Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Especial.❜

- Ni-Ki siempre había estudiado por sí mismo, siendo de esas personas que lograban una concentración óptima solo cuando se encontraban rodeados por el completo silencio y la soledad.

Sus notas eran excelentes, pero ni siquiera así él estaba dispuesto a bajar la guardia y dejar el estudio de lado, por lo que de todas maneras, siempre se esforzaba en repasar los contenidos antes de cualquier examen.

Aunque en aquella ocasión había un factor diferente, no estudiaría solo. SungHoon le había pedido que estudiaran juntos, diciéndole que tenía dudas en cierto contenido y deseaba que el pelirubio le explicara. Obviamente, esto solo era una excusa barata que había inventado el alfa con el objetivo de pasar algo de tiempo con su omega, el cual lo había estado ignorando un poco al estar tan enfocado en estudiar para los exámenes.

Estudiarían en la biblioteca, pues allí tendrían tranquilidad y los materiales bibliográficos necesarios para su siguiente examen final que sería el de Historia, aunque el punto de encuentro sería un pequeño parque que quedaba a solo tres cuadras del lugar de destino.

Eran apenas las nueve de la mañana y ya Ni-Ki se encontraba en dicho parque, observando su entorno y las personas que caminaban alrededor de él mientras esperaba por el azabache.

Su pie comenzó a repiquetear contra el suelo y su paciencia a colmarse cuando media hora después no había señales del alfa aún, algo raro pues él siempre llegaba temprano a cualquier encuentro, cita o reunión. Sacó su teléfono de su bolsillo para mandarle algún mensaje y como si lo hubiera llamado con el pensamiento, justo en aquel momento su móvil comenzó a sonar con una llamada entrante suya.

—¿SungHoon? ¿Dónde estás? Llevo esperando un buen rato en el parque. — le cuestionó apenas levantó la llamada.

No hubo una respuesta inmediata, más bien se escuchaba una respiración pesada, acompañada de algunos quejidos muy bajos, casi imperceptibles.

—No p-puedo ir… — la voz del alfa sonaba un par de tonos más graves, aunque algo ahogada a la misma vez, como si apenas pudiera hablar. — mi celo…lo siento. Te hablo… — se detuvo nuevamente, interrumpido por otra queja que sonó casi como un gruñido — luego…adiós.

Y sin esperar respuesta alguna, el alfa colgó la llamada, dejando a Ni-Ki totalmente confundido y con una sensación extraña punzando en su pecho.

SungHoon estaba en celo, y aunque esta no era la primera vez en la que lo estaba desde que ellos se habían convertido en una pareja, sí se sentía diferente.

En su mente se repetían las palabras que el alfa recién le había dicho, pero sobre todo la forma en que estas habían sonado. Él se escuchaba tan adolorido y fatigado, que casi parecía la voz de alguna otra persona. Riki imaginó que debía estarla pasando muy mal, y su corazón se aceleró cuando su lobo se removió en su interior, reclamándole por algo que aún no podía entender del todo.

O sí lo entendía, solo que estaba muy asustado e inseguro como para aceptarlo.

Él se reconocía como el omega de SungHoon, y como tal, todos sus instintos le gritaban que él tenía un rol que cumplir ahora mismo. Un papel que solo él podría interpretar, que solo él podría ayudar al azabache que se retorcía de dolor entre las sábanas de su cama.

Los recuerdos de hace poco más de un año, cuando SungHoon había hecho lo mismo por él, llegaron a su mente de un solo tiro, y todo su anatomía se estremeció de solo pensar que él tendría que hacer algo así por el alfa.

Los nervios se apoderaron de él, y comenzó a caminar de un lado a otro en su lugar, casi creando un nuevo camino con sus pisadas y ganándose las miradas extrañas de algunos transeúntes.

Estaba muy indeciso, su lobo le pedía y reclamaba por una cosa, pero sus nervios retenían sus impulsos más naturales y salvajes. Un par de minutos después se encontró a sí mismo llamando a su mejor amigo, necesitaba urgente el consejo de alguien.

—¿Si? — la voz del pequeño omega castaño sonó algo ronca y adormilada, tal como si se hubiera despertado justo en aquel momento.

