Epilogo.
Sunoo se paseaba inquieto de un lado a otro
fuera de la casa.
Estaba esperando por NI-KI pero el chico demoraba demasiado.
Arregló su abrigo y subió al auto al ver que la puerta al fin se abría.
—¡Papá Sunoo!
—¿Si, pequeño? ¿Estás emocionado? Es tu primer día de clases.
—Sunoo, no asustes al niño.— NI-KI terminó de abrochar el cinturón del niño y se sentó en el asiento del copiloto junto a su novio.
Ambos se miraron y entrelazaron sus manos antes de dar marcha por la calle.
El pequeño niño había llegado a iluminar más sus vidas luego de un par de años. Ahora tocaba que los padres de los alumnos nuevos los llevaran a su primer día de clases en primer grado.
—lugh iSin demostraciones de afecto!— El niño se tapó los oios con sus manitos cuando Sunoo besó a NI-KI en los labios al llegar al colegio.
El mayor se giró y le sacó la lengua al niño mientras reía. Recibió un golpe de NI-KI.
Los tres bajaron, y el pequeño Min YoungJae abrazó a sus padres antes de correr con los demás niños a su salón.
—¡Adiós papá Sunoo y papá Nikie!
Los mayores suspiraron contentos.
—¿Alguna vez pensaste que te casarías con el chico de los dibujos de rosas?—Preguntó
NI-KI con una sonrisa mientras se subían otra vez al auto.
Sunoo río y acarició el dorso de la mano del de cabellos negros.
—No, pero es la mejor decisión que pude haber tomado.
—Que cursi eres.
—Mira quien habla.
Partieron su camino escuchando una de las canciones favoritas de NI-KI en el volumen más alto que podían, riendo y jugando como si aún fueran adolecentes.
Como si aún fueran el chico de los dibuios de rosas y el chico malhumorado de los audífonos.
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