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uno

Advertencias de la historia,
leer cuidadosamente:

- Uzui es un cambiaformas, un ser NO humano, por lo general lobo u oso según la cultura nativoamericana, capaz de tomar forma humana y animal a voluntad.

- Zenitsu es humano, y quedará preñado.

- habrá escenas fuertes de sexo y varias de ellas entre Uzui en su forma de lobo y Zenitsu claramente humano, no cuenta como zoofilia porque Uzui es un ser "mágico" por así decirlo, una leyenda más bien, y no es un lobo, es un cambiaformas (por favor, buscar su información si tienen dudas)

Así que pido amablemente que se abstengan de críticas o comentarios de asco, pues aviso de antemano. Gracias.

Alfa
chxrrybae

⊰᯽⊱

La luna llena bañaba escasos sitios de un enorme bosque en la Siberia oriental, al comienzo del invierno y cerca de la medianoche.
Toda bestia y no bestia rondaba a esas horas, en busca de un refugio o simple bocadillo.
Zenitsu era uno.

Zenitsu Agatsuma, de 19 años, rondaba aún ignorante de su posición y situación, llorando a mares y moqueando igual a un niño pequeño. Su hermano, medio hermano más bien, Kaigaku había hecho de él la burla completa de su grupo de estudio de la universidad, y Zenitsu huyó al bosque entre llantos y balbuceos.

Nunca fue tan humillado en su vida, Kaigaku siempre era el responsable de sus desgracias, arruinaba su vida y Zenitsu era demasiado cobarde para enfrentarlo.

─ Es un idiota.

Dió unos pasos más esquivando algunos árboles, la nieve bajo sus pies crujía y concentrarse en ella logró que su rostro se relajara, normalizando su respiración alocada.

Cuando secó sus lágrimas con las mangas del suéter color crema que llevaba y aclaró un poco su mente, cayó en la simple realidad de que estaba perdido.

¿Acaso no caminé el línea recta?

Miró a su alrededor, claramente desorientado, y volvió a romper en llanto infantil.

─ ¡ME PERDIII! ¡BUAAA!

El rubio restregaba su manga en los ojos pero sólo la empapaba más, apretó los dientes lleno de enojo, en momentos como aquellos los insultos de Kaigaku cobraban lógica.

─ Estúpido, soy est-.

En el breve silencio entre sus palabras, una pisada crujió en la nieve al igual que las suyas, Zenitsu no movió ni un músculo, sonó relativamente cerca y su respiración se congeló en los pulmones.
Inmediatamente recordó que estaba en un bosque, de noche, en la Siberia oriental, donde habitaban los lobos y osos que fue a estudiar.

Soy hombre muerto...

Y lo único que alcanzó a hacer es correr.

─ ¡BARK!

La nieve trababa su velocidad y el peso de las botas de felpudo sumaba lentitud a sus pies, Zenitsu discernía las pisadas ajenas yendo tras él y, por el ladrido poderoso, reconoció enseguida que era un lobo.

─ ¡AUXILIOOO! ¡AUXILIOOO!

Gritaba y gritaba, ahogándose con un par de letras.

─ ¡AYUDAAA!

No sabía cuánto caminó, ni cuánto se alejaba del hotel o cualquier persona al escapar del cazador, sin embargo gritó varias veces por ayuda, el lobo parecía estar más y más cerca suyo y Zenitsu empezaba a agotarse.

Tropezó en muchas ocasiones casi directo al suelo, no era la primera vez que corría por su vida pero sí la primera que enserio temía morir, ¡sería comida de perro! ¡moriría devorado!

¡Y todo es culpa de Kaigaku!

Dobló en un árbol cuando divisó unas rocas, creyó que podía esconderse allí y resultó que no era profundas, sólo formas hundidas que asemejaban a tazones, y allí sería la cena del lobo.

Un lobo gris, demasiado grande para ser un simple lobo y relamiéndose con su futuro bocadillo nocturno.

Zenitsu estaba fascinado y aterrado, el pánico se coló en sus huesos cobardes y no dejaba de llorar como magdalena, pero el espécimen de lobo enfrente superaba todos sus estudios de caninos salvajes, un lobo casi de su altura acortando la distancia, una bestia magnífica que mordería sus tendones y órganos hasta la satisfacción.

