Cap.13❜
- El omega peli rubio se había levantado temprano aquel día, a pesar de ser domingo. Esta era una costumbre que había adquirido con el paso del tiempo, incluso aunque no tuviera que asistir a la escuela. Tenía la convicción de que así aprovechaba mejor el tiempo del día.
Se movía tranquilo alrededor de su habitación vistiéndose y arreglándose, mientras tarareaba bajito una balada que le gustaba mucho y que estaba de moda por aquellos días. Sorpresivamente estaba de buen humor aquella mañana, eso sí se tenía en cuenta que en un rato se encontraría con SungHoon, quien no era de sus personas favoritas. El alfa le había mandado un mensaje la tarde anterior con el lugar y la hora, y el punto de encuentro sería la entrada de la estación de trenes, a las 9:00 am.
Le había contado a JungWon por llamada que saldría con el alfa, para que luego no dijera que le ocultaba cosas. El castaño había chillado emocionado como una colegiala cuando es notada por su crush, y enseguida creó en su pequeña cabecita toda una historia romántica entre el alfa y su mejor amigo. Obviamente Ni-Ki lo sacó de inmediato de esa burbuja rosada en la que se había metido, y le aclaró que eso no era para nada una cita. Más bien una salida por compromiso. Luego de eso siguieron hablando de cosas triviales, y a cada rato JungWon soltaba uno que otro comentario malicioso acerca del tema, cosa que Ni-Ki ignoraba. Sabía que su amigo no tenía remedio cuando del amor se trataba, era un romántico empedernido.
Pero realmente desde el punto de vista del peli rubio, no había nada sentimental ocurriendo entre él y SungHoon. Aunque muy poco sabía él acerca del amor.
Terminó de arreglarse y luego de tener un ligero desayuno se despidió de su madre quien veía el televisor, solo diciéndole que saldría durante unas horas.
Luego de alrededor de unos minutos de caminata, llegó a la estación, y se sorprendió un poco de ver que el alfa ya estaba allí. Aún faltaban diez minutos para las 9:00 am, por lo que fue realmente puntual. Estaba sentado en un banco mirando a las personas caminar y Ni-Ki se acercó a él para que lo notara, cosa que logró.
—Presidente…no, Ni-Ki, buenos días – saludó el más alto con una leve sonrisa.
—Buenos días. ¿Llevas mucho esperando?
El azabache negó con su cabeza.
—Acabo de llegar. – aclaró – Por cierto, te ves muy bien con esa ropa. El uniforme te asienta, pero realmente no le hace justicia a tu cuerpo como estos pantalones.
Ni-Ki bajó su mirada algo sonrojado, fijándose otra vez en el conjunto que había escogido y planteándose si aquellos pantalones lucían algo ajustados verdaderamente. Miró al alfa y lo apuntó con su dedo índice, frunciendo su ceño como de costumbre.
—Será mejor que dejes tus manías de alien pervertido por hoy. Aún estoy a tiempo de volver a mi casa.
—Ok, solo era un cumplido. No tienes que ser tan extremo, – el azabache soltó un suspiro – deberías aprender a aceptarlos de vez en cuando.
El omega suavizó su semblante y se relajó un poco, quizás el contrario tenía razón. Estaba allí para recompensarlo por su ayuda. No podía empezar a ser rudo de nuevo.
—Mejor vámonos ya, recuerda que debemos comprar entradas y no queremos hacer una fila muy larga – el azabache empezó a caminar por delante de él.
—Por cierto. Un parque de diversiones, ¿no te parece un poco cliché e infantil? – el peli rubio lo alcanzó, caminando a su lado.
—Lo cliché es bueno, Ni-Ki. Aunque las personas lo critiquen, todos en realidad aman algún cliché – el más alto caminaba con las manos en sus bolsillos – y no creo que sea infantil en lo absoluto. No hay edad específica para divertirse, no importa de la forma que sea.
El omega no contestó nada y siguieron caminando en silencio hasta que el alfa habló.
— ¿No te arrepientes?
— ¿A qué te refieres? – preguntó confundido por la repentina pregunta.
—A fingir ser un alfa – el azabache mantenía un porte serio – sé que es más difícil de lo que suena. Ocultar tu verdadero ser interior, y mantener esta mentira escondida de todas las personas que te importan y del resto de la escuela o sociedad en general.
—No. – su respuesta salió sin mostrar duda o indecisión alguna – Fue una decisión que pensé muy bien antes de tomar. Y realmente estoy muy orgulloso de que funcionara. He logrado que las cosas en la escuela sean mejor, tanto para omegas como para alfas. – su vista se mantenía hacia el frente y su tono denotaba satisfacción. – Fue necesario hacer lo que hice, no creo que nadie pueda alcanzar sus objetivos sin realizar sacrificios.
—Creo que vivir con tu cabeza sostenida así de alto está bien. Eres realmente increíble, Ni-Ki. – el alfa le dedicó una sonrisa de admiración – Aunque creo que todos te seguirían respetando y estimando aunque se enterasen de que eres un omega.
—No soy increíble. Estoy seguro de que cualquiera hubiera hecho lo mismo.
El azabache solo negó con su cabeza en desacuerdo con las palabras del contrario. Estaba muy equivocado, pero no se lo diría pues sabía lo terco que podía llegar a ser.
Anduvieron un par de minutos hasta que por fin divisaron el enorme cartel de brillantes colores que adornaba la entrada del parque de diversiones.
Rápidamente se colocaron en la fila, la cual por suerte no era tan larga. Entraron luego de 20 minutos. El parque estaba bastante lleno al ser fin de semana, así que se vieron rodeados por numerosas personas montando atracciones, probando comida chatarra o tomándose fotos con las mascotas del parque.
—Y entonces ¿por dónde empezamos? – preguntó el omega colocando ambas manos en sus caderas.
—Podemos ir a la Casa de los Horrores. – sugirió el alfa – Es una buena manera de comenzar para levantar los ánimos.
Ni-Ki asintió sin mucha emoción, ese tipo de atracciones realmente no llamaba mucho su atención. Cosa que el alfa no sabía. Compraron los tickets y entraron juntos.
Caminaban pausadamente pues el lugar era algo oscuro y no querían tropezar con alguna decoración. Las paredes y suelo estaban llenos con decorados que asemejaban telas de araña, sangre, huesos humanos, insectos y demás cosas que podrían provocar pavor en la mayoría de personas. Pero no en Ni-Ki. Y esto era algo que decepcionaba considerablemente a SungHoon.
Ante cualquier aparición repentina de un fantasma, bestia, o cualquier otro de los sustos intencionados a sacarles varios gritos de terror a los visitantes el omega no parecía siquiera inmutarse. Este no se asustaba para nada, y más bien su reacción era la de una roca.
Nula.
SungHoon resopló frustrado, su plan no había ido como quería. Él solo quería ver a un Ni-Ki asustado, aferrado a su brazo mientras soltaba pequeños y tiernos chillidos de miedo y el cumplía el papel del alfa protector.
Pero fue muy tonto al pensar que alguna vez podría ver esa faceta del más bajo. De hecho, ahora estaba seguro que ni siquiera existía. Al final, cuando llegaron a la salida, ambos chicos se mantenían imperturbables.
—Bueno, eso fue bastante aburrido – dijo el omega algo decepcionado por lo poco emocionante de la atracción.
—Tienes razón. – habló el alfa desanimado.– Creo que para ti hubiera sido más divertido ir a la Casa de los Espejos y ver mi cara de desilusión multiplicada por mil.
Ni-Ki soltó una pequeña carcajada.
— ¿Qué fue ese chiste tan malo? Eso tampoco sería divertido para nada. – una sonrisa se mantuvo adornando sus labios.
