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🔗୭̥⋆ Capítulo 4༉

Yeonjun se sentó con pereza en el sofá, dejando que el idiota de Soobin se colocara justo a su lado. No era que no amara a su mejor amigo, de hecho junto con Huenigkai eran los dos amigos más cercanos que tenía y no sabía que haría sin ese par; ellos podían considerarse los únicos que podían comprenderlo a totalidad, no juzgarlo y que le abrieron las puertas de su casa cuando todos sus demás “amigos” le dieron la espalda.

Así que la idea de un posible odio al casgaño frente a sus ojos, estaba descartada, pero ¿Por qué llegar justo cuando estaba tan entretenido con su pequeño gatito? ¿Suyo? Sí, ya, suyo. Después de descubrir y aceptar esa atracción magnética que tenía por ese minino, no le costó mucho decidir que apenas pudiera, hablaría con Beomgyu y le pediría que no se vaya, que se quede en su casa a vivir con él, al fin y al cabo Yeonjun podía cuidarse y cuidarlo; sería como su novio, si es que se le puede llamar novio a un chico con orejitas y cola que no sabe decir más que cuatro o cinco palabras.

—Oh, que feliz te ves de verme, Yeonjunnie. —Sonrió Soobin con burla, molestando a Yeonjun como solo a él le gustaba hacerlo. — ¿Te arruiné alguna conquista o algo así?

—No, Soobin. —Gruñó Yeonjun, estirando su cuello y dejando que su cabeza se apoye en el respaldar del sofá, cerrando sus ojos, soltando un aburrido suspiro de resignación.

— ¿Entonces? —

Cuando él pensaba responder, a lo lejos se escuchó un pequeño maullido, junto con unos pasitos que lentamente bajaban las escaleras de la casa. Yeonjun se irguió casi al instante, observando tiernamente como Beomgyu bajaba, pegando sus manos a la pared para tener más cuidado. El minino estaba en una especie de posición defensiva, con las orejas inclinadas hacía atrás y su cola sacudiéndose, mirando fijamente al intruso, o mejor dicho, a Soobin.

El castaño también volteó, pensando que quizás su mejor amigo había descubierto que ser soltero no era tan malo y que, ya que se quedaría así toda la vida, se había comprado un gato para hacerle compañía; pero lo que vio no fue exactamente lo que él esperaba ¿Un niño? No, no cualquier niño; este pequeño era de esos juguetes sexuales que salieron a la venta hace cierto tiempo ¿Cómo no recordarlo? Si incluso él cuestionó su sexualidad cuando pensó que desearía tener a alguno de esos pequeños en su cama, gimiendo de placer.

— ¿Qué mierda…? —

Soobin no sabía bien qué decir, giró hacía Yeonjun y este le dio una mirada de reproche, indicándole que se callara, aunque tampoco es que el castaño fuera un tipo de muchas palabras.

Yeonjun se levantó del sofá, caminó hasta el pequeño de catorce años o quince años, según Soobin, mientras este mismo lo observaba sin poder creerlo. ¿Yeonjum se había follado a ese gato? Porque el niño apenas traía una playera puesta con unos pantalones ligeros y definitivamente esa ropa se la había visto al ojiazul un par de veces.

Por su parte, Beomgyu estaba igual o más confundido que Soobin, él no era bueno con las personas, siempre le habían dado miedo, pero esto se debía únicamente a la cantidad de cosas que le hicieron a él y a sus demás amigos de donde venía; así que con el tiempo había descubierto que no, los humanos eran malos. Yeonjun era diferente, Yeonjun era como un rayito de luz para Beomgyu, él amaba a Yeonjun, por raro que suene, ese instinto animal hacía que su corazón agradecido sienta ganas de quedarse con el mayor, la única persona que le abrió las puertas de su casa y lo alimentó, además de que hacía que sienta muy bonito cuando lo besaba o cuando tocaba su cuerpo de la manera anterior.

—Hola amor. ¿Estás bien? —El mayor envolvió en un protector abrazo a Beomgyu y este asintió con la cabeza, abrazándolo también, empezando a ronronear contra su pecho, causándole a Yeonjun una agradable sonrisa. —Ven, tengo que presentarte a alguien ¿De acuerdo? —Intentó romper el abrazo para guiar al más pequeño, pero este lo presionó más fuerte hacía sí mismo, dejándole en claro que no se quería separar de él, ni mucho menos moverse de ese lugar.

Otro pequeño maullido escapó de sus labios y subió la mirada para observar al más alto, negando lentamente con la cabeza. Yeonjun, por un segundo, empezó a debatirse entre qué podía ser más tierno, si la carita del Gato con botas en esa rara película de DreamWorks, o el rostro de Beomgyu en ese momento. Y como antes, no le costó tanto decidir.

—Oye, está bien. —Se inclinó hasta ponerse de cuchillas para quedar a una altura que al más pequeño le pareciera menos agresiva, es decir, Yeonjun lo miraba de abajo hacia arriba y entonces le sonrió tiernamente. —Estaré contigo en todo momento, te prometo que no dejaré que nada malo te pase ¿Si? ¿Confías en mí? —

Besó una de las manos de Beomgyu, cerca de sus nudillos y este al fin se dejó guiar por Yeonjun, dándole el tiempo para que se levante y camine hacía el mueble. Cuando llegaron, el castaño se sentó y colocó a Beomgyu sobre su regazo, mientras Soobin, quién hasta ese instante ya empezaba a cuestionarse si se había equivocado de casa, sonrió tiernamente al ver a su mejor amigo junto con aquel minino que, según él, parecía un pequeño gatito con cuerpo de un infante de quince años ¿Cómo era eso posible?

