«★꧁༒ℂ𝕠𝕟𝕠𝕔𝕖𝕣𝕟𝕠𝕤 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕧𝕠𝕝𝕧𝕖𝕣𝕟𝕠𝕤 𝕒 𝔼𝕟𝕔𝕠𝕟𝕥𝕣𝕒𝕣༒꧂★»
Shadow era un majestuoso lobo negro, enorme, imponente y temido, pero también respetado por todos los animales que habitaban el bosque. Su pelaje era tan oscuro como la misma noche, y sus ojos, dos pozos profundos, parecían observar con una mezcla de sabiduría y dureza. Se había ganado su fama a pulso: no cualquiera podía sobrevivir solo en ese vasto y peligroso bosque. Todo el mundo conocía a Shadow, y sabían muy bien que cruzar sus territorios significaba jugarse la vida. No era raro ver a otros lobos retroceder en cuanto detectaban su presencia, con un respeto que solo se tenía hacia el líder del bosque, aunque él no perteneciera a ninguna manada.
A Shadow, sin embargo, le daba igual. No buscaba conflictos ni alianzas; era un ser solitario que parecía preferir la tranquilidad y el silencio de la vida en solitario. Había algo en él que hacía que hasta el viento sonara más suave a su paso, como si la naturaleza misma se sometiera a su voluntad. Aun así, la soledad era una sombra que lo seguía, y aunque era el lobo más fuerte y respetado de la región, había noches en las que su aullido se perdía en el vacío del bosque, reflejando una profunda melancolía que él jamás admitiría.
Por otro lado, estaba Coffe. Ella era una loba ártica, con un pelaje blanco como la nieve que a veces parecía brillar con el reflejo de la luna. Era una criatura elegante, pequeña y ágil, que vivía a las afueras del bosque en un terreno más despejado. A diferencia de Shadow, Coffe no estaba completamente sola; tenía tres cachorros a su cuidado. Cada uno de ellos era un reflejo de su madre, con pelajes claros y pequeños ojos curiosos que parecían devorar el mundo a cada paso. Sin embargo, ellos también llevaban las marcas de la historia de Coffe, una historia de sufrimiento y lucha por la supervivencia.
Coffe se había visto obligada a alejarse del bosque después de un incidente desgarrador. El padre de sus cachorros, un lobo joven y fuerte al que una vez había amado, se volvió loco sin previo aviso. Quizás había sido la rabia, o tal vez simplemente se había perdido a sí mismo en un arrebato de violencia y locura. Lo cierto es que, una noche, él trató de atacar a los cachorros. Los diminutos cuerpos de los lobeznos eran tan frágiles que una mordida bastaría para acabar con su corta vida. Pero Coffe, guiada por el instinto y el amor incondicional de una madre, luchó con todas sus fuerzas, y logró salvarlos, ahuyentando al lobo fuera de su vida para siempre.
Por esa razón, Coffe había decidido vivir alejada del bosque, en una madriguera que había cavado cerca de un arroyo. La soledad también era parte de su vida, aunque sus cachorros le dieran compañía y alegría. Ellos eran su razón de vivir, y cada día lo dedicaba a enseñarles, a cuidarlos y a protegerlos de cualquier amenaza. Aun así, Coffe sabía que el bosque era un lugar peligroso, y cada vez que salía a buscar comida para ellos, el miedo la acompañaba.
A pesar de sus enormes diferencias, Shadow y Coffe compartían una realidad en común: ambos estaban solos. Aunque uno había elegido esa soledad y la otra había sido forzada a ella, ambos caminaban en la penumbra, llevando consigo las cicatrices de sus propias batallas.
El destino de ambos lobos parecía estar escrito en la soledad. Y así seguirían, o eso parecía, hasta que un trágico evento cambió el curso de sus vidas para siempre.
Todo comenzó una mañana. Coffe había dejado a sus cachorros en el refugio, como siempre hacía, mientras se aventuraba en busca de comida. Los pequeños se escondían entre las sombras de la madriguera, y aunque ya empezaban a ser más curiosos y traviesos, sabían que debían quedarse en su lugar hasta que su madre regresara. Sin embargo, ese día algo oscuro y peligroso se acercaba a ellos.
Un grupo de cazadores, hombres sin escrúpulos, había descubierto el escondite de Coffe. Estos hombres no tenían el menor respeto por la vida salvaje; para ellos, cada criatura del bosque era simplemente una presa más, una pieza de caza para presumir. Uno de ellos, un hombre de cabello rojizo, llevaba una escopeta, y sus ojos brillaban con una crueldad que ponía en evidencia su desprecio hacia los animales.
Coffe, al notar la presencia de los cazadores, corrió de regreso a la madriguera, su corazón latiendo con fuerza. Al llegar, vio a los hombres cerca de su refugio, y un instinto feroz se apoderó de ella. Sabía que no tenía muchas posibilidades de ganar, pero aun así atacó con todas sus fuerzas. Se abalanzó sobre ellos, arañándolos y mordiéndolos en un intento desesperado de proteger a sus crías. Los cazadores, sorprendidos por la ferocidad de la loba, intentaron alejarla, pero Coffe no se rindió. Su amor de madre le daba una fuerza inimaginable.
Sin embargo, los cazadores eran despiadados. Uno de ellos levantó su arma y disparó. La bala impactó en el costado de Coffe, haciéndola caer al lodo con un quejido ahogado. Los hombres no se detuvieron. Agarraron a los cachorros, que lloraban y gritaban en busca de su madre, y desaparecieron en la distancia mientras Coffe, con su último aliento, los veía partir, sin poder hacer nada para detenerlos.
Todo esto fue presenciado por Shadow. Desde una colina cercana, había observado en silencio, sintiendo una mezcla de rabia y dolor que no podía comprender. El lobo negro, que hasta entonces había mantenido un corazón endurecido, sintió algo nuevo al ver la valentía de Coffe y su trágico final. Por primera vez en su vida, Shadow experimentó la impotencia. Aquella escena lo marcó profundamente, y aunque en ese momento no lo supiera, estaba a punto de tomar una decisión que cambiaría su vida para siempre.
Pasaron los días y los meses. Shadow seguía vagando por el bosque, pero algo en él había cambiado. La imagen de Coffe sacrificándose por sus cachorros lo atormentaba en cada uno de sus sueños. Empezó a preguntarse qué había sido de los pequeños lobos, si habrían sobrevivido o si también habrían sucumbido a la crueldad de los humanos. Aunque era un lobo solitario, comenzó a sentir una necesidad de proteger algo, o alguien, como si el último deseo de Coffe hubiera despertado una chispa de bondad en su corazón.
Un día, mientras exploraba una parte remota del bosque, Shadow se topó con un oso, uno de los pocos depredadores que él mismo evitaba. Era una criatura enorme y peligrosa, y aunque Shadow tenía experiencia en batallas, sabía que enfrentarse a un oso era arriesgar su vida. Pero algo en él, quizás la memoria de Coffe, le hizo desafiar su destino. Luchó con todas sus fuerzas, con una ferocidad que sorprendió al mismo oso, pero al final, las heridas fueron demasiado para él.
Shadow cayó al suelo, exhausto y herido de muerte. En sus últimos momentos, mientras sus ojos se cerraban lentamente, pensó en Coffe y en los cachorros, y por primera vez en su vida, sintió que su vida había tenido un propósito, aunque fuera solo para presenciar y recordar la valentía de esa madre loba.
¿Pero realmente este es el final? Pues yo no lo diría así, porque a veces, incluso en la muerte, nacen nuevas historias y nuevos comienzos. Para mí, este es apenas el principio. La memoria de Coffe y Shadow perdurará en cada rincón del bosque, en cada susurro del viento entre las hojas, como un recordatorio de que la valentía y el sacrificio pueden resonar incluso más allá de la vida misma. Este bosque, testigo de sus historias, guarda en cada rincón un eco de sus pasos, sus miradas y sus silencios, y aunque hayan pasado los años, ese eco aún vibra en el aire, latiendo de manera suave y constante como un latido de corazón escondido entre los árboles.
Y aquí es donde comienza nuestra historia, no con lobos, sino con una chica llamada Victoria, aunque es probable que prefieran conocerla bajo el nombre de "Shadow". Shadow, como si ese nombre guardara algo antiguo, algo profundo que ella misma aún no logra comprender del todo. Su personalidad, enigmática y observadora, hace eco de una vida pasada que ella no recuerda con claridad, pero que se asoma en detalles: en la forma en que mira el mundo, en sus silencios y en sus pensamientos.
Años después de aquel suceso en el bosque, el destino hizo que Shadow se reencontrara con alguien especial, un joven llamado Sol. Sol, o mejor dicho Coffe, irradiaba una energía tranquila y cálida, de esas que siempre te invitan a acercarte y sentirte cómodo. Al igual que ella, él parecía guardar una especie de misterio, algo que lo conectaba con recuerdos lejanos, y aunque no lo supieran de inmediato, esos recuerdos eran compartidos. Las miradas, los pensamientos fugaces, las ideas y sueños parecían haberse hilado en un pasado que los unía, una vida que tal vez habían compartido, o al menos así lo sentían, aunque no pudieran explicarlo del todo.