Zenitsu era una Caperucita con un final malo.

─ ¡BARK!

─ ¡AHHH!

Cerró los ojos creyendo que el ladrido daría inicio a su agonía mezclada con sangre y lágrimas, inhaló y exhaló tres veces antes de deshacer el bollo que era y abrir los ojos en la oscuridad más asfixiante que la Siberia podía ofrecer, encontrándose no con un, si no dos lobos observándolo detenidamente.

Esperando su reacción.

El nuevo lobo era todavía más grande e imponente, dando la imagen más asombrosa de líder en el bosque. El instinto de investigador del rubio se encendió.

Sin miedo ni expresión en su rostro más que pura curiosidad, Zenitsu gateó hasta el más grande de los lobos, de un color blanco níveo y cicatriz vertical en su ojo izquierdo, y extendió su mano despacio hacia él, olvidándose de cualquier sensación de peligro o temor.

Era asombroso, enorme y extravagante. Una bestia en todo su esplendor, un individuo asombroso que superaba todo mito o conocimiento sobre la especie. Zenitsu estaba hipnotizado.

¿No es sabido ya que los científicos son suicidas? Mueren por saber, mueren por conocer y mueren por aprender, su curiosidad es su mayor pecado y Zenitsu aún no había encontrado el suyo.
Hasta ahora.

El lobo lo miraba desde arriba, su único ojo bueno chispeó con el dulce rostro del rubio fascinado por la presencia total del animal, lucía pequeño, inocente e inofensivo, no llevaba armas, no intentó defenderse, y caminó por horas bajo su vigía sin dejar de llorar, no era una amenaza.
Así qué, sin más, el lobo agachó el hocico y los dedos finos de Zenitsu rozaron su pelaje blanco.

─ Qué hermoso...─ murmuró.

Retrajo su mano después de dos rápidos segundos, se sentía tan pequeño y débil frente a él, el animal más cautivador que sus estudios pudieron encontrar. Y lo miraba.

El lobo no quitaba su ojo de los de Zenitsu, tratando de averiguar qué pensaba el muchacho y viceversa; Zenitsu regresó a gatas para el hundimiento de las rocas, ¿qué debía hacer? El rey del bosque analizaba sus movimientos sin siquiera hacer uno él, sabiendo de sobra que en cuanto Zenitsu hiciera algo sospechoso, saltaría a su yugular.

Oh no, estoy temblando otra vez.

La simple presencia del lobo trajo un mar de sensaciones a él y, una de ellas, el temor.

Zenitsu aguantó segundos infinitos hasta que ambos lobos decidieron retirarse, esperó a que salieran de su periferia para abandonar el hueco y los vió yéndose al bosque profundo otra vez, no sin antes echarle un último vistazo al joven.

Él creyó que fue sólo eso, observar de nuevo su huida cobarde al hotel y luego desaparecer ellos, sin embargo incluso si Zenitsu regresó sobre sus pasos al bosque y volteó por sencilla curiosidad, los lobos continuaban mirándolo fijo.

Como si me esperaran.

Sacudió la cabeza levemente, era una idea absurda.

¿No?

Grande era su curiosidad que decidió averiguarlo.

Agatsuma se acercó a ambos lobos; cuando estuvo lo suficiente, ellos se internaron en el bosque negro, y el rubio los siguió de cerca.

Escoltándolo a Cristo sabrá dónde, los lobos y Zenitsu caminaron en oscuridad absoluta y el agudo oído del rubio evitaba que chocase o perdiera a los guías, como un murciélago, mas luego de incontable caminata, un claro los recibió y en él una cueva gigantesca, iluminada y rebosante de voces.

Zenitsu tuvo ideas extrañas de qué podía haber dentro, ¿más personas perdidas? ¿un refugio? ¿una secta? ¿un grupo de salvajes del bosque? sin dudas eran voces humanas, riendo y gritando, y los lobos lo guiaron allí.

¿Estarán entrenados?

Gracias a unas salientes en forma de escaleras a la entrada más grande de la cueva, cubierta su entrada por pieles, Zenitsu ingresó a un sitio más enorme de lo que el exterior sugería: una galería con subcuevas en pisos circulares alrededor del centro, una fogata gigante y tanto personas como lobos, regocijándose alrededor.

No entendía qué estaba viendo.

Bestias y humanos, lobos y personas, conviviendo en torno de una enorme fogata.
¿Era un sueño? ¿Una alucinación? ¿O finalmente estaba muerto?
El lobo gris que lo encontró se adelantó y rozó su hocico con otro de sus especie, como si fuesen familia, y Zenitsu dedujo que eran de la misma manada.

Por años estudió a los lobos articos que se habían radicado en Siberia, pero jamás conoció lobos tan grandes y tan inteligentes, que incluso vivían con humanos en cuevas realmente complejas. Estaba fascinado y un poco intimidado.

─ Es asombroso, ¿no?

Una voz grave lo asaltó por detrás, dió un brinco hacia delante y ahogó un grito con ambas manos cuando, frente a sus mismísimos ojos, un hombre alto y musculoso se levantaba de la que, juraría, era la figura del lobo blanco.

¡No, no, no, no, no! No puede ser... ¡n-no puede ser! Un lobo tra-tra-tra... ¡tra-!

─ Bienvenido.

─ ¡WAHHH!

Cayó de espaldas a los gritos, y corrió al interior de la cueva. Los seres lo siguieron con la mirada, poco sorprendidos, y los lobos fueron a su encuentro para evitar que escapara.

─ ¡¿Q-qué son?! ¡¿Q-qui-quiénes s-son?!─ balbuceó asustado.

─ Eres investigador, ¿cierto? Hueles como uno─ dijo el lobo gris volviéndose humano.

Su mente estaba explotando, haciendo cortocircuito y buscando una explicación remotamente lógica para lo que admiraban sus ojos.
Lobos convirtiéndose en humanos, humanos convirtiéndose en lobos, nunca, en su loca vida de científico, imaginó algo igual.

─ Somos cambiaformas, o al menos así nos llaman los humanos─ comenzó el lobo blanco, que de blanco sólo quedaba su larga melena lacia─ no somos lobos ni humanos, somos descendientes de la magia y druidas, vivimos en todo el norte de Europa, desde el escudo báltico hasta Siberia y nos ocultamos de los humanos en los bosques. Pero quizás, como investigador, ya sabías eso─ inquirió levantando una ceja, la única visible.

─ Yo nunca... n-nunca conocí algo así, no existe ningún ser vivo con una cap-pacidad morfológica de t-tal magni... tud...─ sentía que el temblor de su cuerpo, a causa de estar rodeado de seres desconocidos y probablemente peligrosos, se centraba en su garganta y le cortaba el habla─ es... imposible...

─ Entonces debes ser todo un maestro en el tema─ rieron.

El de melena blanca buscaba con su único ojo la maldad en Zenitsu, él no se dejaba guiar por las apariencias, y un humano, investigador o no, siempre podía ser una amenaza. Así que se acercó al rubio lentamente.

Era pequeño, tartamudeaba, temblaba como hoja en el viento y parecía que iba a llorar en cualquier momento, mas algo en él insinuaba que era inofensivo, y muy listo.

─ ¿Entonces? ¿Qué opinas?

─ ¿"Q-qué... opino..."? ¿D-de qué?─ respondió molesto.

─ De esto. Tú estás aquí, viendo algo que otro humano no conoce, ¿qué dirás? ¿qué es lo que harás?

Zenitsu tragó, su voz estaba asustándolo, el hombre era casi del doble de su altura y mucho más musculoso y aterrador. Imaginó que cualquier respuesta errónea provocaría su muerte a manos de esa bestia con forma humana.

─ Irme al hotel. Quiero estar allí, llorar hasta dormirme y en la mañana ahogar mis penas en chocolate.

Su respuesta era, por lo menos, patética, y lamentablemente no mentía.
La vida de Zenitsu era triste y patética.

─ ¿Y de nosotros qué?─ ni un músculo se movía del rostro del hombre, imperturbable y severo, observándolo fijamente con su único ojo bueno.

