capítulo doce: namjoon
YoonGi tiene tres guardias después de su horario habitual, lo que significa que no sale del instituto hasta las cuatro y media de la tarde, avanzando lentamente por cada pasillo y viendo desinteresado a los pocos profesores que le saludan a lo lejos. El Omega les sonríe débilmente, se siente muy cansado como para intentar mantener una conversación antes de marcharse a casa.
Lo cierto es que desea llegar a su hogar cuanto antes, tumbarse en el sillón mientras le pide a JiMin que le cuente alguna anécdota suya a la vez que el Alfa monta uno de sus legos en la mesita de madera del salón. Uh, ya imagina la playlist que mantiene la casa en un bucle de tranquilidad, esas canciones antiguas en inglés que le hacen pensar en el amor.
Tal vez sus cinco meses de embarazo sean la excusa perfecta para decir que no quiere hacer nada cuando llegue a casa, pero es muy verídico que últimamente la rutina es un concepto difícil de seguir y complejo visto desde su situación. Hay muchas cosas que ya no puede hacer, unas cuantas que su parte no humana no le permite con tal de cuidar de los cachorros. Se esfuerza mucho diariamente en su trabajo, intenta ayudar en casa y seguir en contacto con su familia, pero siente que solo es un motivo de preocupación.
Todos le ven como si estuviese enfermo, todos se ofrecen a ayudarle como si no pudiese hacer nada y él simplemente está confundido. Antes, cuando le conocían como el profesor de arte con TDAH, no existían ayudas de ese tipo pues pensaban que se trataba de una enfermedad transmisible o algo por el estilo. Ahora le ven con un bultito en el vientre y de repente son bondadosos.
No le sienta mal pero da mucho que pensar.
Cuando por fin llega al departamento, algo tarde, escucha las voces amortiguadas de muchas personas tras las paredes y adjudica el bullicio a otro piso que no sea el suyo. En casa solo está JiMin y el Alfa casi hace las mismas funciones que un mueble más en el salón.
─...un tigre? ─El final de la pregunta llega justo cuando pasa el umbral de la puerta principal, las voces cesan y se escuchan pasos por el pasillo.
─Yoonnie... ─El conejito se asoma alegre, sus orejitas caídas y la respiración agitada no tienen relación con aquella sonrisa bonita que le muestra─ ¿Pasó algo? Es muy tarde... ─El tigre se encoge de hombros con un puchero y niega suavemente, Park toma sus manos y le acompaña al salón tirando de él suavemente.
YoonGi se deja hacer y está seguro que lo que escuchó fue producto del cansancio, ya le ha pasado algunas veces y empieza a adjudicar todas esas paranoias a los síntomas del embarazo. JiMin sigue presentando, ahora algo menos, el síndrome de Couvade y de vez en cuando quiere mimarlo y concederle un ratito de besitos pues le ve tan mala cara que piensa que en algún momento cualquiera entrará solito en un cuadro depresivo.
─ Solo unas guardias que cubrir... ─Murmura y sus ojuelos caen de inmediato en un matrimonio y un hombre en el salón del departamento, ese que es casi tan pequeño como todo lo demás y siente que hay muchas personas.
Reconoce casi al instante las facciones de los dos más mayores y adjudica muy rápido el papel que ambos representan, pero pone en duda la tercera persona que les acompaña. Son los padres de JiMin, ambos con orejitas caídas a los lados, dos híbridos de conejo, muy distintos entre sí pero con detalles familiares que le recuerdan a su conejito.
─Te lo iba a decir cuando llegases pero no sabía que ibas a llegar tan tarde... ─Casi susurra el pelinegro, mantiene al Omega cerca de él mientras terminan de acercarse─ Te presento a mis padres.
Le acerca lo maximo que puede y YoonGi no entiende el porqué su mano tiembla tanto cuando la alza para saludar.
El más bajo le sonríe, amigable. En cambio, el señor de mas altura mantiene una postura firme y seria, hasta que los negros ojos repasan el vientre del peligris, casi sorprendiéndose. Un mar de dudas inunda la cabeza del Omega y rápidamente busca alguna respuesta en JiMin cuando su mano y la del señor dejan de tocarse. Duda incluso si estrecharle la mano al otro hombre cuando nota su incomodidad.
─Él es YoonGi, mi novio... ─La voz del Alfa vacila.
