𝟎𝟐. Sorry I Didn't Kissed You
Tw: menciones de suicidio y aborto
Entraron a la casa Cullen, ahí estaban los hijos de Carlisle, todos riendo y bromeando, se quedaron callados al ver a la rubia, más bien al ver sus ojos color carmesí.
—¿Carlisle...?–La chica de cabello corto empezó a preguntar.
—Ella es Rosanna. Una antigua amiga.–Amiga. Ambos se miraron apenas salieron esas palabras de su boca, no eran amigos, lo que había pasado entre ellos era algo fuera de la amistad, más allá que eso. Y ahora no lo eran.
Nunca lo habían sido y nunca lo serían.
—Un gusto.
—Lindos ojos.–Dijo una rubia con los brazos cruzados.
—Lindo cabello.–Le respondió Rosanna, fingiendo que no sabía el porqué la rubia le había hecho ese comentario.
—¿De donde se conocen?–Preguntó Emmet con genuina curiosidad y no por maldad.
—Aro.–Ambos respondieron.
—Ella era parte del clan Vulturi cuando yo estaba ahí.–La rubia asintió.–Tal vez a ella la reconozcan por su título "La madre de los vampiros".
—¡Oh por...! ¡¿Eres Rosanna Beaumont?!–Ella asintió ante la emoción de la chica de pelo corto.–¡Por dios! ¡Soy fan de tus vestidos! Bueno, no tuyos, pero los que usabas, en especial el vestido de la gala de la noche blanca, es hermoso.
Ella recordaba cuando lo había usado. Era el año 1680, ella había mandado a hacer ese vestido con la mejor costurera del mundo. El vestido era blanco, tenía una crinolina que hacía ver sus caderas del triple del tamaño, su pecho descubierto, las mangas llegaban hasta los hombros y decoraban su cuello, el corset había sido de los más apretados que había usado, por lo mismo, sus pechos se veían increíbles.
Y eso no fue desapercibido; Carlisle había sido el primero en notarlo. Era apenas un vampiro novato. Llevaba apenas diecisiete años de haber sido convertido.
Había obtenido millones de miradas esa noche, pero ninguna había importado tanto como la de el. Esa noche había sido su primera noche juntos. Sudor, poder, amor y deseo había hecho que por fin liberaran sus ansias por el otro.
Así que si, si que lo recordaba perfectamente.
—De mis favoritos sin duda.
—Siempre me he preguntado, hay una pequeña mancha en el interior, ¿que era eso?–Tanto Rosanna como Carlisle intentaron no reír, ambos sabían que era.
—Solo pintura, un accidente que pasó con una brocha.–Se inventó. Alice asintió, creyéndole por completo.–No he vuelto a ver ese vestido, sería bueno darle una visita uno de estos días.
—Está en el Musée de la Mode Palais Galliera.
—Y... ¿a donde fueron tu hijo y su novia de luna de miel?–Rosanna miró a Carlisle, quien ya tenía su mirada puesta en ella.
—Una isla mía, es privada.
—Vaya... no has perdido el tiempo.
—Tu tampoco.
—Tus ojos son rojos. ¿Consumes sangre o que?–Cuestionó Rosalie de forma inesperada y directa.
—Rosalie, por favor...–Emmett intentó hacerla arrepentir, pero Rosanna movió su mano para que se detuviera.
—Consumo sangre humana, si.
—¿Sabes que Carlisle odia eso, verdad?
—Lo sé. ¿Sabes que hay otras maneras que no implican matar a la gente, verdad?
—¿Cómo cuál?
—Bancos de sangre. Soy dueña de una productora de bancos de sangre.–Rosalie la miró algo sorprendida, no esperaba que esa fuera su razón de consumo de sangre humana, pero se sentía un poco incómoda ahora. Claro, no iba a pedirle perdón, solo estaba siendo curiosa, pero igualmente se sentía extraña. Emmett acarició su hombro lentamente, como diciéndole que la disculpa era necesaria en este punto.
—Yo...
—No te preocupes. No tienes filtro y eso me agrada. Nos llevaremos bien sin duda.
—¿Cuanto tiempo te quedarás?–Preguntó Alice con emoción.
—Me iré mañana por la mañana, tan pronto salga el sol.
—Eso será difícil en Forks, casi nunca sale el sol aquí.–Río Esme.
—Me dijeron.
—Ups. Se me olvidó. Soy Alice.–La chica pequeña se presentó y le dio su mano para que la estrechara. Lo hizo.
—Alice tiene visiones del futuro.–Explicó Carlisle. Ella sonrió orgullosa.
—Es muy útil tu don. ¿Puedes ver mi futuro?