— SungHoon está en celo y no sé qué hacer. Mi lobo me dice que vaya allí y lo ayude, pero no sé si esté listo para esto. Pero él parece estar sufriendo mucho, y quizás me sienta culpable si no lo hago. Pero me falta valor para hacerlo, y el estrés me está matando. — Riki hablaba de forma apresurada y alterada, dándole apenas tiempo a su amigo de procesar la información.

—Primero que nada, buenos días. — contestó el castaño, ignorando por momento todo lo demás, soltando un bostezo mientras frotaba uno de sus verdosos ojitos, tomándose su tiempo a pesar de saber lo impaciente que se encontraba su amigo. — Entonces SungHoon está en celo y sientes que debes ayudarlo. Pues hazlo, ¿cuál es el problema?

—Yo…no sé si esté listo para dar este paso…si voy, nosotros vamos a…hacer eso…— las mejillas del pelirubio tomaron un rubor rosáceo de solo pensar en esa idea.

—Sexo, Kinnie. Se le dice sexo. — sin embargo, el otro omega no tenía pelos en la lengua. — Y es totalmente normal entre una pareja de alfa y omega como ustedes. Ya llevan más de un año saliendo, estoy sorprendido de que aun no lo hagan. Creo que solo SungHoon sería un alfa tan bueno como para aguantar tanto tiempo sin ponerte un solo dedo encima.

Ni-Ki mordió su labio inferior. JungWon tenía razón. Si bien su novio y él habían tenido algunos roces y besuqueos algo subidos de tono, es cierto que el alfa nunca había hecho nada que él no quisiera, siempre tratándolo con delicadeza y anteponiendo su bienestar y comodidad al propio.

SungHoon siempre era así con él; a veces podía ser un chico molesto y pervertido, pero no había una sola vez en que Riki no se hubiera sentido a salvo y confortable entre sus brazos.

—Creo que es momento de que tomen el próximo paso, Nini. — el castañito retomó la palabra nuevamente ante el silencio de su amigo. — Si tu lobo te está dando esas señales, es por algo. Él ya antes te ha guiado en tus sentimientos y no se equivocó. ¿Qué tal si lo escuchas nuevamente? Estarás bien, es solo SungHoon, después de todo.

El mayor se quedó en silencio por unos segundos, analizando todo, y él mejor que nadie sabía que su mejor amigo tenía razón. Él podía ser un terco, pero ya no era tan ciego y cerrado con sus emociones como lo había sido en el pasado, y era el propio SungHoon quien lo había ayudado con eso.

Vació sus pulmones con un profundo suspiro, y al fin se decidió a hablar. — Tienes razón, JungWonnie. Aun no estoy del todo seguro si estoy listo para esto, pero no lo sabré a menos que lo intente. — aquellas palabras fueron también para convencerse por completo a sí mismo. — Gracias, JungWonnie. Me iré ahora.

No esperó una respuesta antes de colgar y emprender su camino, debía apresurarse ahora que había tomado una decisión, no quería luego cambiar de opinión en uno de sus ataques de inseguridad.

Ni-Ki era una persona muy segura de sí misma, de carácter fuerte y convicciones remarcadas, pero todo eso podía cambiar cuando se trataba de aquel alfa de hebras brillantes como la noche. Este provocaba sentimientos en él nunca antes experimentados, y lo que más frustraba al omega, era como estos se salían de su control y raciocinio, haciéndole actuar bajo sus impulsos más vergonzosos.

Justo como ahora cuando se encontraba dentro de un taxi en dirección a la casa de su pareja. Ya había visitado la lujosa mansión unas pocas veces antes, pero siempre se impresionaba como la primera vez al ver el ostentoso hogar que parecía sacado de un libro de la literatura inglesa de la época victoriana.

No tardó en llegar, aunque tuvo que caminar hasta la entrada que quedaba algo alejada del portón principal. Sus manos cerrándose con fuerza alrededor de las tiras de su mochila mientras veía la edificación más y más cerca de él. Su corazón palpitaba con fuerza dentro de caja torácica y su lobo comenzó a removerse nuevamente al sentir que pronto vería a quien tanto ansiaba.

