꧁ Capítulo 1 ꧂
12/07/2023
· ͟͟͞͞꒰➳*No apto para personas sensibles. Capítulo ligeramente psicópata. *
La arena caliente del desierto se desliza bajo mis pies mientras me levanto con una mueca de dolor.
Bajo la mirada para comprobar si las heridas de mis piernas - a causa de la caída - son demasiado graves como para necesitar ayuda urgentemente.
Afortunadamente, solo son un par de cortes que dejarán pequeñas cicatrices en mi piel ya de por sí marcada, y algún que otro moratón.
Con un suspiro, intento recordar qué fue lo que hice mal para haber acabado perdida en medio del desierto. Con la ropa llena de sangre, restos de carne mugrienta y un terrible dolor de cabeza.
Los recuerdos acuden fácilmente a mi mente mientras los analizo.
Esa noche, me habían encargado acabar con unos ladrones que se dedicaban a estafar y robar a unos importantes jefes que dirigían una de las empresas más importantes de la zona.
Hacía tiempo que me dedicaba a esto - encontrar y matar gente - por lo que ya conocía todas las bandas importantes, la ciudad al completo y todas las cosas que requiriese mi trabajo.
Así que podía decir que a mis 18 años, era una de las sicarias más conocidas de mi país. Todos sabían donde encontrarme pero pocos sabían quién era realmente.
Al principio, había resultado irónico volver a vivir de nuevo mi vida y acabar igual, matando a gente. Por eso mis primeros encargos fueron tan difíciles para mí, pues era joven e inexperta y no sabía lo que me hacía.
Desde ese momento, me prometí que sería la mejor.
No importaba cuántas veces cambiase el gobierno, no importaban tampoco las nuevas reglas que imponían porque yo, seguía siendo la misma, y seguiría haciendo lo mismo hasta que me condenasen.
Pero para eso antes debían encontrarme, y no era tarea fácil.
- ¡Siara! - Una voz conocida me despierta de mi entumecimiento mental. - ¿Dónde estabas?
- Me dijeron que esperase aquí. - Respondo secamente mirando a la que en poco tiempo se había vuelto mi confidente. - Lilia, ¿cuántas veces tengo que decirte que solo utilices mi nombre en la intimidad?
Lilia se acerca y me rodea mientras me da un sencillo beso en la comisura de la boca.
- Perdona bonita, ya sabes lo olvidadiza que soy. - Le devuelvo el beso tras haber comprobado que estamos solas. - Estás muy guapa con ese vestido negro.
Lilia y yo nos conocíamos desde hacía seis meses, pero pese a eso sabía mucho más de mí que otras personas.
Desde el primer momento me llamó la atención la claridad de sus cabellos, pero sobre todo me atrapó su personalidad abierta y sincera.
Era capaz de alegrar a cualquiera y hacerte sentir especial con unas pocas frases.
La había encontrado escondida entre unos cubos, y desde ese momento podía decir que sentía algo por ella.
Algo que por supuesto ocultaba porque no quería echar a perder mi segunda oportunidad de nueva vida.
En otras condiciones, me habría enamorado de ella perdidamente
Es más, le habría propuesto que ambas dejásemos el trabajo y nos dedicásemos a otra cosa más normal, aunque eso supusiera ir agobiadas con el tema del dinero.
Pero desgraciadamente, no podía hacer eso, así que disfrutaba del tiempo que pasaba con ella pero siempre manteniendo una cierta distancia. Algo que comenzaba a hacerse cada vez más difícil.
- Sia… Litak perdona. - Giro la cabeza para mirarla justo en el instante en el que se sonroja de manera adorable. - ¿Estás preparada?
Asiento con la cabeza y me levanto con las faldas de mi largo vestido alrededor.
Ambas cruzamos el patio de la impresionante mansión boquiabiertas, y cuándo entramos una inmensa multitud nos recibe.
Lilia corre hacia las copas de vino y champán mientras yo me encargo de vigilar la zona.
- Toma, esta es para ti. - Lilia me tiende una copa llena de un líquido amarillento que huele terriblemente mal. - Sé que estamos en el trabajo y no debemos beber, pero no pasará nada por una copita.
- Sabes qué pasará si nos pillan Lilia… - Respondo mirándola a los ojos fijamente en un intento de hacerle saber que ocurrirá. - Además, eres demasiado joven para plantearte beber siquiera.
- ¡Solo tengo dos años menos que tú! - Me mira enfadada porque ambas sabemos que el tema de la edad es delicado para ella.
Porque a causa de su baja estatura y su cara aniñada, todos tienden a pensar que es más joven de lo que es realmente.
- No hagas nada que yo no haría, solo te pido eso Lilia. - Resopla con fuerza mientras sonrío y me inclino para besarla suavemente. - Ten cuidado, ahora vuelvo.
Sin darle tiempo a replicar me voy caminando hacia la persona que busco. Mi mano se desliza experta al cuchillo que llevo sujeto a la pierna.
Y una imnesa satisfacción me inunda al sentir el roce del cuero en la palma de mi mano.
Lo saco de la vaina mientras arrincono al hombre contra la pared, sujeto el cuchillo contra su cuello desnudo y le susurro con voz tranquila:
- Muévete hacia la salida sin hacer ruido. - El miedo de sus ojos hace que sonría de manera perversa. - Haz algún movimiento extraño y comprobarás lo afilado que está el cuchillo.
- Te conozco, t- tú eres esa asesina t-tan….. ¿Es p-por la d-droga? - Tartamudea sin moverse pero con la mirada fija en mi rostro oculto tras una máscara que se asemeja a una cara. Por lo que debe pensar que es mi rostro real. - Lo puedo devolver todo, s- solo necesito t-tiempo.
- Tarde. Ahora muévete. - Hace caso de mi orden y mientras camina noto una húmedad en sus pantalones.
Sonrío pensando que cada vez es más fácil asustar a la gente, aunque una pequeña parte de mi interior se siente asqueada con esa idea.
Salimos al exterior del jardín por una puerta trasera, y nos dirigimos a una de las partes más inaccesibles. Dónde Lilia me espera también acompañada de otro hombre.
La mordaza. - Digo con voz fría y autoritaria. Lilia me la tiende igual de seria que yo, a continuación la miro a los ojos evaluando la situación. - Si quieres puedes irte, no es necesario que veas esto.
Veo como Lilia duda unos instantes pero me mantengo firme, ya que después de todo nunca ha visto como alguien es torturado, y no quiero acabar con esa parte tan inocente de ella.
- Si necesitas algo llámame.
-Disfruta de la fiesta, nos vemos luego. - Respondo por toda respuesta sin mirarla siquiera a los ojos.
Ambas sabemos que si ocurriese algo no la llamaría, me ocuparía sola de la situación o simplemente moriría.
Espero hasta que se marcha por el sendero de piedras. Todos creen que Lilia es una asesina ejemplar, que mata sin piedad y que pronto se convertirá en mi mano derecha.
Nada más lejos de la realidad, porque en verdad Lilia es un ser inocente incapaz de hacer daño a nadie.
Recuerdo que una vez, incluso, estuvo horas llorando cuándo nuestro pájaro murió súbitamente.
Estoy segura de que matar la destrozaría por dentro y no volvería a ser la misma, por experiencia, sabía lo duro que era asimilar que habías acabado con la vida de otra persona.
Los remordimientos siempre estaban presentes pero cada vez eran menos. Por eso, habíamos decido que yo me encargaría del trabajo sucio y ella de lo demás.
Era un acuerdo tácito entre ambas, algo que nadie debía saber por lo que le podría llegar a pasar.
Centrando mi atención de nuevo en los dos hombres que tenían amordazados a mis pies, levanto el cuchillo y rozo la mejilla de uno de ellos.
Al instante la sangre brota de la herida y me sosprendo mirándola ensimismada.
Enfadada conmigo misma, le clavo el cuchillo en el estómago para, a continuación, hacerle un corte largo e irregular a lo largo de la cara.
Una cicatriz que le recordará con quién no hay que meterse, en caso de que viva para poder contarlo.
Dándole unos instantes para que lentamente se ahogue con su propia sangre, me giro para mirar al otro hombre.
Con el cuchillo nuevamente alzado, comienzo a seccionar algunos miembros de su cuerpo.
Es una tarea lenta pero por suerte, soy una persona paciente.
Me felicito a mi misma a causa de la rapidez con la que los dedos de sus pies han caído al suelo cortados.
Gracias a la mordaza, los gritos de terror de ambos no se escuchan por lo que puedo seguir tranquilamente con mi trabajo.
Un corte por aquí, y mucha sangre por allá y he acabado definitivamente.
Observo los cadáveres destrozados, mientras pienso qué es lo que podría hacer con ellos.
Después de un largo rato, decido dejar los trozos de carne en una caja gigante que encuentro en un cobertizo cercano.
Me planteo por unos instantes dejar la caja en la puerta, pero soy consciente de que Lilia podría verlos y eso es lo último que quiero.
Por último, cuándo solo me queda cambiar el vestido empapado de sangre y lavarme las manos, un resplandor me ciega y termino en el suelo maldiciendo.
Lo último que veo antes de que alguien me agarre por la cintura y unos labios aparezcan en mi campo de visión; es a Lilia corriendo hacia mí, con el terror dibujado en su semblante.
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