𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 1
Erase una vez…
Voy a saltarme esa parte.
Navidad, ¿cómo definir la navidad?
Es la fecha más importante según el calendario de los auradianos, en la isla, solo era una fecha más, no había ridículos árboles decorados de manera absurda, ni luces de todos los colores, ni moños, campanas o horribles flores color rojo, ni chocolate caliente o galletas de jengibre, ni unión familiar.
Un vago recuerdo vino a mi mente, de niña solía observar Auradon para estas fechas, lleno de vida mientras la isla permanecía en la penumbra del olvido, mi madre por supuesto siempre me pisaba los talones para recordarme día con día porque debía sacarnos de ahí… o quizá solo hablaba por ella.
"santa claus is coming to town" Sonaba como atractor a los posibles compradores, mientras yo caminaba como tonta con un cartel de ofertas navideñas en las manos. Los adornos terroríficos de Halloween desaparecieron de los aparadores, ahora los reemplazan por artículos de navidad, las calles están cubiertas de nieve y las personas caminan en enormes hordas para acaparar con cada producto que ofertan en sus tiendas de preferencia.
Sigo sin comprender del todo este tipo de celebraciones, solo es mercadotecnia barata, todo mundo derrocha su dinero sin medida en artículos que posiblemente en menos de un año irán a parar a la isla.
Baje el cartel y me detuve un momento era una completa humillación para mí, ¿Cómo es que la hija de la gran Maléfica terminó en estas condiciones?
Ni yo lo sé, bueno si, fracasamos en nuestro intento de robar la varita hace siete años, ¡siete jodidos años! Mi madre debe odiarme, posiblemente ya me mutiló y asesinó miles de veces en su cabeza, como lo dije, ella esperaba que la sacara del hoyo al cual llaman isla.
Evie, Jay y Carlos seguimos con nuestras miserables vidas, ahora somos esclavos de los Auradianos, si, esclavos, porque es una mierda meterme en este ridículo disfraz cada día de mi existencia.
— ¿Eres un elfo de Santa? — preguntó un niño regordete, mientras comía una paleta de dulce, ni en comer tanta azúcar se miden, hice una mueca bastante evidente.
— No exactamente, soy su asistente principal ¿Quieres enviarle un mensaje a Santa? — pregunte intente ser "Amigable"
— Eres un elfo — lamió de su estúpido dulce y me reto con la mirada.
— No soy, UN ELFO niño — Mantuve mi sonrisa, pero comenzaba a irritarme su actitud.
— Elfo. —lo que daría ahora por poder convertirlo en un insecto.
— No soy un elfo, soy el asistente principal de Santa.
— ¡Eres un tonto elfo!
— ¡Y tú eres un niño mal educado!
— ¡Eres un Elfo!
— ¡Que no! — grité, mi voz llamó la atención de varias personas que pasaban caminando por ahí — Bien niño, le haré llegar mis quejas a Santa, este año no recibirás absolutamente nada más que mierda de vaca ¿Entendiste?
— ¡Mamá! — salió corriendo detrás de su madre. — ¡Un elfo malvado de Krampus!
— ¡Eso, huye puerquito miserable! Además ¡Santa no existe! — Grité en dirección al niño, las personas que pasaban a mi lado me lanzaban miradas furiosas y después murmuraban entre ellas.
¡Qué se pudran!
Tome el horrible cartel y seguí con mi trabajo, sonreír y atraer clientes. Irónico ¿no?
Finalmente termine mi turno, me dolian los pies de pasar tanto tiempo de pie, mi cara estaba bastante roja de pasar tanto en el frio, termine de cambiarme, eche mi mochila a los hombros y me prepare para salir, Nicole la dueña de la tienda se acerco y me miro apenada, me extendió un sobre amarillo, ¿pago adelantado?
— ¿Es un pago adelantado? — dije aceptando el sobre con una sonrisa.
— Mal, de verdad intento encontrar una razón para dejarte con el trabajo, pero recibo cientos de quejas sobre tu comportamiento con los clientes, el mes pasado un niño pegó su disfraz a la cara por un descuido tuyo.
— Oh eso, fue divertido, el antifaz no salía con nada — Reí. —¿por qué mi culpa? no era ni su mamá ni su papá para cuidar de él.
— El punto es que, asustas a mis posibles consumidores, sumando a eso, ya todos saben quien eres y eso repele a un más la ventas. — Nicole bajo la mirada. — Lo siento Mal.
Había una parte positiva, deje de ser una esclava, pero también había algo negativo, mi único ingreso de dinero se esfumó.
Camine por las calles heladas y un poco vacías, me dejé caer en una banca, ¿qué seguía? levante la mirada hacia las estrellas, escuche que a la Reina Tiana le funcionó ¿por qué a mi no?
Suspiré cansada y sin esperanzas, posiblemente era hora de retomar nuestro plan de robar esa tonta varita.
Mi mejor amiga trabaja en una boutique y le va bastante bien, está por terminar de pagar sus estudios como diseñadora, Jay es un buen jugador del equipo de Turney y Carlos trabaja en una clínica veterinaria, soy la única perdedora de los cuatro al parecer, baje la mirada y entonces me di cuenta, olvide cambiar mis zapatos, aun traia puestos esos botines verdes con un pompón en la punta.
Suspire cansada y con pesar, todo me estaba saliendo como mi nombre, mal, limpie un par de lágrimas de mis mejillas y opte por tomar un taxi.
Cuando llegué a casa me di cuenta de una cosa, Evie había decorado nuestro hogar.
Abrí la puerta y me encontré a la peliazul dando órdenes de aquí para allá, mientras Jay y Carlos intentaban acomodar el árbol de navidad.
— ¿Qué pasó aquí? — pregunté arrugando la frente. — parece que Santa se intoxicó con moras azules y después vómito. — dije mientras fingía vomitar, la decoración era al estilo Evie, todo completamente azul. — ¿Pepsi cola nos compro?
— El Grinch al fin llegó. — comenta Evie divertida.
— Graciosa. — dije en tono sarcástico.
— Evie insistió en que este año celebraremos navidad. — dice Jay completamente fastidiado.
— Aún es noviembre. — comente con obviedad.
— ¿Y? esto es hermoso — dijo ella con un brillo en los ojos. — Creo que el árbol se ve mejor de este lado. — indico a Jay y a Carlos, quienes se miraron cansados. — Compré botitas para colgar en la chimenea, tienen nuestros nombres. — dijo moviéndolas de un lado a otro emocionada.
— Evie ya lo pusimos ahí ¿de nuevo? — se queja Carlos.
— Cambie de opinión, se ve mejor cerca de la ventana. — reí por el sufrimiento de los chicos.
— ¿Qué es ese rico olor?. — dije olfateando el delicioso olor que provenía de la cocina.
— Hice galletas con chispas de chocolate. — sonríe la peliazul.
— Al menos algo bueno en este día. — dije caminando en busca de aquel postre.
— ¿Por qué? — preguntó elevando una ceja.
— Me despidieron. — dije llevando una galleta a mi boca — ¡Mierda Evie aún siguen calientes!
— ¿Otra vez? — preguntó Jay.
— ¿En serio? — Dice Carlos.
— ¿Por qué? — pregunto Evie con preocupación, camine de regreso a la sala principal.
— Le grite a un niño que Santa no existía y eso fue suficiente para que me dijeran que mi actitud es una mierda y asustó a los clientes. — sentándome en el sofá.
— Eso no es nuevo...
— ¡Jay! — lo regaña Evie. — Ya encontrarás algo mejor.
— Durante este año ya vendió helados, productos de belleza, electrodomésticos, una florería, un balneario, el área de panadería en el supermercado... — enumera Carlos recordando cada empleo de Mal a lo largo del año.
— Oh, ese fue genial, me despidieron por comerme el pastel de vainilla con relleno de mermelada de fresa... No me arrepiento y en mi defensa no sabía que eran flores para un funeral.
— Decía que descanse en paz, Mal — comenta Jay.
— Pues yo leí ¡Felices 82 que cumplas muchos más!