La situación deja al Omega algo tembloroso viendo a ambos señores con algo de miedo, ninguno le dice nada y se limitan a observarle con detenimiento y sin vergüenza, como si lo estuvieran estudiando. Tanta es la presión que YoonGi deja caer el bolso de su hombro y lleva sus manos a su vientre, sosteniendo con cuidado sus cachorros, al mismo tiempo su cola atigrada se posa por encima.
─Un tigre de bengala... ─—Masculla el hombre que le falta por conocer, relame sus labios y bufa suavemente─ También olvidaste decirnos que estaba embarazado.
El corazón de YoonGi pesa en su pecho. Siente que respira más lento.
─¿P-Perdón?
─Oh, lo siento... ─Dice y hace el amago de preocuparse por algo─ ¿YoonGi? Sí, YoonGi. Verás, somos la única familia de JiMin y hasta esta mañana ninguno sabíamos de tu existencia. Llegamos hace unos veinte minutos y resulta que mi hermano tiene una pareja, que viven juntos, que es un híbrido algo especial y encima, está embarazado.
─Jaekhyun, no seas tan brusco. ─Advierte JiMin y acerca a YoonGi por la cintura, ve a sus padres y luego al tigre─ Hablamos tan poco que no me pareció buena idea decirles todo por teléfono, por eso los invité hoy.
El tigre traga saliva y se siente algo inseguro.
Allí, junto a la persona que más ama.
─Aún así, ¿de quien son los niños que espera-
─Jaekhyun. ─El señor de mayor altura habla por fin, y le dirige una sola mirada antes de regresar al Omega peligris que retrocede un paso─ Perdón por todo esto, YoonGi. Es verdad que el contacto que mantenemos con JiMin es casi nulo, pero nos alegra saber de ti y de los cachorros.
─Solíamos hablar más pero hemos perdido algunas costumbres, esperamos que a partir de ahora podamos quedar más a menudo. Nos gustaría saber de nuestros nietos... ─El señor tiene el cabello teñido de canas y se distinguen sus orejitas más pequeñas, YoonGi le sonríe sin saber qué decirle.
─Es un placer conocerlos. ─Dice al final e intenta sonreír, casi sin quererlo voltea a ver a JiMin.
Se quedan viendo por unos cuantos segundos hasta que el conejito le atrae con sutileza, cuidando de no obligarle y atento a sus nuevas preocupaciones. El pelinegro observa el tinte carmesí en las mejillas del Omega y sus luceritos grises se mueven incesantes sobre su propio rostro y le sonríe, acariciando sus pómulos.
─¿No decías que querías conocer a mis padres? ─Pregunta y el peligris blanquea los ojos.
─Tengo tres nidos en casa, no sabes la vergüenza y la incomodidad que tengo en este momento. ─Park alza una ceja y desvía la mirada pícaro─ Por cierto, ¿dónde está...
─Bien, deshice un nido... ─Susurra y le devuelve al frente con sus progenitores─ ¿Quieren tomar algo mientras hablamos? YoonGi hizo bizcocho de yogur ayer.
Y el Omega de tigre cree que es un hipócrita cuando les invita a comer el preciado postre que estuvo preparando la tarde anterior por un antojo puntual de sus cachorros, cuando en verdad no les quería ofrecer ni una sola rebanada.
[ ... ]
La revisión del sexto mes de gestación fue un poco más rápida de lo normal, teniendo en cuenta que sólo habían acudido un par de veces a consulta, esa visita fue de lo más fugaz y... curiosa. El Alfa de conejo no había dedicado muchas horas a dormir por desempeñar una labor muy importante que ocupaba de grandes destrezas, mientras que su bonito Omega de tigre se había lanzado a los brazos de Morfeo desde que pisó la alfombra de su habitación, demasiado mareado por el cansancio y dolor de pies, no objetó nada en contra cuando vio a JiMin decidido a armar las cunas y los armarios, y los muebles, y las estanterías, y de ordenar los juguetes, y de bajar a hacerse con un par de marcos para fotos... ¿tenía el derecho de quitarle la ilusión?
Lo último que recuerda fue levantarse a las cuatro de la mañana después de pasarse casi siete horas durmiendo, no le prestó atención a la falta de compañía en la cama y tampoco se preocupó mucho cuando vio el renglón de luz bajo la puerta de la habitación restante en el departamento. El tigre estaba hambriento y no se desviaría de su propósito únicamente para arruinarle el momento de gloria al conejito.
