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Cap.28 (Final)❜

- Riki había sido citado a primera hora de la mañana siguiente al día de todos los sucesos, a reunirse con la junta de profesores y el mismísimo director de la escuela, en la oficina de este último.

Estos tenían mucho de que conversar con él, relacionado a lo ocurrido el día anterior en el gimnasio, tema que aún estaba en boca de todos, y era obvio, pues no todos los días se descubría que el Presidente de una academia estelar era un ladronzuelo descarado, o que el propio Presidente que siempre habían catalogado como al alfa perfecto y de ensueño, fuera en realidad un omega.

Y este segundo, era el tema más candente en aquella pequeña reunión entre el omega y sus superiores, pues era un engaño que los mayores no estaban dispuestos a pasar por alto, a pesar de que aquel chico fuera su estudiante estrella y "salvador" de la preparatoria.

Luego de alrededor de media hora, que para Ni-Ki se sintió como mucho más, salió de la oficina algo cabizbajo y en silencio, levantando su cabeza solo cuando se topó con una figura masculina apoyada en la pared de enfrente, con sus brazos metidos en sus bolsillos y una pierna cruzada encima de la otra.

Una figura que conocía muy bien, claro, pues era nada más y nada menos que Park SungHoon.

El azabache se acercó al más bajo cuando este notó su presencia, mirándolo con preocupación y curiosidad pintadas en su rostro, pues el omega no lucía particularmente tranquilo.

— ¿Qué estás haciendo aquí, SungHoon? — le preguntó, no molesto, sino más bien sorprendido de verlo en aquel lugar a tan tempranas horas.

—Fui a la Sala del Consejo a verte, pero JungWon-Ah me dijo que te habían llamado a venir aquí. — explicó, y a Riki le pareció muy rara la familiaridad con la que hablaba de JungWon, pues él no supo en qué momento ellos se habían hecho amigos o conocidos. — Ayer no pude hablar contigo luego de todo lo que sucedió y me sentía algo inquieto, por eso vine a esperarte.

—Ya veo…

— ¿Está todo bien? ¿Qué te dijeron los profesores? — preguntó tratando de conectar su mirada con la del omega, quien aún se mantenía mirando al suelo.

—Ya no soy el Presidente del Consejo Estudiantil. — confesó, levantando por fin su mirada para encontrarse con la azulada del contrario. — Me han destituido. No ocuparé ese, ni ningún otro cargo en esta preparatoria.

— ¿Qué? ¿Pueden ellos hacer eso? — interrogó algo sorprendido, no creía que los profesores llegarían tan lejos como para eso.

—Claro que pueden, alfa tonto. — Ni-Ki sonrió levemente, pareciéndole muy graciosa la cara de sorpresa del contrario. — Son el director y los profesores, después de todo. Yo solo soy un estudiante más. El fraude en los documentos para cambiar mi jerarquía fue una falta grave, así que realmente debo agradecer que no me suspendieran o expulsaran solo porque soy un "buen estudiante que logró muchas cosas" , según dijeron ellos.

SungHoon tomó una de las manos de Riki, acariciando suavemente el dorso con su pulgar. — ¿Tú estás bien con eso? Este cargo siempre ha sido algo importante para ti. — el azabache estaba preocupado de que tantos cambios repentinos pudieran afectar los ánimos del chico frente a él.

—Estoy bien. — respondió, tomándose una pequeña pausa para pensar en sus propios sentimientos ahora mismo. — Me siento algo…extraño, por así decirlo. Quiero decir, en otros momentos estaría devastado por perder lo que logré con tanto esfuerzo. Pero ahora, no me siento así. — el pelirubio cambió su mirada, observando ahora los pasillos por los que tanto había patrullado hasta hace un par de días. — Después de todo lo que pasó ayer, me siento más libre, siento que ya cumplí el objetivo por el que me convertí en Presidente en primer lugar. Y quizás ya lo había logrado hace un tiempo, solo que no me había dado cuenta. — miró al alfa nuevamente, sonriendo.

El azabache le devolvió el gesto, sintiéndose más tranquilo de ver al omega satisfecho y sonriente. Realmente, aquel era el chico más fuerte que había conocido nunca.

