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Capítulo diez.

- Era pasada la una cuando Jay escuchó la puerta de la entrada abrirse y cerrarse.

Él se encontraba sentado en el sofá individual a un lado de la cama de YiRen. Pues luego de haber vuelto del hospital -solo con la pequeña- y haberle dado los medicamentos necesarios para que la bebé no sufra algún otro malestar, él había decidido velar el sueño de ésta, aún preocupado porque algo malo vuelva a sucederle.

Sin hacer ruido, salió de la habitación para luego dirigirse hacia el piso de abajo.

Al bajar las escaleras, se encontró con el castaño recostado en el sofá boca abajo.

Carraspeó su garganta pero no tuvo ninguna señal del contrario, por lo que no le quedó más remedio que acercarse a él. 

— ¿HeeSeung? —musitó— HeeSeung —volvió a repetir ya que no obtuvo respuesta— Hey, Lee.

— ¿Qué? —su voz salió ahogada debido al cojín que tapaba su cara.

— ¿Todo bien? —preguntó, aún sin saber por qué demonios se preocupaba por el chico luego de como lo había tratado en el hospital. 

—No, todo mal —respondió sentándose en el sofá y dándole un golpecito al lugar de al lado— ¿Podemos no tratarnos como la mierda solo por una vez y hablar como gente civilizada? —su lengua se trababa al hablar, el menor supuso que bebió de más pero no dijo nada de aquello.

—Uh… sí, está bien —dijo dudoso pero se sentó al lado del ojimiel— ¿Qué te ocurrió?

—Soy un jodido imbécil —dijo con simpleza— Yo, bueno, creo que no me sentí a gusto en mi cita con Félix.

JongSeong no debió sentirse bien por ese dato, no, claro que no.

— ¿Por qué? —intentó no parecer tan intrigado por ello.

—Bueno, puede que no haya sido el tipo de persona con el que yo entablara una relación —se encogió de hombros— ¿Por qué siempre me sucede lo mismo con todos? ¿Seré yo el problema?

— ¿Por qué dices eso? HeeSeung, tú eres un muy buen partido —dijo sin pensar, ganándose una sonrisa por la parte contraria— Q-quiero decir que… bueno, uh… ya sabes… 

—Entendí lo que quisiste decir, Jay. Gracias. Eres muy hermoso, ¿sabías eso? —soltó de la nada.

— ¿Acaso estás ebrio? —frunció el ceño.

—Puede que sí o puede que no. ¿Quién sabe? —volvió a sonreír— Pero no me evadas lo que acabo de decir —señaló con su índice. 

—Yo… Bueno, ¿gracias? —contestó con algo de duda.

— ¡De nada! —sonrió y se tiró hacia atrás apoyándose en el respaldo— ¿Sabes? Me he dado cuenta de lo coqueto que ha sido ese doctorcito contigo hoy, JongSeong. 

El ojiavellana no pudo evitar reírse por ese comentario. 

—Bueno, ¿eso que tiene de malo? —cuestionó entre una risita.

—Todo. Todo tiene de malo —se levantó de golpe pero al instante volvió a recostarse— Oh mierda, todo me está dando vueltas —pasó sus dedos sobre sus sienes mientras apretaba sus ojos— ¿Por qué demonios me pasa esto, huh?

— ¿Por qué bebiste de más? —levantó una ceja— Hablando de esto, ¿como es que llegaste a casa?

—Taxi.

— ¿Y tu auto?

—Se lo llevó Fefi. No recuerdo bien, solo algo de que me estrellaria o algo así, la verdad, me da igual.

—¿Tanta confianza le has dado para que se lleve tu carro?

—Bueno, ¿querías que me estrelle apenas subia al auto o que? —lo miró. 

—No dije eso, solo, agh, olvídalo. —se paró de su asiento. 

—¿Cómo está Yiyi? —agarró su mano evitando que este dé algún paso más, y en ese momento el azabache sintió como si la piel del castaño le enviara una corriente en todo su sistema. 

—E-esta… —aclaró su garganta y se safó sutilmente del agarre del mayor— Está bien, HeeSeung.

—Oh, lamento haberlos dejado solos a ti y a ella con ese imbécil hijo de perra.

—¿Por qué lo insultas? —preguntó confundido. 

—Porque estaba coqueteandote.

—¿Y eso es malo porque…?

—No me gusta que quieran alejarte de mí. Tú me perteneces. —balbuceó. 

—¿Perdón? ¿Que haz dicho? —o el menor escuchó mal o estaba delirando o HeeSeung de verdad había dicho eso.

—Yo…

— HeeSeung… 

—Nada, no he dicho nada —se levantó, tambaleándose— M-me iré a dormir. 

—Ven aquí, HeeSeung —dijo firme antes de que el castaño saliera de la sala.

— Jay, no molestes, tengo sueño —se quejó como un niño haciendo un puchero.

— HeeSeung, te he dicho algo. Ven y repite lo que dijiste. —se cruzó de brazos.

—No he dicho nada, Jay. Hasta mañana.

— Lee, no me hagas ir hasta ahí y traerte de nuevo al sofá. —amenazó.

—¿Acaso podrías? 

—¿Crees que no?

—Bueno, eres muy pequeño y delicado, no podrás moverme, cariño. —le guiñó un ojo.

Abrió su boca en sorpresa— Oh, ¿estás desafiandome, maldito? —sin dudarlo, dio firmes pasos hasta el castaño, hasta que lo tomó de los brazos y comenzó a arrastrarlo, no fue difícil ya que el chico estaba que se caía por el alcohol ingerido.

Al llegar al sofá, el castaño perdió el equilibro y cayó encima del menor, ambos acostados en el sofá. 

— HeeS-seung… —jadeó Park— m-me aplastas… —abrió sus ojos y se encontró con la mirada del ojimiel, sus ojos fijos en el contrario, diciéndose con la mirada lo que no admitirían con la boca— HeeSeung. 

— Jay… 

—¿Q-que haces? —preguntó al ver que este se acercaba demasiado.

—Quiero probar algo… 

Jay estuvo a punto de cuestionar cuando los labios de HeeSeung atraparon los suyos. Abrió sus ojos en sorpresa al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.

Lee HeeSeung estaba besándolo… 

¡Su enemigo mortal le estaba dando el mejor jodido beso que jamás alguien más pudiera haberle dado en toda su vida!

No tardó en corresponderle, tomando al castaño por su nuca, acercándolo más. HeeSeung pasó su lengua por el labio inferior del azabache, pidiendo así, el pase para que su lengua se adentrara a la cavidad bucal de este. 

HeeSeung lo entendió al instante y se lo permitió, ambas lenguas se encontraron, comenzando con una danza placentera, que hacía a ambos gemir por la acción, HeeSeung pasó sus manos por la cintura de JongSeong y comenzó a darle caricias.

Había sido muchísimo mejor de lo que había imaginado en todos estos años de haber deseado tanto un beso de HeeSeung, ningún sueño se comparaba a esto.

Besar al azabache era como tocar el cielo con las manos, era la puta gloria y lo mejor de todo esto es que el menor se sentía igual.

— HeeS-seung… —dijo una vez que se separaron y el nombrado bajó a su cuello.

—He esperado tanto tiempo por esto, Jonggie —musitó dándole una leve mordida en su cuello.

—¿H-hablas en serio? —el menor disfrutaba de los besos y lamidas que le proporcionaba la exquisita boca del contrario. 

—Nunca desee a nadie como lo hice contigo, Jay —se apartó para observarlo— ¿De verdad nunca te diste cuenta?

—¿Darme cuenta de qué?

—De que estoy loco por ti.

JongSeong no respondió con palabras, lo hizo con besos y caricias.

Esa noche, ambos subieron a la habitación de Lee y se regalaron besos y abrazos todo lo que quedaba de la madrugada. No volvieron a hablar, solo se besaron, transmitiendose así, todo lo que sentían y no sé atrevían a decir.

Hasta que luego de unas horas, el menor al notar que el otro se encontraba plácidamente dormido, dejó un casto beso en los labios del castaño y se fue a su cuarto.

Él sabía perfectamente que lo que había sucedido fue por el alcohol que HeeSeung había tomado de más. Seguramente el castaño no recordaría nada en la mañana.

Pero francamente, él no lo haría y esperaba que las cosas entre ellos no se pongan feas al despertar.

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