—Bueno, Soobin, este es Beomgyu. Beomgyu, él es Soobin, es mi amigo, así que no te hará nada ¿De acuerdo? —Le habló suavemente al oído al chico felino, y este, tras un pequeño estremecimiento, asintió con la cabeza, manteniendo siempre su mirada en el desconocido de cabello castaño.

La curiosidad del último mencionado no faltó esta vez, así que estiró su mano lentamente hasta Beomgyu. Soobin nunca fue malo con los animales, de hecho, era muy naturalista, tenía un pequeño perrito en su casa, al cual llamaba Hachi, como el perro de la película, sabía que el nombre real tendría que ser Hachikō, pero el animalito era tan pequeño que no podía ponerle el nombre del que fue un Akita.

Beomgyu entrecerró los ojos y acercó su rostro a la mano de Soobin, olfateándola un poco, después se inclinó al lado de esta y dejó que el castaño paseara su mano por su cabello, haciéndole esas pequeñas caricias que tanto le encantaban. Una sonrisa llena de tranquilidad se hizo presente en Yeonjun cuando vio que su mejor amigo se llevaba bien con el pequeño minino, pero eso no pudo evitar que una punzada de celos golpeara su corazón y automáticamente, poco después, abrazó con algo más de fuerza a Beomgyu por la cintura, logrando captar de nuevo la atención de su pequeño felino.

— ¿Meow? —Volteó el minino, preguntándole a Yeonjun qué había ocurrido. Él le sonrió y besó su mejilla, sacándole una sonrisa llena de felicidad al más pequeño y un movimiento alegre de su cola, que logró caer sobre el sofá, sorprendiendo a Soobin por lo larga que era.

—Y… —habló el castaño, concentrado en la longitud de esa extremidad sobre el sofá. — ¿Me piensas explicar o seguiré admirando lo jodidamente tierno que es ese pequeño? —

Yeonjun lo observó, arqueó una ceja y Soobin le mandó una de sus miradas prepotentes, logrando que el ojiazul dejara su sesión de mimos a Beomgyu y se volviera a concentrar en su mejor amigo.

—Vino a casa, no tenía a donde ir y durmió aquí, el resto es historia. Se va a quedar, ya lo decidí. —dijo Yeonjum, volviendo su mirada a Beomgyu, quien ahora tomaba su cola y empezaba a peinarla, logrando que otra sincera sonrisa apareciera en el rostro del pelinegro.

—Pero sabes que no es tuyo ¿Tienes idea de lo caros que son, Yeonjun? Debe tener un dueño y pueden estarlo buscando por ahí. Sé que es tierno y todo, y puede hacer dudar de su sexualidad hasta a Chuck Norris pero algún día alguien lo pedirá y tendrás que devolverlo, Junnie—

¿Por qué Soobin tenía que ser un amigo tan realista? Era verdad, sí, pero ¿Por qué bajarlo de su nube de esa manera? Yeonjun quería que Beomgyu se quede a su lado el mayor tiempo posible ¿Era tan difícil aceptar eso? No pensaba devolverlo, primero porque le encantaba su compañía y segundo porque algo le hacía pensar que su Beomie no era feliz en el antiguo lugar de donde venía.

—Bueno, pero por ahora es mío. —Murmuró, aunque él deseaba que ese “por ahora” se alargara el mayor tiempo posible. —Ya no quiero que hablemos de eso ¿Bien? Apenas lleva poco tiempo aquí y ya quieres que lo devuelva. No seas envidioso. —

El último comentario fue sin intenciones de hacerlo enojar, simplemente deseaba ya cambiar de tema, lo que sea que no le dejara tal mal sabor en la boca. Soobin rió silenciosamente y asintió con la cabeza, aceptando la propuesta de su mejor amigo. —Ahorraré para comprarme uno. —Rió de nuevo, aligerando el ambiente tenso que habían formado.

Beomgyu solo entonces levantó la mirada de su cola hacía ellos y les sonrió a ambos, aunque no había prestado ni la más mínima atención a la conversación, Yeonjun le sonreía de regreso así que sabía que todo estaba bien. Aprovechando la calma, se acercó un poco más al ojiazul y capturó sus labios en un suave beso, logrando sorprender a los dos mayores, mientras el gatito solo enredaba su cola lo mejor posible en la pierna de Yeonjun. Cuando se separaron, Beomgyu se acurrucó en su pecho, mientras era abrazado por esos firmes brazos.

Yeonjun miró a Soobin y quiso matarlo por la risa burlona de sus labios, pero no era eso lo que más le preocupada, sino que apenas notaba el peso del trasero del menor sobre sus muslos, exactamente sobre su entrepierna. Ese beso fue un gran recordatorio de lo sexualmente frustrado que se había sentido desde el primer contacto con esos finos labios.

Yeonjun suspiró y tomando el valor suficiente, antes de que Soobin o quizás Beomgyu sintieran o notaran el bulto que se hacía presente bajo su pantalón; él se levantó, dejando a Beomgyu sentado en el sofá, sin comprender que había pasado. Caminó a paso rápido hasta la cocina y le gritó a Soobin que serviría algo para comer.

Su mejor amigo rió otra vez, ahora en una ruidosa carcajada, él sí había notado la incomodidad sexual de su amigo, principalmente porque no era la primera vez que sucedía, también cuando terminaban viendo películas porno o algo parecido y un cuerpo le llamaba la atención a Yeonjun, él acababa burlándose a risas sueltas hasta que su mejor amigo lo sacaba a patadas de su casa, seguro para aliviar el dolor en su parte baja.

Pero para Beomgyu eso era nuevo, y el pequeño creyó que quizás había hecho algo malo.

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