—Además, ellos tendrán a JungWon ahora de Presidente. — volvió a hablar el de hebras doradas, comenzando a caminar por el pasillo, sin soltar el suave agarre de la mano ajena. — Él y SuNoo harán un buen trabajo, lo sé. Aunque quizás sí deban unir a alguien más luego.

—De todas maneras, tú siempre serás el Presidente, en mi corazón.

Ni-Ki se sonrojó ligeramente, mirándolo con el ceño fruncido.

— Bobo, nada de Presidente nunca más. A partir de ahora soy solo Nishimura Riki, estudiante de segundo año de la preparatoria Hokori. — le dijo, ignorando la pequeña sonrisa que aún mantenía el alfa en sus labios, no lo dejaría molestarlo. — Ahora que recuerdo, ¿qué fue todo ese espectáculo de ayer con el Presidente Félix y ese alfa de cabellos rojos? Tengo la sospecha de que sabes algo.

—Tienes razón. — respondió con tranquilidad.

— ¡Lo sabía! Por eso no lucías para nada asombrado o confundido ayer, a diferencia de los demás. De hecho, parecías disfrutarlo. Habla, alfa. — le exigió, enarcando una de sus cejas.

—Te lo contaré porque de todas maneras planeaba hacerlo una vez acabara todo, pero no olvides que tú mismo lo dijiste. Ya no eres el Presidente, así que nada de órdenes en la escuela. — retó al pelirubio, sabiéndose victorioso cuando lo vio solo resoplar y rodar sus ojos, pues él realmente tenía razón. — Verás, ese alfa misterioso, llamado Lee HeeSeung es un viejo amigo de la secundaria, hace unos días se puso en contacto conmigo luego de que nos viera aquella vez en Shinwa, y me pidió que lo ayudara a exponer a Lee Félix.

—Lo de que es tu amigo lo entiendo, pero, ¿cómo podías ayudarlo tú a él en eso? Ni siquiera van a las mismas escuelas. — preguntó confundido el omega, teniendo aun esa duda molestándolo.

— ¿Recuerdas al Presidente de Park Enterprises que HeeSeung mencionó? — el pelirubio asintió, recordando el momento. — Pues ese es mi abuelo paterno. — concluyó el alfa, con una pequeña sonrisa.

Los ojos oscuros del omega se abrieron del asombro. El CEO de una de las empresas de más renombre del país era nada más y nada menos que el abuelo de SungHoon. ¿Qué tan rico era aquel chico? Primero quedó embobado con su impresionante mansión y ahora esto. Definitivamente, ese alfa no era un adolescente cualquiera. Al menos no cuando lo comparabas con él u otros chicos que solo tenían una casa normal y una familia con trabajos honrados pero ordinarios, y se preguntó por un momento cómo es que SungHoon no había acabado estudiando en una escuela privada como Shinwa.

—Entonces, HeeSeung se encargaría de conseguir las pruebas, y yo solo tenía que hacerlas llegar a mi abuelo para que él se las mostrara al abuelo del Lee Félix. Si uno de sus más confiables socios le hablaba del tema, y teniendo pruebas que lo respaldaran, no dudaría de él. — el más bajo entendió al fin como todas las piezas encajaban, pareciéndole impresionante como los chicos crearon todo un plan para perjudicar al desagradable alfa castaño.

— ¿Qué pasará con Félix ahora? ¿Y con Shinwa? — cuestionó el omega, mirando al contrario con intriga.

—No lo sé. — el alfa movió sus hombros en un ademán inseguro. — Mientras esperaba por ti, HeeSeung me llamó para contarme que por fin había obtenido su merecido puesto de Presidente del Consejo Estudiantil, por lo que él y Jay se encargarán de eso de forma permanente, probablemente. — explicó el azabache, recordando lo satisfecho que sonaba su amigo al haber logrado lo que planeó desde el principio. — En cuanto a ese sujeto, HeeSeung me comentó que fue expulsado de la escuela por su propio abuelo, y que se rumorea que será enviado a una escuela militar en otro país. —movió su mano en el aire con desdén, sin querer pensar mucho en el asunto. — Solo son rumores, pero realmente no me importa. Ese tipo ya tuvo lo que se merece.

