daisy
George me besaba intentando evadir el hecho de que tiene que ir a entrenar en una hora.
—George —le llamo la atención pero él continúa con su labor— Tienes que desayunar algo.
—Sí, a ti —contesta bajando sus besos por mi cuello.
Dios perdón por lo que voy a hacer.
—No —digo y lo separo de mi. Me río internamente de la cara de indignación que puso— Tuvimos sexo toda la noche y hace 15 minutos también.
Frunce el ceño y me mira mal.
—¿Y?
—Y tienes responsabilidades, además debemos solucionar el tema de todo lo que está pasando en redes con nuestras fotos.
—Fuimos tendencia —contesta orgulloso. Cuando ve la seriedad de mi rostro su sonrisa se borra- Cielo, ya está en redes, no creo que haya una manera de borrarlo.
-Van a despedirme- lloriqueo escondiendo mi rostro en su cuello.
-Nadie va a despedirte- trata de tranquilizarme acariciando mi cintura- Aparte no te gusta tu trabajo, no estaría tan mal si lo hacen.
-Claro, es fácil para ti decirlo. Eres millonario...
-No soy millonario- se ríe.
-Yo necesito mi sueldo para subsistir.
Nos quedamos mirando fijamente intentando no reír pero es inútil.
Cuando se nos pasa la risa, volvemos a quedarnos embobados por el otro.
-Debemos hablar de eso, ¿lo sabes, no?- pregunta en un tono bajo.
—¿Qué quieres saber?
—Todo. Lo de Lorenzo, lo que pasó en tu casa, y qué pasa por tu cabeza.
—George...
—No, me lo debes. Mentiste sin razón y quiero saber que es lo que está mal que no puedes confiar en mi.
La vida es demasiado corta, demasiado frágil para guardar secretos y vivir con verdades a medias, George lo sabe. Incluso si pensáramos que estábamos protegiendo a aquellos que amábamos. O que estábamos protegiéndonos a nosotros mismos. A nuestros corazones. No es cierto, solo nos estaríamos protegiendo de la realidad.
—Mi relación con Lorenzo fue...distinta a cualquier otra que haya tenido. Él me amaba muchísimo, George —me río recordando todo lo que había hecho alguna vez por mi—. Él me amaba muchísimo y yo me sentí abrumada.
—¿Y tú? ¿Lo amabas?
—Te amaba más a ti.
George parece estar procesando la información.
—Nadie sabía que salíamos —me presta atención otra vez cuando hablo—. No sé si él lo habrá hablado con Charles pero yo nunca lo hablé con nadie. Era nuestro pequeño secreto.
—¿Ocultaban su relación? —pregunta confundido—. ¿Por qué?
—El papá de los chicos ya estaba demasiado enfermo, Jules se había ido, Pierre y Antonie actuaban como adolescentes eso fue... —suspiro y pienso en cómo armar bien lo que quiero decir—. Había demasiados secretos entre todos, supongo que Lorenzo y yo queríamos uno para nosotros también.
George pone sus manos en mis muslos y los acaricia con cariño. Sabe lo difícil que fue para todos perder a Hervé y a Jules, para que luego los siguiera Antonie.
—Supongo que los dos necesitábamos una salida —digo conteniendo mis lágrimas.
—Cielo, debiste habérmelo dicho. No iba a enojarme y mucho menos a reprocharte nada —me atrae más hacia él cuando nota que comienzo a hipar por aguantarme la angustia—. Pero el otro día estaba muy preocupado porque no contestabas y luego voy y escucho a Lorenzo en el fondo de una llamada. Pensé que...
—Lo sé —musito—. Lo siento por haber mentido.
El inglés se me queda mirando con los labios apretados antes de responder.
—No vuelvas a hacerlo, Verstappen —intenta ocultar la sonrisa en su rostro pero le es imposible—. Habla conmigo, ¿si? En serio quiero que me cuentes lo que pasa por tu cabeza.
Después de como dos horas hablando y contándole todo, al fin siento que no tengo nada más por decir.
—Entonces... ¿ya no estás enojado conmigo?
—No —dice besándome cortamente en los labios.
—¿Seguro?
—Sí —me levanta de su regazo y me invita a meterme bajo las sábanas otra vez.
—¿Completamente seguro? —ya no estoy segura ni de que me escucha. Anoche casi no habíamos dormido y yo muero de sueño, y que George me trate con tanta suavidad no ayuda.
Aspiro suavemente el aroma de la almohada sumergiéndome lento en un sueño profundo. Lo último que siento antes de caer rendida, son los pequeños besos de George en mis hombros.
Cuando me despierto se había hecho la hora de almorzar así que en el momento en el que bajo a la cocina George ya está encargándose de la comida mientras la música de Taylor Swift lo acompaña.
Parece que no me escuchó bajar porque sigue tarareando Call it what you want libremente.
Una llamada entra a mi celular y el sonido llama la atención de George.
Christian Horner.
No.
Nonono.
—Voy a morir —camino de la cocina al living chillando. Tiro el celular al sillón, y George aparece por el umbral de la cocina para ver quién está haciendo la llamada.
—Apenas sí empezamos a ser novios y ya me quedo sin novia, que triste —me dice George dejando un pico en mis labios antes de entrar a la cocina otra vez.
¿Acaba de decir que soy su novia?
Dios recién me despierto y ya todo es un huracán.
—Disculpa, ¿qué?
—Contesta la llamada, Day —grita para que lo escuche mientras vuelve a su labor de cocinero.
—¿Hola?
—¡Daisy! ¿Qué tal estás? —pregunta animado—. Quería saber si podrías pasarte por mi oficina hoy como a las... ¿tres? ¿te parece bien?
Ay no.
No, no me parece bien.
—Por supuesto, no hay problema —soy oficialmente desempleada.
—Bien, ¡nos vemos! —dice por última vez Horner cortando la llamada.
—¿Y? —pregunta George.
—¿Crees que puedas mantenerme? Creo que me voy a quedar sin empleo —contesto yendo a la cocina. El inglés se ríe de lo que digo y se acerca a abrazarme—. Además, teniendo en cuenta que ahora soy tu novia...
—Obvio que no lo dejarías pasar.
—¡Lo siento! Es solo que me tomó por sorpresa, sabía que te gustaba la velocidad solo que no sabia cuanto.
—Soy veloz si me lo propongo, lo sabes.
—¿Por qué siento que ya no hablamos de las carreras? —esboza media sonrisa y me pasa un plato con comida.
—Day... todo irá bien hoy, ¿si? No tienes de que preocuparte.
No me aguanto las ganas y me acerco a besarlo.
—Me gusta que digas que soy tu novia.
holiss, cómo andan???
la semana que viene voy a andar publicando la sorpresa así que ando suuuuper emocionada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro