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•Capitulo: 09•

Historia YoonMin•

La noche, la primera como bailarín de un burdel lujoso, le hizo sentirse tan nervioso como se podía sin importar si su mente trataba de darse apoyo o tranquilizarse pues nada parecía funcionar. Mientras se vestía en el camerino, con manos temblorosas y el corazón martilleando a prisa, no dejaba de replantearse la situación, se preguntaba si era necesario trabajar como bailarín, pero luego recordaba que de haber conseguido otro empleo no estaría calzándose unas medias negras hasta el muslo, ni mucho menos usando una falda de Tul.

Cuando JiMin salió a escena acompañando de otros bailarines se sintió agobiado, casi impotente pues las ganar de salir cometiendo eran enormes más los impedimentos superiores. En medio de las luces y la música, con pasos temblorosos pero sensuales, en lo que cabía dicha definición, bailó para el público que apreciaba embelesado los movimientos de caderas y las delgadas piernas de los bailarines. Hubo algo, o más bien alguien, que le dio la valentía que necesitaba para bailar como si disfrutara de ello. En el mueble justo al frente del escenario estaba un hombre, un vampiro cuyo atractivo era tan peligroso que lo atraía como un magneto, sus ojos lo cautivaron desde que casualmente se topó con su mirada, una diferente de las demás pues no estaba cargada de deseo sexual sino que lo veía con cierta dulzura e interés. El misterioso vampiro levantó su copa como si brindara con él, claro que JiMin no supo porqué, sólo sabía que ese gesto fue para él pues no hacía contacto visual con nadie más.

Tan concentrado estaba en ese hombre, tan perdido en su mirada y su delicada sonrisa, que no se percató de que el borde del escenario estaba justo bajo su pie y que por ello perdió el equilibrio dispuesto a caer estrepitosa y vergonzosamente. No contó con la rapidez del vampiro del cuál sus ojos no se despegaron, pues fue él quien lo sujetó en brazos como si fuera un novio en su noche de bodas. El show continuó con el resto de bailarines a pesar del percance. No obstante, la vergüenza que el joven sentía lo hizo alejarse de su salvador entre palabras mudas para correr al camerino.

—Oh, Dios mío, soy un idiota. ¡Un idiota!

Suaves lágrimas se aglomeraron en sus ojos frente a la pena y la impotencia y pronto se desbordaron como un río por sus mejillas.

"Necesito el trabajo..."

Y lamentablemente estaba seguro que ahora, sí su jefe lo hubo visto, su estatus figuraba como despedido.

—Fue sólo un accidente, no llores por eso— una voz grave le habló desde la puerta, y le pertenecía a aquel que fue razón de su descuido en el escenario. JiMin sintió sus mejillas hacer erupción al verlo pues de cerca era aún más guapo.

—L-los clientes no p-pueden entrar aquí.

—Yo no soy un cliente cualquiera, en realidad no soy un cliente— contestó acercándose al lloroso muchacho para ofrecerle su pañuelo y secar sus lágrimas—. Mi nombre es Min YoonGi, y soy el accionista del Burdel.

"¡Perfecto! Él es uno de los jefes, ahora si estoy despedido".

Yo, lo siento, no lo sabía.

—Eso no importa, pequeño— le dijo dulcemente ayudándole a secar su rostro.

Más JiMin siguió llorando entre hipidos y quejas hacia sí mismo.

—¿Qué haces aquí, YoonGi?

El dueño del Luna Roja apareció en la puerta del camerino.

—Venía a ayudar a tu nuevo bailarín.

—Retírate, tengo que hablar con él.

Y JiMin sabía que esa charla sólo era para reprenderlo y despedirlo.

—No fue su culpa— contestó YoonGi rápido advirtiendo de las intenciones de su hermano.

—Yo de verdad lo siento. Le prometo que no volverá a pasar.

—No lo vayas a despedir— la voz demandante de YoonGi le indicó a su hermano que no sólo se trataba de una amenaza sino de una advertencia.

—¿Por qué no?

—Lo tomaré como mi responsabilidad. De no ser por mi no sé hubiese distraído— no lo dijo por narcisismo, mucho menos lo hizo con un tono burlón o de vanagloria, fue serio y sin juegos.

—Debes dejar de coquetear con mis empleados.

"¿Él coquetea con todos? Vaya tipo".

Y eso le supo amargo a JiMin, quizás porque se hizo una rápida ilusión platónica con YoonGi, pero claro, ningún hombre como él estaría libre de bellas mujeres y atractivos hombres y, por el contrario, sería él un hombre muy coqueto conociendo sus atributos y ventajas.

—Lo dejaré de hacer si no lo despides.

—... Sólo le iba a regañar no a despedir. Es interesante saber que te descolocaste por puro miedo, YoonGi, y sobre todo cuán rápido actuaste.

Entre risas malévolas y burlescas el dueño del Burdel abandonó el camerino dirigiéndose a su despacho.

—No tenías porqué ayudarme— comentó JiMin un tanto molesto.

—Fue mi culpa que te cayeras.

—No lo fue.

—¿No? Entonces, ¿por qué no me quitabas los ojos de encima?

—Tú me mirabas también.

—Tú eres algo que me gustó admirar.

YoonGi se alejó entre sonrisas victoriosas y suaves carcajadas que no hacía otra cosa si no avergonzar al joven vampiro.

—Me gustaría preguntar dos cosas. La primera, ¿cuál es tu nombre?

—J-jiMin.

—JiMin, ¿por qué parecía que bailabas sólo para mí?

—... Por la misma razón que brindaste sólo conmigo.

Detalles y regalos, cartas y flores fueron los agrados de YoonGi para JiMin que se repetían día tras día, como si de dos amantes se tratara. Dos jóvenes enamorados. A ninguno le disgustaba, pero para JiMin todo aquello era como un juego, una treta que de dejarse llevar lamentaría su inmortalidad. Tenía miedo.

"Hoy y siempre, eres la criatura más hermosa que mi inmortalidad me permite apreciar— Y".

La nota llegó junto a un ramillete de quince rosas rojas, era el día veinticinco desde que se conocieron y aún no dejaban de llegarle regalos. ¿Por qué? No era un vampiro especial, sólo normal, y lo más desconcertante de todo es que ni siquiera se conocían más allá de la intimidad de unas cuentas palabras. El romance no surgía así, no para JiMin quien creía fervientemente en que YoonGi sólo trataba de jugar con él.

—¿Por qué tienes tanto miedo a enamorarte?— le preguntó una tarde cuando interrumpió su ensayo y se lo llevó a un privado.

—No tengo miedo.

—¿Y por qué no me dejas hacerlo, entonces? ¿Es acaso que... te disgusto?— su voz afligida conmovió en demasía a JiMin.

—¿Por qué... querrías enamorar a un chico como yo?

—¿Y por qué no? En toda mi inmortalidad nunca conocí a alguien como tú.

—Es sólo curiosidad lo que sientes— trató de explicar aún cuando el corazón se le estuviera encogiendo de dolor.

—Pues entonces esta curiosidad me está matando porque quiero seguir de curioso hasta que me digas que sientes la misma curiosidad por mi.

—¿Y si eso no sucede?

"¡Mentiroso! Ya sientes esa curiosidad,— se dijo así mismo.

—Lo seguiré intentando.

—Te cansarás.

—No adviertas mis pasos cuando no eres capaz de conocer los propios— le dijo molesto de aquel rechazo indirecto y tambaleante—. Sólo daré mi brazo a torcer si me dices que no te gusto, sólo así te dejaré en paz.

JiMin no se atrevió a decir esa mentira, y se cuestionó si YoonGi se sentía tan confiado de su atractivo como para proponer aquello. El silencio fue un consuelo para YoonGi, era como un "si, me gustas" susurrando al viento, y eso le bastaba para ser feliz por el momento.

Para el bailarín la insistencia ajena llegaba a ser brutalmente abrumadora, y en un punto llegó a cansarlo. No había un alto, ni una forma de detener a YoonGi. El miedo y sus propias inseguridades lo empujaron a decir una mentira cuyo resultado sería un cataclismo total.

—No soy virgen— le dijo como si con ello fuese a desilusionar al otro, o al menos hacerlo desistir de su romance.

—Yo tampoco— le contestó con un deje burlón. JiMin bufó exasperado—. ¿Acaso esperabas que te insultara y me marchara?

"Si".

Eso no va a pasar, y no pasaría aún cuando fuera verdad que no eres Virgen.

JiMin lo miro asustado reparando que su pequeña mentira hubo sido descubierta sin si quiera pensarlo. Un plan brillante, una lástima que ningún plan sea perfecto.

"¿Cómo sabría YoonGi que mentía?"

—Eso... tú...

—¿Quieres apostar a que mi apreciación es certera? Si yo gano me concederás una cita, y si pierdo juro no volver a incomodarte.

El orgullo del vampiro más joven le venció provocando que sin meditarlo aceptara dicha apuesta. ¿Por qué aceptar cuando sabes de antemano que tu adversario ganará? ¿Por qué peleas? ¿Es por orgullo? Pues el orgullo es tan pasajero e inservible como una mentira.

—¿Sabes por qué estoy tan seguro de ganar?— le preguntó al oído logrando estremecer el delgado cuerpo ajeno— porqué cada vez que te toco tiemblas, te sonrojas y si me acerco demás casi gimes, y ninguna persona que se jacte de ser experto tendría reacciones así.

"Acabo de firmar mi sentencia de muerte".

Holaa, ¿cómo están?
¿Qué opinan sobre la historia de nuestro bello YoonMin? ¿Les gustó? ¿No les gustó?

Espero les haya gustado el capituló, ¡besos! <3

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