Quarantanove.
NI-KI estaba ordenando la casa, hoy no debía ir a trabajar.
Tenía cierto afán por una casa limpia y ordenada.
Luego de terminar y tomar un vaso de su tan amada leche con chocolate, fue hasta la habitación de dibujos y abrió el armario que se encontraba a un lado de su escritorio.
Sacó una caja con papeles, más bien, las pocas invitaciones a su compromiso. El traje de color negro descansaba escondido en el fondo del armario.
Vio una de las fotos y rió al recordar cuando las habían tomado.
—¿Por qué tenemos que hacer esto?— Sunoo arreglaba el cuello de su traje cada cinco segundos.
—Porque quiero tener lindos recuerdos incluso antes de la boda.— NI-KI tomó a Sunoo por la cintura y depositó un beso en sus labios.
Sunoo hizo un mohín y arrugó su nariz.—
Vamos, pequeño.
—Chicos, Jake quiere seguir la sesión.
NI-KI y Sunoo se acomodaron y el flash de la cámara volvió a sonar. Esa última foto, definitivamente iría en la portada de las invitaciones.
Faltaban pocos días para lo que sería el mejor suceso de la vida de NI-KI. Y estaba jodidamente nervioso, esperaba que todo saliera bien.
Sunoo entró a la habitación con Lucky en los brazos, y asustó a NI-KI quien al parecer no lo había visto entrar, el menor había dado un salto que casi lo deja clavado en el techo.
—¿Por qué eres así?— Lloriqueó el de mechas.
—Porque te amo, además, aun así me quieres.—
NI-KI murmuró un "bobo" antes de que Sunoo dejara al gato sobre el mesón del menor y estar libre para poder acercarse y probar sus labios, distrayéndose al sentir los besos suaves del más alto.
Mientras tanto, Lucky hizo un desastre con las pinturas de NI-KI y Sunoo.
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