NI-KI dio la vuelta, encontrándose con el chico de cabellos oscuros y ropa desarreglada respirando agitado tras haber corrido.

—Sunoo, ¿Qué haces aquí? ¿Quién te dijo qué—
Sunoo besó a NI-KI aprovechando la distracción de sus padres.

—No vuelvas a hacer eso. Debes contarme las cosas, confía en mi.

—Sunoo, yo confío en ti...

Un grito femenino que llevaba el nombre del menor se hizo escuchar, su madre le llamaba, diciendo que dejara de perder el tiempo porque su vuelo ya iba a despegar.

—No te vayas, por favor. Quédate conmigo, eres mayor para decidir tu futuro.

El alto mordió su labio inferior y miró a sus padres ¿Quería irse y seguir teniendo una vida llena de problemas o quería quedarse y escapar junto a lo mejor que le había pasado en la vida?

A NI-KI fue a donde estaban sus maletas, las tomó y sin decir ninguna palabra, tomó a Sunoo para que corriera junto a él.

La gente volteaba confundida al ver a dos jóvenes riendo por el pasillo pero ¿Qué más daba? Estaban escapando de lo malo, quizá irían juntos a algún lugar mejor que la realidad de ambos.

—Gracias por ir a buscarme. Lamento no habértelo dicho, no quería hacerte daño.

—Me habrías hecho más daño si te hubieras ido sin despedirte.

—Eres lo mejor que me ha pasado. —El camino del taxi fue ameno, NI-KI durmió en el hombro de Sunoo la mitad del camino, y el mayor creyó que desde hoy por fin comenzaría a vivir de verdad.