Ni-Ki asintió, pensando en las palabras del alfa azabache y este realmente tenía razón, el ex-presidente de Shinwa debía escarmentar y aprender de los errores de sus acciones, quizás incluso mejorar un poco su personalidad egoísta y despectiva hacia los demás.

Continuaron caminando en silencio por el largo pasillo, acercándose al patio escolar y su tranquilidad solo fue interrumpida  cuando pasaron frente a un grupo de chicas, las cuales casi se ahogan de la impresión cuando los vieron juntos en aquel estado.

— ¡Por dios, mira, mira! ¡Son el Presidente y Park SungHoon! No lo puedo creer. ¿Serán pareja? — le dijo una de ellas a las demás, tratando de ser disimulada pero su notable emoción la hacía hablar lo suficientemente alto como para que los chicos la escucharan mientras pasaban por delante de ellas.

— ¿En serio crees eso? — otra de las chicas miró a su amiga con los ojos bien abiertos de la emoción.

—Claro que sí, después de todo, ahora sabemos que el Presidente en realidad es omega.

— Esto es increíble, parecen una de esas parejas sacadas de un manga BL. — susurró una chica diferente, con aires de fan enamorada.

—Se ven tan bien juntos, Nishimura Riki es la pareja perfecta para Park SungHoon. Lo admito incluso yo que confesé mi amor por él en primer año. — dijo por último una pelirroja, y todas se quedaron mirándolos embobadas mientras el par se alejaba.

Por su parte, alfa y omega alcanzaron a oír muchos de los murmullos eufóricos del grupo de féminas, haciendo que Ni-Ki se pusiera un poco incómodo e incluso nervioso.

— ¿Q-que clase de cosas inventan todos ahora? Por dios… — habló el omega, con sus mejillas tornándose coloradas al pensar que tal rumor se extendería pronto.

—No inventan nada, es la verdad. — respondió el alfa mirándolo, y afianzó el agarre de sus manos. — Somos una pareja, y ahora ya nada nos impide mostrarlo ante los demás.

— ¿Pareja? Lo siento, pero a mí nadie me preguntó si quería salir con él o comenzar una relación.

—Pensé que mis intenciones habían quedado claras con el beso. — SungHoon enarcó una de sus cejas. — Es que incluso antes, llevo tiempo detrás de ti, y es porque obviamente te quería como mi omega. Lo sabes muy bien. ¿O es que acaso tú te besarías con cualquiera?

— ¡Tonto! C-claro que no… solo fuiste tú…— se apresuró a aclarar rápidamente, bajando su cabeza para ocultar su sonrojo. — es solo que, nunca me lo pediste claramente, por eso no sab-

—Entonces te lo pediré ahora mismo. — lo interrumpió el alfa, decidido a dejar en claro que ellos ahora eran novios. — Nishimura Riki, ¿serías mi n-?

— ¡Espera! — esta vez fue el omega quien lo interrumpió, llevando la palma de su mano a la boca del alfa para callarlo, mirándolo algo agitado. — Antes de que lo digas, hay algo que aun deseo saber. Algo que no puedo dejar de preguntarme.

— ¿Qué es? — preguntó el más alto intrigado, una vez el pelirubio retiró su mano.

Ni-Ki no le respondió en ese momento, solo volvió a tomar la mano del azabache, llevándolo afuera, al patio, y se sentaron en uno de los bancos protegidos del sol por la sombra de un árbol, siendo arrullados por la suave y fresca brisa que corría por el lugar aquellas horas.

SungHoon no dijo nada por unos segundos, esperando a que el omega respondiera a su anterior pregunta, y este habló al fin, luego de soltar un profundo suspiro que casi vació sus pulmones.

— ¿Por qué yo? Sé que ya había preguntado algo así antes, pero… — encaró al alfa, notando un poco de confusión aun en sus azulados ojos, por lo que decidió formular mejor la incógnita. — ¿Por qué precisamente yo? Puedes tener al chico o chica que quieras, pero aun así me elegiste a mí, quien no es para nada el ideal perfecto que se tiene de un omega, y no puedo dejar de cuestionarme el porqué.