Pronto estuvo frente a la entrada principal y luego de tres toques sobre la madera de la puerta fue atendido por el mayordomo de la casa, un beta de alrededor de cincuenta años que siempre se mostraba muy servicial y amable.

—Señorito Riki, que sorpresa verlo por aquí tan temprano. — le saludó el hombre de la misma manera que siempre, haciendo una leve venia que fue correspondida inmediatamente por el menor.

—Llámame solo Riki, por favor. Te lo pido siempre. — verdaderamente, a Ni-Ki no le gustaba ser tratado con aquella formalidad, él solo era un chico, no uno de los "señores" de la casa, como solía decir aquel beta.
— Y bueno…estoy aquí para ver a SungHoon…

Las últimas palabras salieron en un susurro, su vista desviándose a otro lugar para ocultar la vergüenza que comenzaba a crecer en él, pues todos en la casa podrían imaginar lo que él haría con el alfa en pleno celo. Nadie sería tan ingenuo como para no saberlo. Sin embargo, el mayordomo no hizo ningún comentario fuera de lugar o sugerente, y en su lugar se dedicó a guiar tranquilamente a Riki a la habitación del susodicho.

Después de todo, no era secreto para nadie que el pelirubio era el omega del señorito de la casa. En todo caso, el sirviente agradecía internamente la presencia del adolescente allí, pues solo él podría calmar la rabia y mal humor que se apoderaban del azabache siempre que sufría de sus celos, aunque eso no se lo diría.

—El señorito SungHoon tomó un par de supresores hace media hora, y no ha salido de su habitación desde entonces, así que no puedo asegurarle en qué estado se encuentra. — el beta sintió que debía darle aquella información al omega, y una vez estuvieron frente a la puerta de su destino, solo se retiró, haciendo otra reverencia sin decir nada más. 

Una vez estuvo solo, Ni-Ki aspiró y exhaló de forma sonora, sus fosas nasales llenándose del fuerte aroma a café y hierba buena que lograba incluso traspasar las barreras de la puerta, causando que su lobo se removiera en anticipación. Dio un par de toques a la puerta, pero no recibió respuesta ninguna, por lo que supuso que el alfa estaría dormido o demasiado adolorido como para atender a su llamado.

Se tomó el atrevimiento de girar el picaporte, que para su sorpresa no tenía seguro, adentrándose lentamente y en silencio a la habitación, casi como si fuera un bandido que no deseaba ser descubierto.

Sin embargo, su cordura se vio comprometida y apenas pudo cerrar la puerta cuando el potente aroma del alfa atacó todos sus sentidos, esta vez su lobo interior aullando de emoción y excitación, buscando desesperadamente al alfa. No lo vio por ningún lado, pero su aroma era tan fuerte que sus piernas temblaron y su propio aroma comenzó a liberarse de forma inconsciente, como una manera de llamar la atención de aquel alfa en celo que estaba tan cerca.

Alfa que al fin hizo acto de presencia cuando lo vio salir del baño de su cuarto, con una diminuta toalla alrededor de su cintura cubriendo su intimidad, pero dejando totalmente a la vista su pecho duro, su abdomen pálido y ligeramente marcado y el resto de su cuerpo aun mojado por algunas gotas que caían de su sedoso cabello húmedo.

SungHoon no tardó ni dos segundos en notar la presencia de Riki, su dulce aroma a vainilla siendo demasiado embriagador como para no notarlo, además de su lobo que gruñía excitado al reconocer a su omega frente a él, como si hubiera respondido a todos sus llamados que suplicaban por un alivio.

Estaba sorprendido de ver al omega allí, su visita era lo menos que esperaba, y se sobresaltó ligeramente al ver como el cuerpo de Ni-Ki se desplomaba en el suelo, cayendo sentado sobre su trasero.

Porque sí, aquello había sido demasiado para Ni-Ki. Aquella imagen sublime y ese aroma tan hipnotizante que le hacían sentir molestamente sumiso y dispuesto para él habían sido suficientes para hacerlo caer. Se sentía un poco molesto y avergonzado por esto, ni siquiera en sus propios celos se había sentido tan débil por el alfa, pero ni aquello pudo evitar que su entrada comenzara a lubricar de forma natural, mojando incluso sus pantalones.

