Los últimos días habían sido horribles para Delilah, Lily y James aún no estaban juntos, pero ella sabía que él planeaba pedirle que fuera su novia en su cita, todo el asunto hizo que su estómago se revolviera y su corazón se rompiera.

Las paredes que había dejado caer estaban siendo reconstruidas como si estuviera arrastrándose de regreso a ese agujero, esa oscuridad a la que había estado tan acostumbrada y la luz que James una vez le emitió pareció irse y se volvió inexistente.

Los estaba evitando a todos, ella evitó a James porque verlo lastimarla físicamente y estar con las chicas que dominaban su dormitorio le quitó la vida, haciéndola hacer el acto de su vida. Y con el resto de los merodeadores, no podía mentirles y no quería que eligieran entre ella y James porque le dolería aún más si lo elegían a él.

Pero, ¿quién no?.

Ella lo haría.

Entonces, la chica se sienta en la ventana de la biblioteca al amanecer y lee sus libros hasta que tiene que ir a clase, olvidándose del desayuno y el sueño, ella no podía lidiar con nada de eso. Porque nunca fue buena con sus propias emociones y se permitió sentir lo que sentía.

"Hola." Una voz habló y la cabeza de la chica se dispara y se encuentra con los ojos del chico frente a ella.

"¿Hola?" Ella sonrió pero habló en un tono inquisitivo.

"Soy Matteo Ryddle".

"Lo sé." Matteo Riddle, el hijo de Tom Riddle, le dio un buen susto al ministerio hace unos años haciendo pensar a todos que estaba planeando iniciar una guerra. Pero ahora está en Azkaban, por asesinar a trece muggles.

"Ya no sé si eso es algo bueno". Él le sonrió y ella sintió que se le revolvía el estómago al caer en la trampa de sus palabras y su encanto. "Cuál es tu nombre."

"No lo recordarás, cuál es el punto".

"¿Quién dice que no lo haré?" Se acerco a ella y se lo susurro al oído. Se le entrecorta la respiración y sintió que la dejaban ir por dentro. Su respiración se entrecorto y sintió que se dejaba llevar por dentro, y su cuerpo se derritió,

"Delilah Lupin".

"Ah, ¿Mestiza?".

"Sí." Ella miro hacia abajo pensando que él va a hacer algún comentario grosero. Pero no pasó, simplemente le levanto la barbilla con uno de sus dedos obligando a la chica a mirarlo a los ojos y su respiración se enganchó una vez más.

"Eres como yo, ¿sabes? Tienes estas paredes construidas, lo puedo notar, pero no ocultas nada con tus ojos. Todos pueden notar tu tristeza por la forma en que te ves".

"Pensé que lo escondí bastante bien".

"La mayoría no reconocería el dolor que muestras, pero yo sí. Lo entiendo".

Y por un momento, Delilah se sintió feliz en presencia de un chico, se sintio como si ella importara más que nunca. Ella no era una carga, no era un error, ella estaba ahí con él y él la hacía sentir querida.

"Deberías venir a desayunar conmigo". Delilah sonrió tomando su mano extendida y dejándose guiar por él a donde fuera.

Pero lo que ella no sabía era que Matteo era un maestro manipulador, la había observado durante semanas y la veía como una chica vulnerable y fácil de conseguir. Y sabía que ella haría cualquier cosa por él, Matteo era como su padre. Un psicópata, dispuesto a hacer lo que fuera necesario para conseguir lo que quería y no le importaba a quién lastimaba.

Y en este momento quería a Delilah porque al verla sabía que ella podía amarlo y solo quería que alguien lo amara de una manera que ninguno de sus padres podría hacerlo. En la forma en que nadie nunca podría.

Delilah estaba siendo manipulada y estaba cayendo en la trampa como un ratón corriendo detrás del queso. Porque dijo e hizo lo correcto al encerrarla en sus garras, el la tenía y podía hacerle cualquier cosa, y ella lo dejaría.

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