— No tiene nada que ver una cosa con la otra, además te reíste... — comenta Carlos golpeándose con una rama.
— Pues me equivoque, como no iba a reírme...
— Cómo olvidar cuando se te cayó una lámpara en una pecera de la tienda de mascotas en la que trabajabas — recuerda Jay riendo — electrocutaste a Nemo y a sus amigos.
— Fue un accidente, ya se los explique.
— Chicos no ayuden — Interviene Evie — Tal vez ahora debes dormir y mañana pensar que puedes hacer, ya habra algo para ti.
— ¿Qué les parece si jugamos videojuegos? — propone Jay divertido.
— Yo voy — dice Carlos dejando caer la caja con los adornos de Navidad.
— ¡Falta decorar el árbol! — se queja la peliazul.
— Prometo que mañana lo decoramos juntas ¿si? ¿por mi?. — insistí haciendo un puchero.
— Bien. — acepta sonriendo.
⊰᯽⊱
A primera hora del siguiente día, los chicos se preparaban para ir a sus respectivas actividades del día, Jay salió muy temprano a la Universidad, si, se ganó una buena beca en el Universidad de Auradon por su excelente desempeño en el Turney.
Carlos era asistente en una clínica veterinaria como ya había explicado, por las tardes asistía a la Universidad.
Evie era la última en irse, estudiaba por las mañanas y trabajaba por la tarde, los chicos atravesaron la puerta principal a toda prisa, se les hacía tarde por segunda vez.
— Jamás entenderán — dijo Evie bebiendo de su café. — sabes aún publican algunos empleos en el periódico.
— Ya lo he intentado casi todo. — dije picando mi desayuno.
— Puedo hablar con mi gerente...
— Asustó a los clientes ¿Lo olvidas?
— Leí que por estas fechas la familia real realiza bastantes fiestas y muy grandes, están solicitando personal en la cocina, tal vez tengas suerte — Insiste lanzando el periódico en mi dirección y dándome en la cara— además el príncipe Ben nos conoce, no creo que sea tan miserable como para no darte empleo.
— ¿Sabes cuantas veces crucé palabras con él? — Evie niega — ni yo me acuerdo porque fueron escasas, además eres como su ex.
— No lo soy, era un hechizo así que no cuenta — comenta riendo. — sabes aveces me pregunto ¿qué habrá sido de todos nuestros compañeros de preparatoria?
— No tienen preocupaciones como yo, porque no necesitan un empleo.
— Pero si que les dimos un tormento, Audrey no se convirtió en reina como quería y Ben decidió no ser Rey hasta sentirse más listo.
— Si sabes que aún podemos robar esa varita — Evie dejó la taza de café de lado y clavó sus ojos en mi.
— Si, lo tengo claro, estamos fuera de la isla gracias a la proclama del príncipe, todos hemos logrado una vida tranquila, Dizzy y Celia por ejemplo, estudian en Auradon Prep, ya pronto saldrán de vacaciones y celebraremos Navidad — hizo una pausa — Harry, Gil y Uma trabajan en el puerto, son felices porque pueden viajar por el mundo y les pagan por ello, y sé que aún no encuentras tu lugar aquí, pero pronto llegará.
— No lo sé Evie...
— Solo ten paciencia — revisa su reloj de mano — debo irme, prometo que cuando llegue del trabajo prepararé pastelillos para esta noche, la escuela me llama. Desvié la vista hacia el periodico.
Llevaba varias horas caminando por las calles, después de pensarlo tanto me decidí y pregunté cuando tardaba en llegar al castillo de la familia real, posiblemente trabajar en la cocina no sea tan malo o ¿si?
Me dijeron que no solía haber transporte hasta el castillo, solo el de prensa, así que me acerqué a la parada de taxis pero había demasiadas personas.
En cuanto ví acercarse, me propuse ganarlo, choque con una mujer.
— ¡Lo siento! — abrí la puerta del taxi, y me subí en él, todas las personas comenzaron a gritarme, saque mi mano derecha y les mostré el dedo, mortales inútiles.
