- ¡Mamá! ¡Ya llegué! - Entró a una pequeña enfermería con un bello jardín antes de llegar a la puerta, su actual hogar.

- No te alejes tanto Pj. Ya sabes que al ser uno de los últimos cambia formas pueden raptarte y venderte por dinero fácil, o peor aún, entregarte al Rey. - Se acercó al menor dándole un pequeño beso en la frente. Su niño era demasiado intrépido para su gusto.

- Tranquilo mamá Ink, no me va a pasar nada. - Respondió tranquilo, el mayor siempre se preocupaba de más por él. - No me vas a creer, pero, ¡Encontré un hada! - Su voz se volvió un poco mas aguda a causa de la emoción. - ¡Es tan cariñoso como tu mamá! - Le había cogido afecto al ser mágico.

- ¿Un hada? Pensé que la última se encontraba en prisión. - Lo observó curioso. - ¿Dónde estaba Pj? - Terminó ignorando la parte final del discurso ajeno.

- Estaba en Hotland, parecía que estaba entrenado. - Sus ojos de iluminaron al recordar aquel beso en la mejilla. - Tiene un hermano que está en prisión, en el calabozo del Rey. - El de cuencas cambiantes casi se atragantaba por aquella noticia, siendo interrumpido antes de que pudiera decir algo. - Lo voy a ayudar a contactarse de nuevo con su hermano, si mal no recuerdo su nombre era Nightmare Moreno. Un lindo nombre. -

Tomó un gran respiro. - Está bien que seas un buen niño Pj, pero haces algo demasiado peligroso. ¿Qué hago yo si ya no regresas conmigo? - Escenas rápidas atravesaron su mente, agarró con fuerza su cinturón con viales, sentía que iba a vomitar.

- ¿Mami? ¿Estás bien? - El pequeño se acercó al mayor, trataba de hacerlo reaccionar. No respondía a sus llamados. - ¿M- Mamá...? - Ya estaba al borde del llanto cuando el contrario sacudió rápidamente su cabeza.

- Perdón cariño... Solo fueron recuerdos tontos que aparecen en el momento menos indicado. - Lo cargó tranquilizándolo. Nightmare... Moreno... Odiaba tener mala memoria en esos instantes, conocía a aquellos hermanos que eran aprendices de su madre, pero desde su muerte ya no supo más de ellos. No recordaba mucho más, pero estaba Determinado a que lo haría. - Cuídate mucho mi calabacita. Tienes suerte de que los haya conocido hace un tiempo, si no, no te dejaría salir. - Le dio un pequeño toque a su tabique.

- Si mamá, no te preocupes. No se que haría sin ti. - Abrió las cuencas como platos cuando asimiló la última parte. - ¿¡Conoces al señor Dream!? - Casi se muere de la emoción al escucharlo.

- Jaja. - Le parecía muy tierno. - Si, mi madre solía entrenar a esos hermanos. Te prometo que cuando recuerde más datos te los diré. - Le dio un pequeño beso en su pómulo.

- ¡Incluso besas como el señor Dream! ¿¡Cómo no me di cuenta antes!? - Se removía con felicidad en los brazos que lo envolvían.

- Tranquilo mi niño. - Una pequeña risa escapó nuevamente de su boca. - Haremos pociones. Vamos a hacer una poción de sanación, te la llevarás cuando salgas a informar al hada, ¿Ok? - Agarró el pequeño caldero y lo colocó en el mesón de mármol.

- ¡Si! - Amaba ayudar. - ¿Sabes algo más de los hermanos Moreno mami? - Realmente estaba intrigado de lo que sabía el mayor mientras sacaba unos cuantos frascos con etiquetas de colores.

- Dream y Night... ¡Claro! ¡Eran hijos de la señora Joku! - Se sentía algo despistado al no recordar a la mejor amiga de su difunta progenitora, pero se alegraba de poder hacer memoria de aquellos años. - Los rumores decían que sus 2 hijos fueron ejecutados con ella, que buena noticia que estén bien. Aunque la señorita Joku haya muerto, al menos sabemos que ambos están vivos. - Observó a PaperJam. - Saca el frasco morado de la repisa y después busca si tenemos pintura verde Jammy, por favor. - Le acarició la cabeza.

- ¡Oki! - La próxima vez que viera al hada, le preguntaría directamente sobre su familia. Debía saber si había más conexión entre ellos. - Mami, ¿La pintura no estaba en la sala? -

- Creo que si. Que olvidadizo que soy. - Dijo un poco nervioso. - Si no tuviera la cabeza pegada al cuerpo, seguramente la perdería jeje. - Retiró el grande sobrero en punta de su cabeza avergonzado.

- Tranquilo. - Ya sabía de los despistes del ajeno. - ¡Voy a por ella! - Dijo saliendo de la habitación para encontrar el tarro de la tintura.

𝔼𝕟 𝕒𝕝𝕘ú𝕟 𝕠𝕥𝕣𝕠 𝕝𝕦𝕘𝕒𝕣...

- ¿¡Qué te dije!? - Se dio bruscamente la vuelta hacia el monocromático. - ¡Déjame en paz de una maldita vez! - Gritó, retumbando en el lugar. Las miradas se posaron en ellos.

- ¿¡Pero por qué?! ¡¿Somos algo o no?! ¡No puedes dejarme con la duda! - Su voz se estaba quebrando. Aguantaba duramente las ganas de derrumbarse en un mar de lágrimas allí mismo.

- ¡No somos nada! Ni nunca lo seremos ¡Yo solo te utilicé como una distracción! Estar todos estos años aquí es una tortura, al menos quería jugar con algo. Cambié, ya no soy ese niño estúpido que conociste. - No tenía mucha intensidad sin embargo tenía la suficiente fuerza como para intimidar a quién se le cruce en su camino.

- P- Pero... - Lágrimas resbalaron por sus mejillas. - Yo te amo... Por favor... No puedo quedarme otra vez sin ti... - Cayó rendido al suelo, sus rodillas resonaron en el áspero suelo de concreto.

- Ya deja de ser tan patético, solo te avergüenzas a ti mismo. - Bufó. - No tengo nada que hacer contigo, no quiero verte cerca mío o serás historia. No creo que a los demás les importe si uno más desaparece. ¿No es así? - Sus tentáculos se movían. El silencio era abrumador, los demás solo observaban sin meterse. - Eso es lo que quería oír. Adiós... CROSS. - Se fue a paso lento, solo escuchándose las pisadas y las gotas salinas resonando.

Se quedó llorando por varias horas. Se sentía miserable y asqueado por haber sido utilizado por su supuesto 'amor para toda la vida' en aquella celda. El comedor pronto se vació, dejándolo solo con su desesperación, ¿Qué iba a hacer ahora con ese retoño que crecía en su interior?

꧁☆☆ＦＩＮ ＤＥＬ ＣＡＰÍＴＵＬＯ☆☆꧂

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