—A-Alfa… — el propio omega se asombró de las palabras que salieron de su boca, y sobre todo de su tono, sonando muy necesitado e incluso excitado.

Y verdaderamente, lo estaba.

El simple llamado fue suficiente para que SungHoon reaccionara al fin, rápidamente tomando el cuerpo de su novio para levantarlo del suelo y llevarlo a su cama, acostándolo con cuidado sobre el colchón. Los ojos del azabache mostraban un leve brillo particular, señal de que su lobo estaba deseando tomar el control y responder a sus instintos más salvajes al tener a su omega tan dispuesto para él justo frente a sus narices, pero no lo permitiría, agradeciendo en su interior haber tomado aquellos supresores media hora antes. De lo contrario, la historia sería diferente.

— Nishi…¿qué haces aquí? No se supone que lo estés. — la voz de SungHoon sonaba más grave de lo normal, e incluso eso causó estragos en el estado del omega acostado en la cama. — Debes irte ahora, le pediré a mi chofer que te lleve de vuelta.

Para el azabache era difícil contenerse, pero lo menos que quería era lastimar al omega o terminar haciendo algo que este no deseara, por lo que hizo el amague de levantarse, pero un agarre firme en su muñeca lo detuvo.

—No, por favor… no quiero irme. — suplicó el pelirubio, sus ojos oscuros perdiéndose en la mirada azulada y profunda del alfa. — Quiero ayudarte, Hoon…por favor. Tú eres mi alfa y yo soy tu omega…por favor.

El azabache no podía negar que estaba demasiado sorprendido de ver al contrario en aquel estado, siendo la primera vez que lo hacía, ni siquiera en su celo se había comportado así.

Aun así, no estaba del todo convencido, y no quería que el omega actuara por meros impulsos al estar afectado por el celo de su alfa. Podría arrepentirse y lamentarse luego.

— Riki, ¿estás seguro? Escúchame bien, esto no es como lo que hemos hecho antes. Si sigues siendo así, no podré contenerme más y lo haré hasta el final. — advirtió, sonado y luciendo demasiado serio.

Sin embargo, esto no pudo intimidar al omega, quien asintió nuevamente, relamiendo sus labios que se sintieron resecos al mirar los del alfa.

—Sí, estoy seguro, Hoonnie. — su mano se estiró hasta que su palma logró acunar la mejilla del azabache, empleando aquel apodo que usaba siempre que quería convencer al alfa de algo, pues este era débil ante tal apelativo. — Hazlo, por favor… si es contigo, quiero hacerlo todo…

Aquello fue más de lo que SungHoon podía soportar, y finalmente dejó de contenerse para atacar con necesidad los labios abultados del omega, quien seguía de forma torpe con el vaivén impuesto por el adverso, liberando jadeos bajos en medio de este.

Ni-Ki ya no daría marcha atrás. No podía hacerlo, pero tampoco quería. Ya no era solamente su parte animal o su cuerpo los que clamaban por aquello, sino todo él. Le parecía tan natural y correcto, que se preguntaba si alguien más había tomado posesión de su entidad y emociones. Pero no era así, aquel era él, la diferencia estaba en que sus barreras, miedo e inseguridades desaparecieron en el momento en que ese par de zafiros lo miraron y unos brazos cálidos y fuertes lo sostuvieron como si fuese lo más preciado del mundo.

Estaba listo.

Toda su anatomía se estremeció cuando un par de manos grandes comenzaron a pasearse por su cuerpo, sintiendo como era despojado de su ropas, prenda por prenda hasta dejarlo completamente desnudo ante la vista del más alto.

Sus mejillas alcanzaron su punto máximo de color en ese momento, tan rojas que podrían ser confundidas por un par de manzanas maduras, y no dudó en desviar su mirada a su lado mientras intentaba cubrir su rostro con su brazo.