El día siguiente tenían una cita con su matrona, YoonGi comió despacio sus platos (esos que JiMin previamente había cocinado y preparado para él) recordando la de veces que JiMin se había quejado de sus menús tan personales, no porque fuese un híbrido de conejo pero tuvo que aceptar que cocinar conejo para el tigre logró ponerle de los nervios en demasiados sentidos, incluso se abstuvo a estar con él en la comida y profirió una serie de bufidos y suspiros angustiados desde el salón del departamento.
Así que entre risitas burlonas apartó los platos y comenzó a guardarlo todo en el lavavajillas, pensó que ya estaba bien de tanto inmobiliario y de hacerse el manitas, necesitaba al Alfa con él en la cama al menos un par de horas.
Abandonó la cocina cuando el reloj posó sus agujas perezosamente sobre las cinco y media de la mañana, creía recordar que la cita esperaba hasta las dos de la tarde así que no estaba preocupado por la hora. Tocó despacito la puerta de sus cachorros con los nudillos, y abrió con cuidado. El ruido del interior se resumía en martillazos, quejidos, algún gemido de dolor, un taladro muy silencioso y unas cuantas consultas al aire. Pero todo aquello cesó en algún punto y no se percibía ningún sonido cuando la puerta finalmente descubrió al tigre curioso que se asomó.
Tal vez YoonGi se halla caracterizado toda su vida por no saber clasificar o entender sus emociones y sentimientos, siempre daba por hecho que se perdía de mucho al no poder centrar su atención en una sola cosa y por ende, tendía a distribuir dicha atención en muchas cosas, mismas que olvidaba días después. Pero cuando se encontró a JiMin agazapado en el interior de la cuna, con una mantita lila cubriéndole únicamente su torso, el tigre sintió un amor ardiente en el pecho.
El interior de la habitación podía resumirse en pocos muebles y un gran espacio, las dos cunas de madera oscura estaban a cada lado del cuarto, cada una tenía un complemento clave y era su pequeña cómoda con cambiador y una estantería en lo alto, su corazón se estrujó en ternura cuando vislumbró los detalles de huellitas de tigre y orejitas de conejo decorando las paredes blancas. No creía en la sensibilidad de los embarazados hasta que se halló de rodillas en la puerta de esa bonita habitación, con dos ríos de lágrimas humedeciendo el paso por sus coloradas mejillas.
Casi podía imaginarse los piecitos vestidos de minúsculos calcetines sobresalir entre los barrotes de las cunas.
Los balbuceos y sollozos, los tiernos quejidos y sus angustiados lloriqueos.
Aún no había experimentado nada parecido.
Pero estaba seguro que ver a JiMin como padre lograba hacerle muy feliz.
─¿Yoonnie? ¿Qué haces allí? ¿Qué ocurre? ¿S-Son los bebés? ─A tropezones, el Alfa escapó de la cuna y dando grandes zancadas llegó al lado del tigrecito gris, mismo que aún gimoteaba entre hipidos.
Le tomó de los brazos y trató de alzarlo, fallando al instante. YoonGi se lanzó contra él y perdió cualquier gota de oxigeno habitada en sus pulmones, el Omega le abrazó con tanta fuerza y gracia, que JiMin tuvo que palmearle entre las orejitas para persuadirlo. La cola gris se enrolló en la cintura del pelinegro, casi buscando que no existiera espacio que pudiese separar sus cuerpos, como si le dañase tenerle lejos.
─¿Cómo pude dudar de ti? ─Inquirió y alzó el rostro, se lo encontró con la vista nublada de lágrimas y con los labios meneándose entre temblores─ Te quiero, JiMinnie... Te quiero y no podría responderte si me pides una razón, solo quiero que sepas lo que sucede con mi corazón cuando te veo... ─El menor le dedicó una sonrisa aliviada, casi encendiendo una vez más las galaxias brillantes de sus luceros oscuros.
─YoonGie... ─Balbuceó el Alfa con una sonrisa que vacilaba en sus labios, estaba seguro que podría devolverle las mismas palabras al Omega, pero cuando le vio sorber su nariz y negar con la cabeza, su corazón tuvo miedo de no poder igualar su amor.
