pero luego bufó un poco, encogiendo un poco su rostro en su lugar, ocultando la mitad en el cuello largo de su uniforme. ❛No, por algo me dijo que me quedara en la entrada...❜ se movió un poco en su lugar para estirar sus brazos hacia arriba, estirando su espalda.

Cruzó sus brazos sobre su pecho mientras miraba hacia enfrente, concentrándose en esperar a su compañero para que llegara con el objeto maldito y poder regresar con su maestro. Su ceño se frunció un poco para tratar de prestar atención a cualquier cosa que estuviera a su alrededor, pareciendo perdida en sus pensamientos aunque más bien era en su intento de entretenerse de alguna manera.

—¿Mhm? —musitó cuando escuchó las puertas de la entrada abrirse de golpe detrás de ella, pero al apenas girar un poco su rostro, algo chocó contra su espalda y la hizo dar un par de pasos hacia enfrente.

Giró sobre sus talones cuando escuchó un pequeño golpe junto con un par de quejas, sus orbes rojizos se encontraron con la postura un poco impactada de Fushiguro, prosiguiendo a agachar la mirada y observar que fue lo que la empujó y se cayó en el proceso.

—¡Ouch! ¿Me choque con un poste o algo? —se quejaba el chico en el suelo mientras fruncía el ceño—. Siento incluso que me golpee con una pared. Deberías no atravesarte... —alzó su mirada hacia ella quedándose casi mudo al observar la alta figura alzándose frente a él y observándolo fijamente desde arriba—... en la... puerta.

Kazumi continuó viendo hacia el chico de cabello rosáceo y orbes cafés quien parecía casi paralizado en su lugar apenas hizo contacto visual con ella, apenas levantándose y casi de manera pausada. Él se sorprendió a sí mismo al momento que tuvo que alzar la cabeza para poder verla al rostro, alzando sus cejas. La más alta ladea su cabeza apenas se percata de quién se trataba; el mismo chico a quien estaban persiguiendo desde un poco más temprano, delineando un poco sus facciones y prosiguiendo a verlo de arriba hacia abajo.

Movió un poco sus hombros cuando sintió un leve escalofrío recorrer su espina dorsal, frunciendo el ceño pero luego suavizó su expresión y continuó viéndolo por varios segundos; él tragó un poco de saliva ante su mirada aunque no evitó mirar por varios segundos sus ojos, que eran grandes y de un llamativo color rojo, manteniéndose en una mirada casi aburrida pero al mismo tiempo curiosa.

—Vaya. —murmuró sorpresivamente él haciendo que Fukui inclinara la cabeza hacia la derecha sin quitarle los ojos de encima, haciendo que tragara saliva para alzar su mano levemente—. ¿Hola...? —saluda un poco dudoso, observando hacia Megumi como si quisiera que le confirmara que la conocía, al llevar ambos el mismo uniforme.

—Ella es Fukui Kazumi, también es un chamán como yo. Es una compañera. —dijo de manera rápida, apresurada. Se notaba que tenía prisa, la aludida se queda mirándolo por un largo minuto, provocando que suspirara—... Una amiga. —pone momentáneamente sus ojos en blanco luego de ver hacia la más alta quien alzaba la mano a la par que el contrario, en un saludo casi silencioso.

—Soy Itadori Yūji... —habló el chico casi en un murmuro, como si estuvieran hablando en secreto; Kazumi movió brevemente su mano en un ademán, asintiendo a su saludo.

Megumi los observó de hito en hito a cada uno, frunciendo el ceño al notar el ambiente un poco extraño entre los dos. Una vez más agita su cabeza de un lado a otro y se encamina con cierto apremio hacia la más alta que parecía analizar en silencio hacia el chico desconocido.

—Tenemos que apresurarnos a la escuela, ¡ya! —suelta de manera un tanto alterada, y ante eso mismo, Kazumi ladeó su cabeza, para luego hacer un leve gesto con la mano que Yūji no evitó mirar con curiosidad—. En resumen, van a soltar el sello y es más que claro que eso es mucho más que malo.

Kazumi alzó un poco sus cejas y luego volvió a mirar hacia el de cabello rosáceo como si de alguna manera le estuviera replicando con la mirada tal cosa, una vez más se encogió en su lugar por su mirada. Sintió una extraña tensión en todo su cuerpo conforme pasaban los segundos en donde ella seguía mirándolo, intimidándolo cada vez más; no fue si no hasta que le quitó la mirada de encima que pudo respirar con un poco más de tranquilidad.

La más alta ahora observa hacia el cielo oscuro y asiente para si misma para mirar con seriedad con su compañero y a aquel desconocido que se mostraba entre curioso y a su vez algo nervioso; la chica hizo un gesto con la cabeza para girarse y comenzar a correr rápidamente, seguido de Megumi y por último por Yuji quien reaccionó poco después.

❛Ya decía yo que por algo aparte de hambre me dolía un poco el estomago... fue lo que pensó la chica aun observando el cielo oscuro de aquella noche, que muy probablemente se convierta en algo mucho más grande de lo que imaginaba.

KAZUMI TENÍA MUY EN CLARO QUE SIEMPRE debía mantener la calma, mantenerse bajo control. Aquella era una situación en donde más debía estar bajo control, sobre todo cuando sentía aquel constante dolor de cabeza que le indicaba que la situación era realmente seria.