SungHoon soltó una risita baja por su comportamiento, ya conocía de antemano lo nervioso que se ponía su omega con aquellas situaciones, aspecto de su personalidad que no dejaba de parecerle adorable, sin importar cuantas veces lo presenciara.

Y es que Ni-Ki era la mera representación de la perfección para el alfa, lo comprobaba siempre que le mostraba aquella sonrisa brillante de dientecitos pronunciados, o cada que probaba aquellos labios tibios y carnosos, incluso cuando inflaba sus mofletes y fruncía su entrecejo siempre que algo le molestaba. No importaba cómo, Ni-Ki; su Ni-Ki, era perfecto.

Hecho que quedó confirmado por vez número quinientas una vez se tomó algunos segundos para apreciar el cuerpo bajo él.

El pelirubio exhibía una figura de envidia, algo diferente de la del resto de omegas. Él poseía una cintura estrecha y trasero abultado como la mayoría de personas pertenecientes a esta jerarquía; pero su abdomen incluso más marcado que el de SungHoon, los pronunciados músculos de sus brazos y sus piernas largas y tonificadas podían ser la envidia de cualquier alfa. Aunque en el caso del azabache, solo podía estar encantado y sentirse dichoso de poseer a tan bella persona, quedándose embobado a pesar de las frenéticas palpitaciones que amenazaban con perforar su pecho, o su lobo que le dictaba tomar de una vez por todas al omega que llamaba por él.

Por supuesto, él lo haría, pero no de aquella manera ruda y salvaje en la que solían comportarse los alfas en pleno celo, sino que se encargaría de mantener el control y crear una experiencia placentera para ambos. Después de todo, esta era su primera vez. Sus instintos podían mantenerse calmados si se trataba de Riki, su persona más preciada.

Sus manos recorrieron el cuerpo frente a él de arriba a abajo, la piel blanca y lechosa luciendo como el lienzo perfecto para pintarlo con sus besos y mordidas, cosa que no tardó en hacer. Su boca se deleitaba con el sabor y textura de la dermis que se enrojecía a causa de sus dientes y succiones, y sus oídos se deleitaban con los suspiros y gemidos bajos que lograba provocar en el ajeno con sus acciones.

Luego de un rato de llenar al omega de besos y caricias calientes, se aventuró en ir un poco más lejos, una de sus manos bajando lentamente hasta encontrar aquel lugar que no había vuelto a tocar en mucho tiempo.  Sus dedos tantearon la zona, una humedad algo viscosa mojándolos por completo, cosa que solo logró facilitar que metiera uno de ellos para empezar.

El gemido agudo por parte del pelirubio le hizo detenerse unos instantes, observando sus reacciones para asegurarse de que no hubiera ningún rastro de dolor en sus facciones. Comenzó a moverlo lentamente, las apretadas paredes sintiéndose cálidas, y no dudó en aumentar el placer de su chico al tomar dentro de su boca uno de sus pequeños botones rosáceos, succionándolo con fuerza.

El omega arqueó su espalda ligeramente, podía sentir la temperatura de su cuerpo subiendo gradualmente, y todo su ser pedía por más; más de aquello, más de SungHoon.

— Hoon…m-más… por favor, alfa. — suplicó, mirándolo con ojos ligeramente cristalizados por las sensaciones.

Un gruñido ronco fue la respuesta del alfa, quien no dudó en añadir un segundo dedo para complacer a su pareja, abriéndolos y cerrándolos, moviéndolos cual tijeras en ocasiones.

SungHoon se sentía tan estimulado de solo ver al chico removiéndose y deshaciéndose en gemidos a causa de su tacto, pero eso no quitaba el hecho de que quería compartir su placer entre ambos. Su propia intimidad dolía bajo su toalla, y no podría seguir ignorando los fuertes deseos que sentía de poder complacer con esta a su omega.

— Nini…yo quiero… — no podía terminar la frase, él no solía ser tímido en esos temas, pero la situación y el ambiente lo tenían ciertamente abrumado y algo fuera de sí.

—Está bien, Hoonnie, h-hazlo… — sin embargo, Riki sabía muy bien a lo que se refería, era lo que había estado anticipando desde el principio.

Con algo de timidez logró tomar el valor para separar sus piernas con lentitud, mostrándole al alfa su sumisión y deseo por sentirlo dentro de una vez. Solo a SungHoon le mostraría aquella faceta de él que lograba sorprenderlo incluso a sí mismo.

El pecho del alfa vibró orgulloso, despojándose de cualquier prenda que se interpusiera en el medio, aun tomándose el tiempo de colocarse la protección adecuada antes del acto.

Una vez listo se acomodó sobre el omega, sin aplastarlo, y sus ojos no dejaron de ver ni por un segundo aquel precioso rostro sonrojado mientras se abría paso suavemente dentro de aquella cavidad apretada y cálida que lo envolvía de forma deliciosa.

El de hebras rubias tembló bajo él, no podía negar que la sensación le resultaba algo dolorosa, aunque tampoco era nada que no pudiera soportar.

Aun así, sus ojitos estaban fuertemente apretados, y su cuerpo se sentía tenso y algo rígido. Esto no pasó desapercibido para el alfa, quien se acercó a su rostro para comenzar a repartir besos dulces y lamidas sobre este, creando un camino con estos a su mentón, bajando luego hacia su cuello donde se deleitó con la vainilla que emanaba de la tersa piel.

—Te amo, Nishi. Eres mi tesoro más preciado. — susurró SungHoon justo en su oído, provocando que pequeñas lágrimas se acumularan en los orbes achocolatados, conmovido por el tono empleado en las palabras que parecían simples, pero que para él lo significaban todo.

Unos minutos más así fueron suficientes para que el omega se relajara, disfrutando tanto de las atenciones de su alfa que su cuerpo se movió casi por inercia, buscando sentir más de aquella dureza que le llenaba de forma excitante. Pronto sus cuerpos comenzaron a ser sacudidos por potentes embestidas, los gemidos agudos y lloriqueos bajos llenando la habitación en conjunto con los gruñidos graves de deleite puro.

Finalmente sus cuerpos se fusionaban para crear uno solo, juntándose para formar una unión más allá de alfa y omega, o impulsada meramente por el placer; sino que fue el resultado de las genuinas emociones que habían formado juntos con el paso del tiempo. Resultado del amor que habían construido solo entre ellos.

Ni-Ki se sintió al borde del clímax, sus gemidos escapando libremente sin importarle ya si podría ser escuchado por alguien ajeno a ellos. Un impulso natural de mostrar su cuello para su alfa lo dominó, no sabía de donde salía tal reacción, pero aquello no lo detuvo de hacerlo, guiándose por su instinto para ladear su cuello a un lado, mostrándole su pulcra y nívea piel al contrario.

Los dientes de SungHoon picaron por la necesidad de enterrarse allí y crear la conocida marca que proclamaría a Ni-Ki como enteramente suyo, el cual era su deseo más anhelado. Crear con él ese vínculo que los uniría tanto a ellos como a sus lobos interiores, quienes no podían regocijarse más por la mera idea.

A pesar de esto, el alfa se contuvo con todas sus fuerzas. Una marca de unión era un tema serio y delicado, un acto que solo debía llevarse a cabo con la persona que estabas dispuesto a compartir tu vida para siempre.

SungHoon podía asegurar que el pelirubio era aquella persona para él, pero aun así prefería hablar del tema primero con su omega y hacerlo todo de una manera más especial para ambos, sin arrepentimientos o inseguridades.

Por tal razón no lo hizo, y en su lugar selló la culminación con un beso profundo que ahogó sus gemidos de éxtasis y les robó el aliento mientras ambas anatomías eran sacudidas por temblores de goce y placer.

—¿Estás bien, amor? Antes lloraste un poco. — preguntó el alfa acostado en la cama, abrazando el cuerpo del omega quien estaba recostado sobre su pecho, pues este le parecía más cómodo y cálido que las almohadas.

—¡Tonto! Yo no lloré. Esas fueron…— el pelirubio estaba avergonzado, pero no encontraba una excusa para ocultar el hecho de que sí había llorado un poquito. — Bueno, como sea. No fueron lágrimas de dolor. Estoy bien. — dijo tratando de lucir orgulloso como siempre.