─E-Estoy seguro de que crees que soy un exagerado y un sentimental, pero es que... ─Soltó un gran resoplido sacudiendo sus orejitas y haciendo que su cola revoloteara detrás.
─Te amo, Min YoonGi. ─Musitó de forma lenta y suave, le dolía el pecho ver así a su pareja─ Puedes dudar de mi, es normal que quieras lo mejor para ti y para los cachorros, solo espero hacer lo correcto para que te quedes conmigo, para asegurarte que daré lo mejor de mi para ti y para nuestros hijos... Prometí tener paciencia suficiente para este amor, YoonGie. Estamos aprendiendo a cuidarnos, a querernos y, a hacernos felices... ─Quiso consolar su carita y fue acariciando sus mejillas hasta deshacerse de las lágrimas, pasando también por sus labios para despejar esos temblores─ Hablando de cosas bonitas... ─Se regresó a verle a los ojos, carraspeando cuando ese mar grisáceo quiso tragárselo─ ¿Crees que puedes superar mi amor por ti?
Tras el reto, YoonGi se sintió mal cuando rompió el silencio amoroso en el que se encontraban con una serie de carcajadas, negando una y otra vez con la cabeza, toqueteando sus orejas.
─Podría ponerme a competir pero... ─Bostezó restregando su frente en el pecho del Alfa─ No sé cuántas horas necesita mi cuerpo para recuperarse de una semana de finales...
─¿Qué sentiremos cuando los traigamos a casa? ─Inquirió JiMin a mitad de pasillo, caminaba detrás del tigre y sus grandes manos ocupaban un espacio en el vientre abultado.
─¿Cansancio?
─Me refiero a lo sentimental...
─Me preocupa más el daño físico por el que voy a pasar después de dar a luz, si te soy sincero... ─Farfulló entre pucheritos que se deshacían cuando sus sentimientos invadían esa faceta tosca de su personalidad─ Bueno... creo que estaré feliz... muy feliz de hecho. ¿Mucha serotonina? Tal vez...
─No quiero que nuestro cuidado sea 50-50, me gustaría que esos porcentajes dependan de cómo nos encontremos nosotros. Imagina que nada más traer al mundo a dos bonitos bebés, tengas que cuidar de ellos por tu cuenta... ─Empujó la puerta y pensó que su cuerpo se desvanecería al ver la claridad de los últimos momentos de la luna alumbrar el colchón.
YoonGi pensó en sus palabras, arrugando el entrecejo.
─¿Dices variar la cantidad de responsabilidades?
─Digo que puedes centrarte en tu recuperación cuando los bebés nazcan.
─Quiero cuidar de mis cachorros.
─Tendrás una vida para hacerlo y para ello, es muy importante que cuides de ti.
El tigre no estaba contento con lo que escuchaba, los pequeños en su interior le habían enseñado un millón de emociones nuevas, estaba seguro que cuando nacieran aquella cifra se multiplicaría así que no podía garantizar que fuese a dejarle a JiMin todo el trabajo tras el parto.
Habría dicho algo más a su pareja esa madrugada, tal vez proponerle otra manera de llevar la crianza de sus hijos una vez salieran de su vientre, su cabecita estaba trabajando en procesar más ideas para ello, incluso sus ojitos estaban posados sobre los de JiMin y casi podía besarle una vez más antes de expresarse, pero fue precisamente la sensación de seguridad y amor lo que hizo que cediera a Morfeo una vez más. Acurrucado entre los brazos de JiMin, hecho una bolita cuidando de su pancita y enrollando su cola grisácea en el tobillo del Alfa para asegurar su cercanía, se podía decir que YoonGi nunca había dormido tan feliz.
Una serie de caricias en su nuca, besitos discretos entre sus orejitas y murmullos cariñosos, y un último abrazo le hizo dormirse con una sonrisa en los labios.
─¿YoonGie...
La agilidad de esas audaces orejas de tigre de bengala perdieron la capacidad de escuchar las palabras verbales de sus labios, en cambio presenció el cambio brusco y dolorosamente bello de los latidos de su corazón emocionado.
─... yo también te amo, mi bello amor...
[ ... ]
─¿Podemos?
JiMin mordía uno de los extremos de sus bolígrafos más malgastados, tenía la tapa masticada. No estaba interesado en su pareja cuando le escuchó murmurar por detrás del escritorio, le llamaba mucho más la atención ver el desgaste existencial de su bolígrafo.
