Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝒃𝒂𝒋𝒐 𝒕𝒖 𝒆𝒏𝒈𝒂𝒏̃𝒐


.

.

.

𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐭𝐮 𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧̃𝐨
𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐮𝐧𝐢𝐜𝐨

.

.

.



Eros miró sus cosas; los cuadros y la cama que compartía con su marido. Suspiró frotando su entrecejo, mordió su labio y tomó una maleta grande. La ropa sobre la cama fue guardada con descuido, libros y joyería estaban dentro de un bolso de mano que cargaba con cuidado en su hombro. No tenía mucho, porque cada una de las pertenencias dentro de la habitación le traerían recuerdos al ser regaladas. Y dependía económicamente de su marido por decisión propia. Nada estaba a su nombre, no podía llevarlos consigo y no sabía siquiera si podría tener algo en sus manos al salir de la casa. Miró una última vez la cama dónde solía dormir con él y salió.

Lo observó durante unos minutos desde el pórtico. Estaba sentado en el sofá donde habían estado una y mil veces juntos jurando amor eterno. Sintió su nariz arder y salió al ver que no le dirigía la palabra o siquiera una mirada.

El hombre frotó su rostro y al escuchar la puerta dejó escapar su llanto. En un arrebato de ira lanzó su anillo de bodas lejos de su vista, los cuadros yacían en el suelo con el vidrio roto. ¿Por qué ahora y no antes?

—¿Y mamá? —preguntó la pequeña infante de apenas dos años mirando desde la puerta. Tenía medio cuerpo oculto con la misma, estaba atemorizada. Jamás había visto a su padre tan enfadado, mucho menos llorando.

—Ven aquí. Ori, ven —estiró sus brazos agachándose a la altura de la niña. La pequeña corrió a sus brazos y comenzó a llorar.

—Papi, si papi llora Saori llora... —acarició la espalda de su padre como él solía hacerlo cuando ella lloraba.

La mujer entró al departamento de su madre. La señora de sesenta años frunció el ceño al verla y entro a su cuarto sin decir nada. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver el desprecio de su madre. Cerró los ojos con fuerza y entró a su cuarto. Hacía un par de años que no se quedaba ahí. Eros se preguntaba cuál fue el error que cometieron, cómo llegaron a aquél punto de la relación donde todo lo que habían construido se fue a la mierda en tan solo unos días.

Pensó en sí misma, en su ahora ex marido, en su madre, en su vida, pero jamás en su hija. Porque tan solo pensar en ella la hacía sentir como el ser humano más despreciable, sentía que se había convertido en su padre, en todo aquello que juró destruir.

Rebuscó entre sus pertenencias encontrando su prueba de embarazo y rompió en lágrimas. No debía llorar, porque no era digna de ello.

—Deja de llorar. No eres la víctima. La única víctima de todo esto es Saori y no has hecho nada por ella. —Eros sollozó, quería ser comprendida por su madre, quería escucharla darle apoyo en su divorcio. Sentía como su vida se destrozaba y su madre no podía comprenderla.

—Mamá..., ¿por qué siempre los apoyas a ellos? Soy tu hija, debería ser tu prioridad, no Katsuki ni Saori, ¿qué te hice yo? ¿por qué no puedes solo...?

—Saori es mi nieta. ¡TIENE DOS AÑOS, CARAMBA! ¿Cómo puedes ponerte en ese plan? Es tu culpa lo que ocurrió pero eres la que sufre. Verdad que todos tienen la maldita culpa menos tú, eres idéntica a tu padre...

—No quiero escucharte, por favor... déjame sola.

—Quiero que busques un trabajo y te vayas de mi casa, tienes un mes. No quiero otro Richard en mi vida y esta vez no me importa que seas mi hija, eres víctima de tus malas decisiones. Eres una mujer de 27 años, ya no tienes 15 o 20 para ayudarte a corregir tus problemas, no estoy en edad para esto.

Eros lanzó una almohada en dirección a la puerta mientras lloraba. Estaba enojada, frustrada y completamente despechada. Sin embargo, no entendía por qué debían odiarla y despreciarla de tal manera. No era como su padre y jamás lo sería.

Katsuki, amor. ¿Vamos a salir este fin de semana? —preguntó la mujer. El rubio guardó silencio unos minutos y la miró.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó el hombre de 25 años.

—El otro día escuché de un restaurante nuevo, el dueño es un tal Monoma. Lo escuché de Shinsou y su esposa, ellos fueron a celebrar su aniversario. Imagino que sabes qué fecha es este fin de semana, ¿no?

Bakugou Katsuki rodó los ojos con una pequeña sonrisa casi imperceptible en su rostro. Pensó en la pequeña entre sus brazos y frunció el ceño—. Podemos comer aquí —dijo decidido.

—¿Qué?

—Saori, no la voy a dejar con cualquier bastardo o bastarda o bastarde, no me interesa salir ahora.

—Pero puede cuidarla mi madre, Katsuki.

—También mi vieja PERO, salimos la semana pasada, no vamos a salir todos los fines de semana sabiendo que apenas tiene seis meses.

—Pero estoy con ella todos los días, quiero un relajo, Bakugou Katsuki.

—ENTONCES SAL TÚ, déjame estar con mi hija en paz. Trabajo de lunes a sábados y veo a la niña solo el domingo y por las noches ya es tarde. Lo sabes y no pretendo ser un padre ausente por tus caprichos, Eros.

—¡Pero quiero pasar tiempo con mi novio!

—Soy tu esposo, no tu novio.

—Es lo mismo, no jodas. Estoy joven, quiero vivir mi vida y no estar encerrada todo el día por esto.

—No estoy jodiendo, tú estás jodiendo ahora con tus ganas de vivir la vida adolescente que NO ERES. Tienes 25 años y Saori fue planeada, ahora no empieces a actuar como si nunca lo hubiera sido. Si quieres salir, sal y no empieces con tu mierda delante de ella.

—Tiene cinco meses, ni que fuera a darse cuenta de la pelea.

—Eros, vete. Saori tiene seis meses, no cinco. Vete a la mierda ahora, mi billetera está ahí. Ve al jodido restaurante con tu amiga o algo. Ori se pone nerviosa cuando actúas así. —Eros alzó las cejas sorprendida. Se mordió la lengua viendo como la pequeña empezó a lloriquear, agarró la tarjeta de su marido y salió a la calle sin despedirse.

Recordó a su ex novio de manera fugaz. Ese bastardo era igual a su padre y lo detestaba. Aunque con ESE bastardo se podía sentir con más libertad que estando con Bakugou Katsuki. Quizás si Saori no hubiera nacido no tendría que estar 24 horas al día en casa para cuidarla.

Sabía que Katsuki jamás le pidió que lo hiciera, tenía sus horas de relajo cuando iba su suegra a cuidar a la niña durante la semana y podía salir. Sin embargo, tras pensar en ello se dio cuenta de que estar en casa implicaba tener más "regalías" por parte de su marido. Aun así, no era la vida que ella esperaba.

Entró a un bar completamente sola. La música latina era algo que ella amaba por su ascendencia gracias a su progenitor. No era un orgullo ser hija de Richard, pero le daba popularidad cuando iba de fiesta. El bartender le ofreció algunos tragos de cortesía por parte de uno de los hombres que estaban dentro del local.

Complacida los aceptó, no le importó en aquel momento estar en proceso de lactancia, quería embriagarse y olvidar que tenía una familia que ella consideraba en ese momento como disfuncional. El hombre se acercó a ella.

—Señorita, ¿me permitiría saber cuál es el nombre de tan bella flor frente a mis ojos?

—Me saliste poeta, cariño. Eros, como el dios del amor en la mitología griega, cielo. ¿Y tú?

—Monoma Neito. Un placer.

—Justamente hoy mi novio me hizo tener una pésima noche, ¿te quieres hacer cargo, cariño?

—Hmm... Claro que si tú me permites hacerte sentir mejor. —Eros sonrió complacida al sentir el tacto del hombre en su cintura. Ambos salieron del lugar para dirigirse a un hotel de lujo, cortesía de Neito—. ¿Qué fue lo que hizo ese tarado?

—Dijo que no soy suficiente para él —mintió—, está cansado de mí y dijo que podría conseguir a una mujer mucho más ardiente que yo, ¿puedes creerlo?—continuó su mentira mientras se acomodaba sobre las piernas del rubio.

—Es un bastardo, pero ahora no es necesario pensar en ese imbécil. Me tienes a mí en este momento... —Eros soltó una risita mientras sentía los besos de Monoma bajar por su cuello hasta su clavícula y busto.

—No dejes marcas, mi amor.

Eros volvió a casa a las 13:45pm, estaba resplandeciente. No había disfrutado una noche como aquella en años, debía admitir que el sexo monótono que tenía con su marido era aburrido. Es una completa mentira decir que jamás le pasó por la cabeza hacer algo como eso. Incluso lo hizo una vez sin que la descubrieran. Esta vez no sería distinta. Además, tenía el número de Monoma Neito para repetir en alguna otra ocasión. Recordó que él era el dueño del restaurante al que quería ir, por lo que tendría una buena coartada sobre su hora de llegada. Al golpear la puerta abrió su suegra. Sorprendida soltó una risita nerviosa y preguntó qué hacía ella ahí.

—Sabía que fue una mala decisión. No pensé que fueras tan obvia, Muñoz.

—¿Disculpe? De qué me está hablando, suegrita.

—Suegrita nada, mocosa. ¿Sabes que Katsuki tuvo que llegar tarde al trabajo porque doña no sé de qué me está hablando estaba de fiestas? Ve a ducharte, Saori debe estar hambrienta.

Eros rodó los ojos al escuchar el nombre de su hija. Odiaba tener que pensar en la maternidad en ese momento. Pasó por el lado de Mitsuki en dirección del baño para tomar una ducha.

—Me quedé en casa de Opelia, ella les puede confirmar. No estaba de fiesta, ¿y por qué debo darles explicaciones? —preguntó saliendo del baño con una toalla en la cabeza.

—¿Quién es Opelia? —preguntó el hombre entrando a la casa. Eros miró la hora, era temprano aún.

—¿Qué haces aquí tan temprano?

—Pedí el día libre. ¿Quién es Opelia?

—Mi amiga con la que salí ayer.

—¿Dónde está Saori?

—Aquí conmigo. —La madre de Katsuki le entregó a la niña y tomó asiento en el sofá para descansar. Había estado limpiando la casa de arriba a abajo y preparó el almuerzo del día.

Eros rodó los ojos. Ahora debía inventar una personalidad para fingir la existencia de Opelia.

—Papá... —balbuceó la menor, era su primer cumpleaños. Bakugou le sonrió a su hija mientras acariciaba su cabeza—. ¿Mamá? —preguntó mirando a su alrededor buscándola. Katuski frunció el ceño mirando el pastel frente a la niña. Mitsuki, Masaru y Yuzuha estaban preparando algunas cosas para la niña mientras ella jugaba con los regalos. Los amigos de la familia, Shinsou y su esposa negaron con la cabeza, habían ido junto a su hijo.

—Eros no ha llegado aún, pero vendrá. ¿Está bien, El? —La niña asintió con la cabeza, el pequeño de dos años se acercó para jugar con la niña. Katsuki fue con sus amigos para conversar de la situación.

—¡No entiendo, Eros debería estar aquí! Creo que en este momento no está funcionando la única neurona lúcida que había en su cabeza —habló Nia intentando consolar a su amigo.

—No sé qué pretende. Si tiene problemas conmigo no debería meter a la niña en esta mierda —dijo mientras insultaba por lo bajo para que los niños no escucharan.

—Me sorprende más que no estes insultando y gritando ahora.

—Saori no tiene que escuchar mierda por culpa de su mamá.

—¿Has pensado en el divorcio, amigo? —preguntó Nia. El silencio fue abismal, nadie había tenido la audacia de proponer el divorcio en la familia—. O sea, es solamente una pregunta. Hueles a que has estado muy estresado.

—Me alegra que no puedas ver su cara en este momento, pero por lo que me doy cuenta, aún tiene esperanza en volver a ser una familia como planearon desde el inicio.

Escucharon la puerta abrirse, Eros había llegado con globos y un amigo de ella. Katsuki frunció el ceño, ¿quién era ese?—. Hola, familia. He llegado, estaba comprando algunas cositas para mi princesa. Él es un amigo cercano, me trajo de vuelta y lo invité a pasar, espero que no sea un problema para ustedes.

—Mucho gusto, mi nombre es Monoma Neito, ¿dónde está la cumpleañera? Le traje algunos obsequios.

—Amor, creo que hay algo raro aquí —dijo Badania a su esposo por lo bajo. Sin que nadie más escuchara.

—¿Eso crees? —preguntó mirando el semblante de Katsuki, quien ahora estaba apegado a su hija mirando fijamente al desconocido.

