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𝐯. First Kiss


Aeris estaba recostada en su cama. Las cosas habían pasado demasiado rápido. Había encontrado y perdido a su primer amor en menos de un mes.

¿Así se sentía cuando rompían tu corazón? ¿Estaba exagerando?

Su familia la veía todos los días preocupados. Hasta su madre, quien era la que más deseaba que Vi no volviera a pisar su casa, se preocupó por el cómo su hija estaba reaccionando.

Vio hacia su mesa de noche y se encontró con su libreta de canciones y una pluma. Noto como su hermana seguía dormida, incluso roncando en la cama de al lado, por lo que se estiró levemente y tomó la libreta.

La pluma empezó a moverse casi por sí sola por la hoja, expresando cada uno de sus sentimientos por Vi, los sentimientos de vacío, amor e impotencia sobre su situación. Esa era la canción. Su canción favorita sin duda.

Se levantó de la cama con cuidado, ni siquiera molestándose en ponerse los zapatos, tomó su guitarra acústica y salió por la ventana, sentándose en el techo. Empezó a tararear un ritmo y después lo pasó a la guitarra, cantando la canción suavemente.

Miró hacia el horizonte, contemplando el amanecer mientras terminaba su canción.

—...What if I said I'm tryin' to save your love from dyin'?... Baby, I'm too far gone (oh)–Empezó a cantar, soltando algunas lágrimas en el proceso. La canción terminó cuando hizo un último movimiento con su púa de guitarra y suspiro. Dejó su guitarra de lado y abrazo sus piernas contra su pecho.

Sintió una presencia detrás suya, pero la ignoro, al menos hasta que saltaron al techo junto a ella y se sentaron a su lado. Su hermana mayor no dijo nada, solamente miró al cielo como Aeris lo hacía.

—¿Cómo lograste no despertar a nadie?–Preguntó la menor en voz baja.

—Te sorprendería lo pesado que tienen el sueño en esta familia a veces.–Admitió Kennedy.

—¿Tu no?

—Tampoco tú.

—No es la primera vez que subes a este techo, parece.

—No, y tampoco será la última.–Aeris la miró. El cabello castaño de su hermana flotaba en el viento detrás de ella haciéndola parecer aún mayor y más sabia.–Aeris no eres la única en esta casa a la que le han roto el corazón. Esa canción es preciosa, y tienes que verlo así; a veces lo más hermoso en esta vida viene de lo más horrible. Un corazón roto puede crear la canción de amor más perfecta jamás cantada, vuelve tus lágrimas en arte, y tú amor quedará plasmado toda la eternidad.

—¿También te han roto el corazón?–Kennedy rio.

—Más veces de las que puedo contar. Es lo normal, hay veces que dos personas simplemente no están destinadas a estar juntas.

—¿...Tu crees que Vi y yo no estábamos destinadas?–Ahi fue cuando la mayor le devolvió la mirada.

—¿Qué importa lo que yo pienso si es tu destino? Pero mírate, antes te daba miedo si quiera pensar en salir por esa ventana... ahora hasta saltas desde aquí al patio... quisiera ver más de eso, una chica que no le tiene miedo a nada. Eres más fuerte de lo que crees Aeris, y además siempre he sabido que tú serás la verdadera estrella de la familia...

—Yo creo que todas...

—No. Aunque no lo creas nuestras vidas no giran en torno al arte, pero la tuya si. Es tu verdadera pasión, y si los sentimientos te llevan a mejorar tus sueños, debes saber que experimentar la vida, más allá de tu habitación es la única respuesta correcta.

—Gracias Kennedy. En serio necesitaba oír algo así.

—De nada. Digo, por algo soy la mayor, ¿no?–Ambas rieron hasta que escucharon un montón de ruido abajo. Los vigilantes habían entrado en la ciudad, estaban atacando a un par de vendedores cercanos, tratando de... ni siquiera se entendía para que estaban utilizando la fuerza.

Kennedy hizo levantar a su hermana.

—Ve adentro. Ahora.–La pelirroja asintió y tomó sus cosas, pero fue tarde, los vigilantes las habían visto y empezaban a acercarse.–Ve por mamá y papá.

—¿Y tú?

—Puedo soportar un par de golpes.–Aeris la dejó muy a su pesar y entró a dejar su guitarra, corriendo a la habitación de sus padres mientras escuchaba el ruido afuera.

Sus padres no fueron nada fáciles de despertar, en eso tenía razón Kennedy; sueño pesado.

[...]

La policía no le había hecho más que unos cuantos moretones a Kennedy en los brazos por los jaloneos, nada demasiado extremo, pero igualmente injusto y salvaje sin razón.

Los vigilantes habían ido buscando "a los cinco niños que habían estallado el departamento en Piltover", pero al ver que solo tenían niñas, dieron un paso atrás.

A ellos no les importaba la seguridad de nadie de los de la ciudad, les importaba solo su pequeña ciudad perfecta.

Después, al salir, los padres de las niñas escucharon que así habían estado los vigilantes todo el día, incluso que habían entrado a amenazar a Vander. A Aeris le había causado un escalofrío escuchar eso, teniendo por la vida de sus amigos; por la vida de Vi. Si llegaban a atraparlos no sabía que haría, no sabía que pasaría si alguno de ellos llegara a estar en prisión.

Claggor probablemente sería tomado por un fortachón, pero cuando supieran de su naturaleza bondadosa lo terminarían golpeando. A Mylo se le soltaría la boca y terminaría probablemente muerto en alguna esquina de la prisión. Powder no viviría sin Vi. Y Vi no viviría sin Powder. Mierda, Aeris no sabía si ella viviría sin Vi.

Probablemente tendría que hacerlo, ahora que no eran nada, ni siquiera amigas.

[...]

Se escucharon un par de golpes en la ventana. Aeris se talló los ojos al despertar y se acercó a la ventana, abriéndola de par en par y mirando hacia abajo.

Vi estaba ahí. Se veía nerviosa, casi al borde de las lágrimas.

—¿Podrías... bajar? Por favor.–Murmuro Vi lo más alto que pudo. Aeris se dio la medio vuelta. No bajaría por más que le doliera verla así, no podía. Sintió el nudo formarse en su garganta.

Vi respiro profundamente y decidió que si Rapunzel no bajaba, ella subiría con su cabello. Saltó y se agarró de el techo donde Aeris había estado sentada pocas horas antes, llorándole. Se subió a el y se estabilizó antes de acercarse a la ventana y entrar por ella.

Miró a la pelirroja de espaldas a ella, se veía hermosa, como siempre. Ella era su chica, una de las razones por las que no le había importado alejarse, no le importaba perder al amor de su vida con tal de mantenerla a salvo.

—Aeris, yo...–Ambas voltearon cuando escucharon a Miranda estirarse y despertar, mirándolas y asintiendo.

—Iré abajo... creo que les daré su espacio.–Susurro, intentando ser comprensiva. Se puso sus pantuflas de conejo y bajo las escaleras. Solo quedaron Vi y Aeris en la habitación. Vi intento no emocionarse por estar por primera vez en la habitación de ella, pero los nervios le fallaron. Tenía que concentrarse, sabía porque había venido; esta era su despedida.

Vi se acercó a la pelirroja y la hizo voltear para que la viera. Aeris tenía los ojos cristalizados, las lagrimas acumuladas en sus ojos. Vi acaricio su rostro con ternura, mientras que Aeris se apoyo en su mano, mirando hacia abajo para ver a Vi a los ojos.

—¿Qué haces aquí?–Preguntó apenas encontró el valor. Debía ser valiente, justo como Kennedy le había dicho.

—Quería verte.

—¿Por qué querrías eso?

—Haces preguntas muy estúpidas.–Sonrió y Aeris no pudo evitar sonreír también.

—¿Todos están bien? Escuché que los vigilantes entraron al bar y amenazaron a Vander.

—Estamos bien... estarán bien.

—¿Qué quieres decir con eso?

—No puedo decírtelo, se que me detendrías, pero tú no sabes que yo haría cualquier cosa por la gente que amo.–Aeris busco la respuesta en sus ojos, alguna pista que le dijera que haría, cual era su plan.

—Vi, lo que sea que estes a punto de hacer, no se si sea lo correcto, se lo mucho que te importan tus hermanos...

—Y tú. Hago esto por todos ustedes.

—No es necesario. No quiero que te pongas en riesgo por nosotros, no te lo pedimos.

—No importa si me lo pidieron, lo importante es que lo haré.

—¿Qué puedo hacer para detenerte?

—¿En este momento? Nada.

—Prométeme que sea lo que sea... nos volveremos a ver.

—No puedo...

—¡Prométemelo! Por favor...–Murmuro suplicante. Vi trato de explicarle, explicarle que no sabía la respuesta.

—Te lo prometo. Siempre nos encontraremos, sin importar que.

—Bien... porque te escribí una canción, y tienes que escucharla.–Vi sonrió.

—Claro, vendré para escuchar tu canción sin importar que pase.

—Gracias. Eres una... buena amiga.

Vi asintió. Aunque ambas sabían que no eran amigas, habían pasado de eso, pero tal vez no eran necesarias las etiquetas, o las propuestas, solo el amor. Sabían ambas que se querían. Y ambas sabían que probablemente no se volverían a ver en mucho tiempo, así que tenían que moverse. Sin importar que eran en este momento.

Vi se inclinó ligeramente y Aeris la imitó. Ambas juntaron sus labios en un beso romántico, tranquilo al inicio, pero que empezó a ponerse más desesperado conforme pasaba. Aeris pasó sus brazos por la cintura de Vi, atrayéndola a su cuerpo. No era un beso de calentura, era un beso de adiós. Un beso de aquellos de las historias de guerra, donde, a pesar de las promesas, la realidad siempre era más cruel.

Se separaron jadeando, sus pulmones suplicaban por aire pero a ninguna le importó. Vi escondió su rostro en el cuello de Aeris, buscando la fuerza necesaria para dejarla. Dejó un beso en su piel y se separó ligeramente para ver sus increíbles ojos verdes.

—Volveré.

—Y yo aquí te esperare, toda la vida.

✶⊶⊷⊶⊷❍⊶⊷⊶⊷✶

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