Esta vez, ambos eran humanos, y pocos eran los recuerdos claros que les quedaban sobre lo que alguna vez sucedió. Los recuerdos que acabo de relatarles, de esa vida en la que fueron dos lobos solitarios, apenas asomaban en sus mentes como destellos confusos, fragmentos de emociones intensas y sensaciones familiares que llegaban y desaparecían como la niebla. Sin embargo, esos fragmentos parecían suficientes para hacer que, sin saber bien por qué, sintieran una conexión especial, una especie de vínculo inexplicable, profundo y antiguo, que les decía que se conocían desde antes de esta vida.
Poco a poco, entre el ir y venir de los días, entre las horas de mensajes y charlas ocasionales, comenzaron a conocerse. Fue algo curioso, sin duda. No se encontraron de manera convencional, sino que se toparon a través de internet, como si un extraño algoritmo hubiera conspirado para unirlos. Al principio, solo eran perfiles en una pantalla, palabras que se cruzaban en mensajes que parecían simples, triviales, como los de cualquier otro par de desconocidos. Pero con el tiempo, cada mensaje fue cobrando un significado especial, una especie de profundidad que ambos notaron, aunque ninguno se atrevió a comentarlo al inicio.
Cada noche, cuando el silencio llenaba sus habitaciones, se encontraban en conversaciones que parecían no tener fin. Hablaban de todo y de nada, de los detalles cotidianos, de los sueños y las esperanzas. Y, de manera gradual, descubrieron más sobre el otro, como si cada palabra fuera una pequeña pieza de un rompecabezas que ambos querían completar. Shadow, curiosa y reservada, encontraba en Coffe a alguien con quien podía compartir pensamientos profundos, alguien que entendía el silencio y respetaba la pausa. Y Coffe, con su calma y su paciencia, veía en ella una especie de reflejo, un eco que resonaba con algo dentro de él.
Con el tiempo, lo que empezó como una amistad fue tornándose en algo más, algo más profundo y especial, algo que les hacía querer compartir cada detalle de sus vidas. La conexión que sentían era genuina, y aunque aún no sabían bien por qué, parecían estar destinados a encontrarse, como si el universo, con sus misterios infinitos, hubiera decidido darles otra oportunidad para cruzar sus caminos.
En ocasiones, mientras conversaban, surgían temas curiosos, pequeñas conversaciones que parecían casuales, pero que encerraban algo más. En esos momentos, a veces entre bromas y risas, discutían sobre lo que habría sucedido si Coffe y Shadow, en esa otra vida, hubieran tenido la oportunidad de conocerse antes. Victoria, o mejor dicho Shadow, solía preguntarse si las cosas habrían sido diferentes, si Coffe no hubiera estado sola en su lucha, si quizás Shadow hubiera estado allí para protegerla y defender a sus cachorros. Ambos se dejaban llevar por esa idea, jugando con los "qué pasaría si", aunque en el fondo sabían que esas preguntas eran más que simples especulaciones; parecían ser retazos de un pasado compartido.
En sus charlas, Coffe a veces imaginaba a Shadow como el padre de aquellos cachorros, un lobo fuerte y protector, alguien que hubiera estado dispuesto a dar su vida para defender a su familia. En esas conversaciones, ambos parecían perderse en un mundo distinto, un mundo donde las decisiones y el tiempo no los habían separado. Podían imaginar una vida diferente, una vida donde no existía el dolor de la separación ni la tragedia que marcaría sus destinos.
Pero, claro, nunca podremos saber con certeza lo que hubiera pasado. Quizá nada habría cambiado, quizá la tragedia aún los habría alcanzado, o tal vez el destino habría encontrado otra manera de llevarlos a ese mismo desenlace. Son preguntas sin respuesta, pero en sus conversaciones, ambos encontraban consuelo en la posibilidad de imaginar un final alternativo, un final en el que Coffe no habría estado sola, en el que Shadow habría sido más que un testigo silencioso.
Lo único que sabían, o al menos lo único que querían creer, era que, de alguna manera, el destino les había dado una nueva oportunidad para encontrarse, en una vida que parecía destinada a conectarlos nuevamente. Shadow y Coffe, ahora en cuerpos humanos, en vidas que parecían completamente ajenas a lo que una vez fueron, tenían una segunda oportunidad, una oportunidad para conocerse, para estar juntos sin los muros de la tragedia y la separación.
En un nuevo mundo, en el cual finalmente pudimos conocernos para volvernos a encontrar...
Feliz cumpleaños Victoria ^^
I love you so frikin' much, Vic <33
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro