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(🫐) ━━ OO1; "Un día de logros."

La mañana había comenzado y Hikari apenas comenzaba a tener sueño ya que toda la noche, gracias al insomnio, se quedo despierta haciendo nada más que pensar hasta quemarse las neuronas consiguiendo un gran dolor de cabeza; así eran todas las noches, casi nunca lograba dormir como una persona normal así que las mañanas se las pasaba durmiendo. "Vives de noche y duermes de día" era la frase que le decían todos los días como reproche.

Arropada hasta los hombros se quedó posicionada en forma de bolita, las rodillas pegadas a su pecho mientras las rodeaba con sus brazos, con la mirada perdida en el feo tapiz de su recamara por algunos minutos antes de cerrarlos rápidamente cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse siendo inundado por el fuerte aroma del perfume que solía usar la amiga de su hermana.

Gracias al fuerte aroma dulzón arrugó su nariz como impedimento para no estornudar viendo de reojo como la pelirosa de la chica se asomaba a las cortinas de su ventana tomándolas del borde para abrirlas repentinamente, acción que provocó que Hikari se quejara y se tapara el rostro completo al sentir los cegadores rayos del sol contra su piel.

──¡Buenos días.!──canturreó con voz chillona la chica.──¿No es maravilloso sentir el sol en la piel.?──la sonrisa en su rostro se borró al instante de darse vuelta y observar a la pelinegra cubierta.

Con el ceño levemente fruncido se acercó a la cama y jalo las sábanas azules con fuerza dejando a Hikari descubierta hasta las caderas, recibiendo una mala mirada de su parte mientras intentaba quitarle las sábanas de nuevo para taparse.

──¡Vamos, Hikari.! No puedes vivir debajo de esas sábanas.──regaño la pelirosa logrando con éxito quitarle la talé tirándola al suelo lejos de su alcance.──¿Cuándo fue la última vez que tomaste sol.?

──Ahora mismo.

──Vamos, levántate.

La pelinegra observó por leves minutos a la pelirosa que la miraba con el ceño fruncido y la nariz arrugada con los brazos posados en su cintura, hace más de ocho meses que la chica a venido a verla como favor ya que su hermana no podía estar pendiente por su apretada agenda laboral. Aunque Hikari le halla recalcado que no era necesario que viniera y que no la quería aquí la pelirosa era insistente y, a mediado del cuarto mes hasta ahora, le hacía saber que lo hacía por gusto; que no lo veía como una obligación venir a "cuidarla" y que se había acostumbrado a vivir un poco más calmada.

En realidad pasaron más de ocho meses, para ser exactos había pasado un año, once meses y once días de que Hikari cayó en depresión y apenas se habían cumplido ocho de que había conseguido una "niñera" y, aunque no lo admitiera en voz alta, la presencia algo aniñada pero dulce de la chica no le desagradaba.

──¡Hoy es día de limpieza.!──informó dando una pequeña palmada recorriendo con la mirada la habitación.──Lavaremos ropa, esas sábanas y también haremos un poco de ejercicio.──continuo sonriendo hasta el tope cuando sus ojos volvieron a posarse sobre la pelinegra.

──Yo hago ejercicio.

──Levantarte para ir al baño y cambiar de posición al dormir no cuenta como ejercicio.

Ante lo dicho la fémina no movió ni un músculo y solo se quedó en su misma posición ignorando por completo a la pelirosa, hoy no tenía ganas de complacer a la caprichosa mujer de cabello color fantasía pero luego de varios minutos eternos donde la observaba juntar sus cosas del suelo mientras le charlaba de lo que fuese que cruzara su mente, no tuvo otra opción que levantarse de mala ganas y quitarle algunas prendas de ropa que se hallaban posteriormente tiradas en el suelo.

La pelirosa sonrió orgullosa de haber logrado que Hikari saliera de la cama una hora antes de lo habitual, dio pequeños aplausos como festejo antes de dirigirse hacia la puerta de la recámara en camino hacia la cocina como habitualmente hacía todas las mañanas luego de batallar con la chica para que dejara la cama.

──Prepare el desayuno mientras dejas eso en el cuarto de lavandería... ¡Ah! Y toma un baño, ¿Sí.? Apestas.

Ante lo último la fémina levantó su brazo derecho oliendo con cuidado su axila ¿Realmente apestaba.? Quizás sin notarlo, durante en la noche tuvo un ataque de calor provocando que sudara como siempre le pasaba cuando su cuerpo se sentía pesado y el dolor de cabeza no dejaba notar nada más.

Y, arrastrando los pies por el suelo, Hikari camino hasta el cuarto de lavandería dejando allí sus prendas de ropa usada semanas atrás para proceder a desnudarse y poner a lavar junto a lo demás lo que llevaba puesto; rodeó su cuerpo con una de las toallas limpias que se hallaban bien dobladas en un estante ya que la pelirosa se había encargado de lavarlas y extenderlas para que se secaran el día anterior.

Hikari odiaba cuando la chica hacía cosas porque sí, realmente no le gustaba cuando personas hacían lo que ella podía hacer por sí misma pero no podía quejarse, no cuando ni siquiera tenía la fuerza suficiente para salir de la cama o de tomar una ducha. Agradecía internamente que la pelirosa pasara sus días haciéndole compañía y tratando que no cayera en otro brote psicótico como sucedía usualmente antes de sus cuidados.

Aunque detestará admitirlo la chica era buena compañía, aunque ella no hablara en lo absoluto y solo se sentará en el sofá de la sala observando por la ventana la pelirosa sabía que la escuchaba y, eso era un completo logro. En los últimos meses Hikari salió de su habitación más tiempo de lo acostumbrado, aunque se la pasara callada y con la mente completa enfocada en otra cosa, era un logro; que se sentara en el sofá de la sala escuchando, aunque forzada, la música de la pelirosa y la viera moverse de aquí para allá mientras le hacía preguntas que podía contestar sin agobiarse era catalogado como: "El logro de la semana."

Lo que más le gustaba era que ella no parecía tener algún mínimo problema con la situación de Hikari, no la trataba como una bomba a punto de explotar tampoco como una niña pequeña sino como una igual; aunque siempre en su mente rondan las preguntas: ¿Por qué.? y ¿Cómo.? Cuando conoció a la hermana menor de su amiga siempre la vio como una niña fuerte y súper risueña, ojos brillosos llenos de inocencia y unas mejillas coloradas y, regordetas, quizás en esa época sola era una apariencia para evitar que la vieran como realmente era y de tan solo recordarlo el sentimiento de lastima le invadía

Según lo que su amiga le había contado era que Hikari había sido diagnosticada primero con una simple tristeza, un cambio de animo muy común en los adolescentes que apenas sabían descifrar sus emociones; "Quizás se deba por cambios comunes o por problemas amorosos, se le pasará rápido". Esas eran las palabras del primer especialista al que habían concurrido pero luego de meses sin ver algún cambio y ante el cuarto diagnóstico de distintos especialistas confirmaron que Hikari sufría de depresión desde hace tiempo y apenas lo habían notado pero ¿A qué se debía.? ¿Realmente querían saberlo.? No, por más que lo supieran no lo entenderían y la muchacha solo volvería a quedar en la nada porque ella no tenía motivo alguno de sufrir eso, no le hacía falta nada y solo se tenía que preocupar en ser alguien en esta vida pero cuando a sus oídos llego la noticia que su mejor amigo se iría lejos lo tomo como "Un motivo válido." para dejarse hundir; importándole muy poco que su amigo quedara como el culpable de que la pequeña y dulce Hikari ahora solo sea una deprimida.

Con un suspiro pesado la fémina se dirigió hacia el baño, abriendo la llave del agua de la regadera mientras esperaba que saliera tibia para que sea agradable para el tacto contra su cuerpo; ante la espera la mirada de la chica observaba detenidamente su reflejo en el espejo totalmente seria, tenia el cabello reseco y la piel seca, sus ojos reflejaban su cansancio y sus ojeras eran más negras que antes, ahora lucía más pálida y delgada aunque no tanto gracias a la comida que la pelirosa se aseguraba que comiera.

Si no fuera por esa chica... Hikari estaría muerta.

El agua tibia resultaba relajante, el agua en sí parecía llevarse todo los problemas pero ni bien ponía un pie fuera de la regadera estos volvían como si fuera una nube negra sobre su cabeza; el olor a coco del jabón era agradable para su olfato y era suavemente espumoso al tacto, el aroma se mezclaba con el de los productos para el cabello creando una fragancia placentera en el cuarto de baño. Ya con el cabello y cuerpo limpio Hikari salió del baño con la misma toalla de antes rodeando su cuerpo húmedo mientras caminaba a su habitación en busca de ropa antes de emprender camino hacia la cocina donde su "cuidadora" la llamaba.

Tomando una respiración profunda mientras terminaba de colocarse la playera y por un momento se quedo parada en el medio de la habitación mirando a un punto fijo sin quiera pestañear, hoy estaba más cansada que los días anteriores y la supuesta energía acumulada que debía tener por pasar mucho tiempo quieta no existía, ningún tipo de serotonina existía en ella. Si no fuera por la dulce voz de la chica pelirosa se hubiera quedado parada allí otros cinco minutos, realmente agradecía tener a alguien que la volviera a traer a la realidad cuando se sumergía en esa nube de desconciertos y lamentos.

A pasos lentos se dirigió hacia el comedor donde la pelirosa la esperaba con un desayuno nutritivo que según le llenaría de energía, el aroma a comida que se filtraba por su nariz despertó a su apetito provocando que un rugido proveniente de su estomago se escuchara en toda la cocina, definitivamente Hikari estaba muriendo de hambre.

──¿Qué te parece darle un recorrido al barrio.? Quizás ha cambiado algo.──comentó la chica colocando un plato enfrente de la otra fémina.

──No tengo ánimos, Sana.──hablo con pesadez jugando con su comida.──Apenas puedo mantenerme de pie.

──¿Y si salimos al patio.?──planteó con una mini sonrisa.

No hubo respuesta a su pregunto por algunos minutos, la pelinegra solo se quedo viendo su plato con comida mientras terminaba de masticar los huevos revueltos que la chica le había preparado, realmente no tenía ánimos para salir a sentarse siquiera en su sala de estar pero sabía muy dentro de ella que la fémina de cabello color fantasía no se quedaría conforme estando otra vez en cerrada otra semana más entre estas cuatro paredes; así que sin querer tener que ver el molesto puchero y el rostro afligido de la chica, acepto. La pelirosa contuvo una gran sonrisa de triunfo cuando vio el asentimiento dudoso que Hikari le había otorgado ante la idea y podía asegurar que hoy era un día de logros sin saber que luego de ello... Habría una nueva recaída.

Holii, ¿cómo están? Una nueva fic porque me gusta
acomunarlas y no actualizarlas :) espero que
le den una oportunidad y le guste

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