─¿JiMin?
No es que quisiese ignorar a YoonGi, de hecho no podía permitirse tal cosa últimamente. Desde que se volvieron pareja hay pequeños destellos de confianza en su relación formal. YoonGi tiene la confianza plena de ir desnudo por el departamento así que JiMin va cerrando las ventanas antes de que su Omega ofrezca una caminata explícita a los vecinos de enfrente, también ha descubierto que no está tan mal comentarle a su novio cuántas veces va al baño a defecar. El pelinegro prefiere decirle que se ve bonito defecando pues no puede decirle algo más científico o metafórico porque el tigre alza una ceja mientras masculla que no tiene intención de analizar otro tipo de cosas mientras hace sus necesidades.
─Quiero sexo. ─Dice alto y firme, logra que los luceros estrellados de su Alfa se posen curiosos sobre él y sonríe satisfecho cuando nota el interés─ SeokJin dijo que los Omegas y Alfas sueltan feromonas diferentes cuando tenían sexo, por eso se puede apreciar cuando una pareja intimida, la habitación huele a sexo.
JiMin pensó que YoonGi estaba hablando solo cuando apartó la mirada y se acomodó en su silla. Lo hacía muchas veces. Se sentaba en su silla con sus patatas de bolsa y su batido de fresa mientras hablaba a la pared y se respondía al cabo de segundos, bastante feliz por su gran capacidad para ser sociable consigo mismo. Pero esta vez volteó a verle muy fijamente, como estudiando sus reacciones.
─Quieres hacer el amor... ─Murmura el hibrido de conejo mientras se relame los labios, coqueto y juguetón hasta cierto punto─ Aquí... ─Mastica el interior de su mejilla al verle asentir despreocupado, le ve desabrocharse el cinturón y rápidamente teme verle desnudo en medio del despacho─ Estamos trabajando, YoonGi.
Vuelve los ojos al papel, no enfoca nada bien lo que tiene delante en verdad pero no puede regresar la mirada al Omega porque sabe que no podrá ser fuerte e ignorar al tigre semidesnudo en aquella pequeña sala. Han sido los casi siete meses más duros para él y sus ganas de sexo, no está seguro si podrá seguir soportando aquello, sobretodo cuando YoonGi arma nidos en cualquier parte del departamento y se acurruca allí totalmente desnudo.
─Tengo ganas, muchas de hecho. ¿Será un síntoma? ¿Tú no tienes ganas? ─Inquiere y el sonido de la hebilla resuena al caer, los pantalones inmediatamente se deslizan por sus muslos hasta dejarlos al descubierto.
Se remueve un poco, desabrochando los botones de su jersey para arrojarlo al suelo también. Ahora solo lleva una camiseta grande y holgada beige que tapa sus calzoncillos, las converse blancas altas y unos calcetines negros de dormir que se niega a dejar en casa para esas fechas tan friolentas. Sí, le falta una prenda para estar al descubierto.
Y está totalmente decidido cuando cruza la frontera morada y acelera hasta el escritorio del Alfa.
Para ese punto JiMin piensa en las posibilidades de que alguien vaya a tocar la puerta, ya sea para buscar al tigre o para encontrarle a él y, dado su nivel de éxtasis, da por hecho que nadie va a cruzar esa puerta sin antes tocar e, ingenuamente, se convence a sí mismo que para ese entonces ya habrían terminado.
Así que JiMin deja que YoonGi se siente en su escritorio, separa sus piernas y se coloca entre ellas. Masajea sus muslos gorditos y con amor le ve reír pícaro.
─Será rápido, ¿si?
─¿Tienes condones?
─JiMin ─YoonGi no quiere estropear el ambiente romántico del momento pero es que JiMin le pregunta algo tan... ─No puedes embarazarme más de lo que ya estoy...
─La costumbre-
JiMin está muy seguro, casi podría apostar, de que la puerta no se abrió.
Pero perdería esa apuesta.
─Bien, nunca pensé que los iba a encontrar trae en esta situación. ─NamJoon se da la vuelta al no querer seguir viéndoles, vio la ropa en el suelto, a YoonGi encima del escritorio de JiMin, a JiMin besando a YoonGi y eso es suficiente─ JiMin, necesito la hoja de faltas de la semana pasada. Cuando puedas, pásate por mi despacho.
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