—No funciona así de rápido. Pero... no, olvídalo.–Esto llamo su atención.
—¿Qué pasa?
—No, nada. El es Jasper, mi pareja.–Acercó al chico rubio, quien hasta ahora había estado demasiado callado.
—Un gusto.–Fue lo único que soltó.
—El gusto es mío.–Respondió educadamente.
—El controla las emociones de la gente.–Volvió a explicarle.
—¿Y que hay de la rubia?–Rosanna se cruzó de brazos con una mirada divertida.
—Rosalie. El es Emmett.–Emmett sonrió amablemente y la saludó con su enorme mano.
—Adivino. Emmett tiene super fuerza.–Rosanna miró a Carlisle antes de que el pudiera comentarle.
—Y ella es muy buena en combate cuerpo a cuerpo.
—Vaya, parece que tienes una mina de oro aquí. ¿Qué hay de tu hijo y su novia?
—Edward lee mentes. Bella es humana.–Ella alzó una ceja.
—¿Humana? ¿Cómo funciona eso?
—Se aman. Es lo que importa.
—El amor no siempre es suficiente.
—No. No siempre lo es. Pero para ellos si. Ellos se aman sin importar la diferencia de especies. El amor es suficiente si se quiere que sea suficiente.–Ella bajó su mirada avergonzada. El tenía razón en eso. Cuando el amor es suficiente, no importa.
—Bueno... después de ese incómodo momento.–Habló Alice.–La habitación de Edward está libre por si quieres relajarte un rato. Nosotros queríamos ir a cazar, pero no se si te agrade cazar con esa ropa.
—Yo le prestaré algo.–Se ofreció Esme. Rosanna sonrió por su amabilidad.
—Muchas gracias, yo... creo que necesito un tiempo para relajarme y cambiarme. ¿Podrían esperar?
—No. Yo me quedaré aquí, iremos ambos después y nos encontraremos con ellos en el camino.–Declaró Carlisle.
—Si así lo deseas...
—Acompáñame a elegir tu ropa.–Esme empezó a caminar, Rosanna miró a Carlisle por un microsegundo y después la siguió.
Subieron por unas escaleras, donde había una decoración con un cuadro lleno de birretes de graduación. Río.
—Me gusta la idea.–Admitió en voz alta.
—Fue idea de Carlisle. Es una clase de chiste interno.
—Es creativo.–Siguieron subiendo. Habían seis puertas diferentes. Presumiblemente eran cinco habitaciones y tal vez un baño. Lo pensó. Una habitación para Edward, una para Emmett y Rosalie, una para Jasper y Alice, la de Carlisle y la de Esme.
—¿Como conociste a Carlisle?
—La primera vez que nos conocimos yo me había caído de un árbol, me había roto la pierna y el fue el doctor que me atendió. Tenía dieciséis años, y admito que el me gustó a primera vista. Era mayor e inteligente, el sueño de cualquiera.–Rosanna asintió, intentando no sentir celos.
—¿Y como se reencontraron?
—Yo... estuve a punto de suicidarme, había perdido un hijo, fue algo muy duro para mi... el me salvó, y siempre estaré agradecida por ello.
—El es muy bueno, tal vez demasiado.
—Lo es.
—¿Sigues enamorada de él?–No aguanto la pregunta. Esme la miró divertida.
—No. Lo quiero mucho, pero el se volvió como un hermano para mi, me salvó de mi muerte y siempre estaré agradecida por la oportunidad que me dio. Pero hasta ahí.–Rosanna se sintió relajar.–¿Y tú?
—¿Yo que?–Fingió inocencia.
—¿Sigues enamorada de él?
—...Creo que esa pregunta tiene una respuesta muy sencilla.
—La tiene. No tendría sentido que vinieras hasta acá si no siguieras enamorada de él.–Entraron al clóset walk-in de la mujer y empezaron a buscar la ropa. Rosanna no pudo evitar pensar.
—Oye... tengo una duda.
—Dime.
—Carlisle... ¿Que te ha dicho sobre mi?
—Me contó su historia, el cómo se enamoraron y... lo que pasó después.
—¿Nada más?
—Creo que eso ya sería más privado de él. Si quieres saber que piensa el de ti, tal vez deberías de preguntarle tú misma.–Esme guiñó y Rosanna intento no gruñir de decepción ante la respuesta tan vaga, pero cierta.
Si quería saberlo no debía preguntarle a segundos, sabía que Carlisle no le admitiría tan fácil si es que el seguía enamorado, entonces tendría que ganárselo de nuevo.
Que bueno que eso había estado en sus planes desde el principio.
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