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i. Tell Me Something That I'll Forget


Guarde los libros y dulces que tenía guardados para ocasiones especiales, y con eso me refería al trabajo.

Tenía un nuevo trabajo en casa de los Cameron, los problemáticos Cameron. El señor había perdido a su hija Sarah hace poco, se veía taciturno, distraído, pero no lo culpaba, debía de ser el peor sentimiento perder a un hijo, o al menos así parecía. A mis padres no les había importado lo suficiente, nos dejaron a mi hermana y a mi cuando yo cumplí tres años.

Ni siquiera me acordaba de sus rostros, y Kendall había decidido destruir todas las fotografías de ellos dos que había en nuestra sala.

Ambas habíamos tenido que trabajar desde entonces; yo trabajaba en el supermercado, si, nos tenían tanta lástima que me dejaron trabajar desde los tres años cuando apenas sabía lo que significaba caminar, y mi hermana se había salido de la escuela y había empezado a trabajar en el club como mesera, ahora era la cocinera en jefe.

No los habíamos necesitado y probablemente nunca lo haríamos.

Con el tiempo me di cuenta que me agradaba estar con los niños, cuidaba que los niños del club no murieran y sus padres me lo recompensaban. Si, era una pogue, pero también era extrañamente apreciada por los kook, bueno, más bien todos nos tenían lástima, de cualquier forma eso no importaba, tenía el dinero que necesitaba.

Los servicios parentales nos rondaban todo el tiempo, pero convencimos a una de las vecinas de que se hiciera pasar por una tía y nos dejaron en paz.

Cuando Ken cumplió dieciocho trató de adoptarme, pero no se lo permitieron porque necesitaba la firma de renuncia de parentesco de papá o mamá, así que no se hizo.

Pero bueno, ya había pasado. Me hice una coleta alta y me puse mi chamarra amarilla favorita antes de salir de la casa. Ken estaba trabajando, así que no importaba. Me subí a mi bicicleta y empecé mi viaje hacia la casa Cameron.

Era un largo camino hacia el lado kook, pero nada fuera de lo común. Llegue y espere a que me abrieran el portón, lo hicieron y dejé mi bicicleta contra la pared y me acerqué a la puerta. Toque y espere a que me abrieran.

El padre de la casa abrió, se veía alterado, pero apenas me vio trato de poner una cara amable y tranquila, como si nada pasara. Acomodó su bolso de trabajo sobre su hombro.

—¿Tu eres la nueva niñera, no es asi?

—Lo soy.

—Mi hija Wheezie... ella es extraña, pero nada de que preocuparse, tiene catorce años.

—Tengo trece.–La niña apareció detrás de él y cruzó sus brazos. Era muy parecida a Sarah, solo que más pequeña y con lentes. Me miraba juzgonamente, como buscando algún defecto.

—Soy Piper. Soy la nueva niñera.–Sonreí amistosamente, pero no me correspondió.

—No necesito niñera.–Miro a su padre, pero él solo rodó los ojos.

—No está a discusión.

—Primero Rose, y ahora esto.–Se fue molesta hacia dentro de la casa. Él murmuró algo enojado y me miró.

—Siento eso...

—No se preocupe, no me molesta.

—Bien, ¿cobras por día, cierto?

—Cierto.

—Mi novia te pagará lo que acordamos, tengo que irme.

—Si, esta bien.

El salió de la casa con prisa y yo entre. Había una mujer rubia en la sala, supuse que ella era Rose. Me acerqué amablemente y ella me miró cansada.

—Un gusto, soy Piper.–Alargue mi mano para que la estrechara.

—Rose, novia del señor Cameron. ¿Tu eres la niñera, verdad?

—Así me llaman.

—Wheezie es una buena niña, solo es algo incomprendida, no te molestes si no le agradas al inicio. ¿Ward te dijo las reglas?

—Si señora.

—Bien. Yo necesito dormir, ha sido un día duro.–Asentí. Ella tomó un par de pastillas y agua y se fue de ahí.

Yo me acerqué a la cocina donde se escuchaban pasos, quería pensar que era Wheezie, por lo que fui a ver.

Pero vaya la sorpresa que me lleve, no era la niña, era Rafe Cameron. Suprimí mis ganas de pasar saliva. Era atractivo, tal vez demasiado para ser bueno. Llevaba una camisa azul y sus bóxers Calvin Klein, era la viva imagen de un chico rico, y no podía evitar sentirme atraída por ello.

El me miró de arriba a abajo, parecía ser algo de familia. Sonreí como lo había hecho con los demás en la casa.