Katsuki salió del trabajo. Nia y Shinsou lo habían citado en una cafetería aledaña. El aroma dulzón entró en sus fosas nasales y pidió un americano extra amargo sin azucar. Tomó asiento esperando a sus amigos, sentía una presión en el pecho. Esperaba, en el fondo de su corazón, que no fuera algo malo.

Nia entró seguida por su marido. Ambos tomaron asiento frente al rubio cenizo. Miró a la pareja fijamente esperando que hablaran.

—No me gusta estar en esta posición —dijo Kobayashi. Hitoshi tomó su mano para calmarla—. Pero como tu mejor amiga, por los años que llevamos conociéndonos, como madrina de tu hija y tú padrino de mi hijo, sabes que siempre hemos esperado lo mejor para ti y tu familia. Te queremos mucho y nos duele no tanto como a ti pero sí como los que debemos exponer la situación.

—Deja de alargar esta mierda y suéltalo —pidió acercando un pastel que compró para su amiga y un café para su amigo.

—Lo que mi esposa quiere decir...

—Uff, no... hmmm, quiero decirlo yo. ¿Recuerdas al tipo que fue al cumpleaños de Saori?

—Ese bastardo que no tienen nada mejor que hacer que seguir como perro a mi mujer, sí. ¿Qué con él? —preguntó relajándose. Creyó que no había nada malo porque había establecido una relación cordial con él.

—Desde hace dos años tu esposa se está acostando con él, tengo evidencia. Además, siempre que nos topamos con ellos juntos huelen a que estuvieron... ya sabes... y si quieres te... —Katsuki dejó caer la taza de café sin reaccionar ante la noticia. La mesera espantada le ofreció servilletas para limpiarse e intentaron moverlo para evitar una quemadura.

—¿Está bien, señor? —preguntó preocupada. Katsuki había pagado antes, solo se marchó sin decir nada. Shinsou quería seguirlo, pero no quería dejar a su esposa sola.

—Señorita, cuide a mi esposa, por favor. Le dejaré mi tarjeta, dele lo que pida, volveré y pagaré todo.

—S-sí... —balbuceó preocupada.

—Dios santo, espero que todo salga bien... —murmuró preocupada—. ¿Cómo te llamas, cariño? Lamento la escena, problemas matrimoniales de mi amigo, que terrible.

—Shinobu Hasegawa, ¿y usted, señorita? No hay problema, ¿puedo servirle algo? —preguntó mientras limpiaba el desastre que dejó Katsuki.

—Badania, mucho gusto. Y sí, quiero pastel de fresa con chocolate caliente, gracias.

Katsuki fue acompañado por Shinsou en silencio. Lo dejó en el estacionamiento de su casa y se marchó al verlo en la entrada para ir por su esposa. Quería asegurarse de que llegara en buenas condiciones después de la noticia y no tuviera accidentes en el camino.

Bakugou entró azotando la puerta. Eros se espantó al verlo enojado, Mitsuki con la niña en brazos le preguntó qué pasaba.

—Vete, llévate a Saori contigo —pidió a su madre. Sin decir nada salió con la infante y un bolsito.

—¿Qué pasa, mi amor? —preguntó nerviosa.

—No digas "mi amor", sabes bien lo que pasa, maldita... —suspiró intentando calmarse, sin embargo, fue imposible—. ¿QUÉ MIERDA HICE MAL? ¿QUÉ COSTABA TANTO DECIRME QUE NO ESTABAS BIEN AQUÍ?

—¿¡DE QUÉ MIERDA ESTÁS HABLANDO, BAKUGOU KATSUKI!?

—¿¡DE QUÉ ESTOY HABLANDO!? ¿ES POR SAORI? ¿Acaso nunca la quisiste? ¿fui yo? Si era yo el jodido problema debiste decirlo. DEBISTE AL MANOS TENER LA DECENCIA DE NO TRAER AL HIJO DE PUTA CON EL QUE ME ENGAÑABAS A LA CASA. AL CUMPLEAÑOS DE TU HIJA, ¿TIENES MIERDA EN LA CABEZA? ¿NO TE FUNCIONA EL CEREBRO A CASO?

—NO. JAMÁS TE HE SIDO INFIEL, MI AMOR —exclamó completamente nerviosa, presa del pánico.