SungHoon suspiró ante la pregunta, concentrando su mirada en sus propias manos sobre su regazo. Ni-Ki era una persona tan segura y confiada de sí misma para otras situaciones; pero cuando de sus sentimientos se trataba, solo era un chico inseguro, demasiado novato en los temas del amor; por eso él se encargaría de aclarárselo.

—Te contaré mis razones, pero debo ir un poco más atrás en esta historia. ¿Me escucharías de todas maneras? — preguntó volviendo su vista al omega, el cual solamente asintió, muy intrigado.

SungHoon se tomó unos segundos para organizar en su cabeza la forma más breve y organizada en la que podría hacer su relato, solo para contar los detalles más necesarios.

—Verás, ¿recuerdas mi casa de aquella vez que fuiste? — Ni-Ki movió su cabeza en asentimiento y el azabache continuó. — Pues, cuando era un niño, estaba allí solo la mayor parte del tiempo, pues mi educación primaria fue en el hogar, a elección de mi padre…

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Un pequeño niño de apenas diez años, con revoltosos cabellos azabaches y grandes ojos azulados y brillantes, corría por los anchos pasillos del segundo piso de su casa, mientras apretaba una hoja de papel contra su pecho como si fuera su más valioso tesoro.

Se detuvo cuando llegó a una enorme y elegante puerta de madera tapizada, tomando el picaporte para abrirla sin tocar antes, y encontrándose dentro con la persona que buscaba con tanto empeño.

Su padre, sentado en la silla de su escritorio, tenía una acalorada conversación con alguien por teléfono, con su ceño fruncido y una de sus manos levantándose en el aire como si estuviera amenazando a la persona al otro lado del teléfono aunque no pudiera verlo.

El tierno infante extendió el papel más cerca del rostro de su progenitor para que pudiera verlo, con sus labios formando una brillante sonrisa de una peculiar forma cuadrada, y sus mejillitas se pintaron de un tono rosáceo.

— ¡Mira, padre, he obtenido un sobresaliente en Matemáticas! — exclamó de pura felicidad, sin poder esperar a que su padre terminara de hablar de lo emocionado que estaba por mostrarle.

El hombre no le prestó la mínima atención, y continuó con su discusión telefónica como si el niño no estuviera allí.

—Padre. — lo llamó nuevamente el menor, sin tener éxitos. — Padre. — de nuevo. — Padre, padre, pad-

— ¡Quieres callarte de una buena vez, SungHoon! — la voz grave y enfadada del hombre resonó por toda la habitación, borrando inmediatamente la sonrisa del pequeño, quien se asustó demasiado por su repentino grito.

— Estoy ocupado. ¡Lárgate, y no vuelvas a interrumpirme! — le demandó con voz firme, retomando al momento su conversación por teléfono.

El niño bajó su mirada, desanimado y triste, volviendo sobre sus pasos para salir de allí, arrugando la hoja de su examen entre sus pequeñas manos.

Siempre era así, se esforzaba por ser el hijo perfecto para ganarse el reconocimiento de su padre, pero sin importar lo que hiciera, nada parecía ser suficiente para el recio alfa de cabellos igualmente azabaches que ya comenzaban a tornarse canosos y ojos de un azul oscuro, tanto que no poseían brillo alguno.

SungHoon se sentía como un pequeño pez en medio del océano en aquella casa, tan grande y solitaria. Su padre estaba fuera por viajes de negocios la mayoría del tiempo, y aun cuando estaba en casa, solo se dedicaba a seguir trabajando. Su madre siempre lo acompañaba en tales viajes, enfocada solamente en cumplir su papel de esposa perfecta y omega sumisa a la que solo le importaba complacer a su alfa en todos los sentidos, olvidándose por completo de su propio hijo.

En el único momento en que alguno de los dos le hablaba al pequeño niño era para presionarlo, exigiéndole que debiera convertirse en un alfa perfecto, aun cuando no estaban seguros si el niño se presentaría como tal. Pero ellos lo querían así y así debía ser. 

El pequeño estaba solo por su cuenta, y solamente hablaba con el profesor encargado de educarlo cada día, y con los sirvientes betas de la casa. Pero estas personas no le daban el amor o calidez que un niño de su edad necesitaba, solo se limitaban a cumplir el trabajo por el que habían sido contratados, sin relacionarse íntimamente con nadie.

En el único momento que SungHoon recibía un poco de calor y apego familiar era cuando su abuelo materno iba a visitarlos a su casa. El viejo alfa era la única persona que le daba al chiquillo la atención que se merecía, pasando todo el día junto con él antes de irse a la noche.

Siempre le contaba cuentos, lo ayudaba con sus tareas o le hacía algún relato de su juventud. El azabache se divertía mucho con su abuelo, y sentía que aquella era la única persona que podía comprenderlo y que realmente lo amaba.

Por el eso el anciano no pasó por alto la cara desanimada del menor aquel día en que lo visitó, algo que era muy inusual en él, al cual no le quedó más remedio que contarle al canoso lo que lo molestaba, y terminó confesándole lo mucho que odiaba la idea de convertirse en alfa.

Estaba cansado de ser molestado por sus padres con ese tema, y estaba seguro que de todas maneras nunca cumpliría con las expectativas de sus rígidos progenitores.

Su abuelo le dedicó una sonrisa amable, de esas que resaltaban aún más las arrugas de su rostro, y acarició los sedosos cabellos negros.

—Escucha, SungHoon. Ser alfa no tiene nada de malo, así como tampoco lo tiene ser un omega o beta. La jerarquía es lo de menos. Tu personalidad, tu manera de actuar y lo que tienes para ofrecerles a los demás es lo que te define. Por eso debes convertirte en una persona fuerte e independiente, pero con un corazón amable capaz de ayudar a aquellos que lo necesiten. — le dijo el anciano con aquel tono de sabiduría que lo caracterizaba, agachándose con algo de esfuerzo para quedar a la altura del menor. — Tu abuelo estará muy orgulloso de ti si lo logras. Así que, ¿lo prometes? — levantó su dedo meñique en el aire, esperando por la respuesta del niño.

El pequeño niño miró a su abuelo y luego a su dedo en el aire, y sin demorar más levantó el suyo, entrelazándolo con el del mayor para sellar aquella promesa que formó un par de relucientes sonrisas en ambos rostros. — Sí, abuelo, lo prometo.

Y aquella ocasión fue la última vez que SungHoonnie vio a su abuelo, pues el anciano murió un par de días después a causa de un infarto cardíaco, evento que llenó al menor de tristeza y pesar.

Pero ni siquiera así, olvidó nunca su promesa y las palabras del hombre de blancos cabellos se habían quedado grabadas como un tatuaje en su mente y alma.

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—Un par de años luego de eso, comencé la secundaria de manera normal, en una escuela pública, y pensé que aquella sería la oportunidad para seguir el consejo de mi abuelo.

Continuó contando el alfa, alzando su vista al cielo azul y radiante, y el omega pelirubio lo observaba algo afligido pues a pesar de ser una historia bastante desafortunada, el alfa no parecía mostrar sentimientos de angustia o dolor en su rostro, pero sí en su tono de voz que se tornaba melancólico, e incluso en su aroma que se volvió algo tenue por un rato.

—Pero al poco tiempo me di cuenta de que no era así. Desde el principio intenté hacer amistades sinceras y llevarme bien con todos, pero las personas no estaban dispuestas a darme el mismo trato. — un suspiro escapó de sus labios, recordando aquellos momentos. — Los demás solo se acercaban a mí por interés o por mi apariencia, incluso las madres obligaban a sus hijos a hablarme pues sabían de la riqueza de mi padre. Todos lo sabían y por eso sonreían falsamente, fingiendo ser mis amigos por un tiempo, y luego se alejaban cuando no obtenían nada material de mi parte. Dejándome a un lado como si no existiera.

—Eso es horrible, ¿cómo podían ellos hacer tal cosa? — cuestionó el omega, molesto por escuchar de tal comportamiento tan poco humano.

—Las personas son así, Riki. Solo se preocupan por ellos mismos y no les importa pisotear a los demás con tal de escalar más alto en la pirámide que llamamos sociedad. —el alfa estiró su brazo hasta posar su mano en la mejilla del omega, acariciándola con su dedo pulgar. — O eso creí hasta aquel día, cuando ya estaba en la preparatoria.

