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035 | La verdadera Maya



—¿Estamos huyendo? ¿Eso es lo que hacemos? Yo no quiero huir.–Aseguró la rubia. Las tres habían bajado las escaleras del metro con bolsas llenas de ropa de Maya.

—Maya lo haría. Debería ser idea tuya, no mía.–La criticó la morocha.

—¿Por qué tenemos toda mi ropa?

—Es parte de.–Sonrió Thea.

—Solo díganme a donde vamos.

—A buscarte.

Riley empezó a caminar.

—Thea dime.

—Nop, no puedo.–Siguió a Riley y después Maya las siguió a ambas.–Riles, ¿puedo llamar a Farkle? Digo, para que no se asuste por mi.

—No, este es un viaje solo para chicas.–Ella tomó su celular y lo guardó en su bolsillo.

—¿Qué haces?

—Si te lo dejo lo llamaras cuando me de la vuelta, así que me lo quedaré yo.–Ella la miró mal.

—...Si es algo que haría, pero me ofende muchísimo que lo señales.–Riley sonrió y las jaló mas cerca del tren.

[...]

—Toda mi vida yo quise ser tu Maya.–Recordó Riley. Las tres estaban sosteniéndose del tubo del metro para evitar caer, las bolsas llenas de ropa se encontraban en el piso junto a ellas.–Recuerdo que estuvimos aquí y me puse brillo labial por primera vez.–Se aplicó un brillo.–Porque quería ser mala como mi mejor amiga.

—Riley, ¿por qué el brillo labial es algo malo?–Cuestiono Thea sin entender. Principalmente porque ella siempre lo usaba, en especial uno transparente de brillos celestes, porque era el favorito de Farkle.

—Brillo labial, besos. Solo eso me enseño Maya, lo siento.

—Bien, necesitamos encontrarme cuanto antes.–Dijo la rubia.

—No olvido que aquí conocimos a Lucas.

—¿Aquí lo conocieron? No se si el metro es el mejor lugar para conocer a un chico, la mayoría son...–Thea miró a su lado, donde había un chico lindo, miró de vuelta a sus amigas.–Olvídenlo.

—Vaya... pero igual sigue siendo raro que voltearan y vieran a un chico como...–Empezó a decir Maya, hasta que voltearon atrás de las tres, donde estaba sentado otro chico lindo, quien leía un libro.–Las tres soltaron una risita cómplice.

—Okay basta, tengo novio y lo amo mucho.–Thea suspiró.

[...]

Llegaron a una cabaña en el medio del bosque. Era linda y pequeña, perfecta como la de un cuento de hadas. Además, estaba frente a un río, lo que le daba un plus.

Riley golpeó el vidrio de la puerta con fuerza y Shawn se acercó para abrirles.

—¡Hola!–Saludaron Riley y Thea.

—Shawn.–Reconoció Maya con aprecio.

—Hola chicas. Pasen.

Las tres pasaron con las bolsas de ropa sin esperar a que lo dijera de nuevo.

[...]

Las tres chicas estaban sentadas en el sillón, las tres incluso estaban sentadas en la misma posición sin darse cuenta.

—¿Y bien Maya? Huir, venir aquí... algo que yo haría.

—Mhm.–Murmuró Riley.

—No fue idea mía.–Confesó.

—¿Qué? ¿Thea, Riley, ustedes hicieron esto?

—Si. ¿Qué te parece?–Le preguntó su ahijada. El la miró sin entender.

—Maya... dile porque estamos aquí.–Le pidió la castaña.

—No quiero decírselo.

—Uhm, vinieron hasta aquí, díganmelo.–El se fue hacia su cocina.

—¿Preparaste te?–Cuestiono Riley con duda.

—Ah, si y... tengo estas galletas con mantequilla.–Volteo a verlas con orgullo y las puso sobre la mesa de centro antes de empezar a servir el té en las tazas.

—¿Qué ha pasado contigo?

—Estoy evolucionando. De hecho, esto ha sido todo un viaje. Me gusta quien soy. Miren, montañas.–Señaló por su ventana.–Y árboles, son muchos árboles. Ah, y ahí está la ardilla con la que charlo.–Thea se acercó a Riley.

—Sin ofender, pero todos tus tíos están algo locos, ¿no es así?–Murmuró. Shawn empezó a comer una galleta de mantequilla.

—Tío Shawn, mi amiga tiene conflictos y tu los causaste.

—¿Yo?

—Necesito que seas tú, porque si no fuiste tú fui yo, y no quiero ser yo, así que necesitas ser tu.

—¿Y por qué... por qué no Thea? Son como trillizas ahora, ¡mírense!

—Oh no, yo no fui, amigo. Yo estoy aquí por pura coincidencia y en este momento tengo miedo de que mi papá se enoje conmigo, o que mi novio muera, ¡por no saber dónde estoy!

—...Okay, no fuiste tú, lo entiendo... pero ¿por qué es el conflicto?

—¿Recuerdas que era muy audaz?–Preguntó la rubia.

—¿Y?

—¿Recuerdas que yo era como tú?–El rió y tomó su taza de té, levantando el meñique en el acto.

—Yo era duro y audaz...–Soltó una risita y tomó de su te.

—¿Por qué tienes te y galletas suecas de mantequilla?

—No se que les gusta a ustedes.–Rompió el acto por un segundo y dejó su taza de té en la mesa.–¿Por qué dices que es culpa mía, Riley?–El tomó la tetera y la devolvió a la cocina.

—No pueden haber muchas Rileys, Mayas o Theas. Para que el mundo funcione se necesita una Maya, una Riley y una Thea.–Explicó Thea.

—Conozco ese idioma. Es Topanganez.

—Y tiene razón.

—¿Ah si? ¿Y que pasa cuando conoces a una buena influencia y empieza a cambiarte para bien, eh niña lista?

—¿Cambiarte para bien o solo... cambiarte?

—Y tú maestro de arte dice que estás incompleta.–Le contó Maya.

—Si, díganmelo a mi, lo sé porque...–Se sentó en el sillón con ellas.–yo tuve una buena influencia.

—¿Estás incompleto?–Cuestiono Riley.

—¿Recuerdas que cuando tu papá y yo nos conocimos, el quería ser igual a mi? Era ridículo que el quisiera ser igual a mi. Además, el tenía una gran familia.

—Si...–Susurró Maya.

—Sus padres estaban ahí.

—Si.

—Y luego, Cory conoció a Topanga.—Levantó las tazas.–¿Saben lo que es ir a preparatoria con Romeo y Julieta?–Ellas miraron a Thea.

—Si, aceptaré eso.

—Así que... yo amaba a Ángela, porque yo creí que debía ser así. Porque Cory tenía a Topanga e influían en mi.

—Chicas, no necesitan novio solo porque yo lo tengo, no se influyan en mi.–Les pidió Thea. Ellas le sonrieron.

—Chicas, les estoy contando una historia aquí, gracias. Lo de Ángela no funciono, pero ¿cómo pudo no funcionar? Ellos funcionaban. Y te tuvieron a ti. Yo no pude alcanzarlos, así que no tengo nada de eso. Tengo árboles.. y esa ardilla con la que charlo. Hola Stevie. Cory Matthews perturbó toda mi vida...–Se dio cuenta. Maya miró a Riley y a Thea.–Y no dejaré que te pase a ti. Solo por una segunda generación de Cory Matthews y de Topanga.–Las dos lo miraron con algo de ofensa. Maya se levantó.

—¿Me protegerás de ellas?

—¿No dije que estaría ahí para ti?

—¡Como Plutón!

—¿Puedes callarte, bebé Cory?

—Grosero.–Murmuró Thea.

—Tu también mini Topanga. Mira, Maya, no te conocí hasta los treinta y dos. Pero, eres la razón por la que yo creo que podría ser padre algún día. Y no es por causa de Cory o Topanga, es por mi propia... ¿cómo lo llamaría...?–Riley empezó a acercarse.

—¡Voz! Par de bobos.–Thea jaló a Riley para que no estuviera en el medio

—Es tu propia y única voz diciendo que yo te importo.–Dijo Maya.–Escúchala más seguido.

—Concuerdo con eso.

—Tal vez deba... ¿con que vinieron a verme porque desapareciste un rato?–Ella asintió con vergüenza.–Pues vinieron al lugar correcto. Tienen que volver.–El empezó a moverse y ellas lo siguieron.–Primero: determinaremos el momento exacto en el que dejaste de ser Maya, y así veremos que no tuvo que ver conmigo.

Tomaron la ropa y la dejaron caer sobre la mesa, Shawn se acercó.

—Ah... si... toda esa ropa que te compre.–El rió.–¿Qué tal eso?

[...]

Se había hecho de noche y seguían ahí, intentando recuperar a Maya.

—Que bonita fotografía.–Admiro Maya la fotografía de su cumpleaños, donde el estaba ahí con ella y su mamá.

—Una de mis favoritas.–Admitió el mayor.–¿Cuál fue tu deseo?

—Ah... no lo recuerdo.

—Okay.

—Tío Shawn, tus fotos son muy hermosas.

—Gracias.–Las de esta pared son muy importantes para mi. Thea y Riley se acercaron a donde estaba Maya, donde estaba la fotografía de Maya en su cumpleaños, la pared donde estaban todas las fotografías que eran importantes para Shawn.

—¿Si?–Ella miró la foto de Shawn con Katy.–¿Y esta que?

—Si, si...–Murmuró.

—¿Perdiste la voz?

—No creo que perdiera la voz, Maya...–Le explico Riley.–Creo que está gritando.

—Esa fue en nuestra primera cita. Se que lo deseabas mucho, Maya. Yo he deseado lo mismo toda mi vida. Me importa tu madre, y espero que esté bien.

Maya se acercó a él, y Riley y Thea se fueron detrás del sillón para "darles espacio".

—Está bien.

—Continúen.–Pidió Riley.

—Y me agradas.–Afirmó el adulto.

—Continúen.

—Yo... yo me siento muy apegado a ti.–Ella sonrió y lo abrazó.

—Dilo.

—¡Es que no se que sigue después de eso! ¡Estoy atrofiado!

—Yo también me siento muy apegada a ti.–Confirmó Maya.

—¡Dilo!

—Lo sabes.–Thea y Riley se miraron. Thea se acercó.

—Shawn, ¿conoces alguna tienda de artículos antiguos?

—No, pero nuestras tiendas han tenido lo mismo por cincuenta años.

—Servirá.–Thea y Riley levantaron la ropa de la mesa.–Ahora es hora de decirlo Maya.

—¡Quiero vender toda mi ropa por favor!–Grito la rubia.

—¿Qué tal se sintió?

—Bastante bien.

Los cuatro salieron de la casa.

[...]

—Ahora me siento peor.–Murmuró Maya al verse al espejo, con su nueva ropa.

—¿Por qué?–Le preguntó Shawn.

—Porque yo la recuerdo, pero el que me vista como ella no quiere decir que sea ella o que pueda recordar cómo es ella.

—Maya que locura, tú eres ella.–Thea la siguió.

—No Thea... lo entiendo.–Se miró en el espejo.–Muchas veces yo me miro en ese espejo y no reconozco a quien me está mirando.

—Bueno, entonces hay que descubrir en qué momento tú dejaste de ser tú también.–Alguien tocó la puerta.

—El momento ha llegado.–La puerta se abrió dejando ver a Cory.

—¿Por qué tengo que estar aquí? ¿Acaso saben que clase de viaje es este? ¿Esto es un lugar? Mi GPS dijo "fin del mundo" hace sesenta kilómetros.

—¿Por qué estás aquí papá?

—Shawn me llamo, yo vine. Es como el poder del anillo un millón de veces.–Las chicas entrelazaron sus brazos.–Aficionadas. ¿Qué tenemos aquí, Shawnie?

Ambos se acercaron.

—¿Oh, quieres saber que tenemos?

—Bueno, yo vine hasta aquí.

—Y te lo agradezco, si, si... y ahora, está esto.–Se lanzó contra el.

—¿Se supone que ellos son los adultos?–Cuestiono Thea.

—Sip.–Contestaron Maya y Riley.

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