CHAPTER ELEVEN
༄*•☆•*☽︎

i. act i!

— CUANDO WILLOW Y Paul se acercaban a una tienda de comestibles en Forks, ella le pidió que hiciera una parada.

El chico Quileute la miró confundido. "¿Necesitabas algo de la tienda?".

La morena solo asintió, su rostro lleno de seriedad. "Voy a comprar ajo".

Paul arqueó una ceja. "Sabes que ese mito sobre los vampiros no es real, ¿verdad?"

Él se encogió de hombros como respuesta. "Sí, pero no sería yo si no hiciera algo así".

Paul se limitó a sacudir la cabeza, con una pequeña sonrisa en el rostro, mientras la veía entrar a la tienda.

"Qué huella tan interesante tengo".

— CUANDO EDWARD ABRIÓ la puerta, Willow estaba segura de que era una de las únicas veces que vería a Edward Cullen expresar sorpresa.

Pero, de nuevo, se imaginó que ver a su mejor amigo sosteniendo un manojo de ajo, sonriendo como si nada fuera inusual, y parado junto a un hombre lobo con mal genio probablemente no era algo que él esperaría ver.

"¡Hola!" Willow lo saludó.

"Um hola" Lentamente abrió más la puerta. "¿Adelante?".

— WILLOW SE TOMÓ su tiempo mirando a cada miembro del aquelarre a los ojos.

Se dio cuenta de que todos parecían un poco nerviosos ahora que sabía quiénes eran y se preguntó por qué.

"Ustedes saben que nunca diría nada, ¿verdad?" Preguntó con cuidado, a lo que todos asintieron.

Ella inclinó la cabeza aún más confundida. "Entonces, ¿Por qué todavía parecen tan asustados de mi conciencia?".

"Es porque nos importa lo que piensas de nosotros, Lola", habló Edward en voz baja, extendiendo la mano para colocarla sobre su hombro.

Paul se movió incómodo en el sofá ante el gesto y Edward sonrió.

Willow captó la acción y entrecerró los ojos. "¿¡Y sobre eso puedes leer la mente!? ¿Has estado leyendo mi mente todo el tiempo que hemos sido amigos?"

Ahora Paul sonrió, mientras Edward se congelaba. "Bueno, verás... realmente no puedo evitarlo, Lola. Yo-".

Se interrumpió cuando de repente algo golpeó su cara y su nariz se llenó del olor a ajo.

Cuando se lo quitó de la cara, se giró para ver a Willow, ahora haciendo pucheros, con los brazos cruzados, mirándolo. La vista era más adorable que intimidante, pero él nunca se lo diría.

"¿Me acabas de tirar ajo?".

"Lo hice."

Edward quedó muy desprevenido por la acción y Willow estaba muy orgullosa de la reacción que pudo obtener de él. Dos veces seguidas tomó a Edward con la guardia baja, en un día, nada menos.

"¿Por qué hiciste eso?".

"¿Por qué no lees mi mente y obtienes tu respuesta?" Ella gruñó, aunque su respuesta no tuvo un verdadero impacto.

Silencio.

Entonces.

"¡Lola! ¡No puedo decir eso en voz alta!"

Ella sólo sonrió.

"Jesús. Sólo mantén lejos el ajo, a menos seis pies".

— CUANDO Paul la llevó de regreso a casa, Willow estaba contenta con cómo había ido su día.

Las cosas entre ella y los Cullen rápidamente habían vuelto a la normalidad y Paul también había llegado a conocer a la familia de mala gana.

En el proceso, él y Willow habían podido acercarse un poco más, y ninguna de las partes pudo encontrar ningún defecto en eso.

Cuando Willow saltó de su camioneta, se giró para mirarlo y sonrió. "Lo pasé muy bien, Paul."

Él le devolvió la sonrisa. "Yo también. ¿Y realmente me gustaría que me dejaras llevarte a salir alguna vez?" Su sonrisa se volvió un poco nerviosa y Willow se sonrojó.

"Sí. Me gustaría mucho".

Y cuando Paul se fue después de esperar a que ella entrara a la casa, Willow sonrió para sí misma.

Entonces Briar salió de la cocina y le sonrió, lo que hizo que Willow pusiera los ojos en blanco con juguetona molestia. "Ni siquiera digas nada."

"Mi boca está cerrada". Ella levantó las manos en señal de rendición.

"Gracias."

"Por ahora."

"¡Briar!".