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10 de septiembre de 1997

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Ludwig no se veía bien, para nada. Tenía ojeras terriblemente grandes y no dejaba que Feliciano le diera abrazos ni que lo tocara de alguna forma, lo evitaba más de lo que se consideraba normal.

Esos eran motivos suficientes para que Feliciano creyese que le había pasado algo, pero siempre que intentaba preguntarle si había algo mal solo con seguía una respuesta para nada creíble y un brusco cambio de tema.

Feliciano se había rendido con su interrogatorio diario, no obtendría ninguna respuesta por parte de él, en realidad nadie le quería decir nada.

Decidió que mejor dejaba de pensar demasiado, tal vez había pasado algo en su vida privada y no quería que nadie se entrometiera, esperaba que solo fuera eso.

Salió hasta su jardín, se sacó los zapatos y los dejó de lado, le gustaba caminar sobre el pasto, le resultaba tranquilizador. Caminó hasta un árbol, sentándose debajo de este mismo, soltó el aire que estaba en sus pulmones lentamente y se dejó caer en el tronco de su manzano.

Su mente vagó entre pensamientos, recayendo innumerables veces en aquellos que intentaba ignorar con tanta insistencia, no podía dejar de darle vueltas al asunto e intentaba convencerse de que tal vez la respuesta era la más obvia, como se supondría debía ser.

— buenos días —saludó Arthur desde la puerta que daba al jardín, sacándolo de su pequeño trance—, te traje algo de helado, no sé si es que quieres —le alcanzó un vaso con helado, sentandose junto a él.

— muchas gracias —agarró el vaso de helado que le ofreció, sonriéndole antes de comenzar a comerlo—. Últimamente me has consentido bastante ¿A qué se debe eso? No es que me queje, solo que es algo inusual en tí, casi nunca me compras cosas o salimos a comer en restaurantes caros, bueno, el último tal vez sí, pero aún así no deja de ser extraño.

"Solo quiero que tengas un buen recuerdo de mi." Pensó algo triste— solo creí que te gustaría que fuera así, pero si no te gusta no lo haré —se encogió de hombros de forma casi imperceptible.

— ¡No digas eso! —le reclamó, apoyando rápidamente su cabeza en el hombro de Arthur— Claro que me gusta, siempre fuiste alguien detallista, pero no habías llegando a este punto. Siento que estoy conociendo más partes de tí.

— tengo muchos secretos —susurró en un tono cautivador, acercándose a su rostro lentamente— ¿Quieres conocerlos?

— la risposta è ovvia —mordió su labio inferior, prendiendo aún más el ambiente.

Ninguno de los dos perdió tiempo, Feliciano tomó la iniciativa, besando suavemente los labios de tono rosa de Arthur, subiendo cada vez más la intensidad del beso.

— Dove sei Feliciano? Necesito que me ayudes con algo... —Lovino se quedó en blanco por un largo tiempo, tiempo que aprovechó la pareja para separarse violentamente.

Feliciano se apresuró a abrochar los primeros botones de su camisa y Arthur se abrochó el cinturón.

— fratello —su voz tembló— ¿Qué pasó? —intentó de cambiar de tema, como si eso fuera a anular de su mente lo que había estado cerca de pasar.

Lovino se llevó una mano al rostro, cubriéndose los ojos— Oh, mio Dio, no quería ver eso —murmuró—, no importa, si van a hacer algo háganlo dónde la mente de los demás no corra peligro.

— it was not our intention.

El mayor de los italianos suspiró— no importa, nada quitará la imagen que tengo en la cabeza, ahora vámonos, Feliciano, necesito que me ayudes con algo.

— ¿Elegir el traje? —preguntó emocionado— ¡Ya voy, fratello! —se apresuró en levantarse del suelo, limpiando su ropa— Vuelvo en un momento amore.

— está bien, aquí te espero —dijo con una sonrisa.

AaahA, mañana sale el último capítulo :'), que rápido se acabó esto, aunque igual falta una cosita luego del final.

Entonces este es el seis, mañana toca el siete uwu, nos vemos.