—¿Entonces fueron lágrimas de placer? — inquirió el azabache con tono sugerente y aquella sonrisa que usaba para molestar siempre al contrario.

—Calla antes de que te golpee, alfa bobo. — esta segunda posibilidad solo aumentaba la vergüenza del omega, casi prefiriendo la primera suposición del alfa, sobretodo porque esta segunda había sido la verdadera razón de sus lloriqueos, cosa que él no iba a admitir.

El alfa soltó una risita, amando ver el lindo sonrojo que adornaba los mofletes del pelirubio. —Te amo, Nishi. Gracias por confiar en mí y amarme tanto. Soy feliz cada día a tu lado. — confesó con una sonrisa leve curvando sus comisuras y plantó un beso en la frente de su novio.

Aquellas palabras provocaron una felicidad inmensa en Ni-Ki, quien sintió su corazón revolotear dentro de su pecho, y una sensación cálida arrullarlo hasta hacerlo sentir amado y protegido. Justo allí, en los brazos de su alfa.

Ellos habían dado el siguiente paso en su relación, y aunque en ese momento su lobo se sintió algo frustrado, el omega comprendió la decisión de su pareja de no marcarlo aún. Aun eran jóvenes, y tendrían toda una vida por delante para fortalecer su vínculo y lazo sentimental hasta que se sintieran listos de unir incluso sus almas mediante el lazo que crearía la marca.

—También te amo, SungHoon. — susurró bajito, con cierta timidez.

Esperaba alguna respuesta o comentario por parte del alfa que siempre solía emocionarse por tales palabras, pero fue un pequeño ronquido lo que llegó a sus oídos.

Levantó su mirada para verle y sonrió enternecido cuando lo vio totalmente dormido, sus finos labios ligeramente abiertos, dejando escapar ronquidos bajos. Ni-Ki le dio un beso suave en su mentón, y se acomodó en su lugar nuevamente, dispuesto a dormir un poco también. Se sentía algo cansado.

Nunca había notado que tan cómodos eran los brazos de SungHoon, su piel suave y caliente reconfortándolo a la par de su atractiva y masculina esencia. Todo estaba tranquilo ahora, y el pelirubio se sentía satisfecho de haber logrado su cometido, complaciendo a su alfa mediante un acto que fue demasiado placentero para ambos. El azabache lucía y se escuchaba mucho mejor que cuando había llegado, y él se encargaba de mantenerlo calmado con su aroma incluso mientras dormía.

Estaba cayendo por completo en los brazos de Morfeo, pero su sueño fue interrumpido por el sonido de su celular, el cual vibraba dentro del bolsillo de su pantalón, en el suelo.

Se removió y estiró su mano para tomarla, quejándose un poco por haber sido molestado, pero tomó la llamada cuando vio que se trataba de su mejor amigo.

—Dime, JungWonnie. — susurró bajito para no despertar al alfa.

—¿Y entonces? ¿Ya cogieron o qué? — preguntó el pequeño castaño con total normalidad.

Ni-Ki exhaló un suspiro, con SuNoo podía ser un chico tierno y todo tímido incluso, pero con él no conocía siquiera el significado de la palabra discreción. Iba a darle una respuesta, pero fue interrumpido por una segunda voz al otro lado de la línea.

—¿Con quién hablas, gatito? ¿Es Ni-Ki? — la voz de SuNoo sonó alta y clara por lo que Ni-Ki pensó en que su amigo debía tener el altavoz puesto.

—Sí, amorcito. Al parecer él y SungHoon ya tuvieron sexo.

—Wow, felicidades, Riki. Supongo, realmente no sé qué se dice en estos casos.

Ni-Ki se sintió explotar, producto de lo embarazosa que era aquella situación, sumado a la molestia por la tremenda indiscreción de su amigo que hablaba de su vida sexual como si estuviera hablando del clima.

Los colores subieron a su rostro, sobre todo un tono rojizo, junto a un calor parecido al de una olla de presión a punto de explotar.

— ¡YANG JUNGWON!

Después de todo, la tranquilidad era algo que duraba muy poco en su vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro