"Delilah, mi niña, saluda a tu madre de mi parte, ¿Por qué no?".

"Tendrás que saludarla tú mismo". Delilah habló antes de disparar el primer hechizo de su varita.

Su padre igualó el de ella gritando y lanzándole hechizos, a lo lejos, se podía escuchar a dos hombres lobo peleando y Delilah rezó en cada estrella para que lo lograra, para que estuviera bien.

"Ustedes dos no ganarán esto".

"¡¿Qué clase de padre eres?!" Delilah gritó, "¿Por qué no pudiste amarnos?".

"Porque ¿Qué ganas para amar?".

Delilah miró a su padre y vio que se formaba una sonrisa torcida y enfermiza, pensó que la había derrotado una vez más. Él pensó que la había debilitado, pero a lo largo del año creció como persona, se volvió más fuerte y esas palabras solo la enojaron más haciéndola querer ganar aún más.

Ella lanzó un hechizo que lo derribó y lo arrojó contra el árbol. Ella se acercó, mirándolo.

"Eso pudo haber funcionado hace un año, ¡pero tus malditas palabras ya no me lastiman!".

"¡DELILAH!" Remus gritó.

Corrió hacia los gritos, su padre corriendo detrás de ella, si una parte del grupo de gemelos moría, ambos lo hacían. Su padre puede haber odiado a su hermano por lo que se convirtió, pero aún así se aseguraría de vivir por encima de su hijo.

Llegaron al lugar y se separaron corriendo hacia sus mellizos.

"Re, ¿qué diablos pasó?".

"No lo sé, pero la luna solo está llena al cien por cien a las doce y ahí es cuando tienen que ocurrir las muertes".

"Tienes que estar en tu forma humana para que la muerte suceda".

"El tío Lukas también es humano, todavía tenemos una oportunidad."

"Remus estamos perdiendo ¿no?".

Remus no respondió, simplemente se puso de pie tratando de superar el dolor pero no pudo, se apoyó contra su hermana, lágrimas cayendo de sus ojos color chocolate.

"Estamos perdiendo."

Delilah miró a su padre, que acababa de lanzar un hechizo mientras ella estaba de espaldas, lo bloqueó, haciendo todo lo posible para sostener a Remus en el proceso.

Los hechizos eran difíciles de bloquear, especialmente porque Remus apenas podía mantenerse en pie y se estaba debilitando.

"¡Remus, necesito más ayuda aquí!".

"Lo siento Dede, no puedo".

Remus cayó al suelo inconsciente, sus ojos se abrieron ante la vista, el miedo que irradiaba de su cuerpo hizo que su tío sonriera. Estaban perdiendo, pero eso no significaba que Delilah simplemente se rendiría.

Lanzó hechizo tras hechizo hasta que ella también se cansó y quiso colapsar. Quería darse por vencida, pero tenía razones para luchar, razones para seguir adelante que la ayudaron a salir adelante y cuando miró hacia la luna y supo que era medianoche, gritó un hechizo que nunca pensó que diría.

"AVADA KADAVRA".

Los ojos de su tío y padre se agrandaron antes de llenarse de verde. Sus cuerpos se tensaron y ella los vio caer al suelo, se tropezó con sus cuerpos y comprobó sus pulsos. Estaban muertos.

Delilah sintió que las lágrimas le picaban los ojos al verlo, sintió que el dolor la consumía por acabar con la vida de alguien, pero también sentía ira real por sentirse así. Eran demasiadas emociones para sentir, pero las sentía todas.

"Lo siento." Ella lloró, repitiendo las dos palabras varias veces.

Un cálido par de brazos la envolvieron, Fleamont levantó a la niña y se la llevó mientras Euphemia usaba su varita para levantar a Remus. Era demasiado tarde, demasiado tarde para levantar la carga que esos dos adolescentes sentirían por el resto de sus vidas.

McGonagall y Dumbledore se quedaron para ocuparse de los cuerpos y marcar el área antes de regresar y explicarle al ministro lo que sucedió.

Los cuatro regresaron al castillo, uno inconsciente, dos con el corazón roto al ver a los otros dos, y uno con la culpa del asesinato sobre sus hombros, incluso si lo hizo para salvarse a sí misma y a su hermano.

La luna. La oscuridad. El miedo.

Todo tenía sentido.

Delilah era todas esas cosas porque estaba conectada a él pero encontró su sol, su luz, su felicidad. Y ella volvería allí pronto.

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