—Soy Piper, la niñera.

—Si te conozco. ¿Pogue, cierto?

—Ahm, si.–Dije sin entender el porqué me lo preguntaba. De todas las cosas que me podía haber preguntado, sentía que eso era lo menos adecuado o interesante.

—Vaya, recuérdame ¿porque mi padre contrataría a alguien como tú?

—¿Alguien como yo?

—Una sucia pogue.–Sentí el poco ego que tenía surgir a la superficie. Sabía que no tenía el derecho de tener ese ego, y sabía que no me serviría de nada pelearme, solo me quitarían este empleo y los dólares que necesitaba con tanta desesperación.

—Perdona si no soy de tu agrado. Pero me contrataron porque soy de fiar, no por el lugar del que vengo.

—Te conozco, Sky.–Se acercó a mi lentamente, como un león acechando a su presa.–Se sobre ti y tu hermana, ¿crees que eres buena? Porque yo solo veo a una chica a la que todos le tienen pena.–Quedo frente a mi, había una diferencia de altura mínima, pero en este momento se sentía abismal.

—Podrías irte a dormir y dejar a la gente hacer su trabajo.–Murmuré.

—No eres mi niñera.

—Tal vez no, pero se nota que alguien debería de enseñarte modales...

—¿Qué dijiste, pogue?–Me hizo retroceder hasta que tope con la pared.

—Nada.

—No te retractes, princesa. Dime lo que dijiste.–No conteste.–¡Dime lo que dijiste!–Me gritó a la cara. No conteste de nuevo, solo lo mire a los ojos.

Nos quedamos en silencio por un par de minutos, solo viéndonos el uno al otro. Ninguno parecía querer rendirse en el concurso de miradas esporádico que habíamos empezado.

El retrocedió después de un largo tiempo.

—¿Sabes? No importa. Tu opinión realmente no importa para nada, y menos tu opinión sobre mi.

—¿Eso crees?

—Lo sé. No me conoces y nunca lo harás.

—No es como si lo deseara.–El sonrió maliciosamente, como si estuviera planeando algo, algo de lo que estaba segura que no quería saber.

—Perra.–Tomó una botella de agua y se alejó hasta irse por las escaleras hacia, según lo que pensé, era su habitación.

Dejé escapar el aire que se contenía en mis pulmones. Si no me conociera mejor, pensaría que hasta la presión se me había bajado, era terrible.

Si alguna vez me había parecido atractivo, la idea se había ido por completo.

Tomé una de las gomitas dulces que tenía y la mastiqué para relajarme un poco antes de seguir buscando a Wheezie, que por poco se me olvidaba que ella la razón por la que estaba aquí.

Subí las escaleras y traté de no abrir la incorrecta que me mostraría al monstruo. O bueno, a Rafe.

Abrí justo la correcta y agradecí a lo que fuera que estuviera allá arriba, ahí estaba la menor de los Cameron, escribiendo en su diario mientras estaba acostada en su cama. Me volteo a ver y después volvió su mirada al diario.

Me acerqué y me senté junto a ella.

—Hola Wheezie.

—No somos amigas.

—Eso ya lo dejaste claro.

—Solo mis amigas y familia me llaman Wheezie. Tú debes llamarme Louisa.

—Está bien, lo que tú quieras.

—No soy una niña, no entiendo porque papá te contrató.

—Tal vez el no quiere que estes tanto tiempo sola.–Eso le llamo la atención.

—No estoy sola...

—Tal vez no, pero ahora lo estás, tú hermano tiene la cabeza en otra parte, tu papá esta fuera y tu mamá...

—Rose no es mi mamá.–Replicó sin dejarme terminar. Asentí.

—Rose está en su habitación roncando.–Eso la hizo reír. Sonreí, agradeciendo que estuviéramos empezando a entendernos. Decidí no mencionar a Sarah, no quería tocar esa fibra nerviosa.–Creo que necesitas a alguien más divertido que esos tres.

—No te será difícil de lograr, hablar con ellos es como hablar con una pared.–Reí.

—Si bueno, tú hora de dormir es dentro de dos horas, así que si quieres, podemos ver una película y comer golosinas, traje algunas de casa.–Rebusque en mi bolso y le mostré los dulces. A ella le brillaron los ojos y asintió.

Al menos había gente de la familia Cameron a la que le agradaba, ¿que importaba el estúpido de Rafe Cameron? Ni siquiera lo vería tan seguido aquí.

Eso esperaba, porque si no, mi trabajo se complicaría bastante.

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