♡❜

Un SungHoon algunos años mayor caminaba por el pasillo de la preparatoria Hokori. Había comenzado sus estudios en el lugar hace pocos meses, casi al mismo tiempo en que terminó presentándose como alfa después de todo, aunque esto no cambió mucho su relación con sus padres de todas maneras.

Estaba solo, como siempre, pues sus experiencias en la secundaria lo habían hecho desistir de la promesa que le hizo a su abuelo, luego de haber sido decepcionado en numerosas veces y por diferentes personas.

Él único amigo que pudo hacer en la secundaria fue HeeSeung, pues el pelirojo se encontraba en una situación muy similar a la suya, aunque desde que se graduaron no habían vuelto a tener contacto alguno.

Se mantuvo caminando tranquilamente hasta que fue interrumpido por alguien más, una pequeña y delgada chica omega de cabellos oscuros le pidió ir a un lugar más apartado para hablar, y SungHoon ya se imaginaba qué era lo que se proponía.

Y fue justamente lo que pensó. Él no conocía a aquella chica en lo absoluto, ni siquiera la había visto antes, pero aun así, ella le declaró que lo amaba, y que quería ser su pareja oficial. El azabache no pudo evitar enojarse por esto, estaba harto de estas situaciones, y quizás por esa razón no pudo evitar ser algo rudo con la joven a la hora de rechazarla, causando inevitablemente que ella llorara, no solo por ser rechazada, sino por la aspereza de las palabras empleadas.

Sin embargo, el alfa se dio la media vuelta, alejándose de la fémina que solo se quedó en su lugar, frotando nerviosamente sus ojos con sus puños en un intento de limpiar sus calientes lágrimas mientras se deshacía en un llanto lastimero bastante ruidoso.

Se alejó hasta que no pudo escucharla más, pero lo que no podía dejar de escuchar eran aquellas palabras en su mente, la frase dicha por su querido abuelo. Y se sintió mal consigo mismo, pues esta vez había sido su culpa por ser tan descortés con la chica, a la cual pensó y le debía una disculpa, pues después de todo, había descargado su mal humor en ella.

Así que regresó sobre sus pasos, con el propósito de arreglar sus acciones, pero se detuvo cerca, antes de llegar, pues escuchó una voz diferente.

— ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?

SungHoon reconoció un tono de voz masculino, y se asomó desde detrás de una columna para no ser visto, reconociéndolo como el chico que se había ganado el puesto como Presidente del Consejo Estudiantil solo algunos días atrás, pero que ya se estaba volviendo cada vez más conocido y respetado en la escuela debido a su actitud y acciones.

La chica apenas y pudo hablar cuando vio al guapo alfa pelirubio, cubriendo su rostro de la vergüenza por ser vista de aquella manera y le explicó la situación entre hipidos, ganándose una linda sonrisa que asimilaba a un gatito y algunas caricias en su largo cabello oscuro.

—Estarás bien, no llores por algo así, eres una chica muy joven y preciosa. Estoy seguro de que encontrarás pronto a alguien que te ame de verdad. — envolvió entre sus manos las pequeñas y delicadas de la contraria, hablándole en un tono amable y cálido que logró reconfortarla. — Cuando te sientas mal ven a verme, te ayudaré en todo lo que sea posible. — y luego de eso la chica se fue de allí, luciendo mucho más calmada que antes, todo gracias al pelirubio.

SungHoon se quedó sorprendido ante esa escena, Ni-Ki seguramente no conocía a la chica, pero aun así fue capaz de brindarle apoyo desinteresado, solo porque era una de esas personas que se preocupaban demasiado por los demás y que buscaban el bien colectivo antes del propio.

El azabache quedó deslumbrado, aquel era el tipo de alfa en que él quería convertirse; una persona que fuera querida por sus acciones y personalidad, no por su estatus o buena apariencia.

Así que antes de darse cuenta, SungHoon terminó admirando al bonito chico de ojos achocolatados y hebras doradas, observándolo desde lejos siempre que había reuniones escolares y aprovechando cualquier momento para coquetear con él, aunque ambos fueran alfas y solo se ganara el regaño repetido del más bajo.

♡❜

—Mi interés por ti solo aumentaba con el tiempo, y cada vez me parecías más admirable e interesante, dándome cuenta que mi admiración se estaba transformando en un sentimiento diferente, pero siempre había algún obstáculo que me impedía acercarme más. — el alfa se aproximó más al cuerpo del omega, tomando su mentón delicadamente con su mano para levantar su rostro y ambos pares de ojos se encontraran. — Por eso cuando descubrí que eras omega, vi mi oportunidad de hacer mío a ese chico tan peculiar y único que eras para mí. Y no solo era yo, también mi lobo se removía de satisfacción siempre que te tenía cerca, provocando que los latidos de mi corazón se aceleraran y dándome la respuesta que necesitaba. Tú, Nishimura Riki, eras el indicado para mí. Lo eres.

El omega se ruborizó hasta las orejas y pudo sentir su corazón prácticamente perforar su caja torácica de los fuertes latidos que podían incluso ensordecerlo.

Nunca imaginó que aquel alfa se sintiera de aquella manera hacia él. Siempre lo consideró un chico altanero, algo engreído y quien disfrutaba de molestarlo solo por diversión. Pero fue precisamente ese alfa quien había logrado derrumbar la sólida barrera donde él solía ocultar sus sentimientos.

Tantas cosas habían cambiado desde entonces, y a pesar de que aún lo molestaba muchas veces, aquello no impedía que su corazón se acelerara por su presencia, que su estómago se contrajera del nerviosismo cuando le decía palabras halagadoras, o que su lobo aullara de emoción cuando lo acariciaba como si fuera lo más precioso del mundo.

Era la primera vez que alguien lo hacía sentir así, y si bien al principio estaba asustado y confundido, ahora se sentía con más libertad para escuchar lo que le dictaban sus emociones puras y nuevas. Se sentía correcto, cómodo, con deseos de explorar más de aquel sentimiento al lado del alfa.

—Ya he visto al Ni-Ki gruñón que sermonea a los rebeldes; al que se esfuerza demasiado en lograr sus objetivos; al que defiende sin pensarlo a quienes lo necesitan y ayuda sin dobles intenciones; pero también a un adorable Ni-Ki que se sonroja por todo; al que es inseguro y llora cuando siente miedo; y al que es capaz de sonreír hermosamente para las personas que ama. — el azabache movió su mano al cabello del menor, peinando algunos dorados mechones detrás de su oreja y sonrió ligeramente, aspirando el aroma natural del omega que ya no era opacado por la desagradable esencia de la menta. — Quiero conocer más de Nishimura Riki y ver todas tus diferentes facetas, porque yo soy tu alfa, y quiero que seas mi omega. — frotó ambas narices en una adorable caricia — Ni-Ki, ¿serías mi novio?

Los nervios del aludido no desaparecían, pero aun así no evadió la mirada del azabache, siendo atrapado nuevamente por la profundidad de aquellos orbes azules, los cuales había notado que eran su perdición.

Procesó la petición por unos cortos segundos dentro de su mente, y la respuesta nunca estuvo más clara para él. Cada parte de su cuerpo se lo gritaba, cada reacción se lo comprobaba, y la emoción de su lobo interior solo eliminaba todo mínimo rastro de duda.

—Sí quiero, SungHoon.

Su respuesta fue sellada al fin con un dulce beso, con pequeñas sonrisas de felicidad escabulléndose en medio de este, mientras alfa y omega se entregaban el uno al otro, libres al fin de amarse sin ataduras, secretos o incertidumbre. Y aunque es verdad que el futuro de ambos novatos en el amor era incierto, aquello no los preocupaba demasiado, pues estaban dispuestos a descubrirlo.

Juntos.

Fin.

¡Listo!<3333
Ihhhhhh terminamos
otra historia, pido perdón por
si hay algún fallo con
los nombres, también de
ortografía en el peor de los
casos.

Aún así muchas gracias por
el enorme apoyo que
le dieron a la adaptación,
de verdad♡♡

En fin, solo falta un
el epílogo y un pequeño extra,
así que esperen, pero
este es el final oficial, muchas
gracias por llegar hasta
aquí.

Nos leemos luego¡!

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