—¿Sabes los malditos problemas que podría tener Saori por tu jodida culpa? Si querías tener sexo con cualquier bastardo debiste divorciarte primero. Debí suponer que jamás te tomaste esta mierda seriamente porque nunca me viste siquiera como tu esposo. ¿Qué mierda hice mal? ¿QUÉ HICE MAL? ¿QUÉ HIZO SAORI? Vete, por favor —pidió dejándose caer en el sofá mientras frotaba su rostro. Eros caminó lentamente hacia él.

—Déjame explicarte, mi amor... —pidió sollozando.

—¡Vete, por la mierda, lárgate de mí vista! Mañana ven a buscar tu basura, te contactaré para el divorcio.

Eros salió de la casa. Su rostro rojizo e hinchado por el llanto alertó a algunas personas que la veían caminar por ahí, sin embargo, no se detuvo. Llegó al departamento de su madre para hablar con ella.

—Mamá... —lloriqueó.

—¿Eros? ¡Qué pasó, mi amor!

—Katsuki... —balbuceó—, me corrió de la casa... por... porque descubrió que... que estaba con alguien más...

—¿Qué...? —retrocedió al escucharla y frunció el ceño—. Que hiciste qué. Te crie mejor que esto, Eros.

—No mamá, me siento mal, apóyame por favor... dime algo lindo... —lloraba. Su madre tomó asiento en la mesa mientras le escribía a su yerno por mensajes.

—Mi nieta es quien sufrirá en esto. Cállate la maldita boca porque tu padre hizo exactamente lo mismo, ¿qué viene ahora? ¿vas a pelear por la custodia de la niña sin tener trabajo, vas a demandar por dinero cuando no hay? ¿vas a acusar por abuso como tu padre lo hizo conmigo o qué estás esperando? —preguntó entre sollozos—. Creí que hice bien mi trabajo como madre...

—Soy yo quien más sufre, mamá —gritó entre lágrimas—. Se va a quedar con mi hija, mi hija...

Katsuki Bakugou firmó los papeles del divorcio sin mirar a su ex esposa. El proceso había sido largo y agotador emocionalmente. El acuerdo de la custodia sería de dos días entresemana para Eros y el resto para Katsuki, acomodando los horarios de trabajo de ambos para lograr cumplir al pie de la letra.

—Katsuki... ¿podemos hablar? —preguntó la mujer viéndolo en la salida. Él siguió su camino sin decir nada. No quería escucharla ni volver a verla—. Katsuki, por favor. Deja de ser irracional y escúchame.

—¿Irracional? ¿De qué mierda estás hablando, bastarda? —preguntó—. Tú me has estado engañando durante toda nuestra relación, ¿creíste que no me enteraría de las anteriores a Monoma? Una mierda, lo que tú no sabes, hija de tu madre. Es que el mismo Monoma le habló a Nia y Hitoshi para confirmar todas sus sospechas. Porque el hijo de puta no tuvo los huevos de hablar conmigo. ¿Y sabes por qué lo hizo?

—¿Qué...? ¿Cómo que Monoma...?

—Lo hizo porque incluso él piensa más en Saori que tú. Porque incluso un bastardo de mierda es consciente del daño que hizo en una familia por meterse en la relación, por meterse en la casa e incluso en la cama que compré para nosotros. ¡Te acostaste con él mientras la niña estaba en la casa, Eros! ¿Qué mierda te pasa por la cabeza? Te dije mil veces que no quería estar contigo porque es el respeto BÁSICO que hay que tener por nuestra hija. No tuviste siquiera consciencia para pensar en ella e incluso ahora tienes la audacia de decir que yo soy irracional. Vete a la mierda, eres idéntica a tu papá e idéntica a tu ex, el que tanto decías que te hizo mierda. —Eros empezó a llorar—, ya ni llores, cierra la puta boca un rato que de verdad no quiero gastar más tiempo en ti. Te amé y no debí hacerlo, por eso terminé pagando la mierda de los demás e incluso la tuya, no me merezco esto, Saori no merece esto, eres simplemente una maldita perra que está muerta para mí.

Se marchó del lugar dejándola sola. 

E incluso en ese momento, Eros jamás aceptará que ella fue la responsable del desastre en el que se convirtió su matrimonio.


.

.

.

𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐭𝐮 𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧̃𝐨
𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐮𝐧𝐢𝐜𝐨

.

.

.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro