extra 3
Un día
Yo en realidad no sé nada.
Me da un poco de vergüenza no aprender rápido. Nunca fui a la escuela y no escribo nada porque no sé agarrar el lápiz. En mi país nada de eso importaba, por eso mamá no me mandaba. Y pensé que iba a estar bien así, pero en el país libre todo el mundo estudia. Y en realidad a mí no me importa aprender a dividir, ni las tablas de multiplicar, que a mí me basta contar con los dedos.
Al único que le preocupa eso es a JiMin. A él todo le hace como ruido. Que me manda con tutores, que me manda a terapia, para mí él no quiere pasar tiempo conmigo. Eso pensé al principio. Hasta que me preguntó un día, por la noche, qué quería ser en el futuro.
Yo no entendí la pregunta. Yo quería seguir siendo YoonGi y también quería estar ahí con él, en la cama, desnudo y acurrucado. Quería ser su Omega en el futuro y en el presente. Y tal vez era lo único a lo que aspiraba.
─Tu Omega ─confesé, mirándolo a los ojos. JiMin sonrió y toqueteó suavemente los dedos de mis manos. Me sonrojé leve, aún sentía el cosquilleo de su presencia en mi vientre.
─ Pero eso ya eres.
Me quedé pensando unos segundos. Sonreí bobo y oculté mi rostro en el hueco de su hombro y su cuello. JiMin me abrazó y sentí su latido fuerte contra el pecho. Su mano acarició mi cintura y volví a sentir el cosquilleo en mi estómago.
─Quiero ser mamá ─dije. Esta vez JiMin no respondió con rapidez. Sus latidos se volvieron más fuertes y su aroma me envolvió. Elevé la mirada, ese Omega tenía los ojos cristalizados. Traté de no sonreír, habíamos hablado de esto mucho tiempo. Muchos meses en los que se la pasó explicándome que él no podía darme un cachorro. Ambos éramos Omegas y aunque él terminara dentro mío, ningún cachorrito aparecía después. Yo anhelaba algo que él no podía darme de forma natural.
─Yoon... ─negué con la cabeza.
─Ya sé... quiero tener un cachorro... pero más me gustaría ser tu Omega para siempre ─me puse rojo desde la frente hasta los hombros. Me subí sobre él una vez más. Mis muslos gruesos quedaron lado a lado de sus caderas, lo sentí sobre mi entrada húmeda. Lo habíamos hecho una vez, y estaba cubierto de sudor, feromonas y semen. Los ojos de JiMin se dilataron, tomando mi cintura con sus manos. Sonreí, olvidándome poco a poco de la idea de ser madre. Me froté lentamente sobre su miembro, él empezó a tocar el mío y ya empezaba a calentarme una vez más.
Así me gustaba estar, siempre. No sé qué me pasa, pero cuando lo veo algo se retuerce dentro mío y empiezo a lubricar y a pensar cosas extrañas. A JiMin no le molesta que me sienta así siempre, que lo quiera dentro, que me llene hasta gotear. Simplemente lo quería. Su aroma, sus feromonas, toda su belleza para mí. Había algo en su rostro y en él que me gustaba cuando yo le daba placer. JiMin se ponía rojo, su mirada se volvía cristalina y gemía roncamente. Era un Omega, lubricaba como yo, pero su cuerpo me tomaba como un Alfa lo haría. Me gustaba que me mordiera el cuello, los muslos.
A mi Omega le gustaba sentir lo territorial que JiMin podía ser. Había veces en las que él llegaba del trabajo y su aroma me enloquecía. Me volvía bobo, rojizo, me nacía la necesidad de arrodillarme frente a él y sentirlo en mi boca.
JiMin me abrazó y me empujó contra la cama, quedé debajo de él y esta vez lo presioné contra mí con la ayuda de mis piernas. Abracé su espalda y lo miré, jadeante, sonrojado. Mis facciones se fruncieron en dolor y placer cuando me penetró una vez más. JiMin me acarició la cintura, besó mis pezones, mi cuello. Todo su calor me envolvió y yo gemí gustoso del momento. Me sentía ahogado por él, por sus feromonas fuertes, me volvía bobo y caliente. Le pedí que fuera lento y profundo, él presionó con su mano mi vientre, ahí, donde su miembro se aventuraba a darme un calor jugoso y delicioso.
Los primeros rayos de luz del amanecer iluminaron los cálidos ojos de JiMin. Estaba transpirado, tenía las pupilas dilatadas y me embestía con fuerza. Me sujeté a sus muñecas, gimiendo, llamándolo por su nombre cada vez que su miembro golpeaba aquella zona que me gustaba. Cuando empecé a sentir el cosquilleo en mi vientre, me acerqué lo suficiente para tener todo su contacto. Las lágrimas descendían desde mis ojos y él sabía lo que significaba. Las embestidas lentas se volvieron más rápidas, más constantes y profundas. Su pelvis golpeaba contra mis nalgas y el sonido me enloquecía.
Me retorcí y él me sostuvo entre sus brazos. Me pegó lo suficiente a su cuerpo como para llegar a lo más profundo y mientras yo cubría su estómago con mi semilla, él me llenaba el vientre con el suyo. Lo sentí, cálido, suave. Presioné las piernas sobre la cintura de JiMin y lo enterré más en mí. Sus ojos dilatados buscaron los míos y me besó, lento, profundo. Acarició mi vientre con una mano y besó mis mejillas.
─JiMin... ─gemí cuando se enderezó y salió de mi interior. De su miembro colgó un hilo de semen y yo me incliné para ver cómo el líquido buscaba escapar de mis entrañas. Guié mi mano hacia la zona y arrastré el dedo de semen por todo mi vientre─. Me gusta... cuando haces esto.
Su mirada se oscureció. Miró el desastre que hizo conmigo, podía sentir el aroma del lubricante de JiMin desde ahí. Contuve la respiración, acariciando su muslo mojado. Él se inclinó sobre mí.
─¿Quieres hacérmelo? ─enrrojecí y bajé la mirada a mi propio miembro. JiMin me estaba preguntando si quería follarlo, a él, siendo que mi cuerpo es mucho más pequeño y delgado que el suyo. Negué, tímido por lo que iba a decir.
─Mi pene no es tan grande como el tuyo ─murmuré, JiMin sonrió, tomándolo en su mano. Lo rodeaba entero y siempre creí que todos los Omegas masculinos tenían el mismo tamaño. Éramos pequeños, de contextura simple. Al menos en mi país era así, todos lucían el aspecto enfermo de la delgadez, del hambre. En el país libre había de todo─. No sentirás nada.
─Madre mía, YoonGi, ¿por qué te insultas de esa manera? ─preguntó con una sonrisa, masturbó mi miembro inclinándose para darle una que otra lamida. Empecé a ponerme ansioso. Claro que quería hacerlo sentir bien, como él lo hacía por mí. Ambos éramos Omegas, y muy en el fondo siempre tuve la duda de si él también quería ser penetrado. Pero muy chiquito soy yo, ¿qué podía hacer? Había nacido para ser follado, no para sostener a otros. Y, sin embargo, JiMin había nacido para todo. Su deje juguetón empezaba a calentarme otra vez. Miré a mi costado, jadeante. El sol ya estaba saliendo.
─ JiMin...
─Siempre me haces sentir bien, quiero que lo pruebes ─mencionó, besando mi vientre una vez. Se inclinó, lo sentí rodearme entero con sus piernas. Su miembro semierecto aún mantenía la humedad de mi lubricante y su semen. Lo miré con grandes ojos, acariciando sus muslos. No sabía qué hacer ─. Dime si te duele.
No pude procesar todo. JiMin era un Omega hermoso y de huesos grandes. Estaba seguro que, desde lejos, yo me veía como un saco de huesos. Me puse como un tomate y cuando él tomó mi miembro y empezó a presionarlo sobre su entrada, sentí que me faltaba el aire. Mi rostro se transformó, y no entendí nada. JiMin cerró los ojos y frunció el ceño, noté cómo toda su piel se erizó y su lubricante me mojó hasta la pelvis. El sol iluminó su cuerpo sudoroso, sus músculos buscando relajarse. Sentí tanta presión en mi miembro, una sensación extraña, como cuando JiMin me la chupa y succiona con fuerza.
Lo sostuve de la cintura, gemí por lo bajo, mientras él se movía con lentitud. Lo miré como si fuera el mar, las estrellas. Mucha experiencia tiene JiMin, pienso. Y no pude evitar pensar que él había estado así frente a la Alfa esa, la que es madre de su hijo. Me puse rojo ante el pensamiento, por no decir que lloré. Lo solté, lo oía gemir, apretando sus manos sobre sus muslos. JiMin me miró desde ahí arriba, sonrió, haciendo un movimiento que me llenó de burbujas el estómago.
Solté un quejido suave, y apreté sus muslos cuando sentí que venía. Lo llamé por su nombre dos veces, advirtiendo del hecho. Las lágrimas resbalaban por mis mejillas, el miembro de JiMin estaba completamente erecto otra vez. Negué con la cabeza, inundándome de sensaciones.
─Se siente... extraño, JiMin. Se siente raro ─susurré negando con la cabeza, sentía la cabeza demasiado caliente. Apreté mis dedos en su muñeca y lo miré entre lágrimas. Él sonrió, comprendiendo el mensaje. A veces ni hacía falta decir algo para que él supiera. Eso me gusta de él, porque yo no sé hablar, expresarme, digo. Tener a JiMin sobre mí fue entre placentero y sofocante. Estaba en mi límite y cuando él salió yo quise volverme boca abajo. Ese Omega me ayudó, acariciando mi cintura y elevando mi trasero. Lo escuché reír, él sabía lo avergonzado que estaba.
─YoonGi... ¿por qué lloras? ─se rió, inclinándose sobre mí, yo oculté el rostro, a pesar de la tentativa de su mano al acariciar mis pezones─. ¿Se sintió bien?
─Me gusta más así... ─susurré sobre la almohada, no sabía si me escuchó. La abracé con fuerza, mientras JiMin jugueteaba con caricias en mi vientre. Mi miembro goteaba lubricante, sentía el ácido cosquilleo del placer en la punta de mi miembro─. Vamos...
─Te lo daré... tranquilo ─susurró, besando mi espalda suavemente. Sentí su miembro rozar mi entrada y me moví un poco sobre él. Las manos de JiMin me tomaron de la cintura, acariciando mis nalgas. Sentí uno de sus dedos acariciarme allí─. Lubricaste más...
─JiMin... ─gemí, él no me hizo esperar más. Enterré mis manos en la almohada y ahogué un fuerte jadeo. Mi Omega me embistió con fuerza, llegó profundo, empujando una vez más mi propio lubricante y su semen hacia mi útero. JiMin arremetió tres embestidas más hasta que solté mi semilla sobre las sábanas. Me rendí, sin fuerzas, mientras él me penetraba con lentitud. JiMin sabía que me gustaba lento cuando me venía, que esperaba su turno, y que prefería que lo hiciera en mi interior. Miré los rayos del sol atravesando los edificios, a lo lejos estaba el mar, hermoso, frío. El ruido morboso de mi lubricante y su semen hizo que ronroneara.
JiMin se recostó a mi lado cuando acabó. Me tomó en sus brazos, besando mis labios. Su mano acarició mi espalda.
─No... si sigues así, te querré de nuevo ─me sentía incluso capaz de decir las cosas más vergonzosas de todas. JiMin sonrió, alejando su mano. Lo miré con curiosidad─. Tú... ¿sientes eso cada vez que estás conmigo?
─Siempre.
Me quedé pensando, lo miré una vez más, sonrojado.
─Creo que me gusta más... cuando me entrego a ti. Se sintió extraño el otro.
─¿Te dolió?
─Me apretó, mucho. Sentí que se me iba a caer el pene. ¿Tú sientes eso? ─JiMin se echó a reír, animado. No comprendí qué era lo gracioso.
─Perdón... es que no lo hago de esa forma desde que me obligaron a estar con una Alfa... ─mencionó, me puse un poco celoso a pesar de todo─. La mayoría de Omegas son versátiles, pero en realidad a mí no me gusta que me penetren.
Me senté al instante, todo rojo, marcado y despeinado. Lo miré asustado y él abrió los ojos con sorpresa─. ¿Y por qué me dejaste hacerlo si no te gusta? ¿Qué te pasa? ¿Por qué lo hiciste?
─Quería hacerte sentir bien... y en realidad no me molesta si el que lo hace eres tú.
─Tonto ─susurré, volviendo a acostarme. Me tapé hasta el cuello y JiMin me miró con una sonrisa. Le di la espalda y me abrazó con fuerza al segundo─. No. No me junto con tontos.
─Ya... me gusta tu pequeño pene. Será la primera y única penetración que me agradó en verdad ─no quise preguntar, pero al segundo ya me descubrí moviendo los labios. Me volví al segundo y JiMin me miró. En realidad no quería que él hablara sobre ella, la mujer esa. No cuando sabía que aquella le había dado un cachorro a él a la fuerza.
─¿Ella? No lo sé. Solo le gusta mi dinero. Me lo hizo una vez, trató de ser lo más amable que una mujer de su jerarquía y crianza podía. Pero ella ya venía de anteriores matrimonios y yo era un Omega que le gustaba otros Omegas. No fue lindo, pero agradecí que solo fuera una vez. Duró horas, y al final del mes ya tenía al doctor anunciando mi primer embarazo.
─¿Cómo se sintió? ─JiMin abrió los ojos.
─¿Qué cosa?
─El embarazo.
Lo vi relajar la mirada, apoyó su cabeza sobre la almohada y miró el techo, como si en él se reflejaran todos los recuerdos.
─Rápido. Al principio... Jin me quitaba mucha energía, podía pasar horas durmiendo. Lo peor fue cuando despertó mi apetito... ─JiMin me miró. Pensé mucho en esa imagen desde que me enteré que tenía un hijo que era incluso unos años más grande que yo. Él me miró, acarició mis rizos desordenados. Sabía lo que estaba pensando─. Vamos a bañarnos... tengo que limpiarte.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro