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capítulo cuatro

─¡Iris! ─YoonGi le llama desde la cocina─ ¿Puedes venir un momento?

─¿Qué pasa papi? ─La niña pregunta mientras corre hasta donde su padre se encuentra.

El pálido sonríe cuando la ve aparecer con un tutú rosado en su cintura y una corona encima de su cabellera castaña, la toma en brazos y seguidamente la deja encima de la encimera.

─¿Recuerdas que el entrenador nos ayudó el otro día a llegar a casa? ─Pregunta sonriente.

─Sip ─Dice asintiendo.

─Estaba pensado que quizás podríamos hacer algo para darle las gracias.

Iris frunce el ceño.

─Pero ya le dimos las gracias.

─Sí, pero quizás podemos hacer algo especial para él, por habernos ayudado. Igual que cuando por ejemplo le hicimos un pastel al tío Jin por ayudarnos a arreglar la calefacción

Los ojos de Iris se iluminan con la idea de prepararle algo a su entrenador y enseguida se encuentra asistiendo varias veces con la cabeza.

─¡Sí! ¡Regalo para el entrenador Park!

YoonGi sonríe y seguidamente deja un beso en la frente de la pequeña.

─¿Qué te parecen unas galletas?

Iris sonríe ampliamente ante la sugerencia, asintiendo con entusiasmo.

─¡Galletas de chocolate para el entrenador Park!

🧸

─¿Como en las pelis? ─SeoHo pregunta, con sus ojo brillantes y una sonrisa que expresa pura emoción.

Se encuentran calentando un tanto apartados de los demás, hablando entre ellos sin realmente prestar mucha atención a lo que deberían estar haciendo.

─Mhmm ─Iris coloca su mano en su barbilla y se encoge de hombros─ No estoy segura, pero mi papá se pone muy nervioso, como cuando el tío Jin va a esa tienda de tatuajes y ve al señor que le gusta.

SeoHo frunce el ceño pero asiente.

─¿Tú crees que tu papá y el entrenador se van a casar?

─No lo sé, pero espero que sí porque el entrenador Park me cae muy bien ─Sonríe─ Y tiene un coche muy bonito.

El niño de cabello oscuro sonríe.

─Si se casan ¿Puedo ir a la boda?

─Puedes, pero para eso primero tenemos que hacer que se enamoren.

─¿Y cómo hacemos eso? ─Iris aprieta los labios, procesando la pregunta y buscando una respuesta.

─No lo sé

Se quedan en silencio, cada uno pensando la manera perfecta en la que conseguir que su pequeño plan funcione.

─¡Ya sé! ─Iris exclama pero no demasiado fuerte para no ser regañada en mitad del calentamiento─ Tengo que hablar con mi tío Jin.

🧸

─Hola, YoonGi. ─JiMin lo saluda con una pequeña sonrisa cuando este se detiene frente a él.

En el campo tan solo se encuentran ellos, porque quizás YoonGi se retrasa un tanto a propósito para tener unos cortos segundos a solas con JiMin. No por nada en especial, tan solo porque el castaño es agradable (o al menos eso se dice a sí mismo)

─Hola ─Sonríe

─¡Papá! ─Iris corre hasta él al verlo y YoonGi se agacha para abrazarla.

─Hola bebé ─Dice apoyando su barbilla en el hombro de su hija.

Iris se aparta con el ceño fruncido y una sonrisa divertida en su rostro, mirando a su padre con algo de sorpresa.

─Papá ¿No hueles mucho a perfume?

El rostro de YoonGi se enrojece, pero intenta ocultarlo con una sonrisa fingida.

─No me he puesto perfume, amor ─YoonGi suelta una pequeña risa nerviosa.

Iris levanta ambas cejas, sonriendo porque sabe perfectamente que su padre le estaba mintiendo. La pequeña sabía perfectamente que aquello que olía era el perfume favorito de su padre, ya que quizás varias veces lo había tomado prestado y lo había usado sobre sus peluches favoritos.

─Papá tengo casi siete años, no tres.

YoonGi la fulmina con la mirada, y JiMin se muerde el labio para no sonreír.
Genial, estaba siendo delatado por su propia hija.

Cuando YoonGi dirige su mirada al castaño, sabe que no hay persona en el mundo que se vea tan bien en una camiseta negra ceñida a su cuerpo, unos pantalones grises de deporte y un silbato amarillo colgado de su cuello. Sin embargo él se veía tan bien, que YoonGi casi quiere rodar los ojos ante la injusticia. ¿No le podía haber tocado un entrenador de cincuenta años, con esposa y tres hijos a Iris?

La respuesta es obviamente no, porque entonces el mundo entero no podía reírse de él y de su caótica vida amorosa.

Espera ¿JiMin tendrá esposa?

─Entrenador Park, mi papá y yo tenemos una sorpresa. ─Dice sacando al pálido de sus pensamientos.

JiMin levanta las cejas debido a la curiosidad que le causan esas palabras y sonríe levemente.

─¿Una sorpresa? ¿Para mí?

─Sí ─YoonGi dice y se acerca un poco más al castaño.

Saca de la bolsa de tela que había traído con él una pequeña caja de cartón blanca donde habían guardado las galletas de mantequilla y chocolate. Le dedica una sonrisa mientras se la entregaba.

─Queríamos darte las gracias, por la ayuda del otro día. ─YoonGi explica, y puede que sus mejillas hayan empezado a calentarse una vez más─ Fue muy amable de tu parte.

─¡Gracias entrenador Park! ─Iris exclama y corre a abrazarlo.

YoonGi no puede evitar que una sonrisa se dibuje en su rostro ante la imagen. JiMin abraza a la pequeña con una enorme y sincera sonrisa mientras le da las gracias y Iris le explica todo los pasos que habían seguido para hacer las galletas. Y por alguna razón YoonGi no siente celos de que alguien más sea tan cercano con su hija.

Por primera vez, se siente bien.
Y es algo realmente tan extraño, pero por algún motivo se siente tan correcto y natural, que simplemente sólo se limita a disfrutar de aquello.

─Iré a por mis cosas, ahora vuelvo. ─Dice la pequeña al separarse de su entrenador y echar a correr por el campo.

─Gracias, no era necesario ─Dice el castaño mientras se levanta.

YoonGi aprieta los labios en una sonrisa antes de encogerse de hombros.

─Tampoco que nos llevaras a casa y aún así lo hiciste.

─No fue nada.

─Esto tampoco.

JiMin sonríe y asiente.

─Te diré que me han parecido el próximo día que nos veamos.

El corazón de YoonGi se acelera con las palabras. Realmente no debería gustarle tanto la forma en la que verlo varias veces a la semana se había convertido en rutina, lo mucho que le gustaba llegar un poco más tarde para estar solos en mitad de aquel campo de fútbol y poder hablar por tan solo unos minutos.

No debería sentirse tan bien, pero lo hace.

─Te van a encantar ─ YoonGi dice sonriente, colocando sus manos detrás de su espalda.

La sonrisa divertida que se dibuja en los labios de JiMin es casi peligrosa, porque YoonGi de repente se siente débil.

─¿Sí? Te veo muy seguro de ello.

─Lo estoy, a todo el mundo le gustan mis galletas. ─Responde orgulloso─ Y estas son especiales porque cuentan con la ayuda de una increíble repostera llamada Min Ida.

JiMin se ríe echando su cabeza para atrás como un niño pequeño y seguidamente asiente. Y YoonGi puede jurar que su corazón crece un poco ante el gesto.

─Solo por eso ya van a gustarme. ─Dice, mirándolo a los ojos como si fueran los más bonitos del mundo.

YoonGi aprieta los labios en una sonrisa y aparta la mirada cuando se da cuenta de que se han quedado en silencio observándose el uno al otro por varios segundos.

Es entonces cuando JiMin se mueve para quedar más cerca del pálido, sus vans negras quedan justo delante de las botas de YoonGi en la mitad del campo de fútbol.

─YoonGi ─Susurra tomando el mentón del pálido para obligar a mirarlo a los ojos.

El corazón de YoonGi late acelerado con el gesto, sintiendo que el mundo entero ha dejado de girar ahora que la mano de JiMin se encontraba tocándolo.

─¿Si? ─Sus ojos verdes se abren con cierto brillo y curiosidad ante la repentina cercanía

JiMin sonríe, como si supiera lo que aquel gesto, aquella cercanía, estaba causando en el pálido.

─Tú hija tiene razón, te has pasado con el perfume. ─Susurra, y están tan cerca que con tan solo un movimiento sus labios podrían rozarse.

Intenta no aparentar el nerviosismo y la vergüenza que siente al mantener sus mirada en los ojos del castaño, pero el brillo carmesí en sus mejillas realmente le delatan.

¿Y qué si se había puesto más perfume de lo normal? Quizás si JiMin no fuera tan bonito, encantador y amable YoonGi no sentiría esa necesidad de acercarse a él.

─Bueno si te molesta no deberías acercarte tanto ─Susurra también, negándose a bajar su mirada a los labios del castaño.

Porque si lo hacía, no habría vuelta atrás.

─No he dicho que lo haga.

El silencio que se forma entre ellos es rápidamente interrumpido, y YoonGi no sabe muy bien si sentirse aliviado o decepcionado.

─¡Ya estoy! ─Iris grita a lo lejos mientras corre hasta ellos.
Y en apenas un parpadeo, los dos se apartan como si nada hubiera sucedido.

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