— ¿A dónde vamos? — preguntó el hombre.
— Al castillo de la familia Real. — el hombre me miró y después se echó a reír alegremente.
— También vas por la temporada de mesero eventual...
— ¿Qué cosa?
— La familia real hace muchas fiestas en estas fechas, aman la Navidad, si por ellos fuera, la celebrarían todo el año — arrugue la frente ¿están dementes? — Así que muchos aprovechan para trabajar en la cocina, hay muchos platos que lavar y la paga es buena.
— Si es eso. — respondí convencida.
— Y tu niña ¿no celebras Navidad?
— No, eso no se hace en mi familia, además solo es mercadotecnia.
— ¿Cuantos conozco que piensan eso? — ríe — Miles, terminan amando esta época.
— El Grinch y Krampus no piensan lo mismo. — dije bromeando, vuelve a negar divertido.
— Sólo necesitas un milagro de Navidad.
— No lo creó — dije negando una y otra vez.
— ¿Escuchas esa canción en la radio? ¡Es fantástico! Siempre he creído que la mejor música se creó en los 80's.
Me reí por su actitud tan positiva. Durante el camino me le uní cantando éxitos de los 80's al grado de que no supe ni en qué momento llegamos al castillo, definitivamente ese hombre recordé me hizo la tarde.
— ¡Señorita Mal, ha llegado a su destino! — dijo con una sonrisa, pagué el viaje y antes de bajar le dí las gracias.
— Muchas gracias... — dije esperando su nombre.
— Dime, Nicolás.
— Muchas gracias Nicolás.
— No pierdas la fe, Mal — me dijo sonriente, le dí una última sonrisa, baje del auto, y enseguida escuche como se preparaba para irse...
Esperen...
— ¿Cómo sabe mi nombre? — al darme vuelta, su auto ya no estaba.
Ahora adonde mierdas debía ir, había personas de la prensa esperando entrevistas, por loq que decidí colarme entre ellos, pronto me percate de que necesitaba un estúpido gafete.
Una sonrisa apareció en mi rostro, cuando una de las periodistas tenía el gafete en el bolsillo, sin que nadie se diera cuenta lo tomé, no tenía foto, así que sería fácil pasar el filtro.
Estaba haciendo todo esto solo porque no sé a quién dirigirme, soy un desastre.
Con una sonrisa mostré la tarjeta y el guardia me dejó pasar. Segundos después escuche como sacaban a aquella mujer.
Cuando ingresamos al enorme castillo, me separé discretamente del grupo y ¿ahora?
Camine por los enormes pasillos, era increíble, lo admito, me acerqué a una de las armaduras y sin querer le tiré la cabeza a una. Carajo todavía no trabajaba aquí y ya me había endeudado con una armadura muy antigua, la puse como pude y seguí caminando.
Los pasillos estaban completamente decorados, ¿Cuánto tardarán en hacer esto? me pregunté observando todo a detalle.
— ¿Señorita le puedo ayudar en algo? — mis ojos se abrieron de la sorpresa, mierda, me di vuelta y me encontré con un mayordomo.
— ¿Yo? Si, estem, estoy aquí por el trabajo — el hombre asintió.
— Ya veo, señorita los Reyes la esperan desde hace una hora. — ¿qué? ¿los Reyes? ¿cómo sabían que yo vendría? Tanto drama para una lavaplatos, bueno después todo no pueden meter a cualquiera a su castillo, más sabiendo de quién soy hija.
— Me perdí — dije algo atolondrada.
— Debí suponerlo, por aquí — camine detrás de él, la duda aún me invadía, estaba nerviosa, de un momento a otro debía hablar con los reyes, mierda.
El hombre abrió ambas puertas de lo que parecía ser la Biblioteca, era enorme.
— Majestades, la señorita se retrasó porque al aparecer tomó un camino equivocado — dice intentado evidenciar mi mentira, mire ambos bastante apenada, ya los conocía, bueno solo de vista, quien realmente llegó a tratar con ellos fue Evie — El punto es que está aquí por el puesto de niñera, para la princesa Alizée.
¡¿El que..?!
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