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𝘾𝙖𝙥í𝙩𝙪𝙡𝙤 15: 𝙀𝙡 𝙚𝙨𝙘𝙪𝙖𝙙𝙧ó𝙣



Cuando Azulin se enterró del regreso del escuadrón dos días después del accidente con el espejo, rápidamente acudió al hospital medico del campamento, donde había escuchado la ubicación. Tenía la esperanza que su hermano estaba entre ellos.. y que podía volver a reencontrarse con esto, teniendo solo la intención de ahora de preocuparse de la profecía y evitarla. Dio un paso adelante, siendo teniente era el centro de atención del todo el mundo y el hecho de que las enfermeras y los doctores se apartaban hacia que este solo acudiera lo antes posible. Al instante, detectó al Sargento Caricias a la distancia. 

A punto de conseguir atención médica para los osos que necesitaban, Caricias no tuvo más remedio que jugar al juego de la espera. Hacía al menos unas 2 horas que habían regresado al campamento. Este tiempo lo pasó haciendo trámites en la puerta del edificio médico. Este papeleo constaba de varias cosas. Incluyendo colocar una ubicación para los cuerpos de los otros 6 fallecidos en la Tropa Búho solitario. Fue sólo a mitad de sus trámites que Sargento Caricias se dio cuenta de algo crucial. Lo cual sería el hecho de que... había 12 soldados en el grupo según el papeleo. Sin embargo... sólo 11 de los soldados fueron recuperados, vivos o muertos..  Qué pasó con el otro?

El oso más grande con la cabeza en forma de pera parecía tan frustrado como desconcertado. Echar un vistazo a todas las imágenes, nombres e información general fue tan útil como no tener ninguna información. Sin embargo, si no se equivocaba, el soldado desaparecido era un oso alto, crema y de ojos miel, llamado Junior.  Todo lleva a más preguntas que respuestas. Cada paso adelante era otros dos o tres atrás, y le hacía sentir como si no hubiera hecho nada útil en absoluto. Obituarios y soldados traumatizados que bien podrían haberse contentado con estar muertos a estas alturas. Inestabilidad e inseguridad, además de la sombría comprensión de que la misión a la que todos fueron enviados era una misión suicida desde el principio..

Y ahora de aguantar, del hecho que uno de sus hombres había salido gravemente herido y no sabía que había pasado, a la vez de la desaparición de otro de sus hombres. Se sentía un fracaso.

"Señor!" escuchó una voz que rápidamente lo sacó de sus pensamientos que lo hizo girar la cabeza. Solo para detenerse en seco cuando inesperadamente se encontró con Azulin, aquel recluta novato que había tenido al principio una personalidad egoísta y cruel que de pronto se había sacrificado para salvar a su hermano, estaba parado frente él no un novato, si no un oso de aspecto muy joven, luciendo un elegante traje de teniente oculto bajo una capa de color negro, ocultando su rostro bajo una prótesis sin expresión. Aquel recluta novato que había entrenado, había desaparecido. Siendo remplazado por otro oso con su misma piel, misma voz y su estatura. 

Caricias apenas pudo articular palabra, pues la presencia de Azulin le resultaba casi irreal. El cambio en él era tan evidente que parecía un extraño, una figura que irradiaba una autoridad distante y sombría. Sus ojos apenas se distinguían bajo la sombra de la prótesis, pero el cansancio en su postura era inconfundible. No obstante, lo que más inquietaba a Caricias era la frialdad en el aire, la misma frialdad que se siente cuando algo terrible ha pasado y todos prefieren no hablar de ello.

"A-Azulin?!" exclamó el propio Caricias en estado de shock cuando el oso recluta convertido en teniente estaba parado frente a él. Cuando se enterró que Azulin, aquel oso novato que había caído de una manera horrible por ese acantilado a manos de un unicornio estaba parado frente a él, aun que este oso era pequeño comparado con su tamaño, lo hacia gravemente intimidante su aspecto al pesar que este no lo mostraba. No podía saber la expresión que tenía ahora mismo el oso azulado por la mirada inexpresiva de esa prótesis. Pero podía saber que parecía preocupado o algo por el estilo. verlo con el traje de teniente lo dejó mas atónito. Aun ni se creía que el recluta novato se había vuelto un teniente. 

El joven oso azulado respiró hondo mientras recuperaba el aliento. Antes de incorporarse para ver al atónito sargento. 

"¿!C-cómo?!" el sargento no podía creer que el joven recluta se había vuelto teniente.

"Es una larga historia" dijo Azulin mientras se incorporaba ligeramente mientras lucía algunas medallas en su uniforme, las cuales parecían que se la habían puesto recientemente. "Pero no es el momento ni el lugar para explicarla en detalle. ¿Dónde está mi hermano?

"Él.... él... no regruesó con... nosotros..." habló el oso mayor de ojos dorados antes que el peli azul parpadeara.

"¿!cómo?!" por primera vez Caricias escuchó a Azulin levantar la voz en bastante tiempo, y el hecho que se llevó la desagradable sorpresa que este ya ni si quiera era un recluta. "¿! CÓMO QUE NO REGRUESÓ CON USTEDES?! CUANDO CAÍ A ESE BARRANCO ESTABA CON USTEDES!" exclamó.

"Lo perdimos!" exclamó Caricias mientras observaba al teniente furioso. "Fuimos a buscarte a ti para sacarte de ese rio pero ni podemos identificarte ni a ti ni a tu hermano!" 

Azulin apretó los puños con fuerza, su rostro cubierto por la prótesis no permitía ver la familiar furia que lo consumía, pero su voz temblaba de frustración. "¡Mi hermano estaba conmigo, Sargento! ¿Cómo es posible que lo perdieran?" 

El silencio entre ambos se volvió espeso, cargado de una tensión palpable. Caricias intentaba mantener la compostura, pero la mirada intensa de Azulin lo desarmaba. Era difícil enfrentarse a la realidad de haber perdido a un soldado, y más aún cuando se trataba del hermano de uno de sus reclutas transformado en teniente.

El ambiente se sentía pesado, cargado de expectativas rotas y culpa. Caricias evitó el contacto visual por un momento, sintiendo el peso de las palabras de Azulin. Sabía que no tenía respuestas satisfactorias para darle.

"Azulin, créeme cuando te digo que hicimos todo lo que pudimos," empezó a decir el sargento, su voz baja pero firme. "El terreno, los unicornios... fue un infierno. No dejamos de buscar, pero tuvimos que retirarnos cuando la situación empeoró. No podíamos perder a más hombres."

El teniente juró por un segundo que su furia burbujeaba en el interior de su ser, a punto de estallar. Sin embargo por primera vez a diferencias con el espejo tomó un largo resoplido de aire y cerró su único ojo visible en su prótesis, frunciendo el ceño frustradamente. No podía enojarse con su antiguo superior.... él solo estaba haciendo su trabajo. Y por el pánico de los fallecidos y los pocos sobrevivientes del escuadrón Búho solitario había sido una baja guardia para su escuadrón. Se preguntaba como estaba el resto de sus antiguos compañeros.

"¿Dónde.. dónde está Coco y los otros?" pregunta refiriéndose a sus compañeros de su escuadrón. No los había visto desde que cayó por el barranco. 

Caricias se tomó un momento antes de responder, tratando de mantener la calma en medio de la tensión palpable. Azulin, ahora teniente, no era el mismo recluta impulsivo y hasta incluso un tanto extraño de antes, pero la presión de la situación era evidente. "El resto de tu escuadrón está bien," respondió Caricias finalmente, con tono serio. "Coco y los demás están jugando cartas en la sala de espera." Señaló a un extremo.

Azulin asintió con rigidez, procesando la información. A pesar del alivio que sentía al saber que el resto de su escuadrón estaba a salvo, la inquietud por su hermano desaparecido aún lo consumía. No podía permitirse un respiro hasta obtener respuestas concretas.

"Gracias, Sargento," dijo finalmente, con un tono más controlado, aunque la tensión seguía presente. "Voy a verlos."

Caminó por unos pasos antes de detenerse para ver al sargento.

"Por cierto.. me alegra que este bien" habló el oso azul antes de seguir su camino. Dejando a un Sargento Caricias Sorprendido. 

Azulin avanzó por el pasillo en dirección a la sala de espera. Cada paso resonaba en sus oídos como un tamborileo, su mente invadida por la preocupación por su hermano. A pesar de la certeza de que sus compañeros estaban bien, no podía evitar pensar en lo que realmente había sucedido en esa misión. ¿Cómo habían perdido a su hermano? ¿Qué había fallado?

Al llegar a la puerta de la sala de espera, se detuvo por un momento. Cerró los ojos bajo la prótesis que cubría la mitad de su rostro, intentando calmar la agitación en su pecho. No era el momento de dejarse consumir por el miedo o la ira.  Pero...

¿Cómo reaccionarían al verlo de pie y con un traje de Teniente? 

se quedó unos segundos frente a la puerta, dudando. Sabía que la relación con su escuadrón nunca volvería a ser la misma. Él ya no era el joven impulsivo egoísta y obsesionado con su belleza que solía robarse el maquillaje de su madre para verse mas joven que había sido antes del accidente. Ahora llevaba sobre sus hombros el peso de la responsabilidad, del sacrificio y la pérdida. Se había convertido en un teniente, un líder, y la distancia entre él y sus compañeros era palpable. Su hermano estaba perdido... y sabía que aun estaba esa estúpida profecía que los condenarían  a todos si no hacía algo...

mientras los pensamientos se arremolinaban en su mente. Sabía que su regreso no sería fácil de asimilar para sus antiguos compañeros. Su estatus como teniente y los cambios que había sufrido física y emocionalmente lo distanciaban de ellos, pero más allá de eso, estaba la realidad de la misión fallida. Con su hermano desaparecido.

El corazón le palpitaba con fuerza mientras extendía una mano para empujar la puerta. 

las siete camas y las múltiples sillas repartidas por la habitación. La mayoría de las tropas que eran de los sobrevivientes de la Tropa Búho Solitario, la mayoría estaban despiertos. Un par de ellos, hablando de Pandi como el oso blanco y negro, fueron bastante sociables desde el principio. Pandi estaba hablando actualmente con un oso blanco de ojos azules. Sin embargo, algo en los ojos era desagradable. Era como si el joven oso nunca parpadeara.  

A pesar de que todos mostraban signos de al menos intentar comer para volver a regular su peso, todos los soldados más jóvenes parecían distantes y un poco perturbados. Quizás sería mejor hablar con ellos al día siguiente; de ​​esa manera todos tendrían tiempo de procesar todo, antes de preguntas más abrumadoras. En este sentido, las tropas tropas del sargento estaban todos en la misma página. Estos osos apenas tenían edad suficiente para ser considerados adultos y ahora han sido testigos de cosas de las que casi ningún adulto podría recuperarse por completo. Estaba todo mal y no importaba cuántas veces alguien se quejara de lo injusto que era el mundo, eso no cambiaría el hecho de que había sucedido y lo único que podían intentar hacer a partir de ahí era encontrar la mejor manera de intentarlo. alivia el dolor y sigue adelante en la vida. Incluso si es difícil. "Ja... gato dorado."


 Achuchones sonrió, sacando la lengua mientras la sonrisa de Sonrisas pareció temblar por un segundo. El oso naranja estaba cargado de cartas y a Achuchones solo le quedaban dos en la mano. Coco solo los estaba viendo jugar por ahora, impresionado por el hecho de que Achuchones ni siquiera estaba haciendo trampa. El oso más peludo era tan bueno con la baraja o tuvo tanta suerte. Coco sonrió.

Azulin se quedó en la puerta por un momento, observando la escena con una mezcla de nostalgia y una extraña tranquilidad. Todo estaba tan tranquilo como para saberlo.



Achuchones y Sonrisas estaban jugando a las cartas en la cama de Coco, sobre una pequeña mesa que cubría la pierna del oso rubio, para tener una superficie estable. Específicamente cuando estaba comiendo o bebiendo algo. Su miembro dañado, por otro lado, fue elevado hacia un lado.A Coco realmente no parecía importarle: se abstuvo de fumar tanto como fuera posible mientras estaba en el edificio. Especialmente por los osos más jóvenes en las camas de los hospitales cercanos.. Hace unas horas su esposa había venido a verlo... se sintió el oso mas feliz de este mundo al saber que tanto estaba vivo como también el embarazo de su mujer iba bien...

Azulin se quedó parado en la puerta en silencio. Los osos no se percataron de su presencia al principio. Azulin observó en silencio, sintiendo una extraña mezcla de alivio y distancia. Todo parecía tan normal, como si nada hubiera cambiado desde la última vez que los había visto. 

Finalmente, fue Coco quien levantó la vista primero. Sus ojos, que solían ser siempre relajados y llenos de un humor inquebrantable, se tensaron por un breve momento al ver a Azulin. El oso rubio soltó las cartas sobre la mesa y trató de disimular la sorpresa.

"¿Azulin?" preguntó en voz baja, como si no creyera lo que veía. Los otros osos siguieron su mirada y, de inmediato, la sala cayó en un silencio incómodo. Todos los ojos estaban ahora puestos en el joven teniente.

Azulin esbozó una sonrisa débil debajo de su prótesis, aunque nadie podía verla. Dio un paso adelante, sintiendo el peso de las miradas de sus antiguos compañeros. 

"Hola chicos.." saludó tímidamente el oso de la mascara mientras giraba la cabeza avergonzadamente. 

"Azulin!" por primera vez Azulin en vez de escuchar las miradas de desagrado de sus antiguos compañeros recibió gritos de alegría y de alivio mientras algunos corrían para abrazarlo. Siendo Coco el único que no pudo levantarse por su pierna. Pero aun así estaba feliz.

"Creímos que no ibas a sobrevivir a esa caída" exclamó uno de los gemelos Mimosin aliviados mientras Pandi miraba al oso azulado con la mascara.

"Debo admitirlo, parece que ese uniforme te hace lucir bien" Achuchones habló mientras caminaba observando el atuendo del proclamado joven teniente.

Mientras que Sonrisas ni perdía su respectiva sonrisa. 

joven teniente con una expresión que mezclaba incredulidad y alivio. "Pensé que nunca más te veríamos, Azulin," dijo, mientras el resto de los osos se acercaba para darle palmadas en la espalda y abrazos de bienvenida.

Azulin, aunque agradecido por la calidez de sus antiguos compañeros, no pudo evitar sentir una punzada de culpa. Sabiendo que si no fuera por él.... nadie de ellos no habían sobrevividos en la otra línea de tiempo, viéndolos parados, vivos... y tranquilos... Azulin se sintió aliviado. Al menos de quitarse una gran carga.

se quedó momentáneamente paralizado ante la avalancha de emociones que lo recibieron. Los abrazos, los gritos de alegría, todo era tan distinto de lo que había esperado. Por un momento, la tensión que lo había acompañado se desvaneció, reemplazada por un sentimiento de alivio. Había regresado con vida, y sus compañeros estaban allí, compartiendo su alegría por volver a verlo.

A pesar de la calidez del reencuentro, la ausencia de su hermano seguía pesando sobre él. Mientras intercambiaba sonrisas y abrazos, su mente seguía buscando respuestas. "Gracias a todos," murmuró con una sonrisa que aún nadie podía ver bajo su máscara. "Pero... ¿qué pasó con mi hermano?"

El silencio que siguió a su pregunta fue inmediato y pesado. Los osos que lo rodeaban desviaron la mirada, incapaces de darle la respuesta que tanto ansiaba.

"Azulin... Gordi....no vino con nosotros..." 


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