─ Si lo que piensan es que diré algo de ustedes, están locos. ¿Quién diablos me creería de una manada de cambiaformas? ¿Qué tan rápido creen que me meterán a un loquero?─ gruñó Zenitsu encogiéndose.

─ Aún puedes guiarlos aquí.

─ Si supiera cómo llegué.

El humano era listo y sincero, sin embargo, cualquier líder responsable y firme mataría al humano, mantendría el secreto del paradero de su gente y no se arriesgaría a llevarlo a su guarida, o si hay que ser técnicos en el tema, ni siquiera haberlo dejado vivo en cuanto entró al bosque en la noche, llorando desconsolado.

Pero ahí iba él, permitiendo que lo tocase, guiándolo a su escondite, presentándole a su manada y el secreto de su especie. Incluso dándole la opción de vivir.

¿Porqué? ¿Porqué diablos estaba siendo tan benévolo con el humano? Necesitaba responderse antes de proceder, los demás esperaban que lo matara y ya, y sin embargo algo en el jovencito le detenía la mandíbula.

Quizás eran sus ojos avellana, o su cabello que le recordaba a plumas soleadas.
Nunca había conocido un humano así, era distinto y no sólo por su aspecto, desde el momento en el que se acercó a él sin miedo, sin más que curiosidad infantil en sus ojos, supo que no era un humano como cualquiera, destructivo y posesivo, era bueno, era amable, y naturalmente tenía miedo de ellos, pero no había intentado defenderse.

Una vez escuchó de su hermano mayor que no todos los humanos eran malos. ¿Podría ser que ese chico fuese el "humano distinto" que su hermano mencionó?
Averiguarlo era peligroso.

Regresó su mente a la realidad y pestañeó, el chico lucía embobado viéndolo, y cuando afiló su mirada contra él, el pequeño se amedrentó.

Es... extravagante

En especial sus peculiares cejas.

Bufó, agachándose a la altura del chico humano.

─ No dirás nada de nosotros, ¿verdad?

Asintió.

─ Bien, confío en ti.

Y sus ojos se iluminaron.

─ Pero tendrás que demostrármelo.

─ ¿Demostrarlo? ¿C-cómo?

Te quedarás aquí.

─ ¡¿Perdón?!─ exclamó─ ¡Tengo una vida, no puedo quedarme en una cueva en medio de Rusia con una manada de criaturas fantásticas!

─ ¡Oye! ¡¿A quién llamas "criatura fantástica"?!─ ladró uno de los cambiaformas.

─ Ya, no discutan─ intervino el mayor─ te quedarás aquí a demostrarme que podemos confiar en ti, humano, y cuando estemos seguros de que no dirás ni harás nada en contra nuestro, te dejaremos ir. Ese es el trato, si no, te mato aquí y ahora.

La amenaza entumeció los huesos de Zenitsu e instintivamente escondió su cuerpo dentro del suéter, el ojo rojo sangre del mayor lo atravesaba y no se inmutó hasta que el menor asintió como pudo.

─ P-pero y-yo... m-mis co-cosas...─ balbuceó al borde del llanto─ m-mi cepillo de di-dient-tes... pa-p-papel de baño...

─ Tenemos esas cosas aquí, no tienes que preocuparte.

─ Yo...

─ Si para el final del mes nos demuestras que eres de fiar, podrás volver con tu gente al hotel y hacer lo que te plazca, si no, te mataré con mi propia boca. ¿Se entiende?

─ Hum...

─ Bien. Prepárate para cenar.

Estaba atrapado, realmente estaba atrapado, y no sabía si sería mejor morir a manos de ese sujeto tan grande y aterrador que destacaba de entre todos los de su manada, o seguir sus reglas, y demostrarle que no era mala persona.

Como en toda su débil y enfermiza existencia, Zenitsu se aferraría a la vida, sin importar qué tan difícil o cobarde fuese.

No quería morir, no ahí, no así, y se acurrucó contra la pared de aquella remota y curiosa cueva.

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⁽⁽ଘ( ˊᵕˋ )ଓ⁾⁾

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