Suspiró profundamente mientras caminaba con rapidez por el pasillo de aquella gran escuela; luego de ir corriendo como si el diablo se los llevara, ella y Megumi acordaron entrar y separarse para poder encontrar aquel objeto maldito lo más rápido que puedan. De por sí todo se sentía con un ambiente horrible y pesado, en donde cualquiera tendría dificultad incluso para respirar.

Sus orbes rojizos siguieron con rapidez un extraño movimiento al final del pasillo, acercándose lo suficiente como para que aquella cosa se percatara de su presencia y colocará su atención en ella. Pudo observar inmediatamente la tensión que aquella maldición sintió cuando la reconoció, casi retrocediendo, pero en un abrir y cerrar de ojos, en donde Kazumi ya estaba pasando y cruzando hacia otro pasillo, fue exorcizado.

«—Si tienes tan siquiera un pequeño descontrol, serás ejecutada inmediatamente. —recordó las palabras que le había dicho los del alto mando, estando ella en medio de todos.

—Ya estabas sentenciada desde el comienzo, y si sucede algo, sólo adelantaríamos lo que ya estaría escrito.

Kazumi permaneció en silencio, con su cabeza gacha y sin hacer algún gesto en negación. Lo único que hizo fue asentir, más que clara en sus indicaciones respecto a su poder y a la vez la maldición que pesaba sobre su espalda. Mantenerse en control era su deber, y si no lo hacía, sólo la ejecutarían antes, algo que hasta cierto punto le daba igual.

Iba a morir de todas maneras, ¿no? A veces se preguntaba porque se esforzaba tanto si aún así tenía el mismo final y nada cambiaría.

—Entrarás a la academia de hechicería con esa condición. —dijo uno de los ancianos con seriedad—. Al menos has que valga la pena que Gojō Satoru te quiera mantener con vida.»

Ah... Era eso.

Su ceño se frunció por unos segundos al recordar a aquel tipo alto de cabellos albinos y orbes zafiro que tenía como maestro, y legalmente quien tenía su custodia. Aquello era otra cosa que la generaba dudas sobre su insistencia en que se manteniera con vida, que disfrutará de la buena vida que se perdía si sólo se dejaba ejecutar. Para Kazumi, su vida hasta ahora a sido monótona, no diría aburrida, más bien a sido complicada desde que lo recuerda.

Sinceramente no recordaba demasiado, pero algo en ella le decía que había sido algo realmente intenso, en donde más de una vez aquella promesa de mantenerse en control flaqueaba.

¿Para qué se esforzaba?

Por un momento su expresión logró suavizarse, dejando salir un poco de aire por sus fosas nasales cuando volvió a hacerse aquella pregunta mental. En su mente llegó Megumi y se preguntó luego como le estaría yendo por su lado, aunque sabía que sabía cuidarse muy bien sólo.

—¿Mm? —una vez más se detuvo al cruzar por las escaleras, observando una figura totalmente asquerosa que emitía un montón de sonidos tan desagradables que por un momento la hicieron colocar una mueca.

Y ella pensando en comida...

La... L-La... —alcanzó a distinguir un par de palabras dentro de su extraño vocabulario, alzando una de sus cejas por escuchar que era capaz de hablar, observando como una vez más retrocedía ante su presencia—. B-Bru... Bru...

Kazumi rodeó un poco sus ojos, sabiendo que era lo que diría. Llevó una de sus manos hacia su cabello sacando uno de los abanicos que sostenía su pequeño tocado, soltándose apenas un par de cabellos al quedar el otro en su lugar. No era una maldición que realmente necesitara que usará un arma maldita, pero sentir aquella pesada energía mucho más cerca le daba a entender que se venía una verdadera molestia y debía estar preparada.

H-Him...—la deforme maldición dijo a duras penas, casi enfurruñándose en su lugar al observar como se acercaba a pasos calmados hasta verlo desde arriba con aquellos potentes ojos rojizos—. ¿Him... m...

Kazumi continuó unos largos dos segundos observando aquella maldición, hasta que en un dos por tres pedazos cayeron por todos lados luego de explotar apenas el par de ojos que poseían comenzaban a inyectarse de sangre, provocando una asquerosa imagen para cualquiera, no obstante, ella ni se inmutó, sólo se concentró en observar los restos al igual que la sangre esparcida, casi salpicando a sus botas.

Volvió a respirar por la nariz, haciendo una pequeña mueca ante el nauseabundo aroma que entró hasta sus pulmones, llegando a sentirlo incluso en su paladar. Miró con cierto enojo los ahora desvanecidos pedazos de la maldición por haber provocado esa reacción en ella, haciendo un puchero por el ahora sabor tan asqueroso que tenía en su boca, pero sólo bufó para continuar subiendo las cabezas con cierto apremio.

No tenía tiempo para eso.

¡Primer capítulo de A LITTLE DEATH publicado!

Ejeje, nomematen.

Hace mucho que llegaron a la meta para el primer caapítulo pero resulta que a su anfitriona le faltaba para terminar el capítulo. Pero mejor tarde que nunca 💪🏻

En fin, ¡finalmente el primer capítulo disponible! Luego de como un mes de espera, pero lo importante es que ya está aquí😼

¿Que decir del capítulo? Parece algo bastante sencillo, casi sin importancia, pero cada capítulo tiene su "ese algo" y este no es la excepción, después de todo, es una introducción para lo que se vendrá en este maravilloso libro.

Sé que se harán muchas preguntas al respecto más adelante y quizás tengan algunas ahora, pero todo a su tiempo❤️

Espero que lo hayan disfrutado, vayan preparándose mis amores míos 😽

¡No olviden comentar, compartir y sobre todo votar!

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