SungHoon lo miró deslumbrado. Más bien era la hermosa sonrisa de Ni-Ki lo que lo había fascinado. Aquellos adorables y blancos dientes que asemejaban los de un conejo asomándose por sus rosados belfos. Sus ojos que se achicaban y eran adornados por unas diminutas arrugas, y sus mejillas que se levantaban dándole una apariencia algo aniñada. Era simplemente precioso a los ojos azules del mayor.
—Tu sonrisa tan repentina, realmente me sorprende. Es tan interesante, pero a la vez peligrosa. – el alfa también curvó sus labios, embobado – Es sorprendente.
Ni-Ki pronto borró su sonrisa que fue sustituida por un poderoso sonrojo, causando que el alfa solo pensara en lo realmente lindo que era. Iba a rebatir algo cuando la atención de ambos chicos cambió inmediatamente a unos gritos infantiles a su lado.
Un pequeño niño de alrededor de cinco años, lloraba desconsoladamente mientras gritaba con fuerza llamando por su madre. El azabache se acercó a él rápidamente, agachándose para quedar a su altura. Acarició su pequeña cabeza en un intento de calmarlo y le habló con una dulzura que Ni-Ki nunca había visto en él.
—Hola, pequeño. ¿Por qué lloras? ¿No encuentras a tú mamá? – el niño calmó un poco su llanto y negó. – Entonces no te preocupes. Tu hyung te ayudará a buscarla.
SungHoon cargó al chico entre sus brazos mientras que este dejaba de llorar poco a poco, soltando unos leves hipidos.
— Ni-Ki, llevemos a este niño a la cabina de seguridad del parque. De ahí podrán avisarle a su madre por el altavoz.
Ni-Ki asintió preocupado también por el menor y caminaron rápido hacia el lugar. Luego de explicarle la situación al oficial a cargo, este dio el anuncio por el altavoz, esperando que la madre del niño lo escuchara y viniera a buscar a su hijo.
—No te preocupes, – el alfa le sonrió al niño para tranquilizarlo – tu hyung se quedará contigo hasta que mamá venga.
Unos minutos después apareció una mujer llorando muy nerviosa pero aliviada de haber podido encontrar a su pequeño. Les dio las gracias encarecidamente a ambos chicos que lo ayudaron, mientras hacía demasiadas reverencias. SungHoon le restó importancia y se despidió del chico quien ya se mostraba más feliz por ver al fin a su madre.
—Vaya, realmente eres una buena persona, me sorprendes – le dijo el omega impresionado.
—Siempre he sido una buena persona, Ni-Ki, solo que tú eres el único que por alguna razón insistes en que no.
—Quizás solo me gusta molestarte de la misma manera que tú disfrutas en hacer conmigo – le respondió, jactándose de sus palabras.
—Está bien. Eso me gusta. Me encantan los juegos. Y más aún cuando mi oponente eres tú. – el alfa hizo una mueca de medio lado mostrando también su altanería.
Luego de eso, ambos pasaron la tarde probando diferentes atracciones y llenándose con dulces y demás chucherías. Ni-Ki increíblemente había pasado un buen rato y logró divertirse genuinamente junto con SungHoon, tanto que incluso y apenas notó que ya era de noche. Ciertamente el alfa no era tan molesto si no hacía esos comentarios que lo ponían nervioso o incómodo algunas veces.
" Los fuegos artificiales comenzarán en 15 minutos. Por favor, sigan las instrucciones del personal del parque sobre los puntos de observación. Muchas gracias."
Una voz femenina se hizo escuchar por todas las bocinas del parque, anunciando la última actividad del día.
—Conozco un lugar donde tendremos una vista genial, pero debemos salir de aquí. – SungHoon tomó la mano de Ni-Ki – Rápido, ven conmigo.
Ni-Ki algo desconcertado se dejó guiar por el alfa que halaba su brazo, llevándolo a algún sitio desconocido para él. Salieron de allí con prisa hasta llegar a un puente elevado bastante cerca del mismo. Se podía observar todo el parque desde esa posición. Estaban solo ellos dos.
De un momento a otro, numerosos fuegos artificiales comenzaron a adornar el oscuro cielo de la noche. Estos explotaban liberando un cóctel de colores y luces que iluminaban todo a su alcance durante unos segundos que parecían efímeros, pero que eran suficientes para admirar su esplendor.
Ni-Ki abrió sus ojos maravillado por el espectáculo y observó absorto la lluvia de chispas sobre sus cabezas. Debido a esto no notó que el azabache realmente no miraba los fuegos artificiales, sino que toda su atención estaba puesta en él.
SungHoon miraba hechizado todas las reacciones de Ni-Ki. Su rostro que era pintado con el reflejo de las luces pirotécnicas frente a ellos, sus orbes que brillaban cual luceros, mucho más de lo normal y aquella expresión de niño encandilado no podían parecerle más adorable al alfa.
—Es hermoso – dijo el omega, sin despegar su vista de la exhibición resplandeciente.
—Sí, lo es. – respondió el azabache sin despegar sus ojos del rostro del peli rubio. – Eres hermoso, Ni-Ki.
Las palabras del alfa hicieron que el omega dirigiera su vista a él, algo receloso y colorado. Su corazón empezando a latir casi tan fuerte como las explosiones cerca de ellos.
—Ya deja de bromear ¿Cuánto más me vas a confundir para quedar satisfecho? Estoy cansado de que te burles de mí. – bajó su vista al suelo, apretando sus puños al costado de su cuerpo.
—No miento para nada. Solo te digo lo que pienso. – encaró el alfa, serio.
—Siempre estás molestando, por eso no sé si estás bromeando o no. – el peli rubio hablaba un poco alto para ser escuchado a pesar del ruido, tratando de no mostrarse nervioso.
—Entonces mírame. ¿Parece que estuviera bromeando ahora?
Ni-Ki levantó su cara hasta que sus ojos chocaron con los del alfa. Aquellos ojos azules y profundos que no temblaban en vacilación. Al contrario, la mirada del alfa era firme y segura. El peli rubio no pudo distinguir ni un atisbo de burla en aquella expresión, no cuando se mantenía tan inquebrantable que podía sentir sus piernas debilitarse ante la presión de tan penetrante mirada. Los fuegos artificiales se detuvieron y un silencio se hizo presente.
—Me gustas. Ya lo había dicho antes, pero parece que tu obstinada cabecita aun no puede comprender eso. – SungHoon se acercó a él y rodeó la cintura del omega con uno de sus brazos mientras que con el otro acarició suavemente su mejilla.
Ni-Ki lo miró sintiendo como no solo su cara, sino todo su cuerpo se ponía caliente, sobre todo las zonas bajo el toque del alfa frente a él y lo peligrosamente cerca que estaban sus rostros lo hizo sentir inquieto.
—Por eso te lo repetiré las veces que sea necesario, y haré que caigas por mi tantas veces como desees. – y cerró sus palabras con un suave pero cálido beso en la mejilla del tembloroso omega.
El tono de voz del alfa salió en un susurro tan grave y seductor que el peli rubio pensó que en cualquier momento podría caer desfallecido. Odiaba no poder controlar sus emociones en momentos como aquel. Cuando tenía el rostro del otro tan cerca que podía apreciar a la perfección sus perfiladas facciones y que se ahogaba en el zafiro de sus ojos, justo como si fueran el océano más abismal.
Y ese beso, ese pequeño beso que había encendido sus mejillas hasta sus orejas y que volvía a revolver su estómago justo como aquella vez.
Finalmente el último y más grande volador fue lanzado al cielo. Un silbido oyéndose antes de finalmente reventar, mostrando la hermosa forma de una flor y causando admiración entre los presentes.
Pero Ni-Ki ya no sabía si lo que había explotado había sido eso, o su acelerado corazón.
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