12/07/2023 ~ 13/07/2023

Molesta, tiro el cuchillo manchado de sangre a la arena. A continuación, lo  pisoteo con fuerza incapaz de controlar mi rabia al no saber dónde estoy.

- Comportándote como una cría no conseguirás nada. - Una voz grave se burla de mi comportamiento infantil.

Intento tranquilizarme para no clavarle el cuchillo en la tráquea el desconocido, e  inspiro un par de veces girándome para observarlo.

  Si resulta una amenaza lo mataré, si no podría ayudarme a escapar de allí. Por lo que todos los detalles son importantes

Pienso todo eso mientras recorro su mentón ligeramente afilado, su pelo negro y rizado, y por último sus ojos oscuros que parecen dos pozos sin fondo. Pese a que vistos bajo la luz del desierto, tienen brillos esmeralda.

El chico es alto, por lo que no dudo de que que me podría atrapar con facilidad si intento escapar.

- ¿Quieres una foto, o ya has acabado de mirarme, bonita? - Su tono es despectivo y su labio inferior está ligeramente doblado en una mueca burlona.

Mientras que su cara está seria, sus ojos brillan de diversión.

Opto por no contestarle, y me agacho para recoger mi cuchillo.

Sin siquiera girarme, intuyo que está molesto por mi falta de respuestas.

Solo de pensarlo, una sonrisa de superioridad aflora en mis labios, mientras las ganas de matarlo se disipan.

- Me ha encantado la manera en la que antes has acabado con esos hombres. - La molesta voz del chico suena cada vez más cerca de mí y suspiro mientras limpio el cuchillo. - Ha sido sangriento y refinado a la vez.

- ¿Con qué finalidad estás halagando mi forma de matar? - Mi tono es tan frío que podría haber congelado el suelo bajo nuestros pies y todo el desierto al completo.

- Simplemente me gusta. Causas el dolor justo pero sin excedirte demasiado. Eso es difícil en estos tiempos de rabia y frustración. - Me giro para mirar al chico boquiabierta, pues es la primera vez que mantengo una conversación sobre este tema. - La gente tienda a descargar su mosqueo en sus pobres víctimas, y al final todo acabar en un amasijo irreconocible de carne y trozos perdidos. Resulta repugnante y poco ordenado, ¿no crees?

- Supongo que se necesita práctica para saber cuándo parar, hay que controlarse lo suficiente para no perder el control. - Encojo los hombros pensativa mientras el chico afirma con la cabeza, como si mi argumento tuviera todo el sentido del mundo.

- Entonces intuyo que eras una experta con muchísimo autocontrol. - Afirmo con la cabeza por toda respuesta pero él no me ve, porque su mirada está perdida mirando el infinito. - Por cierto soy Kiram, para servirte.

Se inclina en una sencilla reverencia y me besa la mano enguantada como si de una princesa me tratase, irónico.

Dando la conversación por finalizada, saco un cigarrillo del bolsillo del vestido y comienzo a fumar tranquilamente.

Es una pequeña obsesión que retomé desde que comencé los encargos de más nivel, me agobiaban y solo la compañía de Lilia conseguía tranquilizarme.

Era consciente de que a Lilia no le gustaba especialmente el sabor del humo que permanecía en mis labios después de unas pocas caladas, pero por el momento no había puesto pegas.

Los segundos se deslizan entre ambos hasta que Kiram decide romper el silencio diciendo simplemente:

- ¿No vas a decir nada? ¿Ni siquiera tu nombre?

- Me puedes llamar Narimet.

- Encantado Narimet, me parece que va a ser muy divertido conocerte. - Me guiñar un ojo con una sonrisa seductora.

- ¿Quién ha dicho que me vayas a conocer? - Para mi desgracia, mi comentario borde no surte el efecto deseado puesto que lo único que consigo es que su sonrisa se ensanche más.

Enfadada por no conseguir asustarlo o como mínimo dejar que me hable, lo miro furiosa.

Por una parte, agradecía que aún quedasen personas en el mundo que no fuesen tan fácil de asustar.

Resultaba relajante, pero nunca lo admitiría en voz alta.

- Bueno Narimet, me parece que es hora de ir a rescatar a tu amiguita.

¡Lilia, no! Se me había olvidado que ella estaba allí y parecía aterrorizada.

Un sentimiento de culpa llenó mi pecho al caer que, a cada día que pasaba me convertía más y más en la persona de la que tenía tanto miedo de convertirme.

Fría, egoísta y cruel.

¿Qué podía haberle pasado?

Mi corazón se aceleró solamente de pensar que estuviera atrapada o algo peor.

Ignorando las alarmas que surgían en mi mente me centré en lo importante.

¿Cómo podía Kiram saber que habían secuestrado a mi amiga?